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Opinión | Criptomoneda o criptocontrol: el dilema monetario del siglo XXI

Opinión | Criptomoneda o criptocontrol: el dilema monetario del siglo XXI
Jorge Carrera, abogado, exmagistrado, exjuez de enlace de España en Estados Unidos y Consultor internacional, explora una de las consecuencias de la crisis mundial abierta por Trump: el auge de las criptomonedas. Imagen: Confilegal.
13/4/2025 05:34
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Actualizado: 13/4/2025 00:25
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¿Está preparado Bitcoin para sobrevivir a la guerra fría digital? El panorama financiero global está experimentando un cambio sísmico.

Por un lado, las criptomonedas descentralizadas como Bitcoin, nacidas del deseo de libertad financiera e independencia del control gubernamental, continúan capturando la imaginación de inversores y entusiastas de la tecnología.

Por otro lado, un número creciente de naciones están desarrollando y desplegando activamente sus propias monedas digitales, conocidas como Monedas Digitales de Banco Central (CBDC, por su sigla en inglés).

Esta colisión de ideologías –el ethos individualista de las criptomonedas frente al deseo de soberanía monetaria del estado– está preparando el escenario para una batalla fascinante y potencialmente transformadora por el futuro del dinero.

A medida que surge el nacionalismo económico y las tensiones geopolíticas aumentan, los gobiernos ven cada vez más las monedas digitales no solo como avances tecnológicos, sino como herramientas estratégicas en una nueva era de poder digital.

Las implicaciones de este cambio son profundas, potencialmente remodelando el comercio global, la efectividad de las sanciones internacionales y la propia definición de libertad financiera.

El juego de poder geopolítico de las monedas digitales respaldadas por el Estado

Olviden tanques y tratados; la nueva arena para la influencia geopolítica podría ser el ámbito digital, con las CBDC como las armas clave.

Un análisis reciente destaca una preocupación creciente: la lenta adopción de marcos integrales de moneda digital por parte de Occidente podría dejarlo vulnerable, erosionando su influencia financiera a largo plazo y su capacidad para dictar las reglas monetarias globales.

Algunas naciones como China aceleran. Están avanzando rápidamente con su yuan digital (e-CNY), un movimiento ampliamente visto como una maniobra estratégica en una incipiente Guerra Fría digital por la dominación financiera.

Las motivaciones detrás de estas monedas digitales respaldadas por el estado van mucho más allá de la mera eficiencia de pagos. Para las principales economías, se trata de afirmar la soberanía digital, lograr la supremacía tecnológica y, en última instancia, mantener o incluso expandir la hegemonía monetaria.

La dependencia de China del sistema financiero basado en el dólar ha sido durante mucho tiempo un punto de vulnerabilidad, particularmente cuando se enfrenta a posibles sanciones financieras de Estados Unidos.

Al ser pionera en una moneda digital controlada por el estado, China busca disminuir su dependencia de la infraestructura dominada por Occidente como SWIFT, la red global de mensajería para instituciones financieras, mitigando así los riesgos para su comercio y economía.

La ambición es grande: integrar el e-CNY en el comercio de recursos estratégicos como energía, alimentos y minerales críticos, ofreciendo una alternativa convincente al sistema centrado en el dólar y desafiando la dominación monetaria de larga data de Estados Unidos.

Algunos expertos incluso visualizan a Beijing como el principal arquitecto de todo el comercio realizado en monedas digitales emitidas por el estado, estableciendo los estándares tecnológicos y las reglas para este nuevo orden financiero.

Este impulso hacia un sistema monetario digital multipolar, sin embargo, conlleva el riesgo de fragmentar el panorama financiero global si las estrategias nacionales no se coordinan cuidadosamente.

Una de las ramificaciones geopolíticas más significativas de las CBDC radica en su potencial para reducir la efectividad de las sanciones tradicionales. En una era donde las potencias occidentales utilizan cada vez más las restricciones financieras como herramienta de influencia, las CBDC podrían ofrecer a las naciones sancionadas una vía de escape financiera, permitiéndoles realizar transacciones fuera del sistema convencional.

Rusia, por ejemplo, ha acelerado el desarrollo de su Rublo Digital en un claro intento de reducir su dependencia del dólar estadounidense y la red SWIFT, facilitando acuerdos comerciales directos con países como China e Irán.

