José María Alonso: «El ICAM debería gestionarse como las mejores firmas»
José María Alonso, decano del Colegio de Abogados de Madrid. Carlos Berbell/Confilegal.

José María Alonso: «El ICAM debería gestionarse como las mejores firmas»

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19/10/2017 06:15
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Actualizado: 26/10/2017 11:11
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José María Alonso, 64 años, presidente de Baker McKenzie, es uno de los tres candidatos en liza para las elecciones a la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid que se celebrarán el 13 de diciembre próximo. Los otros son Javier Iscar, sucesor de la actual decana Sonia Gumpert, y Nicolás González-Cuéllar. Se prevé que la Asociacion Libre de Abogados y Abogadas designe al suyo antes del viernes, 20 de octubre, que es cuando se cierra la presentación de candidaturas.

Alonso sabe que, en esta apuesta, se la juega. Conoce el Colegio por dentro, no en vano formó parte de la candidatura de Antonio Hernández-Gil, que gobernó esa corporacion entre 2008 y 2012, si bien se descolgó de ella al llegar a su fin.

Asegura que a lo largo de los últimos años ha seguido con atención toda la actividad colegial y cree, con la fe que confiere la convicción más profunda, que las cosas se pueden mejorar.

No quiere desvelar su programa, antes de su proclamación, pero promete que contiene propuestas muy atractivas  y que van a gustar a los colegiados. Tampoco quiere revelar nombres, pero asegura que le acompaña un «dream team» en este partido, en el que espera juego limpio, y que comienza el martes próximo.

Establecidas las líneas rojas sobre las que no quiere hablar, sobre el resto, ancha es Castilla. Y lo hace de un modo relajado. Tiene una voz profunda, un discurso bien estructurado y una certificada tranquilidad de ánimo.

«Me anima el deseo de ganar y creo que podemos ganar. Lo creo de veras», asegura.

¿Por qué se presenta?

Me presento porque en la vida de una persona, que ha sido tan afortunada como he sido yo, que llevo ejerciendo 40 años esta dignísima profesión, que he estado con los mejores juristas de este país, empezando por mi maestro, Luis Díez-Picazo, que he tenido la suerte de dirigir dos despachos, como Garrigues y Baker Mckenzie, llega un momento en lo que dicen los ingleses: aprender, ganar y servir.

Yo estoy en la tercera fase de mi vida. Quiero servir, ayudar a mi profesión. Ayudar al engrandecimiento de la abogacía madrileña.

¿Quién le convenció para que se presentara?

Me empezaron a hablar los despachos hace unos meses.

¿Grandes, medianos, pequeños?

Medianos y grandes. Empezaron a decirme: ‘José María, ¿por qué no te presentas? No estamos muy contentos como se está llevando el Colegio. Creemos que tú eres una persona con suficiente peso específico y representatividad para poder ayudar a que se escuche la voz de la profesión’.

Durante mucho tiempo me mostré reacio. Era presidente, socio director de Baker McKenzie, miembro del Consejo Mundial de la firma. Estaba en una posición muy privilegiada.

Cuando vine aquí, después de que me jubilaran en Garrigues, a los 56 años, puse la condición:  mi retiro tenía que ser a los 70.

Tengo 64.

Estoy en eso que los psicólogos llaman “círculo de confort”. Por lo tanto, tengo que reconocer a mí me costó bastante meterme en este lío. Porque es un lío [se ríe abiertamente].

A Alonso lo tocaron despachos grandes y medianos para que se presentara a decano, pero no lo vio, al principio; luego conoció a los más jóvenes y eso fue lo que le hizo dar el paso final. Carlos Berbell/Confilegal.

Un lío en el que, si es elegido, permítanos la licencia, perdería una pasta…

Así es. Perdería “una pasta” muy sustancial. Pero quiero hacerlo.

¿Qué es lo que le acabó de convencer para dar el paso?

Fue conocer a abogados jóvenes. Estar con la gente de AJA (Asociación de Jóvenes Abogados). Hablar con chicos que están iniciando su carrera y ver el nivel de desamparo que existe en la profesión.

¿Han sido maltratados por parte del Colegio?

No, simplemente digo que no tienen las oportunidades que tienen los abogados que entran en firmas como esta. Chicos que no pueden pagar las cuotas colegiales, que no pueden afrontar la formación, que no tienen dinero para montar un despacho, o para alquilarlo, que no pueden adquirir sistemas de gestión de conocimiento.

Te cuentan todo ese tipo de cosas…, y eso fue lo que me convencio a dar el paso final.

Yo a esta gente la tengo que ayudar.

Todo lo que he aprendido durante 30 años en Garrigues y durante 5 años en Baker McKenzie debo ser capaz de aplicarlo para ayudar a un montón de gente.

