El Ateneo Judicial de España se presenta en sociedad con un debate sobre la instrucción por los fiscales
Jesús Villegas, autor de "El inquisidor esquizofrénico", durante su intervención en el debate junto a Beatriz Saura y Eloy Velasco. Su posición es clara: deben seguir instruyendo los jueces.

El Ateneo Judicial de España se presenta en sociedad con un debate sobre la instrucción por los fiscales

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26/12/2021 06:48
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Actualizado: 26/12/2021 00:34
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La palabra Ateneo procede del latín, Athenaeum

La palabra «ateneo» viene del latín Athenaeum, que significa templo de Minerva en Atenas. En Atenas el nombre de ateneo sirvió para designar a los templos en honor de Atenea, donde los poetas y oradores leían sus obras.

En Roma tuvieron una significación parecida desde el 135 d.C. bajo el emperador Adriano. En el siglo XVIII se convirtieron en centros culturales, liberales y progresistas. Durante la Revolución francesa se multiplicaron.

En España, en Madrid, se abrió el Ateneo Español en 1820, el primero de todos. Al que siguieron otros en Barcelona y en otras ciuadades españolas.

Ateneo significa, en suma, foro de encuentro, lugar donde se intercambian ideas. Este Ateneo Judicial de España nada tiene que ver con el Ateneo de Madrid. Comparten la palabra madre, pero su objetivo específico es la divulgación del conocimiento y el debate de ideas en el sector jurídico.

Su presidenta es Érika López Castellanos, diseñadora de moda, también presidenta del Club de la Moda Española, y abogada no ejerciente.

Una mujer que posee el don de caer bien a tirios y troyanos y a la que le preocupa, de forma muy especial, la deriva de nuestra Administración de Justicia. De ahí la existencia de este nuevo foro de ideas y debate.

Sobre estas líneas, Érika López Castellanos, la presidenta del Ateneo Judicial de España, nacido durante este tiempo de pandemia para avivar el debate sobre la justicia que queremos.

El Ateneo Judicial de España nació en plena pandemia por lo que este acto, un desayuno-tertulia en el madrileño restaurante «Los Gallos», fue su acto de presentación público al que asistieron 35 personas, entre los que se encontraban Antonio del Moral, magistrado del Tribunal Supremo, Manuel Ruiz de Lara, magistrado de lo Mercantil de Madrid, su compañera Rosa Esperanza Sánchez Ruiz-Tello, la fiscal Silvia López, los abogados Bárbara Royo y Antonio Jaramilllo y los periodistas y escritores Laura Espido Freire, Lorenzo Silva, Carlos Fidalgo, Nacho Abad y Julia Pérez, además de otros asistentes.

LA INSTRUCCIÓN ES UNO DE LOS CAMBIOS DE CALADO EN EL ANTEPROYECTO DE LEY DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL

La percha para este debate sobre la instrucción de los fiscales, contemplada en el Anteproyecto de nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, fue la presentación del libro «El inquisidor esquizofrénico», del magistrado de Violencia sobre la Mujer, Jesús Villegas, en la que participó el también magistrado de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco. Moderados ambos por la abogada Beatriz Saura.

Beatriz Saura, Jesús Villegas y Eloy Velasco, en pleno debate.

La posición de Villegas queda clara en su libro, subtitulado «¿Deben investigar el delito los jueces y los fiscales?«: no.

«Si, finalmente, al juez se le despoja de la instrucción, en la futura Ley de Enjuiciamiento Criminal, eso sería el tiro de gracia para la acusación popular, una figura netamente española: El juez de instrucción y la acusación popular están unidos, como hermanos siameses», afirmó.

Y añadió: «Lo importante no es si la investigación la dirigen jueces o fiscales sino que quien lo haga debe ser una autoridad independiente (no meramente autonoma), inamovible e imparcial. En caso contrario se abrirá la puerta a la corrupción e incluso a la superstición. Lo ilustró con el caso de las brujas de Zugarramurdi, sucedido hace 400 años y en el se planteó la disyuntiva entre la búsqueda de la verdad frente a la presión de una opinión pública que creía en las brujas, diablos y aparecidos».

Villegas, para ilustrar su posición, refirió el caso de las brujas de Zugarramurdi, donde el inquisidor Alonso de Salazar Frías jugó un papel decisivo a principios del siglo XVII al impedir que se extendiera por España la ‘paranoia brujeril’. Fue un caso en el que se planteó la disyuntiva entre la búsqueda de la verdad frente a la presión de una opinión pública que creía en las brujas, diablos y aparecidos.

De Salazar Frías fue una especie de Guillermo de Baskerville de la época, un monje investigador, el personaje central de la novela «El nombre de la rosa», del desaparecido escritor Umberto Eco.

«En EEUU, donde investigan los fiscales, han habido casos en los que unos investigadores politizados han dado crédito a casos de satanismo (caso Paul Ingram)», recordó Villegas, destacando el peligro de la instrucción por los fiscales.

A este caso, el de las brujas de Zugarramurdi, también se refirió el escritor Lorenzo Silva, quien puso énfasis sobre las inercias inquisitoriales de nuestro sistema actual, citando al antropologo Caro Baroja en su ensayo «El Señor Inquisidor»

El escritor –y abogado–, Lorenzo Silva, durante su intervención.

Velasco, siempre muy mediático, analizó las campañas que, desde los medios de comunicación, se lanzan para presionar a los jueces, como ocurrió en el reciente caso de Juana Rivas.

Beatriz Saura, desde su posición de moderadora, planteó la hipótesis de que los propios abogados participaran en la dirección de la investigación criminal.

Villegas, que estuvo muy activo –como siempre–, propuso la creación de un juez de libertades que coexista con el juez instructor.

¿Con qué razón? «Si dejamos que la política influya en la búsqueda objetiva la verdad –y el fiscal en los casos en los que están involucrados políticos no es del todo independiente– terminaremos cediendo ante los corruptos e incluso los charlatanes», concluyó Villegas.

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