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Opinión | «Justicia Artificial», una película que augura una realidad futura, ¿y factible?
29/9/2024 05:35
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Actualizado: 29/9/2024 11:59
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Una empresa desarrolla un software de Inteligencia Artificial (IA) que permite dictar sentencias con la misma eficacia que los jueces y les hace saber si los sospechosos están mintiendo y el tanto por ciento de posibilidades de volver a reincidir.
Es un software tan poderoso que permitiría acabar con la primera instancia penal –se supone que también con la civil, contencioso-administrativo, social y militar–. Los jueces quedarían solo para la segunda instancia, para las apelaciones, o suplicaciones, como se le denomina en la jurisdicción social.
Una solución que supondría un sueño para la justicia que tenemos hoy, colapsada y aplastada por la millonada de asuntos pendientes.
Justicia tardía no es justicia, eso lo creemos todos.
En la película, el Gobierno, convencido de que ha encontrado un bálsamo de fierabrás para acabar con esta situación, convoca un referéndum nacional para que la ciudadanía decida si se debe adoptar el programa de Inteligencia Artificial (IA) en todos los los órganos judiciales de nuestro país.
Este es el planteamiento de «Justicia Artificial», la película de Simón Casal que protagoniza la actriz Verónica Echegui, quien interpreta el papel de una juez de instrucción en la que se plantea un futuro utópico que podría hacerse realidad.
Sin embargo, las cosas no son lo que parecen dentro de la empresa. La juez Carmen Costa (Verónica Echegui) es llamada por el Gobierno para hacer una auditoría a la IA y comprobar que sus sentencias y las de la máquina no difieren.
Hasta aquí puedo contar. La película es muy interesante. Porque tiene todos los ingredientes para dejarte pensando, reflexionando, dándole vueltas a la cosa en la cabeza, como me ha ocurrido a mí.
UNA PELÍCULA QUE DEBERÍAN VER LOS 5 VOCALES DEL GRUPO DE TRABAJO DE IA EN EL CGPJ
A Luis Martín Contreras, María Esther Erice Martínez, José Eduardo Martínez Mediavilla y Alejandro Abascal Junquera, los cinco vocales que han formado el grupo de trabajo especial para estudiar y analizar lo que supondría que los jueces y magistrados hicieran uso de la Inteligencia Artificial (IA), les vendría pero que muy bien invertir los 89 minutos que dura el filme, de su tiempo, en verla.
Porque en «Justicia Artificial» están todos los ingredientes de nuestra realidad actual. El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Celso Rodríguez Padrón, recordaba el pasado jueves que los tribunales de la región habían superado por vez primera la cifra del millón de asuntos ingresados durante 2023.
Aunque no salió de su boca la palabra colapso, se sobreentendió que la situación había traspasado todas las rayas rojas.
Un panorama que la película parece haber calcado. Y no es diferente de muchos otros órganos judiciales de toda España. Se están fijando juicios de lo social, por ejemplo, para dentro de un año y medio o dos años cuando antes eran los más rápidos; semanas, e incluso, muy pocos meses y todo estaba resuelto.
Recientemente Ricardo Bodas, vocal del Consejo General del Poder Judicial y magistrado jubilado del Tribunal Supremo, me expresó su preocupación por la lentitud con la que se estaban resolviendo los casos en la jurisdicción social –su jurisdicción–. En su opinión, era imperativo encontrar soluciones a esta situación cuanto antes.
EL REAL DECRETO-LEY 6/2023 YA CONTEMPLA EL USO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LA JUSTICIA
La Inteligencia Artificial como herramienta de apoyo al juez está en la mente del legislador, tenemos que tenerlo muy claro.
¿La prueba del algodón? El Real Decreto-ley 6/2023.
Su artículo 57 se refiere directamente a ello. Lo define como «una actuación asistida». Que no es otra cosa que «aquella para la que el sistema de información de la Administración de Justicia genera un borrador total o parcial de documento complejo basado en datos, que puede ser producido por algoritmos, y puede constituir fundamento o apoyo de una resolución judicial o procesal».
No dice, no menciona expresamente Inteligencia Artificial. Pero ya se sabe. Si camina como un pato y grazna como un pato es que es un pato.
No estamos en el escenario de «Justicia Artificial». Todavía, que sepamos, no ha sido desarrollado un algoritmo con esas características tan poderosas.
Pero navegamos justo hacia esa dirección, a toda velocidad.
«La constitución de resolución judicial o procesal requerirá siempre la validación del texto definitivo, por el juez o jueza, magistrado o magistrada, fiscal o letrado o letrada de la Administración de Justicia», dice el citado artículo.
«En ningún caso el borrador documental así generado constituirá por sí una resolución judicial o procesal, sin validación de la autoridad competente. Los sistemas de la Administración de Justicia asegurarán que el borrador documental sólo se genere a voluntad del usuario y pueda ser libre y enteramente modificado por éste», concluye.
Reconozco que después de asistir al visionado del firme, en una sesión especial organizada por la firma Ceca Magán ayer por la mañana, te deja con serias dudas no de si será posible este escenario sino cuándo se producirá.
Porque hoy por hoy no parece existir ninguna solución tan eficaz para hacer frente al colapso actual.
La única esperanza para que no ocurra es que la transformación tecnológica en la que el Ministerio de Justicia, y las 12 Comunidades Autónomas con competencias transferidas, están inmersos desde 2021 tenga éxito.
Pero en ese éxito la IA jugará un papel muy relevante. ¿De qué tipo? No lo sé. Muchas veces la ciencia ficción lo que hace es adelantarnos los escenarios a los que nos vamos a enfrentar, como ocurre con «Justicia Artificial».
Otros países como China, Brasil, Estonia o Reino Unido ya han emprendido el camino.
«Justicia Artificial» se hace preguntas a las que habría que encontrarles respuestas. Como, por ejemplo, ¿cuáles son los parámetros del algoritmo de la IA que podrían juzgar a las personas? ¿Se podrían reducir los sesgos ideológicos y emocionales de la justicia humana? O, ¿conseguiríamos eliminar la influencia del poder político y económico que distorsiona nuestros sistemas judiciales?
Como se suele decir, cuando lleguemos a ese puente ya lo cruzaremos. Y lo haremos más pronto que tarde. Si no, al tanto.
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