Aunque todavía está en sus etapas iniciales, el Rublo Digital podría proporcionar un salvavidas crucial para la economía rusa, planteando serias preguntas sobre la viabilidad a largo plazo de las sanciones como instrumento geopolítico.

Más allá de la evasión de sanciones, las CBDC también podrían fomentar alianzas económicas más fuertes. Las naciones que desarrollen monedas digitales interoperables podrían agilizar el comercio transfronterizo sin necesidad de intermediarios financieros tradicionales, potencialmente llevando a la formación de nuevos bloques económicos.

Esta capacidad para realizar transacciones directas utilizando sus propias monedas digitales podría remodelar las dinámicas de poder global y disminuir la influencia de las naciones que controlan las principales monedas de reserva.

Nigeria y Bahamas a la vanguardia del lanzamiento de Monedas Digitales de Banco Central

Curiosamente, en regiones con infraestructura bancaria subdesarrollada, como Nigeria con su eNaira y las Bahamas con su Sand Dollar, las CBDC ofrecen una oportunidad única para saltar los sistemas bancarios tradicionales.

Al proporcionar inclusión financiera rápida y asequible y facilitar las transacciones internacionales, estos países están a la vanguardia del lanzamiento de CBDC minoristas, reflejando el uso generalizado de teléfonos móviles y la popularidad de los pagos entre pares.

El surgimiento de las CBDC naturalmente plantea la pregunta: ¿qué será de SWIFT? Si bien las CBDC ofrecen una alternativa potencial para pagos transfronterizos, SWIFT se está adaptando activamente a este panorama en evolución.

La organización ha estado realizando experimentos colaborativos con numerosas instituciones globales para demostrar cómo su infraestructura existente podría integrar perfectamente las CBDC y otros activos digitales en prácticas comerciales estándar.

El enfoque está en garantizar la interoperabilidad entre monedas digitales y activos tokenizados para prevenir la fragmentación que podría surgir de diferentes tecnologías y estándares.

«La intención estratégica de China es clara: incorporar el e-CNY en el comercio de recursos vitales, desafiando la dominación monetaria de EE.UU. ofreciendo una alternativa a los sistemas basados en el dólar».

Las soluciones de SWIFT ya han mostrado capacidades  para facilitar transferencias transfronterizas y conectar CBDC a través de diferentes redes, así como con monedas fiduciarias tradicionales. Iniciativas como mBridge, un sistema de pago CBDC transfronterizo que utiliza tecnología de libro mayor distribuido, representan un competidor potencial, pero también existe la posibilidad de una colaboración mutuamente beneficiosa, donde SWIFT evolucione hacia un rol de integrador.

El yuan digital de China, el e-CNY, sirve como un caso de estudio convincente de las ambiciones geopolíticas que impulsan el desarrollo de CBDC.

La declaración de una «asociación de amistad ilimitada» entre China y Rusia en febrero de 2022 marcó un momento crucial, con el yuan chino superando posteriormente al dólar estadounidense como la moneda más utilizada para transacciones transfronterizas en Rusia.

La intención estratégica de China es clara: incorporar el e-CNY en el comercio de recursos vitales, desafiando la dominación monetaria de EE.UU. ofreciendo una alternativa a los sistemas basados en el dólar. Además, la integración del yuan digital en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, una masiva red global de proyectos de desarrollo e inversión, tiene como objetivo extender su influencia financiera a través de rutas comerciales y mercados estratégicos.

La incorporación del e-CNY en el sistema de crédito social de China, que utiliza redes de vigilancia para monitorear las acciones individuales, mejora aún más la supervisión estatal de las transacciones financieras al proporcionar datos en tiempo real.

Si bien el e-CNY ofrece beneficios como un mejor flujo de caja para las empresas, también plantea preocupaciones sobre la soberanía monetaria, las políticas de tipo de cambio, el cumplimiento normativo para uso transfronterizo y, notablemente, la vigilancia financiera, ya que el Banco Popular de China puede rastrear la actividad de pago de los usuarios.

El choque: nacionalismo monetario versus el sueño descentralizado

En el corazón de este panorama financiero en evolución yace una tensión fundamental entre el nacionalismo monetario y los principios centrales de la descentralización de las criptomonedas.

El nacionalismo monetario, una doctrina que prioriza el control nacional sobre la moneda y la política monetaria, enfatiza la independencia de otros bancos centrales y el mantenimiento de una moneda nacional fuerte como símbolo de identidad y herramienta para lograr objetivos económicos domésticos. Esto contrasta fuertemente con el ethos descentralizado de criptomonedas como Bitcoin.

