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Opinión | «Argo»: cómo la CIA y Hollywood montaron una falsa película en Irán para rescatar a seis rehenes

Opinión | «Argo»: cómo la CIA y Hollywood montaron una falsa película en Irán para rescatar a seis rehenes
La película, "Argo" está basada en un hecho real que tuvo lugar tras la revolución integrista en Irán y que resultó un completo éxito.
30/6/2024 06:05
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Actualizado: 30/6/2024 03:50
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La película «Argo», dirigida y protagonizada por Ben Affleck, se inspira en hechos reales ocurridos durante revolución chiita de Irán en 1979 encabezada por el ayatolá Jomeini.

Y cómo las manifestaciones y disturbios de protesta en las calles de Irán se intensificaron cuando Estados Unidos, bajo la Presidencia de Jimmy Carter, decidió otorgar asilo político al depuesto sah Mohammad Reza Pahlevi, a quien un golpe de Estado apoyado por norteamericanos y Gran Bretaña había colocado en el poder décadas atrás.

Esta decisión desencadenó el asalto a la embajada estadounidense en Teherán, marcando el inicio de la tensa «crisis de los rehenes», que se prolongaría durante 444 días.

En las primeras escenas de la película vemos la inquietante atmósfera ante de la toma de la embajada.

Por un lado, se aprecia la desesperación de los norteamericanos por destruir la mayor cantidad de documentos gubernamentales, expedientes secretos, placas de los visados diplomáticos y, por el otro, los cientos de revolucionarios que avanzaban como estampida con el único afán de tomarse la justicia por su mano.

En medio de esta crisis, seis diplomáticos y empleados de la embajada, a los que apodaron «los huéspedes», lograron escapar del asalto y refugiarse en residencia del embajador de Canadá, quedando atrapados allí. Había que sacarlos.

Los iraníes pronto descubrirían que se habían escapado y tomarían represalias. Lo que pretendían eran ejecutarlos en público. (Son impactantes las imágenes de decenas de niños reconstruyendo las “trituradas” fichas del personal de la embajada como si fuesen puzles).

Para extraerlos de Irán, diez semanas después de su huída, se activaron complejas operaciones de inteligencia y estrategias militares estadounidenses, supervisadas por el Departamento de Defensa y el visto bueno del presidente Jimmy Carter.

Culminaron en la adopción de un plan que, aunque parecía poco convencional y arriesgado, se consideró «la idea menos mala, con diferencia» de las opciones disponibles.

Esta idea consistía fingir el falso rodaje de una película de ciencia ficción, que serviría de señuelo para engañar y distraer a los iraníes, y sacarlos del país. Una película dentro de la propia película, o lo que es lo mismo, la magia del cine se puso al servicio de la realidad.

Ben Affleck da vida al protagonista de «Argo», Toni Mendez, alías Kevin Harkins, un agente de la CIA experto en extracción de rehenes.
Cartel de la película «Argo», dirigida y protagonizada por Ben Affleck, que relata los hechos ocurridos en Irán tras el asalto a la embajada de Estados Unidos en Teherán.

Una extracción de película

Para que la descabellada idea pudiera cuajar, el protagonista Toni Mendez, alías Kevin Harkins (Ben Affleck), un agente de la CIA experto en extracción de rehenes, organiza un plan, apoyado por su jefe en la CIA, Jack O´Donnell (interpretado por Bryan Cranston).

Mendez tendrá que buscar la colaboración de Hollywood para dotar a su plan de cierta credibilidad. Y aquí se alía con dos personajes claves para el desarrollo de toda la trama: uno ficticio, el productor de cine Lester Siegel, encarnado por Alan Arkin y otro bien real, John Chambers (interpretado en el film por John Goodman), amigo del protagonista.

En la vida real Chambers fue todo un experto en maquillaje y máscaras, consagrado como uno de los mejores de su especialidad en el cine estadounidense y que fue colaborador de la CIA.

Lester Siegel: Tenemos seis personas en una ciudad de cuatro millones de habitantes, que se pasan el día gritando “Muerte a América”. ¿Quieres organizar una película en una semana y mentir a Hollywood, donde todos viven de la mentira? [señalando a Méndez] ¿Y luego meter aquí a 007 en un país que se bebería la sangre de la CIA para desayunar y sacara a “La tribu de los Brady” de la ciudad más vigilada del mundo?

Toni Mendez: Tras sortear a cien militares en el aeropuerto. Sí.

Lester Siegel: Ya. Mirad, os seré sincero. He visto misiones suicidas en el Ejército menos arriesgadas que esta.

