En cuanto al perfil de la persona agresora, las sentencias exponen que en 8 de cada 10 casos, el abusador es conocido por la víctima y, de estos, el 40,6% se trata de un familiar.
Save The Children revela que la media de edad de víctimas de abuso sexual en menores es de 11 años
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05/10/2023 12:30
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Actualizado: 05/10/2023 12:36
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La ONG Save The Children ha presentado un informe en el que han analizado un total de 389 sentencias de casos de abusos sexuales contra menores recogidas entre 2021 y 2022. Lo han hecho dos años después de la aprobación de la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI).
El informe contiene datos comparados de cinco comunidades autónomas: Andalucía, Cataluña, Comunitat Valenciana, Euskadi y Comunidad de Madrid.
En este tipo de situaciones, tal y como ha explicado Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de Save the Children, opera la ley del silencio. Algo que es muy difícil de romper porque suele darse en entornos cercanos.
El perfil de la víctima y del agresor
Respecto al perfil de la víctima, han observado que la media de edad a la que comienzan los abusos sexuales es de 11 años. También, han detectado que en el 80,3% de los casos analizados es una niña o una adolescente. Además, casi el 4% de los menores tenían algún tipo de discapacidad.
El 40,6% de las veces el agresor es un familiar
En cuanto al perfil de la persona agresora, las sentencias exponen que en 8 de cada 10 casos, el abusador es conocido por la víctima y, de estos, el 40,6% se trata de un familiar.
Detectar al agresor es difícil porque tal y como ha recordado Perazzo, en el 96% de los casos no tenían antecedentes penales relacionados con la violencia sexual.
Carencias en el proceso judicial, según el informe
Según los últimos datos del Ministerio del Interior, en 2021 se presentaron 8.317 denuncias por delitos contra la libertad sexual que tenían como víctimas a niños, niñas y adolescentes. Y la notificación de ese abuso se produce principalmente por la madre (28%) y por la propia víctima (20,9%).
Además, se ha detectado que muchos de los casos no se han resuelto en un tiempo razonable, ya que de 2019 a 2020, el 67% se resolvieron en un periodo de dos años y de 2021 a 2022, solo el 23% se resolvieron en ese tiempo.
Otra de las cuestiones que ha revelado el estudio y que les ha preocupado ha sido que, a la hora de declarar, los menores lo han tenido que hacer hasta en tres ocasiones antes del juicio: ante la policía, la fiscalía y en el juzgado.
Y en muchas ocasiones, la mayor prueba de abuso sexual infantil es la declaración de la víctima, por lo que es fundamental disponer de los recursos adecuados para tomar esa declaración y poder usarla en el juicio, ha recordado Perazzo.
Una reforma de la Justicia
Por su parte, Carmela del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children, ha explicado que es evidente que la Justicia necesita una reforma para que esté a la altura de la infancia. «No podemos seguir en un país en el que denunciar la violencia sexual y entrar en un proceso judicial suponga un calvario para las víctimas».
Para ello, desde la ONG creen que es necesario especializar la Justicia. Consideran que deben crearse juzgados especializados en violencia contra la infancia – tanto los de instrucción como los de enjuiciamiento-, con una especial atención a las audiencias provinciales.
Asimismo consideran que es esencial una fiscalía específica que participe en todos los procesos, al igual que una asistencia letrada a las víctimas que garantice que son acompañados desde el principio hasta el fin del proceso.
También proponen la creación de equipos técnicos especializados que asistan en los juzgados en estos casos, así como el impulso de las oficinas de asistencia a la víctima para asegurar que están acompañadas.
Al igual que destacan que es fundamental que cuenten con la formación inicial y continua de todos los operadores jurídicos.
TESTIMONIO DE UNA VÍCTIMA DE ABUSO SEXUAL INFANTIL
Carmen denunció el abuso sexual por parte de su abuelo materno con 17 años. El calvario duró cuatro años, desde los 10 hasta los 14.
Era una persona de confianza y se suponía que estaba para cuidarla, no para hacerle daño, él le decía que eso «era lo normal». Pero cuando fue creciendo vio que eso no tenía que ser así, por lo que se armó de valor para denunciar.
Cuenta que tuvo que declarar un total de 5 veces: el primer día, en el cuartel de la Guardia Civil al que acudió junto con sus padres y su hermana, la segunda vez también ante los agentes, luego con una jueza y dos veces sola con un médico forense.
Declaró en sitios que ha calificado como «muy oscuros» con cámaras grabándote durante horas y con estrés. «Esto es algo que no debería vivir una víctima porque cuando ya lo has contado, es algo que no deberías volver a repetir, cada vez que salía de una declaración era un zombie, no podía hablar».
Uno de los agentes le cuestionó al decirle que por qué había tardado tanto en denunciar.
Lleva 8 años esperando un juicio que parece que nunca llega. «Al final la condena quien la lleva es la víctima, necesito pasar página y que se haga justicia».
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