La descentralización, la distribución del poder y control lejos de una autoridad central, se basa en redes peer-to-peer donde los participantes validan colectivamente las transacciones y mantienen el sistema.

Tecnologías como blockchain mejoran la privacidad a través de transacciones anónimas y previenen el acceso no autorizado a datos. Esta descentralización inherente contradice directamente los principios centrales del nacionalismo monetario, creando una fricción natural entre los dos.

Las criptomonedas fueron diseñadas para operar fuera del control gubernamental, ofreciendo a los individuos autonomía financiera, un concepto que choca con el deseo nacionalista de control estatal sobre el sistema monetario, llevando a obstáculos regulatorios y conflictos ideológicos.

La coexistencia a largo plazo de criptomonedas completamente descentralizadas y un fuerte nacionalismo monetario parece desafiante, potencialmente requiriendo compromisos o la emergencia de modelos híbridos.

La mera existencia de una criptomoneda no estatal como Bitcoin desafía una piedra angular de la soberanía nacional moderna: el monopolio del estado como único emisor de curso legal dentro de sus fronteras.

Si las naciones priorizan el control completo sobre sus sistemas monetarios, podrían intentar regular fuertemente o incluso prohibir las criptomonedas descentralizadas. Alternativamente, podríamos ver un cambio hacia criptomonedas más reguladas o activos digitales respaldados por el estado que incorporen algunos elementos de descentralización.

Si bien la descentralización ofrece beneficios como mayor privacidad a través del anonimato en las transacciones, también plantea preocupaciones sobre facilitar actividades ilegales y evasión fiscal. La sustitución generalizada de monedas de banco central por criptomonedas esencialmente crearía monedas paralelas.

El lugar de Bitcoin en un mundo dominado por CBDC

Entender quién posee Bitcoin revela una imagen compleja, en parte por la dificultad de un rastreo exacto debido a la naturaleza seudónima de la criptomoneda.

No obstante, los análisis de la blockchain evidencian una fuerte concentración: un reducido grupo de grandes poseedores, conocidos como ‘ballenas’, acumula una parte sustancial del total de bitcoins.

Aunque el seudónimo dificulta saber quiénes son exactamente, se cree que este grupo incluye a pioneros de Bitcoin, inversores tempranos y, posiblemente, grandes fortunas individuales cuya identidad permanece oculta.

Esta élite coexiste con una base de millones de pequeños inversores repartidos por todo el mundo. De hecho, Bitcoin es un activo fundamentalmente privado. El porcentaje en manos de gobiernos e inversores institucionales es muy pequeño en comparación con los inversores individuales.

Con todo, una tendencia clave y transformadora es la creciente entrada de capital institucional. Empresas (con casos tan conocidos como MicroStrategy) y, de forma muy significativa desde 2024, los nuevos fondos cotizados (ETFs) de Bitcoin al contado en Estados Unidos, se han convertido en tenedores relevantes, integrando a Bitcoin en el sistema financiero tradicional.

También algunos gobiernos figuran entre los poseedores conocidos, ya sea por reservas estratégicas (El Salvador) o por la gestión de fondos incautados (EE.UU.). Junto a estas instituciones públicas y los minoristas, las plataformas de intercambio (exchanges) custodian grandes cantidades de Bitcoin en nombre de sus usuarios, completando un ecosistema de tenencia global, desigual, pero en clara expansión y evolución.

En un mundo que se inclina cada vez más hacia monedas digitales controladas por el estado, Bitcoin ocupa una posición única y potencialmente resiliente. Desde una perspectiva económica, la oferta limitada y naturaleza descentralizada de Bitcoin ofrecen una propuesta de valor distinta en comparación con las CBDC, potencialmente atractiva para aquellos que buscan una alternativa al dinero controlado por el gobierno.

Mientras que las CBDC son emitidas por gobiernos y están sujetas a sus políticas monetarias, la oferta fija y gobernanza descentralizada de Bitcoin lo hacen un activo atractivo para individuos preocupados por la inflación o la extralimitación gubernamental.

Bitcoin también tiene potencial para transacciones transfronterizas, ofreciendo costos de transacción más bajos en comparación con sistemas tradicionales. Su creciente adopción institucional y el desarrollo de ETFs de Bitcoin han mejorado aún más su legitimidad y aceptación general.