Finalmente le convencen por la audiencia que las imágenes de la retención de los rehenes y las manifestaciones en Irán están teniendo en televisión.

En la imagen John Chambers (interpretado en el film por John Goodman), junto a el productor de cine Lester Siegel, encarnado por Alan Arkin y Ben Affleck.

Unas imágenes omnipresentes durante toda la película, al igual que la angustia en la que viven los seis fugados encerrados en una embajada canadiense, de la que no pueden salir ni al jardín o en la que tienen que ocultarse en el suelo ante el más mínimo ruido en la calle.

El plan del agente de la CIA era entrar en el país como productor de una película de ciencia ficción de Hollywood y fingir una búsqueda de exteriores para rodar en Irán para, posteriormente, salir con todos los rehenes camuflados como miembros y asistentes del equipo de la misma.

Pero pronto se da cuenta que poner en marcha todo ese proyecto requerirá contar con un guión real. El de “Argo, una aventura fantástica de ciencia ficción”, y dinero para la producción. Para pagar el “casting”, las oficinas de producción, tarjetas de oficina, y sobre todo eventos publicitarios.

Es imprescindible que los medios de comunicación publiquen reseñas de la película e incluyan carteles promocionales de la misma en las principales cabeceras internacionales para que los iraníes también puedan verlas.

Todo un auténtico montaje. Como dicen los dos colaboradores de Hollywood “Si quieres vender una mentira, haz que los medios la vendan por ti”.

«Argo» no solo se esfuerza por recrear estos complejos eventos de la diplomacia estadounidense sino que también pone en tela de juicio la complicada relación entre Hollywood y la política internacional.

Algo que ya se había visto unos años antes en la película «La cortina de Humo«, donde la línea entre la realidad y la ficción se difumina, destacando cómo la industria del cine puede influir o reflejar eventos políticos globales.

El cuestionable papel de la CIA

Es cierto que un miembro de la agencia se convierte en el héroe absoluto de la historia, pero resulta igual de cierto que la película desde el comienzo deja poco menos que en ridículo a la plana mayor de la Agencia estadounidense de Inteligencia frente a lo poco previsibles que habían sido al analizar la situación real de Irán.

Una falta de previsión que también recuerda los procedentes de otro conflicto, el de la invasión rusa de Afganistán, en el que quedó de lado, como muy bien se relata en “La guerra de Charly Wilson”, abordada en esta serie de artículos con anterioridad.

Antes de viajar a Irán el protagonista hace escala en Turquía donde un enlace le informa de cómo está la situación en el aeropuerto de Teherán

Agente: Irán definitivamente no se encuentra en una situación prerrevolucionaria. La CIA, el 1 de noviembre de 1979.

Tony Mendez: Lo se puede acertar siempre. ¿Cuándo has vuelto?

Agente: El sah huyó en un 747, tan cargado de lingotes de oro que casi no despega.

Tony Mendez: Has estado ocupado.

Agente: Transportando el instrumento de tortura de la dictadura caída de nuestro amigo. Cada vez es peor. Todo el que aterriza en Mehrabad ahora tiene que rellenar uno de estos formularios [le muestra unas hojas blancas y amarillas] Se calca en la hoja de detrás. El pasajero se queda la amarilla y el pasajero la blanca. Cuando sales del país, las cotejan para ver si entraste cuando dices.

Tony Mendez: Así que, si lo comprueban, verán que no entré en el país con otras seis personas.

Agente: Si lo comprueban. Cuando aterrices, ve directo al Ministerio de Cultura y Orientación Islámica, a besar el anillo. Que conste por escrito que has solicitado un permiso para rodar. Si luego te detienen, al menos estarán confundidos mientras te torturan.

Imagen de los seis «huéspedes» ocultos en la embajada de Canadá en Teherán.

Desde su llegada a Teherán el agente de la CIA se esfuerza por elaborar junto a los seis diplomáticos sus distintas tapaderas.

Para ello, ensayan sus distintos roles dentro del films, memorizan sus nuevas identidades e incluso retocan su vestuario y aspecto físico para adaptarlo a sus personajes.

A eso se suma el miedo a que les cojan y acaben colgados en las calles [Escenas de esas aparecen en varias secuencias de la película].

Tony Mendez: ¿Tu función en la película?

Joe Stafford: Productor.

Tony Mendez: Productor asociado. ¿Tu última película?

Joe Stafford: “En la cuerda floja”.

Tony Mendez: ¿Quién la financió?

Joe Stafford: La C.F.D.C.

Tony Mendez: ¿Cuál es tu segundo nombre? ¿Cuál es tu segundo nombre?

Joe Stafford: ¿León?

Tony Mendez: Matadle, es un espía americano. Van a intentar que os vengáis abajo, poniéndoos nerviosos. Tenéis que saberos vuestra historia muy bien.

Joe Stafford: ¿De verdad cree que su historia va a servir de algo cuando los apunten con una pistola en la cabeza?

Tony Mendez: Mi historia es lo único que hay entre vosotros y un arma en la cabeza.

Igualmente, a lo largo de la trama sutiles cuestionamientos y críticas al comportamiento de Washington y a su estrategia de inteligencia en la región, sobre todo el apoyo explícito que brindó al régimen del derrocado sha Reza Pahlevi.

Cuando todo parece que está a punto, su jefe en la CIA, Jack O´Donnell, le da la orden de que aborte la misión.

Tony Mendez: Jóder, maldita sea. Nunca los habría expuesto de no estar autorizado para sacarlos.

Jack O´Donnell: Se acabó, Tony.

Tony Mendez: Si se quedan aquí, no saldrán con vida.

Jack O´Donnell: Escúchame. El planteamiento ha cambiado. Que a seis norteamericanos los saquen de la residencia de un diplomático canadiense y los ejecuten es una crueldad. Que a seis norteamericanos los pillen fingiendo hacer una película con la CIA en el aeropuerto y los ejecuten es una vergüenza nacional. Se aborta la operación.

Tony Mendez: Tenemos una responsabilidad con esta gente.

Jack O´Donnell: Lo que tenemos es que cumplir órdenes. Lo siento.

Pero él no está dispuesto a abandonarlos y decide seguir adelante con la misión. Para ello, su jefe tendrá que enfrentarse con la Casa Blanca, con la Administración de Carter, que tendrá que autorizar los billetes de avión para que puedan salir de Teherán.

Finalmente, la Casa Blanca cede y autoriza “in extremis” los billetes.

El jefe de Tony en la CIA, Jack O´Donnell, celebrando junto a otros miembros del equipo el éxito de la misión.

Una crisis que duró 444 días y que minó en mandato de Carter

La crisis de los rehenes de Irán finalizó el 20 de enero de 1981, cuando 444 días después del inicio de su cautiverio.

Fueron liberados, pero tanto retraso tuvo efectos en la opinión pública. Fue el factor determinante que le impidió al presidente demócrata Jimmy Carter intentar su reelección.

En el rescate de los “huéspedes”, al ser una misión secreta y clasificada de la CIA, Canadá se llevó todo el mérito para intentar evitar que los iraníes tomaran represalias contra los 50 rehenes que aún permanecían retenidos en la embajada.

Al final de la película aparecen imágenes de los dirigentes de Canadá congratulándose del éxito de la misión, de dirigentes de EE.UU. dando las gracias a los canadienses por “proteger y traer de vuelta a nuestros diplomáticos” y de algún dirigente de Irán asegurando que “aquí, o en cualquier lugar del mundo, Canadá pagará por este atentado contra la soberanía de Irán”.

“Argo” es uno de los casos en que la verdad resulta mucho más extraña que la ficción. Hubo que esperar la llegada a la Casa Blanca de otro demócrata, Bill Clinton, para que empezaran a revelarse los incómodos y curiosos detalles de la operación de rescate.

En ese momento, en 1997 a Tony Mendez le devolvieron la Estrella de Inteligencia, la mayor condecoración a los servicios secretos, que le habían ya otorgado en secreto en 1980 y que tuvo que entregar porque el caso estaba clasificado.

Gran impacto cultural

«Argo» no solo fue un éxito en términos de taquilla y crítica, sino que también ganó el Óscar a la Mejor Película, lo que amplificó su impacto cultural.

El hecho de que el premio fuera anunciado por Michelle Obama desde la Casa Blanca añadió una dimensión política y mediática inusual que rara vez se asocia con premios cinematográficos.

Este evento subraya cómo «Argo» se entrelaza con la política real, ofreciendo una reflexión sobre cómo las historias que se cuentan a través del cine pueden tener resonancias en el mundo real.

Aunque «Argo» está ficcionada para hacerla más atractiva al espectador, ofrece una perspectiva fascinante y sobre un momento crítico en la historia internacional.

La película no solo entretiene, sino que también invita a los espectadores a cuestionar la relación entre realidad y representación, un tema eternamente relevante en una era donde los medios de comunicación y el entretenimiento continúan influyendo en la percepción pública y la política global.

La entonces Primera Dama, Michelle Obama desde la Casa Blanca, fue la encargada de leer el premio a la mejor película para «Argo».

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