La revuelta plebeya de 494 a.C. impulsó la creación del Tribunado y, después, la Ley de las XII Tablas, el primer paso hacia la igualdad jurídica en Roma. Sobre estas líneas, una imagen que reproduce la primera huelga general de la historia. Fue en la República Romana. Imagen: Generada por IA.
494 a.C.: Cuando Roma se desangró: la huelga general que engendró la Ley de las XII Tablas
En el 494 a.C., la gloria de Roma, con sus siete colinas y su águila dorada, ocultaba una profunda herida social. Los patricios, la élite adinerada y hereditaria, controlaban cada resquicio de poder, desde el Senado hasta los tribunales.
Los plebeyos, la inmensa mayoría de la población –campesinos, artesanos, comerciantes– soportaban el peso del Estado, luchando contra la deuda, la injusticia y la falta de voz.
La tensión, largamente contenida, estalló en una «secessio plebis» (secesión plebeya), que en esencia fue una huelga general de una magnitud aterradora para la época, liderada por Lucio Sicinio Veluto; una ciudad moderna donde, de repente, la fuerza laboral se evapora. Muchos historiadores la consideran la primera huelga general de la historia.
Los talleres y centros de producción artesanal dedicados a la metalurgia, la cerámica, el textil, la elaboración de alimentos y otros productos, se vaciaron. Al igual que los mercados. Los campos quedaron abandonados.
No se trató de una simple protesta sino de un éxodo masivo, de una retirada estratégica a una colina cercana, el Monte Sacro (o Aventino, según otras versiones), fuera del poder patricio.
Durante siglos, los plebeyos habían estado sometidos a la autoridad y arbitrariedad de los patricios, quienes interpretaban las leyes de manera oral y según su conveniencia, amparados en la tradición de los mores maiorum (costumbres de los antepasados), el derecho era consuetudinario, transmitido oralmente, monopolizado por los patricios y los sacerdotes, quienes lo interpretaban a su antojo.
Esta desigualdad generó un profundo malestar social, agravado por crisis económicas y deudas que podían llevar a los plebeyos a la esclavitud por impago.
Las fuentes de la época no cuentan cuánto duró. Lo que sí se sabe es que las secesiones plebeyas fueron eventos prolongados y tensos. No eran simples protestas de un día, sino más bien retiradas estratégicas que podían durar semanas.
Esta «secessio plebis» supuso el punto más álgido del conflicto. Y tuvo consecuencias.
LAS NEGOCIACIONES DIERON DOS FRUTOS
Porque, como consecuencia de las negociaciones, vio la luz la Asamblea Plebeya (Concilium Plebis), y el Tribunado de la Plebe (Tribuni Plebis).
La Asamblea Plebeya nació como órgano propio de la plebe para deliberar y tomar decisiones políticas al margen de los patricios, quienes estaban excluidos de esta asamblea.
Estaba dividida en 35 tribus territoriales (4 urbanas y 31 rústicas), y era convocada y presidida por los tribunos de la plebe. Estos, que en principio fueron 2, eran elegidos por la misma Asamblea Plebeya, lo mismo que los ediles.
Tenían la competencia de aprobar leyes propias, llamadas plebiscita (plebiscitos), que desde la lex Hortensia del 287 a.C. tuvieron fuerza de ley para toda la población romana, no solo para los plebeyos. Ejercían, además, funciones judiciales y administrativas.
La función de los tribunos era, por su parte, proteger los derechos de la plebe frente a los abusos de los magistrados patricios y garantizar su participación política en la ciudad.
Poseían la sacrosanctitas, es decir, eran inviolables: cualquier agresión contra ellos era considerada un sacrilegio y castigada con la muerte. Su principal poder era el ius intercessionis, el derecho de veto, que les permitía bloquear cualquier decisión, ley o acto de los magistrados patricios, el Senado e incluso de otros tribunos, dentro de los límites sagrados de la ciudad (el pomerium)
Podían, además, auxiliar a cualquier plebeyo en peligro o injusticia (ius auxiliandi), impedir que los plebeyos insolventes fueran esclavizados por deudas, y permitir la exención del servicio militar por causas justificadas. Poseían la capacidad de convocar la Asamblea Plebeya para proponer leyes (plebiscitos), y al Senado para presentar propuestas.
El Concilium Plebis fue clave en la democratización progresiva de la República romana, permitiendo que la plebe tuviera iniciativa legislativa y capacidad de autodefensa política frente a la oligarquía patricia.
LA LEY DE LAS XII TABLAS VE LA LUZ
El problema no se solucionó con aquella huelga general ni con la Asamblea Plebeya y los tribunos de la plebe. Las tensiones continuaron. Y crearon el estado de opinión entre los patricios de que había que encontrar una solución al problema.
De hecho fue una segunda «secessio plebis«, esta en el 449 a.C., la que finalmente consiguió el objetivo: conseguir que las leyes fueran escritas para evitar la arbitrariedad de los patricios en la interpretación jurídica.
El Senado decidió enviar una comisión a Atenas para estudiar las leyes de Solón y otras normas griegas, inspiradas en el principio de igualdad ante la ley.
A su regreso, se constituyó el decenvirato, un colegio extraordinario de diez magistrados encargados de redactar un cuerpo legal escrito. En el año 451 a.C. publicaron las primeras diez tablas, a las que se sumaron dos más al año siguiente, tras nuevas tensiones sociales.
Así nacieron las Leyes de las XII Tablas, grabadas en bronce y expuestas en el Foro para conocimiento de todos los ciudadanos. Este código marcó el paso de un derecho sagrado y secreto a un derecho público y escrito, accesible a todos los romanos, y supuso el primer gran avance hacia la igualdad jurídica.
Su importancia radica en que, por primera vez, la ley se hizo pública y escrita, lo que limitó los abusos de poder y permitió a los ciudadanos defenderse ante los tribunales.
Las primeras 3 tablas comprendían el derecho procesal privado, las dos siguientes (4 y 5) el derecho de familia y sucesiones. La 6 y la 7 los derechos reales y las obligaciones. La 8 y la 9 comprendían el derecho penal y las sancioens. La 10 se ocupaba del derecho sacro y las ceremonias funerarias. Las dos restantes, la 11 y la 12, se refería las prohibiciones y normas sobre relaciones sociales, como la prohibición del matrimonio entre patricios y plebeyos.
Una prohibición que quedó derogada en el 445 a.C., con la Lex Canuelia, que lo permitió.
Aunque no era un código exhaustivo ni perfecto, y contenía disposiciones hoy consideradas injustas, como la citada prohibición matrimonial, las XII Tablas sentaron las bases del derecho romano y su principio de legalidad: la ley debía ser conocida y aplicarse igual para todos
Su importancia radica en que, por primera vez, la ley se hizo pública y escrita, lo que limitó los abusos de poder y permitió a los ciudadanos defenderse ante los tribunales.
Las XII Tablas se convirtieron en el fundamento del derecho civil romano y fueron estudiadas por generaciones, hasta su destrucción en el saqueo galo del 390 a.C.
Las XII Tablas no solo fueron el primer código legal de Roma, sino el punto de partida de una tradición jurídica que aún estructura nuestras sociedades.
Su legado, junto al de toda la civilización romana, sigue vivo en las leyes que nos rigen, en las ciudades que habitamos y en los valores de ciudadanía, igualdad y justicia que defendemos. En definitiva, aunque hayan pasado siglos, seguimos siendo, en muchos sentidos, herederos de Roma
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