Políticamente, la naturaleza descentralizada de Bitcoin se alinea con ideales libertarios y puede verse como una forma de «cripto-resistencia» contra el creciente control estatal sobre las finanzas.

Para individuos que valoran la privacidad y autonomía, Bitcoin ofrece una manera de realizar transacciones y almacenar valor fuera del sistema financiero tradicional, potencialmente limitando la vigilancia y control gubernamental.

Si bien los defensores de las criptomonedas tienen diversas opiniones sobre el nacionalismo monetario y la regulación gubernamental, que van desde la intervención mínima hasta reconocer la necesidad de cierta regulación para proteger a los inversores y prevenir actividades ilícitas, hay una cautela general sobre regulaciones excesivas que podrían sofocar la innovación.

Tecnológicamente, mientras que las CBDC podrían aprovechar tecnologías más avanzadas para velocidad y eficiencia, la seguridad probada y arquitectura descentralizada de Bitcoin siguen siendo ventajas clave.

La tecnología blockchain subyacente ha establecido un alto nivel de seguridad y fiabilidad. Aunque las CBDC más nuevas podrían incorporar mejoras tecnológicas, también introducen vulnerabilidades potenciales asociadas con el control centralizado.

Además, Bitcoin, como la criptomoneda pionera, ha demostrado su capacidad para recuperarse de choques externos, como la prohibición de minería en China, con su tasa de hash alcanzando nuevos máximos históricos, indicando la resiliencia de su red descentralizada.

Recientemente, durante la crisis de los aranceles impuesta por el presidente Donald Trump en abril de 2025, Bitcoin ha mostrado un comportamiento notable. Aunque inicialmente su precio cayó por debajo de los 80.000 dólares, reflejando la aversión al riesgo en los mercados globales, la criptomoneda logró estabilizarse y recuperarse rápidamente.

Esta reacción sugiere que Bitcoin está evolucionando hacia un activo más maduro, capaz de mantener una volatilidad relativamente controlada incluso en contextos de incertidumbre económica, tratando de reafirmar así su valor como posible refugio en tiempos de crisis.

Las aguas turbias de las «criptomonedas patrióticas»

Hoy por hoy no se evidencia el surgimiento de criptomonedas específicamente etiquetadas como «patrióticas». Sin embargo, la creciente convergencia de tecnología, finanzas y política podría potencialmente llevar al desarrollo de iniciativas de criptomonedas que resuenen con sentimientos nacionalistas o populistas.

Tales criptomonedas podrían comercializarse como una alternativa digital a las monedas fiduciarias tradicionales, enfatizando valores nacionales o soberanía económica. Sin embargo, la verdadera descentralización y control de tales monedas requeriría un escrutinio cuidadoso para determinar si principalmente sirven como herramientas para promover agendas nacionalistas en lugar de encarnar los principios centrales de las criptomonedas descentralizadas.

Estudios de caso globales: ¿un mundo dividido?

Examinar los enfoques de diferentes naciones revela un panorama diverso en la geopolítica de las monedas digitales. Estados Unidos ha adoptado una postura cautelosa hacia las CBDC, expresando preferencia por la innovación del sector privado en activos digitales, particularmente «stablecoins».

Hay un debate en curso sobre la necesidad de un dólar digital y sus implicaciones potenciales para el liderazgo financiero global de EE.UU., con preocupaciones planteadas sobre amenazas a la estabilidad financiera, privacidad individual y soberanía nacional.

La respuesta de EE.UU. al yuan digital de China ha sido inicialmente cautelosa, pero se están considerando enfoques más proactivos, incluido el desarrollo potencial de un dólar digital y liderazgo en el establecimiento de estándares globales.

En Europa, el proyecto del euro digital del Banco Central Europeo (BCE) tiene claros objetivos geopolíticos: mejorar la soberanía monetaria, autonomía estratégica y posición internacional del euro.

El BCE está enfocado en mantener la autonomía del sistema monetario y aumentar la eficiencia en los sistemas de pago en toda la Eurozona. El euro digital tiene el potencial de facilitar pagos transfronterizos y ofrecer una alternativa a las «stablecoins» denominadas en dólares estadounidenses, impactando significativamente la posición global de la UE al fortalecer su papel en pagos internacionales y potencialmente mitigando riesgos asociados con otras monedas digitales.

