El «upskirting», o hacer fotos por debajo de la falda a mujeres, una pesadilla social en Gran Bretaña
Tres ejemplos del "upskirting" que se trata de combatir en Gran Bretaña.

El «upskirting», o hacer fotos por debajo de la falda a mujeres, una pesadilla social en Gran Bretaña

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18/6/2018 06:15
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Actualizado: 18/6/2018 00:43
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Se suele decir que el órgano sexual más potente es el cerebro. La capacidad de fantasear es tan poderosa que conduce a búsquedas de formas de excitación «peculiares», como la última, de moda en Asia, Estados Unidos y ahora Europa: el  «upskirting», o hacer fotos por debajo de la falda de las mujeres de forma inadvertida y, por supuesto, con el desconocimiento de las afectadas.

La palabra inglesa «upskirting» procede de la unión de dos palabras: «up» (arriba) y «skirt» (falda).

Para los psicólogos esta es una parafilia, un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer se encuentra en objetos , situaciones, actividades o individuos atípicos.

Esta sería considerada una variante del llamado voyeurismo, una conducta que consiste en observar de forma oculta a personas desnudas, desnudándose o manteniendo relaciones sexuales.

Sólo que en este caso, merced a la facilidad de los teléfonos móviles para hacer fotos y vídeos, los mirones -la palabra española para voyeur- se dedican a fotografiar «en contrapicado» la ropa interior -o ausencia de ella- de todo tipo de mujeres que lleven falda.

Para muchas mujeres en Gran Bretaña, donde la práctica se ha extendido, dicha «actividad» equivale a un acoso en toda regla.

El pasado viernes estuvo a punto de ser prohibida, convertida en delito y castigada con hasta dos años de cárcel en Inglaterra y Gales, porque en Escocia ya es ilegal.

El proyecto de ley, impulsado por la la diputada liberal-demócrata Wera Hobhouse, contaba con el apoyo de la secretaria de Estado de Justicia, la conservadora Luzy Fraser. 

«Esta conducta es una invasión odiosa de la privacidad que deja en las víctimas un sentimiento de degradación. Al convertirla en un delito específico, enviamos un mensaje claro de que no toleraremos esta conducta y quienes la perpetren serán castigados adecuadamente», declaró por la mañana, antes del pleno que tenía que celebrarse.

También tenía el apoyo de la primera ministra conservadora, Theresa May. 

El caso de Gina Martin, el origen

Un año antes la joven británica, Gina Martin, había iniciado una campaña en redes sociales para conseguir que se penalizara dicha «afición», después de que un «bobby» (un policía) se negara a detener a un hombre al que acusó de sacarle fotos con su teléfono por debajo de su falda durante un festival de música de la banda The Killers celebrado en el Hyde Park de Londres.

La policía le explicó que se encontraba en un lugar público y que en la foto no salía su cara, por lo tanto no podía suponer una intromisión en su intimidad ya que no se la podía reconocer.

La ley inglesa castiga el voyeurismo, pero exige que la foto se hubiera hecho en un lugar privado.

Y no era el caso.

Aquel día, la joven Gina descubrió el principio general del derecho: lo que no está prohibido, está permitido.

Pero no arrojó la toalla.

A través de la red social Instagram contó su historia y descubrió que otras muchas mujeres habían sido víctimas del «upskirting», así que inició una campaña para que fuera considerado un delito.

Otras noticias, como la detención de un sujeto que mientras viajaba en los transportes públicos había conseguido hacer más de 50.000 fotos tipo «upskirting», contribuyeron a extender la sensibilización contra este problema.

Un revés inesperado

Todo parecía ir bien al comenzar el pleno, el viernes por la tarde.

Hasta que le llego el turno al diputado conservador y abogado, Christopher Chope, de 71 años, que, sin avisar a nadie, presentó una objeción al proyecto de ley.

De acuerdo con el reglamento de la Cámara de los Comunes, si un diputado muestra alguna objeción en ese punto de la tramitación, cualquier ley queda bloqueada.

Chope explicó después que no le parecía bien debatir el proyecto de ley un viernes por la tarde, a toda prisa, para crear un nuevo delito, por el que las personas pueden ir a la cárcel, y que, por lo tanto, la cuestión debería estudiarse con más profundidad.

Ni que decir tiene, que Chope fue criticado por todas partes.

Al día siguiente, declaró al Daily Mail que había hablado con «Gina Martin, la señora que ha promovido el proyecto de ley como víctima y me dijo que entendía perfectamente mis razones. Hemos quedado en vernos para tratar el tema en más profundidad», dijo.

El diputado conservador negó que tuviera falta de sensibilidad.

«No soy un dinosauro. Estoy muy vivo y pataleando. Hay demasiados pocos colegas que están preparados para defender los derechos del parlamento contra el ejecutivo y ahí es es donde las libertades que apreciamos se ven erosionadas», aclaró.

«Esa es mi recomendación al gobierno para asegurarse una tramitación lo más segura, justa y rápida del proyecto de ley contra el ‘upskirting’, que yo apoyaré con todo mi alma», concluyó.

Un revés inesperado que el Gobierno de May ha prometido solucionar para combatir lo que muchos ya creen que es una pesadilla social.

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