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Desinformación y ataque a la democracia

Desinformación y ataque a la democracia
El senador por el PP, Fernando de Rosa, magistrado en servicios especiales, aborda en su columna el fenómeno de las "fake news" y apunta a una posible regulación para atajar sus consecuencias.
28/10/2021 06:48
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Actualizado: 28/10/2021 11:01
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¿Cómo podemos trabajar para salvar las democracias de las noticias falsas?

Hannah Arendt, fue una filósofa y teórica política alemana, una de las personalidades más influyentes del siglo XX.

En su ensayo: “La mentira en política” puso de manifiesto que “las mentiras resultan a menudo mucho más verosímiles, más atractivas para la razón que la realidad, porque quien miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o espera oír”.

Las palabras de esta autora adquieren actualidad con ocasión de la desinformación o noticias falsas, tan comunes en nuestros días y que suponen una amenaza a la democracia.

Pero como ocurre casi siempre, las respuestas a estos ataques, no es fácil. Nos encontramos ante un dilema: dejar en manos de los gobiernos el control de los contenidos que se publican para evitar la difusión de esas noticias falsas, o que sean las compañías de telecomunicación las que se autocontrolen.

En todo caso, la ausencia de límites, daña la democracia y la hace permeable a la desinformación, tanto si proviene del ámbito interno o del extranjero. En ambos casos, se erosiona la confianza de la ciudadanía en sus instituciones y valores.

A su vez, la desinformación puede dañar a personas y derechos concretos.

La Unión Europea y sus Estados deben actuar en diferentes planos. Desde un punto de vista internacional, se deben tomar medidas, con firmeza, contra los actores que utilizan la desinformación como un arma de combate para debilitar a las democracias europeas.

En este contexto la eurocámara, en el mes de septiembre, tomó el acuerdo de investigar la trama rusa del “procés”, ya que podría ser un ejemplo de injerencia rusa para desinformar y desestabilizar a la Unión.

Se debe liderar, a la vez, una respuesta regulatoria global basada en los principios y valores universales que sostienen la democracia representativa y los derechos humanos.

En el ámbito interno, hay que proteger a los usuarios de los daños en red, entre ellos, los más graves que son los que violan sus derechos fundamentales.

EL 70 % DE LAS NOTICIAS FALSAS TIENEN MÁS PROBABILIDADES DE SER COMPARTIDAS

Existen informes que afirman que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser compartidas y replicadas en las redes sociales, lo cual las convierte en virales mucho antes que una noticia real y de calidad.

Igualmente, según distintos informes sociológicos, el 44% de los españoles recibe entre uno y cinco bulos por internet a la semana. Estas cifras vienen a poner de manifiesto que las mentiras siguen siendo una lacra en el uso de internet, provocando que las redes sociales se llenen de informaciones falsas.

En España, cada vez son más los ciudadanos que nos informamos a través de las redes sociales dando alta credibilidad a las noticias que leemos sin discriminar cual es el origen de las mismas, por lo que los bulos o noticias falsas pueden suponer una fuente de desinformación.

Es necesario actuar, sobre todo para proteger a los grupos más vulnerables y proclives a creer las noticias que les llegan a través de las redes sociales al dar legitimidad, fundamentalmente, a la identidad de la persona que nos reenvía la noticia, a la cual, normalmente le es reenviado por otra persona que le da credibilidad, pero que al final se pierde el origen inicial de la noticia, pudiendo convertirse en un bulo que, al ser ampliamente reenviado, adquiere una aureola de veracidad.

Para ello hay que fomentar las iniciativas basadas en crear guías sencillas dirigidas a los ciudadanos en general, o grupos concretos para impedir ser manipulados por las “fake news”.

Así pues hay que felicitar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que han publicado una guía denominada “blinda tus perfiles contra las fake news”.

Se trata de una guía con recomendaciones sencillas a disposición de los ciudadanos que nos permite advertir e identificar las noticias que pueden ser falsas antes de darles credibilidad y compartirlas.

Es esencial denunciar el anonimato con la que muchas veces se inician estas noticias y cuando la reenviamos con nuestra identidad es cuando estamos dando credibilidad al bulo ante nuestro círculo de amigos, por lo que es necesario que se identifique al autor, el cual en muchas ocasiones se esconde en perfiles falsos o en colectivos creados exprofeso para realizar manifestaciones en descrédito de otros o con la finalidad de manipular noticias.

Me pregunto ¿por qué las “fake news” se difunden más rápido que las noticias contrastadas?

Sería necesario analizar si el verdadero problema está en las plataformas que se dedican a lanzar estos bulos por internet. Todos recordamos la manipulación sufrida durante el periodo de confinamiento de los ciudadanos en sus domicilios con ocasión de la declaración del estado de alarma. En esos momentos pudimos comprobar lo importante que es que la ciudadanía disponga de una información veraz y contrastada.

Por este motivo, los gobiernos, empresas y ciudadanos deben construir y sostener un espacio público de calidad y unos medios de comunicación que aporten hechos comprobados al debate público, evitando el debilitamiento de las instituciones democráticas.

Estos objetivos, deben alcanzarse respetando siempre el equilibrio entre los poderes del Estado. Por esta razón, hay que evitar las injerencias del Poder Ejecutivo que puedan afectar a la libertad de expresión y de información y es preciso tener presente que el Poder Judicial es el garante de los derechos fundamentales y de las libertades públicas.

El único que tiene habilitación constitucional para limitarlos y preservar así el régimen democrático.

REFORMAS LEGISLATIVAS

Es necesario ser conscientes que la difusión de bulos y noticias afectan de forma directa a la calidad democrática, y que en muchas ocasiones es esta la finalidad que se persigue, al ser pilares fundamentales en nuestras sociedades la libertad de expresión, de opinión y de libre circulación de noticias, pero la defensa de estos derechos y libertades nunca pueden dejarnos inermes en la defensa del propio principio democrático consistente en el derecho de los ciudadanos a recibir la verdad o por lo menos poder tener mecanismos para identificar la mentira.

No respetar estos principios básicos destruyen la credibilidad de los medios de comunicación, y sobre todo, provocan el crecimiento de hostilidad y odio social.

Como sociedad debemos exigir medidas para poder hacer frente a la desinformación y así solicitar al Gobierno que se adopten medidas dotando de medios al Poder Judicial, verdadero garante de la protección de los derechos y libertades públicas.

En conclusión ¿cómo podemos ayudar a desacreditar las fake news?, ¿cómo podemos trabajar para salvar las democracias liberales de las noticias falsas?

Desde mi punto de vista es necesario evitar la combinación de audiencias masivas y anonimato de los usuarios en las que al final queda eludida cualquier tipo de responsabilidad.

También para evitar la desinformación es necesario efectuar las reformas legislativas oportunas para que existan reglas básicas por las que se pueda diferenciar la opinión de la información.

Igualmente es necesario evitar el riesgo de que las injerencias del poder ejecutivo puedan afectar a la libertad de expresión y de información, como pudimos comprobar durante la pandemia y las pretensiones del Gobierno de controlar la información, llegándose a hablar del “Ministerio de la verdad”, reforzando al Poder Judicial como garante de estos derechos.

Por último, sería fundamental regular el sistema para identificar el origen de noticia y los medios utilizados para su difusión, para que los ciudadanos podamos valorar la credibilidad, estableciendo mecanismos de rectificación o corrección inmediata en las redes sociales cuando se produce una noticia falsa y así garantizar la difusión de la verdad.

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