Las publicaciones científicas son un impedimento para patentar un invento o descubrimiento si no se ha solicitado antes su registro
Con una patente, protegida como propiedad industrial, se concede el monopolio frente a quienes podrían copiarla, con consideraciones económicas más importantes.

Las publicaciones científicas son un impedimento para patentar un invento o descubrimiento si no se ha solicitado antes su registro

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22/5/2023 06:30
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Actualizado: 22/5/2023 11:44
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Cada vez más investigadores científicos procuran registrar patentes para sus descubrimientos antes de publicarlos, un cambio de actitud cuya evolución ha tardado varios años. Muchos interesados se han encontrado con la sorpresa desagradable de que esa publicación previa les impide hacerlo.

«No se puede divulgar lo patentable antes de solicitar su registro», subraya Francisco Javier Sáez, socio del área de patentes de la firma Elzaburu.

La Ley de Patentes española, la normativa europea y hasta el Tratado de cooperación en materia de patentes, que cubre 148 países, contienen pautas específicas que pueden diferir entre sí, así como con las leyes de otros países, pero a nivel internacional, todos exigen que la invención no se divulgue antes de la solicitud de la patente. En cada instancia, el examinador de la solicitud puede usar las publicaciones previas como pruebas en contra de la concesión de la patente.

Algunos países imponen un «plazo de gracia» como medida para que un autor pueda solicitar una patente después de haber hecho una divulgación sobre un invento.

«En Estados Unidos tienes hasta 12 meses desde el momento en que haces una publicación para pedir la patente, y en otros países conceden hasta seis meses, pero esto solo puede hacerlo el propio inventor, no una tercera persona», dice Sáez, añadiendo que «en España no existen medidas parecidas».

Es algo que «todos los que trabajan en sectores científicos saben», según el abogado, aunque esto no impide que ocurran casos como el de una investigadora que conoce, que perdió la patente por presentar un póster en un simposio para dar a conocer su investigación. «Una reseña destruye la novedad que puede tener un invento patentable», señala.

Según Cruz Mendigutía Gómez, responsable de identificación y valoración de tecnologías de la gestora de fondos de inversión BeAble Capital, «hay algunos investigadores que están más enfocados a la transferencia de tecnología, porque trabajan con empresas y conocen la importancia de la propiedad industrial y el valor de las patentes, mientras que otros están más enfocados a investigación básica y no están muy familiarizados con las patentes y nunca se han planteado patentar».

La inversión es un punto fuerte a favor de la adopción de patentes. Mendigutía destaca la evaluación del potencial de la tecnología, y que «un punto fundamental es valorar el alcance de la protección de la tecnología y la posibilidad de mantener dicha protección a nivel internacional», un procedimiento que requiere la colaboración de los investigadores y los agentes de patentes al analizar las tecnologías y las fases de desarrollo del producto.

Cambio de cultura

La educación en estos temas de los investigadores para que esperen antes de publicar y que presenten su solicitud primero «es algo que va calando», dice Sáez. Una vez llevado a cabo este proceso, se puede dar rienda suelta a la divulgación, ya que esta no obstaculiza el procedimiento. «El orden es importante, pero pueden convivir los dos sistemas», declara.

Con una canción, protegida por las leyes de propiedad intelectual, se deja constancia por si alguien lo copia para demandar por plagio, pero con una patente, protegida como propiedad industrial, se concede el monopolio frente a quienes podrían copiarla, con consideraciones económicas más importantes. «Un instituto de investigación que note que alguien está haciendo uso de su invento sin permiso va a ir a los tribunales a demandar por infracción de patente», aclara Sáez.

Aun con todos los percances, Sáez aplaude la mejoría de la percepción que ha observado. «Antes, las patentes eran las «hermanas pobres» de las publicaciones científicas en cuanto al prestigio que daban, además de las cuestiones económicas; todavía hay un poco de resistencia, pero ya no se piensa como un asunto simplemente económico», dice.

Por su lado, Mendigutía comenta que «en los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo por parte de los centros de investigación y las universidades, a través de sus Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación, para dar más importancia a la propiedad industrial y a la transferencia tecnológica». «Este esfuerzo se ha traducido en un conocimiento mayor, así como en un creciente interés por parte de los investigadores en proteger sus desarrollos a través de patentes y secretos industriales».

Como ilustra Sáez, muchos investigadores dependen económicamente de la publicación de artículos científicos, que tienen más relevancia en los centros de investigación, y procuran dar conferencias y aparecer en revistas de prestigio. Como contrapunto, las empresas le dan más importancia al monopolio de un invento que los investigadores.

«Es un punto de vista distinto, no les interesan las apariciones en revistas», dice el abogado. «Hay centros que no tienen demasiados fondos, y las patentes son caras, por lo que no dedican más tiempo y esfuerzo a las publicaciones, mientras que hay empresas que sí dedican fondos a los registros».

También apunta que «el beneficio de tener el monopolio en uno o en varios países, dependiendo del alcance de la patente, es que otras personas necesitan del permiso para poder aprovechar el invento patentado».

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