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A Contracorriente: la realidad vista desde la tribuna de opinión

A Contracorriente: la realidad vista desde la tribuna de opinión
Javier Junceda, jurista y escritor, autor de esta columna.
27/11/2018 06:15
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Actualizado: 27/11/2018 02:00
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Entre los que vivimos de las letras hay diverso pelaje. Por un lado, quienes limitan las horas al teclado a lo imprescindible, padeciendo un martirio con cualquier minuto más delante de él. Luego están los que trabajan pegados a la pantalla, que tantas veces apetece desatornillarles de sus asientos y llevarlos a sus casas.

Y, en fin, los que consideran un placer cambiar de registro mientras escriben, plasmando negro sobre blanco sus ideas acerca de lo que no constituye su tarea laboral principal. A este último grupo de ociosos laboriosos me he adherido siempre, porque me encanta compartir lo que pienso sobre lo divino y humano y también porque creo, con Francis Bacon, que escribir hace al hombre más exacto.

Esta grafomanía mía, con el tiempo, ha ido saliendo del anonimato y conocido nuevos horizontes. En particular, desde que la vida me liberó de ataduras que hacían poco recomendable divulgar mis impresiones sobre la actualidad, para no comprometer a las instituciones a las que representaba. Aunque hasta hace un par de años frecuentaba los medios con artículos esporádicos, a partir de entonces me lo he tomado como una actividad vital más, que forma ya parte consustancial de mi ritmo cotidiano y me divierte extraordinariamente.

Escribo, además, porque me dedico al derecho y porque empleo a diario un ordenador para mi trabajo, pero también porque me ayuda mucho desconectar del litigio que tengo entre manos y oxigenar la cabeza con otros asuntos.

Si me ocupara profesionalmente de otra cosa creo que igualmente escribiría, pero sospecho que me costaría más por no tener tan cerca esa formidable máquina creada para formar palabras, frases y pensamientos. Lo que está claro es que el universo de materias sobre las que proyecto mi inquietud rara vez es limitado, si bien trato de no escribir sobre lo que no domino mínimamente. Más bien lo que me atrae es la propia realidad cuando advierto en ella elementos que no comparto, por las razones que sea.

El próximo miércoles 28 de noviembre, a las 19 horas, el salón de actos del Consejo General de la Abogacía del castizo Paseo de Recoletos acogerá la puesta de largo de “A Contracorriente”, editado por Thomson Reuters Aranzadi. En él, por segunda vez en los últimos años, mis impresiones sobre la actualidad ven la luz en formato de libro.

Lo que me guía aquí sigue siendo lo mismo: que este nuevo centenar largo de consideraciones pueda despertar alguna curiosidad intelectual. Además de que escribir siempre sirva para organizar las ideas propias, también precisa de lectores que puedan compartirlas o no. Este es precisamente el objeto de este nuevo libro. No persigo mayor afán que provocar esa reflexión tan necesaria en cualquier tiempo y muy significativamente en el actual, repleto de tantos apriorismos y lugares comunes.

“A Contracorriente” recoge esos pensamientos en voz alta publicados en diversos medios de comunicación españoles e iberoamericanos -diarios del Grupo Editorial Prensa Ibérica, ABC, Expansión, El Confidencial Digital, Confilegal y La Voz de la Calle, este último un semanario de Perú-.

Los artículos se ordenan por materias y tratan de dar respuesta a los principales acontecimientos que se han sucedido en los últimos años. Se intercalan cuestiones de naturaleza política, social, cultural y jurídica, componiendo un puzzle que pretende conjugar amenidad con propiedad. Titulo “A contracorriente” porque son las cuestiones cotidianas que se presentan en infinidad de materias las que me llevan al teclado a tratar de desentrañarlas con esa perspectiva refractaria de la odiosa corrección política imperante.

Muchas de las tribunas que contiene este libro han sido publicadas aquí, en Confilegal, uno de los principales y más influyentes medios de comunicación del sector legal en lengua española, con un seguimiento imparable desde su fundación.

Es para mí un honor formar parte de su elenco de columnistas, y una enorme satisfacción poder hacerlo en un contexto de tanta libertad, algo que no suele ser frecuente por desgracia en el mundo de la prensa digital o tradicional.

Confío, en suma, que estas divagaciones sean de algún provecho, y también que puedan contribuir a formar una opinión pública alejada de la simpleza, algo que tanto cautiva en esta época caracterizada por grandes avances en multitud de terrenos y por el despiste generalizado en lo fundamental.

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