Si no lo hago, no me sentiría a gusto conmigo mismo.

También los de Altodo, los de la asociación del turno de oficio, están con usted, ¿no?

Los de Altodo me van a apoyar, sí.

ISDE también…

ISDE me manifestó también su apoyo, pero también lo han hecho despachos grandes, mucha gente. Pero tengo que decirle que alguna gente [se ríe] me ha dicho que si estoy loco.

¿Qué le ha dicho su mujer?

Que estoy loco. Y mis hijos, que ‘¿a dónde vas, papá?’.

Todo lo que he aprendido durante 30 años en Garrigues y durante 5 años en Baker McKenzie debo ser capaz de aplicarlo para ayudar a un montón de gente

¿Ve alguna similitud entre un despacho como Baker McKenzie y el Colegio de Abogados?

El Colegio de abogados de Madrid debería gestionarse como las mejores firmas. Con los criterios de eficacia de los mejores despachos, desde el punto de vista de la formación, tecnológico…

Y no quiero que me malentiendan. Lo que digo es que los despachos de abogados que han alcanzado un nivel, como Garrigues, como Uría y Menéndez, como Baker, lo han hecho porque han aplicado políticas de gestión muy eficaces.

Creo que se pueden aplicar a una organización de abogados como el Colegio de Madrid.

El Colegio tiene su equipo. ¿Piensa usted traer el suyo, si ganara?

Esto no es como los partidos políticos, donde uno llega y pasa como Atila, y arrasa. Tendrá que verse dónde hay buenos profesionales, y yo sé que en el Colegio de Abogados de Madrid hay muy buenos, magníficos. Los recuerdo muy bien de mi época, como miembro de la Junta de Gobierno con Antonio Hernández-Gil.

Sería una temeridad, por mi parte, tratar de cambiarlos.

Otra cosa es que se incorporen otros que sean de mi confianza. Pero esta historia de que aquí borramos y empezamos de cero, no.

La excelencia y la calidad es clave. La gente excelente deberá mantenerse. No debe haber preocupación en el Colegio de Abogados porque yo vaya a llegar allí y hacer, como hacen los ministros de Exteriores, que se cargan a todos los embajadores.

¿Qué diferencia hay entre el José María Alonso que formó parte de la candidatura de Hernández-Gil y este que se presenta a estas elecciones?

En aquel momento, hablo del periodo de 2007 a 2012, en mí no se había producido esta transformación de voluntad de servicio.

El candidato a decano del Colegio de Abogados de Madrid admite que la Junta de Gobierno del Colegio de la que formó parte entre 2008 y 2012 no tomó una decisión acertada en el caso de la querella contra Baltasar Garzón. Carlos Berbell/Confilegal.

Pero aquel periodo tiene rémoras. Una de ellas fue la querella que aquella Junta acordó presentar contra el entonces magistrado del Juzgado Central 5 de Instrucción, Baltasar Garzón, y que no presentó. Y otra fue MUSA. Durante la campaña tendrá que explicarse con toda claridad. 

Lo de Garzón no fue una decisión acertada ni la más adecuada en ese momento. Se tomaron unas decisiones jurídicas que fueron peor entendidas que lo que hubiera sido la personación en el procedimiento. No puedo decir nada más porque estoy obligado por el secreto de las deliberaciones, tienen que entenderme.

Respecto de MUSA, el Colegio disponía en aquel momento de informes de Uría y Menéndez y de Deloitte que decían que el Servicio Médico era insostenible dentro del Colegio. Aparte de que, jurídicamente, conforme a la normativa de seguros, escapaba del objeto social de un Colegio de Abogados.

Por lo tanto, había que externalizarlo. ¿Cómo haya ido después? ¿Qué es lo que había que hacer después respecto de MUSA? Eso formaba parte del programa. Aunque yo soy de la tesis de que hay que apoyar a MUSA. Porque es tu hijo, y no debes dejarlo tirado.

En el caso hipotético de que pudiera ser intervenida, entendemos que el Colegio tiene que tener un plan b para no dejar tirados a los colegiados…

Por supuesto. A mí ese me parece un derecho inalienable. El de los colegiados que están al servicio médico, en especial los que son de mayor edad y que no los coge nadie. Empezando por personas de mi edad. Es un tema capital.

Los más mayores, precisamente, son los más sufrientes. Es MUSA, como ha dicho usted, pero también es el turno de oficio, donde algunos reclaman seguir ejerciendo. Hay sentencias favorables. A partir de los 75 años no se les da casos en el turno de oficio, a pesar de estar bien de la salud. ¿Lo contemplan en su programa?

A mí me preocupan los compañeros más desfavorecidos, que son los jóvenes y los mayores. Por supuesto.

Con independencia de que piense que nuestra voz, nuestra presencia, tiene que ser mucho más potente, a mí me parece que el Colegio debe ayudar de verdad a quien lo necesite.

Siempre he tenido la idea de que el cliente es el eje de toda la actividad de un despacho de abogados. Para el decano y la Junta de Gobierno el cliente es el abogado, el eje sobre el que debe pivotar toda nuestra actividad.

Con independencia de que piense que nuestra voz, nuestra presencia, tiene que ser mucho más potente, a mí me parece que el Colegio debe ayudar de verdad a quien lo necesite

Si fuera elegido decano del Colegio de Abogados de Madrid, ¿cómo afrontaría la implementación de la futura ley de colegios profesionales que, más tarde o más temprano, terminará por hacerse realidad?

El Colegio debe tratar de que la colegiación siga siendo obligatoria. Pero tenemos que darles valor añadido para que, en el caso de que la colegiación dejara de ser obligatoria, la gente quisiera seguir estando allí.

Suponemos que en su programa llevan una serie de ofertas novedosas e impactantes para que le voten…

Claro, al final la gente tiene que creerse el programa. Para mí, el programa es un contrato.

¿Lo tienen ya elaborado?

Sí, lo tenemos bien trabajado. Creemos que refleja todas las inquietudes y preocupaciones de los distintos sectores.

Una de las cosas que puedo aportar es la capacidad de aunar voluntades de todo tipo e interés.

Cuando me nombraron socio director de Garrigues un socio inglés me dijo: ‘Vas a aprender, José María, que el socio director de un despacho grande tiene una función, que es la de pastorear gatos” [se ríe]. Y es verdad. Los abogados van pegando saltos, por arriba y por abajo. Sí creo que he aprendido a hacer ese tipo de pastoreo.

Y me va a ser útil, si resulto elegido, para pastorear, en el buen sentido de la palabra, las diferentes sensibilidades, muchas veces contrapuestas, que hay entre los abogados.

Su experiencia al frente de Garrigues, primero, y de Baker McKenzie, después, le han conferido una experiencia que considera esencial para armonizar los intereses de los diferentes grupos de abogados. Carlos Berbell/Confilegal.

¿Y por qué cree que existe ese desapego del abogado hacia su Colegio?

Hay que recuperar el sentimiento de orgullo de profesión.

¿Cree que se ha perdido?

O se ha perdido o nos lo han hecho perder. A veces vas a los juzgados y ves que el abogado es el peor tratado de todos los profesionales de la Administración de Justicia.

‘¿Y sabe usted que yo soy una pieza fundamental del sistema de Justicia?’. Ahí ha habido mucho palo.

El abogado tiene que sentir de verdad el orgullo de su camiseta.

Por lo tanto, piensa que hasta ahora no ha estado bien cuidado. De sus palabras se deduce.

Creo que se le puede proteger mucho mejor.

¿Mejor que con una aplicación de móvil?

Mejor que con eso. El Colegio de Abogados tiene que ser un ente capaz de decirle a los jueces, ‘señores jueces, esto no es tolerable’. Y eso se lo tiene que decir el decano. Y tiene que ser capaz de ir a poder legislativo y decirle ‘yo quiero poder informar este tipo de leyes, y quiero poder hablar con el ministro de Justicia sobre cómo funciona la oficina judicial y trasladarle las quejas, y sentarme con el fiscal general del Estado’, y aceptar lo que no funcione bien de la abogacía.

Y quiero poder sentarme con las autoridades fiscales y preguntarle, ‘oiga usted, ¿por qué ha convertido a los asesores fiscales en el pim, pam, pum, una profesión de riesgo?’.

Eso tiene que hacerlo en persona el decano.

Hay que recuperar el sentimiento de orgullo de profesión; a veces vas a los juzgados y ves que el abogado es el peor tratado de todos los profesionales de la Administración de Justicia

Hablando de asesores fiscales, en las últimas semanas se ha hablado del caso Ronaldo, de sus problemas fiscales y del abandono de su despacho. Todo eso se ha relacionado, a su vez, con su candidatura al ICAM y de su salida de puesto director de Baker McKenzie. ¿Hay relación entre una cosa y otra?

El despacho dejó de ser abogado de Ronaldo porque existía una discrepancia manifiesta en lo que consistía la defensa del jugador de fútbol. Nuestra firma no compartía la estrategia jurídica de trasladar determinadas responsabilidades a los asesores. A mí eso nunca me pareció una política correcta porque Cristiano Ronaldo tiene una defensa técnica pura.

Está injustamente imputado. Pero si la tesis es trasladar la responsabilidad a los asesores…, yo ahí me planté.

