Una guía de diez capítulos que será una "hoja de ruta" para los más jóvenes que quieran emprender en el sector legal. Foto: EP
El ICAM publica una guía estratégica para emprender en el sector legal, enfocada a los jóvenes
|
23/5/2025 10:30
|
Actualizado: 23/5/2025 10:30
|
Bajo el título «Guía ICAM de Supervivencia para Emprender en el Sector Legal», el Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) ha presentado un documento de diez capítulos que será una «hoja de ruta» para los más jóvenes que quieran emprender en el sector legal.
Captación de clientes, presentación ante inversores, o diseñar el modelo de negocio. Estos son algunos de los puntos más complicados de emprender en el sector legal. Y son precisamente estos puntos los que aborda la primera Guía publicada desde el ICAM para los jóvenes de la abogacía madrileña.
Ello, con el objetivo de ayudarles a construir «una alternativa profesional sólida, adaptable y alineada con los cambios que ya están redefiniendo el ejercicio de la profesión jurídica» en el país.
«Emprender no es solo una opción, sino una actitud clave para quienes aspiran a liderar el cambio y aportar soluciones reales», ha destacado, en este sentido, Eugenio Ribón, decano del ICAM. «Con esta guía, queremos ofrecer a los jóvenes abogados una base práctica para tomar decisiones con criterio, estructurar sus proyectos y ejercer con visión de futuro».
Así son los puntos clave de la Guía
La publicación aborda cuestiones clave como la planificación estratégica, la gestión financiera, la construcción de marca o el cumplimiento normativo. Entre los errores más frecuentes que pueden comprometer un proyecto desde su inicio, la guía señala aspectos como «elegir socios por afinidad personal, lanzar servicios sin validar la demanda o pensar que tener una web equivale a tener una marca».
También alerta sobre «alianzas mal planteadas, falta de previsión financiera, infraestimación de costes, imagen de marca descuidada o sobrecarga operativa».
En el apartado de modelo de negocio, se propone una metodología adaptada al ámbito jurídico que incluye la definición de la propuesta de valor, la segmentación de clientes, el análisis de la competencia y el diseño de un sistema de ingresos sostenible. Se exploran opciones como la suscripción, los despachos boutique o los servicios jurídicos digitalizados, junto a orientaciones sobre formas jurídicas (autónomo, SL, SLNE, SA), fiscalidad y protección patrimonial.
Además, se analiza el pacto de socios como herramienta de estabilidad en proyectos colectivos, con recomendaciones sobre cláusulas esenciales como permanencia, derechos de información o mecanismos de salida.
En relación con la identidad profesional, la guía plantea un enfoque integral que engloba «‘naming’, diseño, tono, presencia digital y registro de marca», verificados mediante una ‘checklist’ que garantiza coherencia y adecuación al público objetivo.
El capítulo dedicado al ‘pitch’ ofrece directrices para presentar un proyecto ante clientes o inversores, con pautas claras sobre qué se ofrece, a quién va dirigido, cómo se financia y qué lo diferencia. También se introducen conceptos propios de la cultura startup, como el mínimo producto viable (MVP), la iteración rápida o la validación continua, adaptados al contexto jurídico.
En paralelo, se dedica un bloque al cumplimiento de los principios deontológicos, trasladando el Código Deontológico a nuevos entornos como «la publicidad en redes sociales, el uso de plataformas digitales, la protección del secreto profesional o la independencia frente a socios inversores». El ICAM afirma que se han incluido «mecanismos prácticos para garantizar el rigor ético en estos escenarios».
Del diseño a la acción La parte final de la guía se centra en la puesta en marcha del proyecto, ofreciendo recomendaciones sobre cuándo dar el paso, cómo elegir un espacio, captar a los primeros clientes, implementar herramientas digitales o gestionar el tiempo de forma eficiente.
Se incluye un test de preparación personal y financiera, así como consejos para mantener la motivación, establecer objetivos realistas y realizar revisiones periódicas del progreso. «Se trata de evitar la fatiga y la frustración, dividiendo las tareas en bloques asumibles y midiendo los avances con indicadores sencillos», señala el ICAM.
Noticias Relacionadas: