Carles Porta, autor de «Le llamaban padre»: «Hay muchos más pederastas de los que nos imaginamos»
Carles Porta, autor de "Le llamaban padre", aborda la pederastia a partir de un caso que supuso un terremoto en Cataluña en 2013.

Carles Porta, autor de «Le llamaban padre»: «Hay muchos más pederastas de los que nos imaginamos»

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12/4/2016 05:59
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Actualizado: 12/4/2016 09:20
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Carles Porta es un hombre poliédrico. Periodista, productor de televisión, director y escritor, todos sus trabajos llevan una marca indeleble y muy personal, la de la calidad. El último, un libro titulado «Le llamaban padre», sobre el caso Castelldans, le ha reportado el premio Godó de Periodismo.

Este caso, acaecido en 2013, fue un escándalo para los catalanes. Un hombre, David Donet, padre de acogida y tutor de menores desamparados durante 17 años, era un pederasta que había estado abusando de la mayor parte de los niños a su cargo.

Donet fue condenado a 51 años de cárcel en 2014 y jamás hizo ninguna declaración, hasta que este periodista leridano entró en contacto con él, en la cárcel, y se abrió a explicarse sin trampa ni cartón.

Porta tenía muy fácil caer en el morbo, pero no lo ha hecho. Su lectura, a través de los testimonios del Mosso d’Esquadra que lo investigó y lo detuvo, de Santi, la víctima principal, de Montserrat Juvanteny, la presidenta de la Fundacion que mandaba los niños a Donet -supervisada por la Generalitat- y del propio Donet, permite comprender las claves de este drama callado que afecta a muchas más personas de las que nos pudiéramos imaginar.

Nos los explica Porta en esta entrevista.

Cuando uno termina la lectura de su libro es inevitable preguntarse si los pederastas tienen algún remedio. ¿Es suprimible, médica o psiquiátricamente, esa pulsión hacia las relaciones sexuales con menores? O, dicho en otras palabras: ¿tienen remedio? 

Creo que es muy importante diferenciar entre pedófilos y pederastas. Un pedófilo es alguien que siente deseo sexual hacia niños o niñas menores.

Un pederasta es alguien que mantiene relaciones sexuales con niños o niñas.

En el caso del pederasta, el daño ya está hecho.

En el caso de los pedófilos quizás haya solución. En Alemania y EEUU hay especialistas que proponen tratar la pedofília como una enfermedad, una minusvalía, y proponen que esas personas puedan recibir ayuda para evitar convertirse en pederastas.

¿Tiene remedio esa pulsión?

Hay quien cree que sí. A mí también me gustaría creerlo, aunque tengo muchas dudas.

¿Nacen o se hacen?

Eterna cuestión. Si nacen significaría que es genético. No lo sé. Puede ser. Permítame, señor Berbell, que responda solamente como periodista y no me atreva a hacer afirmaciones para las cuales no estoy preparado.

El pederasta que yo he entrevistado me dijo que en primerode Básica ya sentía inclinación por niños de su mismo sexo, que nunca le gustaron las mujeres a pesar de que lo intentó y que, cuando ya comenzaba a sentir inclinación por menores buscó ayuda psiquiátrica pero no la encontró.

En esa época, mediados de los 80, era difícil que un psiquiatra diese orientación o reorientación a homosexuales o pedófilos.

¿Cómo consiguió ganarse la confianza del pederasta, David Donet Coll, y que se confesara abiertamente con usted?

Creo que llegué en el momento oportuno. Hacía dos años que había sido detenido y en ningún momento había hablado con nadie de su caso.

No declaro ante los Mossos, no declaró ante el juez, habló muy poco, o casi nada, con sus abogados (los centenares de vídeos sexuales le dejaban prácticamente sin defensa y él aceptó la condena), y no declaró en el juicio, que fue puramente técnico.

Tras esos años de silencio llegué yo y le dije que estaba dispuesto a escuchar. Le prometí no juzgarle (ya estaba condenado a 51 años) y le dije que no le justificaría, que solamente le escucharía, y creo que eso era lo que necesitaba.

Durante todo el tiempo que regentó la casa de acogida tuvo un buen número de niños bajo su responsabilidad.

Sin embargo, no tuvo relaciones sexuales con todos. ¿Por qué unos sí y otros no?

A los que se mostraban reacios o poco dispuestos, los dejaba en paz.

David Donet nunca forzó físicamente a ningún niño.

Intentaba convencerles con juegos, películas pornográficas, pequeños privilegios y si veía que el niño no se dejaba llevar, lo descartaba.

Tenía incluso una especie de test que les hacía cuando llegaban a su casa y, en función de las respuestas, decidía si seguía con su plan o les dejaba en paz.

¿Por qué, en su opinión, grababa los encuentros sexuales? ¿Era un mirón?

Los expertos dicen que para un pederasta, las imágenes (en este caso los vídeos) son su tesoro. Él era fotógrafo y dominaba el vídeo. Lo tenía fácil y, seguramente sí, también era un mirón.

¿Por qué no destruyó las cintas pornográficas?

Había comenzado a destruir las cintas. Un mes antes de su detención se enteró de que había sido denunciado y comenzó a destruir el material que almacenaba.

La policía supone que borró todo el material digital.

Con el analógico tuvo dos problemas, por una parte, eran los vídeos que más le gustaban, en los que estaban los niños con los que había tenido más relaciones, especialmente con Santi, de quien dijo que estaba locamente enamorado; y por otra parte, le costaba quemar las cintas magnéticas y no tuvo tiempo de deshacerse de elles.

¿También hacía lo propio con los preservativos usados? ¿Qué placer encontraba en ello?

Ni él mismo sabe porqué lo hacía. Dice que por fetichismo.

Eran preservativos usados por Santi, el menor de quien decía estar enamorado. Podría ser la manera -según él me dijo- de tener «algo» de ese niño, que cuando usaba preservativos en sus relaciones con chicas, ya tenía más de 18 años.

Ante el hecho de guardar preservativos, el propio Donet reconoce que quizás está enfermo.

El libro de Carles Porta y el protagonista principal, David Donet, el padre de acogida y pederasta, que fue condenado a 51 años de cárcel.

El libro de Carles Porta y el protagonista principal, David Donet, el padre de acogida y pederasta, que fue condenado a 51 años de cárcel.

El chaval me explicó que aprendió a olvidar los abusos. No abría los ojos mientras se producían y, con el tiempo, los normalizó: era normal en la casa

De la lectura de su libro se deduce que las víctimas optaron por el olvido y seguir relacionándose con el pederasta con normalidad. Uno de ellos, el tercer protagonista de su libro, incluso creó una empresa en la que era socio, a partes iguales, con David Donet. ¿Cómo se explica eso?

Porque realmente era su «padre», de ahí el título del libro.

Esos niños procedían de familias muy desestructuradas, con padres alcohólicos o en la cárcel, madres drogradictas y prostitutas. Sus familias biológicas eran un infierno y David Donet les trataba bien.

Todo el mundo, especialmente los propios niños, dicen que Donet hacía muy bien de padre. Excepto en el aspecto sexual.

El caso de Santi es el más claro.

El chaval me explico que aprendió a olvidar los abusos. No abría los ojos mientras se producían y, con el tiempo, los normalizó: era normal en esa casa. Ese es el gran drama escondido.

Y lo de la empresa no es extraño. Al cumplir los 18 años, decidió seguir en casa con su «padre» y ese padre le ayudó a montar la empresa.

El propio Santi me repetía: «¿y a dónde querías que fuese, si no tenía nada más que a David?

¿Quiere decir que el olvido es la única opción que les queda a las víctimas? Pero el recuerdo permanece…

Los especialistas insisten en la terapia, en que víctimas y abusadores deben afrontar los hechos y hablar de ello.

Esos chavales habían olvidado los abusos, por eso pagaron el primer abogado que tuvo su abusador, hasta que la letrada vio las imágenes y entendió que no podía cobrar de las víctimas para defender al verdugo.

¿Cómo convenció David Donet Coll a los niños que tuvo a su cargo de que las relaciones sexuales con adultos eran… ‘normales’? ¿Y cómo les hizo ver que había que guardar el secreto?

Lo planteaba como un juego. Les dejaba ver películas pornográficas y eso, para niños de 11 y 12 años, era una cosa de adultos.

Se reían, tenían erecciones y entonces actuaba él proponiéndoles tocarse.

Otras veces comenzaba haciéndoles fotos, de ahí pasaba a los tocamientos y luego, con el tiempo, esos juegos ya no tenían límite.

