El Colegio de la Abogacía de Madrid acoge a 200 nuevos abogados entre sus filas
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17/9/2024 19:05
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Actualizado: 18/9/2024 00:00
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Es inevitable, cuando se es testigo de una ceremonia como esta, organizada por el Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM), que a uno no le venga a la cabeza la historia del Rey León; el ciclo sin fin que todos conocemos.
Y del que habla Yuval Noah Harari en su cerebérrima obra «Sapiens. De animales a dioses» para explicar el devenir del mundo.
Las nuevas generaciones se van abriendo paso y eso se ve con claridad en este rito que el decano del ICAM, Eugenio Ribón, y la vicedecana, Isabel Winkels, han subrayado es sus respectivas intervenciones. Al comienzo y al final de la ceremonia en la que 200 jóvenes abogados han jurado o prometido la Constitución.
Una ceremonia que tuvo lugar hoy en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid. Consiste en que, al mismo tiempo que todos y cada uno de los nuevos colegiados pronuncian la fórmula, sobre su hombro izquierdo sienten posada la mano de su padrino o de su madrina, una figura que se remonta al medievo.
Y es en el lado izquierdo, el lado del corazón, para simbolizar un compromiso sincero y afectuoso.
Eugenio Ribón destacó con pasión, porque el decano de la abogacía madrileña es apasionado, la relevancia de este acto en el que, vestidos con la correspondiente toga forense (forense porque es la vestimenta que se utiliza cuando se actúa ante el Foro, los tribunales) por vez primera son acogidos en un gremio esencial para el funcionamiento del Estado de Derecho. Una especie de sacerdotes de la ley, defensores de los derechos de todos.
“La declaración pública que van a realizar no es formulismo, sino una acción personalísima que tendrá importantes alcances jurídicos y morales en sus vidas. En el instante en que, acompañado de su padrino se acerquen al libro Magno, comenzará su transformación. Un vínculo más fuerte, suplementario e indisoluble les unirá a los preceptos a los que se someten. Acatarlos no será suficiente, porque tras la jura, ustedes habrán dejado de ser ciudadanos normales para formar parte de la congregación de la abogacía, de la agrupación de los defensores de la ley, de la fraternidad que ejerce la sagrada labor de pedir justicia”, dijo el decano Ribón.
Fueron palabras mayores cargadas de verdad. Se entra en esa ceremonia de aspirante y se sale convertido en abogado –o abogada–. Algo que quedará grabado en la memoria de todos ellos hasta el final de sus días.
«Tras la jura– les recordó– ustedes habrán dejado de ser ciudadanos normales para formar parte de la congregación de la abogacía, de la agrupación de los defensores de la ley, de la fraternidad que ejerce la sagrada labor de pedir justicia”.
El decano, además, lanzó una seria advertencia contra las tentaciones de atajos o concesiones morales. «El fin nunca justifica los medios», afirmó. Y es preferible preferible perder un caso con honor que ganar traicionando los principios éticos.
A todos y cada uno de los jurandos se les entregó una carta escrita por Ribón en la que se recogen 17 principios clave para desarrollar una carrera exitosa, larga y satisfactoria en la abogacía.
LA REPUTACIÓN DE UN ABOGADO SE CONSTRUYE TANTO EN LOS TRIBUNALES COMO EN SU COMUNIDAD
El decano también se refirió al sistema judicial, entendido como el pilar fundamental de la sociedad y la mejor herramienta que se ha creado para resolver disputas.
«Defendedlo con orgullo», reclamó, alentando a los abogados a respetar siempre las reglas del juego, incluso cuando las decisiones no les sean favorables.
Y recordó que la reputación de un abogado se construye tanto en los tribunales como en su comunidad: «Lo que piensen sus vecinos y allegados sobre su conducta será uno de los activos más valiosos en su carrera, lo que refuerza la importancia de actuar con rectitud tanto en la vida profesional como en la personal».
La videcana Winkels, después de poco más de una hora de juramentos y promesas de jurandos –en la que ella actuó como madrina de su propia hija–, abundó en la misma línea de Ribón.
«Hoy os habéis comprometido no solo con la Ley, sino con la Justicia, con la defensa de los derechos y libertades, y con la
protección de los más vulnerables. Lo que habéis prometido hoy es mucho más que una fórmula; es una declaración de principios, un pacto con la sociedad y con vosotros mismos», afirmó.
“Ser abogado o abogada no es solo un trabajo; es una vocación”, y uno de los atributos más requeridos a la hora de ejercerla: el coraje. “Coraje para luchar por lo que es justo, incluso cuando el camino parece imposible. Coraje para defender lo que es correcto, aun cuando eso signifique ir contracorriente. Pero, sobre todo, coraje para ser fieles a vosotros mismos y a vuestros principios».
Por último, Winkels plasmó el relevo generacional escenificado durante toda la ceremonia.
“Sois la nueva generación que guiará esta profesión hacia nuevos horizontes. Con vuestras ideas, vuestra energía y vuestra visión del mundo, estáis destinados a dejar una huella indeleble. Aprovechad cada oportunidad, cada desafío. Aprended de cada error y celebrad cada triunfo. La Abogacía os exigirá mucho, pero os dará tanto más», finalizó. Como la historia del Rey León o de Hamlet, de William Shakespeare.
El ICAM cuenta con más de 14.200 colegiados que no superan los 35 años de edad. El colectivo de la abogacía joven supone el 19% del censo actual del ICAM, integrado por más de 74.000 profesionales, entre ejercientes y no ejercientes.
Del total de profesionales jóvenes que forman parte del ICAM, el 56% está colegiado como ejerciente; el 62% trabaja por cuenta ajena, mientras que uno de cada cuatro ejerce como abogado de empresa. En el último año, fueron cerca de 2.000 los
abogados jóvenes que se colegiaron en la corporación madrileña.
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