«Nos encontramos ante una encrucijada histórica donde se enfrentan dos visiones opuestas del dinero: por un lado, el nacionalismo monetario y el control estatal expresado en la carrera global por las monedas digitales de banco central, herramientas que no solo pretenden asegurar la eficiencia económica sino también redefinir la influencia geopolítica y la vigilancia financiera; por otro, Bitcoin y su promesa de autonomía, privacidad y resistencia frente a la autoridad centralizada».

La adopción de Bitcoin como moneda de curso legal por parte de El Salvador, impulsada por motivaciones como inclusión financiera y desarrollo económico, presenta un caso único.

Este movimiento audaz de una nación para adoptar una criptomoneda no soberana como parte central de su sistema financiero conlleva tanto beneficios potenciales como riesgos en el contexto de la geopolítica global y el nacionalismo monetario.

El enfoque de China ejemplifica una forma fuerte de nacionalismo monetario, priorizando el control estatal sobre monedas digitales y desarrollando activamente su propia CBDC, el e-CNY, para mejorar su influencia geopolítica y mantener la estabilidad financiera dentro de sus fronteras.

China ve las criptomonedas descentralizadas como una amenaza a sus controles de capital y estabilidad financiera, lo que lleva a prohibiciones agresivas junto con el desarrollo del e-CNY, reflejando una clara estrategia para dominar el espacio de moneda digital dentro de su esfera de influencia y potencialmente más allá.

La intrincada red de leyes e impuestos

La coexistencia de criptomonedas descentralizadas y CBDC crea un complejo panorama legal y fiscal. Regular estas diferentes formas de monedas digitales presenta desafíos legales, y aplicar leyes existentes a las criptomonedas puede ser intrincado.

El tratamiento regulatorio de las criptomonedas varía significativamente entre jurisdicciones, con consideraciones legales que abarcan cumplimiento antilavado de dinero, leyes de valores, impuestos y marcos de protección al consumidor.

La tributación de las criptomonedas también plantea desafíos, ya que diferentes países tienen enfoques variados para tratar activos digitales con fines fiscales. La coexistencia de criptomonedas no soberanas y CBDC necesita nuevos marcos regulatorios y cooperación internacional para abordar desafíos relacionados con el cumplimiento, impuestos y transacciones transfronterizas.

Privacidad y soberanía en la era digital

La tensión entre el control estatal y la privacidad individual es un tema central en el panorama monetario digital.

Mientras que las CBDC tienen el potencial de permitir mayor vigilancia estatal de las transacciones financieras, las criptomonedas descentralizadas ofrecen herramientas para mejorar la privacidad y soberanía financiera individual.

Las CBDC, como dinero digital emitido por un banco central, podrían otorgar a los gobiernos una autoridad sin precedentes sobre la actividad financiera, incluido el monitoreo en tiempo real de compras, límites de transacción y restricciones de gasto, planteando preocupaciones sobre privacidad y el potencial para el autoritarismo.

En contraste, criptomonedas descentralizadas como Bitcoin permiten a los usuarios realizar transacciones sin revelar detalles personales, ofreciendo anonimato y protegiendo la privacidad individual.

El concepto de soberanía digital, que se refiere a la necesidad de los gobiernos de asegurar la propiedad y acceso a los datos estratégicos de sus ciudadanos, incluso cuando se almacenan a través de tecnología en la nube, también es relevante en este contexto.

Nos encontramos ante una encrucijada histórica donde se enfrentan dos visiones opuestas del dinero: por un lado, el nacionalismo monetario y el control estatal expresado en la carrera global por las monedas digitales de banco central, herramientas que no solo pretenden asegurar la eficiencia económica sino también redefinir la influencia geopolítica y la vigilancia financiera; por otro, Bitcoin y su promesa de autonomía, privacidad y resistencia frente a la autoridad centralizada.

En este panorama complejo, Bitcoin no solo lucha por sobrevivir, sino que desafía profundamente la esencia misma del poder estatal sobre las finanzas personales. Su resiliencia tecnológica, atractivo ideológico y valor económico como refugio contra la inflación serán cruciales para determinar si logra consolidarse como alternativa real frente a un sistema financiero cada vez más vigilado y politizado.

Al final, el futuro del dinero dependerá de hasta qué punto la sociedad valore, preserve y defienda su derecho a una verdadera libertad financiera

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