El proyecto de un juez, apoyado por sus ciudadanos y compañeros, ha hecho que su juzgado sea un poco más "amigable" para todos. Foto: Confilegal
El pueblo salva a la Justicia: un juez consigue crear una sala de víctimas y niños en su juzgado con la ayuda ciudadana
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27/4/2025 05:35
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Actualizado: 26/4/2025 19:20
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Un juez, con un proyecto, y ciudadanos comprometidos con llevarlo a cabo para hacer del Juzgado un sitio más seguro y agradable para todos. Así ha sido el proyecto que el juez @Iuristoteles ha llevado a cabo, mostrando, por fin, los resultados de un trabajo para el que ha contado con ayuda vecinal y de sus propios compañeros de juzgado, pero no financiación estatal ni autonómica por parte de Justicia.
«En la mayoría de Juzgados de España, no existe un sitio donde los niños o las víctimas puedan esperar. Habitualmente, lo hacen en los pasillos del juzgado, o en la entrada de las salas, lo que da lugar a situaciones complejas».
Así explica a Confilegal el juez, conocido en X (antiguo Twitter) como Iuristóteles, la realidad de muchos juzgados en España. Especialmente, los más pequeños.
Una situación en la que se producen momentos incómodos o complicados. Por ejemplo, en casos de denuncias de violencia de género, donde víctima y agresor se encuentran a pocos metros, e incluso, llevando a los niños al juzgado, al no tener con quién dejarlos.
Algo que también sucedía en el juzgado de Iuristóteles. Juez que, sin embargo, decidió no quedarse con los brazos cruzados. Así pues, «aprovechando que realizaron unas obras, quedó una sala vacía que parecía que iban a usar de almacén». Momento en el que decidió poner en marcha su proyecto: «crear una sala de niños y víctimas».
Una sala para que la Justicia sea más humana
«Al principio compré algunas cosas, y las llevé a la sala», explica el juez a Confilegal. Unos inicios en los que Iuristóteles pudo contar con la ayuda de los funcionarios de su juzgado. «Trajeron cosas de sus niños. Incluso una funcionaria dibujó algún cuadro como decoración. Pero faltaban muchas cosas», valora ahora.
Un momento en el que, aprovechando las fiestas navideñas, Iuristóteles no dudó en hacer una «campaña» para que se involucraran todos aquellos que pudieran en la zona, con juguetes, libros, e ideas para mejorar la sala.
«La verdad es que mucha gente se volcó. Abogados, procuradores, funcionarios, miembros de la Guardia Civil, alguna parroquia del pueblo, algunas asociaciones… donaron juguetes, cuentos, mesitas para pintar, decoración, e incluso un calefactor para el invierno», celebra el juez en conversaciones con este medio. Eso sí, no se aceptaba dinero. «Para evitar cualquier suspicacia», explica.
Un trabajo que supuso un quebradero de cabeza para Iuristóteles, que se encargó de hacer inventario, y comprobar el estado de los objetos donados.
Sin embargo, no se quedó ahí. «Empecé a buscar cosas de violencia sobre la mujer y violencia familiar». Un proyecto más complejo, para el que recolectó algunos carteles y folletos de interés. «Contacté con algunos organismos locales y autonómicos, si bien tuve más compromiso de apoyo, que apoyo real», lamenta.
«Poco a poco hemos ido añadiendo elementos. La financiación, vía donaciones de objetos, viene de aportaciones de la gente, de ahí que diga que es una sala por y para la gente, sin ayudas oficiales». Una ayuda pública que no ha llegado, a pesar de las peticiones del juez. «Por ejemplo, solicité que pusieran aire acondicionado en al sala, y ni siquiera me contestaron».
Un juzgado que también es ejemplo de compromiso judicial
«En el juzgado hicieron obras de más de un millón de euros, que no eran necesarias y que nadie pidió. Mientras, carecemos de funcionarios durante meses, o nos fallan los sistemas de grabación. Es absolutamente frustrante», critica.
Dificultades que no fueron impedimento para llevar a cabo este proyecto de sala para niños y víctimas. Tampoco para conseguir, en un esfuerzo conjunto, poner al día el juzgado, muy atascado y con retrasos.
«El problema de los primeros destinos es que son juzgados rotatorios. Es decir, llega un juez novato, está un año, y se marcha a otro destino. Suelen ser los juzgados en poblaciones pequeñas y con mucho atasco». Un problema que sucedía en el caso de Iuristóteles que, siguiendo un planteamiento personal, se propuso mejorar la situación en su zona de responsabilidad.
«Cuando yo llegué a mi actual destino, y ya llevo varios años, no sabía si iba a estar un año o más tiempo. Pero entendía que, si íbamos “al día”, iríamos más tranquilos, más ordenados, que tendríamos mejor consideración de los abogados. Y, sobre todo, porque el ciudadano de un pueblo no tiene culpa de que el juzgado sea malo y nadie lo quiera», valora a Confilegal.
Un planteamiento ante el que empezaron a trabajar. «Cuento con unos funcionarios maravillosos, una magnífica LAJ y durante el primer año y medio, con una Fiscal excepcional, que fue como mi madre adoptiva y, desgraciadamente, falleció. Todos trabajamos para poner el juzgado en orden. Fue un trabajo brutal, trabajando tardes y fines de semana. Sacrificando parte de la vida personal y familiar», destaca.
Un trabajo en el que él mismo acabó el el hospital. Pero que, finalmente, mereció la pena. «Pasamos de un juzgado con atasco a un juzgado al día, con criterios estables y con el reconocimiento del TSJ y de la mayoría de los profesionales de la zona. Es mi mayor orgullo, compartido con mi equipo, haber puesto al día el juzgado pese a bajas durante meses, pese a que cada vez hay más trabajo y entran más asuntos», celebra.
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