¿Qué es lo que falló en el sistema para que se colara un lobo en el rebaño de corderos y no fuera detectado? La sentencia dice que su comportamiento no pudo detectarse y que el único responsable era el propio Donet. 

Técnicamente no falló nada. Moralmente, falló todo. La sentencia, muy meditada y muy analítica, deduce que nadie incumplió su cometido y que solamente el «padre» actuó indebidamente.

Los técnicos que vigilaban el papel de David Donet le tenían en muy alta consideración. Y los vecinos, y los profesores.

Y, no lo olvidemos, los propios niños.

Ningún niño dijo nunca nada, durante 17 años. Ningún niño se quejó o se lamento de nada en contra de los abusos sexuales de David Donet.

Además, como ningún chaval presentaba marcas físicas de nada, era, sencillamente, indetectable.

Montse Juvanteny, alma, corazón y vida de la Fundació Concepció Juvanteny, recibió con horror la noticia de que Donet era un pederasta. Lo comparaba, por su aspecto, con el juez Baltasar Garzón. Este caso le ha llevado a desarrollar un sistema de detección de abusos a menores y, en consecuencia, a pederastas. Lo llama ‘la terapia del secreto’. ¿En qué consiste?

Consiste en dar poder a los niños, en explicarles que todos los secretos son malos y son un cinturón que les ahoga no les deja ser libres.

Otra cosa son las confidencias o las intimidades, pero los secretos son siempre malos.

Juvanteny propone una terapia que primero es preventiva para que los niños sepan que nadie puede obligarles a guardar un secreto o que nadie puede obligarles a hacer cosas que no les gustan.

En el caso de personas abusadas, la terapia pasa porque el abusador reconozca los hechos y pida perdón al niño.

Y porque el niño no tenga miedo de explicar que ha sido abusado.

¿Por qué Juvanteny dice que a los niños y niñas abusamos les hace más daño el secreto que el abuso?

Porque el abuso puede superarse. El secreto les atenaza para toda la vida. No les deja ser libres ni crecer emocionalmente con plenitud.

El 70 por ciento de los niños abusados son abusadores el día de mañana. Esas son las cifras que manejan los expertos

Las estadísticas que usted cita son escalofriantes…

Así es. El 70  por ciento de los niños abusados son abusadores el día de mañana. Esas son las cifras que manejan los expertos. Si no se rompe la cadena, el niño que ha vivido con equivocada normalidad un abuso, acaba considerando que eso es normal y lo repite con sus hijos o con menores que pueda tener a su custodia.

No olvidemos que el 80 por ciento de los abusos se produce en el ámbito familiar.

El pederasta, fue condenado a 51 años de cárcel, de los que cumplirá un máximo de 20. ¿Las conversaciones con usted supusieron para el pederasta algún tipo de alivio?

No me gusta mirarlo así porque yo no fui a verle para que tuviese alivio, pero creo que sí, creo que el hecho de poderle explicar a alguien su versión le supuso un cierto alivio.

Obviamente, también le supuso recordar muchas cosas y tener que dar respuestas que le provocaron reflexiones sobre su comportamiento que creo que nunca antes había hecho.

El hombre que descubrió este caso fue un Mosso d’Esquadra de Lleida, a raíz de una denuncia de unos padres que vieron que un adulto se ofrecía, a través de Facebook, a hacer a menores fotos tipo «play boy». Sin un policía comprometido, como ese, ¿el caso jamás habría sido descubierto? 

Creo que no. La intuición de ese policía (y de tantos otros) fue clave en seguir adelante con el caso porque si hubiese desestimado las diligencias informativas o no las hubiese considerado relevantes, ese señor habría seguido con su delito hasta quién sabe cuándo.

¿Se ha preguntado usted cuantos lobos con piel de cordero están acechando, ahí fuera, en estos momentos, a nuestros menores?

Precisamente porque me hice esta pregunta quise escribir el libro.

Hablar de pederastia es muy poco frecuente y con el silencio solamente ganan los abusadores.

Y hay muchos más pederastas de los que nos imaginamos.

¿Y quién está ganando esta guerra? 

Creo que la va ganando la sociedad honesta y limpia, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.

Que ustedes hablen de este tema ayuda mucho a que los malos sientan que alguien pueda estar mirándoles.

Y debería ayudar a que los padres hablen con los hijos y les expliquen qué es la pederastia antes de que lleguen tarde.

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