¿De dónde viene la frase «la mujer del César, además de honrada, debe parecerlo»?
La frase se remonta al año 62 antes de nuestra era (21 siglos atrás, redondeando). Pompeya, era entonces esposa de Julio César, quien ocupaba el cargo de pontífice máximo (Pontifex Maximus), era el sumo sacerdote del Colegio de Pontífices de Roma. Uno de los más altos cargos religiosos en la antigua Roma, lo que le otorgaba una considerable influencia tanto en asuntos religiosos como políticos.
Esa condición le permitía a su familia y a él residir en la Domus Publica, en la Vía Sacra, donde cada año se celebraba una fiesta femenina a la que solo podía acudir mujeres de la Bona Dea (Buena Diosa).
La Bona Dea era una deidad romana asociada con la castidad y la fertilidad, y sus ritos eran presididos por la esposa de un magistrado en funciones, en este caso, Pompeya, la esposa de Julio César.
Ningún hombre podía entrar en ella.
El incidente
Publio Clodio Pulcro, un joven aristócrata conocido por su audacia y comportamiento escandaloso, intentó infiltrarse en la celebración disfrazado de mujer, supuestamente con la intención de seducir a Pompeya.
Fue descubierto y detenido.
Aunque Clodio fue llevado a juicio, finalmente fue absuelto de los cargos, posiblemente debido a sus influencias y al clima político de la época.
La decisión de César
A pesar de la absolución de Clodio, Julio César decidió divorciarse de Pompeya.
Cuando se le preguntó por qué había tomado esa decisión, si no había pruebas concluyentes de la participación de Pompeya en el incidente, César dio una respuesta que se acercó a la que después se ha hecho célebre: “Mi esposa debe estar por encima de toda sospecha”.
Porque fue Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.), uno de los más destacados oradores, políticos, filósofos y escritores de la antigua Roma, le dio la forma final que todos conocemos hoy: “Mi esposa no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo” («Meos tam suspicione quam crimine iudico carere oportere»).
En esa idea se basó César para repudiar a Pompeya después.
Interpretación de la frase
Después de aquello la frase «la mujer del César además de honrada tiene que parecerlo» se ha convertido en una expresión que enfatiza la importancia no solo de la integridad y la honorabilidad personal, sino también de la apariencia de esas cualidades ante los ojos de los demás.
En términos más amplios, esta frase subraya que la percepción pública es tan crucial como la realidad de la conducta personal, especialmente para las figuras públicas y sus allegados.
Y se asemeja mucho a otro concepto: «la percepción de imparcialidad es tan importante como la imparcialidad misma», referida a los jueces, convertida hoy en doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
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