«Crónicas de un juez optimista», Fernando Pinto debuta con un libro de buenas columnas periodísticas
El autor, Fernando Pinto Palacios, es magistrado, titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de Mahón, Menorca.

«Crónicas de un juez optimista», Fernando Pinto debuta con un libro de buenas columnas periodísticas

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27/3/2019 06:15
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Actualizado: 07/10/2020 09:33
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Fernando Pinto Palacios, de 36 años, es magistrado titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de Mahón, Menorca, doctor en Derecho por la UNED con una tesis muy original titulada «Nacidos para salvar. Un estudio ético-jurídico del bebé medicamento», además de profesor universitario.

También es columnista de Confilegal, donde publica regularmente desde hace tres años. Precisamente esas columnas, que tienen un público muy fiel -y que este diario comparte con El Diario de Menorca-, son la base de su último libro, «Crónicas de un juez optimista», en las que aborda  ideas como ¿Por qué no somos honrados?, ¿Conocen nuestros hijos sus obligaciones?, ¿A qué estamos dispuestos para defender la ley? o ¿Por qué no conseguimos la igualdad entre hombres y mujeres?

El libro, que acaba de salir a la luz, ya está en el segundo puesto del ranking de libros de ética de Amazon.

Y no es una casualidad. Porque Pinto Palacios domina el «suajili» judicial, como buen profesional que es, pero también posee el don de narrar las cosas en «román paladino», en el cual -decía Gonzalo de Berceo- «suele el pueblo hablar con su vecino». Y además un «román paladino» bonito.

En este contexto tiene lugar la entrevista sobre «Crónicas de un juez optimista» a Fernando Pinto Palacios, «uno de los nuestros» en la que no tiene sentido hablar de usted.

¿Por qué has escrito este libro, Fernando?

Desde el año 2013 escribo cada quince días en la sección de opinión del Diario de Menorca y desde hace tres con vosotros, en Confilegal. Siempre he pensado que, después de publicarse las columnas, en cierta medida “desaparecen” para el lector.

Salvo que se publiquen en un medio digital, como el vuestro, resulta muy difícil volver a encontrarlas.

Por tal motivo, hace unos meses pensé que podía hacer una selección de las columnas que me parecían más interesantes y recopilarlas en un libro.

“Si no levantas los ojos”, ¿por qué ese título?

El título forma parte de un aforismo del libro Voces del escritor italo-argentino Antonio Porchia que dice: “Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto”.

Creo que el sentido de este aforismo está directamente relacionado con lo que pretenden las columnas que escribo, es decir, contar una historia para reflexionar sobre sus implicaciones sociales, educativas, jurídicas, etc.

Una historia cualquiera –ya sea una charla de un “coach” famoso, una sentencia del Tribunal Constitucional o un párrafo de un libro- pretende introducir al lector en alguna cuestión de actualidad sobre la que todos debemos “alzar” la mirada para centrar nuestra atención y reflexionar.

Mi intención no es ofrecer soluciones, sino más bien transmitir todas las dudas que aparecen siempre que hablamos de los grandes temas: justicia, educación, libertad, tecnología, juventud, etc.

¿Y lo de juez optimista?

El subtítulo del libro describe el contenido del libro. Son crónicas escritas por un juez que relatan historias que han pasado y que me permiten crear un espacio de diálogo con el lector.

En cuanto al optimismo, está relacionado con el significado último de las columnas, es decir, hay cosas que hemos hecho mal, pero tenemos la capacidad suficiente para mejorarlas con prudencia, responsabilidad y buenas dosis de creatividad.

¿Qué puede encontrar el lector en este libro?

Un espacio para reflexionar sobre cuestiones que nos afectan a todos. Por ejemplo, hay un artículo titulado “Si duele, no es amor” que habla de cómo una mujer puede convertirse poco a poco en víctima de violencia de género hasta el punto de llegar a justificar las acciones de su agresor.

En vez de hablar de estadísticas sobre muertes violentas, utilizo la historia de la rana hervida del filósofo franco-suizo Olivier Clerc.

Este cuento tiene una moraleja sencilla: si una mujer no toma conciencia del deterioro progresivo de su relación afectiva, posiblemente en el futuro no estará en condiciones de tomar las decisiones adecuadas (denunciar, pedir ayuda, buscar asesoramiento legal, etc.).

¿Algún otro ejemplo?

Hay un artículo llamado “¿Podrías ser juez?” que, resumiendo el caso O.J. Simpson, incide en las dificultades de la labor de los jueces cuando se ven sometidos a una gran presión mediática y social.

En otro artículo, llamado “El valor del fracaso” hablo de la importancia de aprender la lección moral de aquellos proyectos que no salen como esperamos.

O en el artículo “Perdón, por favor y gracias” reflexiono sobre las normas de educación que cada vez están más olvidadas.

¿Le da vértigo expresar sus opiniones en un libro? Se lo pregunto a propósito de la libertad de expresión de los jueces.

Las columnas tratan de temas que nos afectan a todos: educación, justicia, juventud, redes sociales, igualdad, etc.

Es cierto que existen muchos temas –seguro que usted me puede indicar más de uno- que son “sensibles” y pueden afectar a la imagen de imparcialidad.

Lo cierto es que las columnas no pretenden ofrecer una posición clara sobre un tema, sino más bien esbozar un camino para reflexionar sobre cuestiones de actualidad.

Cada uno puede extraer sus conclusiones.

Magistrado, profesor universitario en la Universidad Isabel I y en la Universidad de Islas Baleares, columnista… ¿De dónde saca el tiempo?

Muchas personas me hacen la misma pregunta. Y siempre respondo lo mismo: voluntad y organización.

Tanto escribir como dar clase en la Universidad me apasionan. Y, por supuesto, ser juez. Creo que los jueces tenemos además un trabajo privilegiado que nos permite conocer de primera mano las inquietudes de la sociedad en la que vivimos.

Como decía Confucio, “encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

Si hay voluntad por hacer algo, y además te apasiona, ya tienes mucho ganado. En cualquier caso, hace falta organizarse el tiempo porque es limitado. Suelo fijarme unos horarios de trabajo según los proyectos que tengo en marcha. Y, claro, hay que cumplirlos.

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