Ha fallecido Bartolomé Ríos Salmerón, un jurista de una pieza, un maestro y un amigo inolvidable, por Juan Martínez Moya
Bartolomé Ríos Salmerón falleció en la madrugada de hoy; su amigo, Juan Martínez Moya, glosa este perfil de quien fue, y es consenso entre sus iguales, un gran magistrado.

Ha fallecido Bartolomé Ríos Salmerón, un jurista de una pieza, un maestro y un amigo inolvidable, por Juan Martínez Moya

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06/1/2019 12:48
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Actualizado: 06/1/2019 12:56
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A la mágica noche de Reyes, se anticipaba una triste noticia: el fallecimiento del jurista ciezano, Bartolomé Ríos Salmerón. Un maestro del Derecho, un magnífico juez, un amigo inolvidable para muchos.

Para los más jóvenes apuntaré que Bartolomé Ríos fue juez durante más de cuarenta y cinco años.

Su trayectoria profesional encarna la historia de la jurisdicción social en España.

Transitó desde las magistraturas de Trabajo, integró el Tribunal Central de Trabajo, fue el primer  Presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de la Región de Murcia.

Culminó de forma  brillante el ejercicio de la función jurisdiccional como magistrado de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo hasta 2004.

En el año 2005 una treinta de compañeros y amigos, entre los que se hallaban el hoy magistrado del Tribunal Constitucional, Alfredo Montoya Melgar, magistrados del Tribunal Supremo, como Antonio Vicente Sempere Navarro, el entonces presidente de la Sala Social del Tribunal Supremo, su inseparable y entrañable amigo Joaquín Samper Juan, el actual rector de la Universidad de Murcia, José Luján, el presidente del Colegio de Graduados Social de la Región de Murcia, José Ruiz Sánchez y otros muchos cuya cita me haría interminable estas breves líneas, tuvimos una feliz iniciativa.

Bartolomé acaba de dejar su estatus de magistrado emérito del Tribunal Supremo.

Nuestra deuda de gratitud por tantos años de  magisterio teníamos que compensarla de alguna forma. La enormidad de esa  deuda de gratitud hacia  Bartolomé nos abocaba, en su cumplimiento, a una ejecución frustrada por nuestra imposibilidad de hacer frente a la misma.

El pago, al menos por compensación, no podía ser  más que simbólico.

Decidimos acogernos a una fórmula vital: darle un homenaje en su pueblo, Cieza.

El escenario: un sencillo acto presidido por el alcalde y autoridades académicas y judiciales. Lo teníamos difícil si el acto lo dibujábamos cargado de discursos elocuentes. De ser así, el rechazo del destinatario del homenaje estaba asegurado.

UN GIGANTE DIALÉCTICO EN SUS DISERTACIONES JURÍDICAS

Bartolomé siempre ha sido persona tímida por naturaleza y nada dada a la pompa y vanidad, lo que sea dicho de paso, no resultaba incompatible cuando, llegado el caso, se convertía en un gigante dialéctico  imbatible en sus disertaciones jurídicas.  

Por ello, para evitar que declinara la iniciativa se decidió acudir a la esencia y sustancia del objeto del homenaje: un libro.

Su legado jurídico, más allá de sus sentencias – ejemplares en su  contenido analítico y precisión de su lenguaje-, está presente en abundantes y perdurables, por su calidad, artículos y libros jurídicos –el privilegio del crédito salarial es su obra cumbre (he tenido oportunidad de verla citada como argumento de autoridad en muchos tribunales iberoamericanos)-. 

De ahí que la puesta en escena tuviera como guion la presentación de  un “liber amicorum”.

Una obra que, marginando lo que suele ser lugar común en esas clase de homenajes como son los artículos jurídicos al uso, fructificó en un libro cargado de vida, no tanto por la anécdotas -.que las había y muchas – sino por la enraizada humanidad de las vivencias que en el mismo se narraban.

CONFERENCIAS ANUALES DE AMIGOS DE BARTOLOMÉ RÍOS Y JOAQUÍN SAMPER

Ese libro de amigos apuntaló más tarde las bases para anuales conferencias jurídicas iuslaboralistas, denominadas “Encuentros de amigos de Bartolomé Ríos y Joaquín Samper” que afortunadamente siguen teniendo lugar en la región de Murcia.

En esas jornadas, de altísimo contenido jurídico  en el que se repasan los temas laborales actuales desde una perspectiva académica y jurisprudencial, se vienen dado cita los magistrados de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo, numerosos magistrados de lo social, abogados, graduados sociales y profesores de Universidad, con el impulso de las corporaciones profesionales de abogados y graduados sociales de la Región y el de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de la Región de Murcia, de la que era miembro activo de la misma.

Me aferro a este libro porque refleja con una técnica impresionista el retrato de un grande entre los grandes, que a la vez era una persona sencilla, de bien, y con una inteligencia emocional y para el Derecho absolutamente excepcional.  Conversar con él era aprender de él, de su experiencia y de su modo de razonar sobre los hechos y con el Derecho, que a la postre, es la vida.

Fue mi primer Presidente de Sala durante varios años.

Un privilegio que la vida me concedió, y por fortuna, a muchos más que hoy le recuerdan.

Hasta el último momento.

Hasta la última conversación telefónica.

PASIÓN DOGMÁTICA POR EL DERECHO

Otro maestro del Derecho como es Aurelio Desdentado, magistrado del Tribunal Supremo, decía que en Bartolomé había a la vez pasión dogmática por el Derecho como sistema de conceptos y pasión crítica por la insatisfacción que nos produce la distancia entre las realizaciones del Derecho y los ideales de justicia.

Una magnífica descripción de Bartolo como entrañablemente le llamábamos.

Era un excepcional jurista, un creador del lenguaje jurídico, un juez preocupado por la formación de los jueces. Un hombre profundamente justo, socialmente justo.

Un jurista hecho de una pieza.

Quienes tuvimos la suerte de haber disfrutado de su magisterio sabemos y sentimos el hueco que deja no sólo en el conocimiento del Derecho del Trabajo, del Derecho Procesal y de la Seguridad Social, sino en nuestras vidas y más aún en la de María Luisa y sus tres hijos.

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