Y como me planté, se terminó la relación.

Fue una discrepancia manifiesta en cómo articular la defensa. Podré estar acertado o equivocado, pero extender la responsabilidad a terceros que no la tienen no considero que sea una defensa adecuada.

Por otra parte, la decisión de dejar la dirección de Baker McKenzie, para presentarme al Colegio de Abogados, la había tomado hace tiempo.

Las dos cosas no tienen nada que ver, como se ha tratado de hacer creer.

¿Usted es del Real Madrid o del Atlético?

Del Madrid, aunque ahora un poco menos.

¿Vicedecano o vicedecana?

Vicedecana.

¿50 por ciento hombres y 50 por ciento mujeres?

No, va a ser 60 por ciento hombres y 40 por ciento mujeres.

¿Edad media?

De todas las edades. Gente madura, de mediana edad y jóvenes.

Uno de los grandes desafíos de Alonso es ilusionar a sus colegas y que vayan a votar; en 2012 votaron un 13,9 del censo; y en 2008, un 10 por ciento. Carlos Berbell/Confilegal.

¿Qué les une a todos ellos?

El deseo de cambiar las cosas. Todos los que forman parte de mi candidatura están descontentos con la gestión que se ha llevado durante este periodo de tiempo. Y tienen una voluntad real de cambio, cada uno en su sector.

Consideran que soy una persona seria, trabajadora, honesta, que busco la excelencia, que no pretendo beneficiarme del colegio y que tienen confianza en mí.

Yo les he dicho que mi intención, si salgo decano, es estar un solo mandato y que en cinco años se pueden y se deben hacer muchas cosas.

Luego tiene que venir alguien más joven que continúe con ese trabajo. Pero construyendo un edificio que ya tenga pisos.

Usted aspira a dirigir el colegio más grande de toda Europa. Son casi 65.000 colegiados con derecho a voto. En 2012 votaron 8.994 abogados, un 13,9 por ciento del censo. 3,9 por ciento más que en 2008. ¿Posee usted algún secreto para movilizar a los electores con el fin de que voten?

Ilusionándolos. Me voy a dejar la piel desde el momento en que proclamen mi candidatura. Lo que quiero es crear ilusión y que la gente se crea lo que yo me creo. Lo que digo es lo que me creo. Y espero que mis compañeros vean en mi credibilidad. Les podrá gustar unas cosas más que otras. Es un periodo muy corto de tiempo, lo sé, pero ese es el desafío que tengo ante mí.

Si fuera elegido decano, usted tendría que jurar la Constitución. Eso es algo importante para usted, ¿verdad?

Sí, claro.

En mi candidatura habrá gente de derechas y de izquierdas, pero hay cosas que están por encima de la política, y es la defensa del Estado de Derecho y eso no es discutible

¿Cómo entiende que muchos colegios catalanes no hayan hecho una declaración pública reafirmando su lealtad a la Constitución y al ordenamiento jurídico? ¿Y que el decano de Girona, y presidente del Consejo de la Abogacía Catalana, Carles McCragh, hiciera público un manifiesto en el que decía que ‘las leyes deben ser interpretadas de acuerdo con la voluntad popular’, poniéndose así al servicio de la causa independentista? ¿Eso es compatible con el ejercicio de la abogacía?

Yo creo que no. Tengo un enorme respeto por Javier Vega Seoane, presidente del Círculo de Empresarios. El tío ha llamado a todos los medios de comunicación, nos ha puesto a todos los miembros de su junta detrás, y ha dicho, señores, por aquí no pasamos. La Constitución, el Estado de Derecho, la seguridad jurídica, son valores inalienables.

Si yo fuera decano eso es lo que habría hecho. De la misma forma. Eso es elemental.

Si hubiera sido decano, me habría ido a Barcelona a hablar con la decana para dialogar y decirle, ‘¿de qué forma podemos convenceros de que juntos estamos mejor? ¿Qué cosas podemos hacer juntos para que seamos una gran potencia?’.

Ya sabe que en Cataluña hay 5 decanos de colegios de abogados, de los 14 existentes, que aquí, en Madrid, en el Consejo General de la Abogacía Española, son constitucionalistas y allí, en Cataluña, cercanos al separatismo.

Esa situación es insostenible.

Si fuera elegido decano, ¿trataría de abordar esa problemática?

Es que ese doble juego no es aceptable. Ningún colegio de abogados puede hacer política. En mi candidatura habrá gente de derechas y de izquierdas, pero hay cosas que están por encima de la política. Y es la defensa del Estado de Derecho y eso no es discutible.

Si fuera decano y entrara a formar parte del CGAE para mí sería un tema innegociable.

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