«Quien del juez huye, contra sí arguye», los refranes sobre justicia, abogados y prófugos marcan la actualidad

«Quien del juez huye, contra sí arguye», los refranes sobre justicia, abogados y prófugos marcan la actualidad

Ni disparates ni sentencias
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02/6/2019 01:15
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Actualizado: 02/6/2019 01:43
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“Quien del juez huye, contra sí arguye”, dice un viejo refrán, que nos recuerda, de forma muy directa al prófugo expresidente del gobierno autónomo catalán, Carles Puigdemont, y a sus cuatro exconsejeros fugados como él, hace un año y siete meses.

Los mismos que llevan tras las rejas Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Cuixart, y un poco menos Dolors Bassa, Carme Forcadell, Josep Rull y Jordi Turull cuyo juicio llegará a su fin en menos de 15 días en el Tribunal Supremo tras 4 meses de vistas públicas, televisadas, de principio a fin.

El que huye de esa manera, se puede deducir, delata a las claras que es reo de algún delito.

Porque si no no hubiera escapado.

De cajón, que diría un castizo. O, dicho de otra forma: lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad. 

UNA PARTE DE NUESTRA HISTORIA

El refrán forma parte de nuestra cultura, nuestra historia y nuestra tradición.

Es la sabiduría popular hecha sentencia y todos los aspectos de la vida cotidiana están reflejados de alguna manera en estos dichos contundentes y muchas veces irreverentes, no digamos ya políticamente incorrectos.

La Justicia, los abogados, las sentencias, los jueces, están también representados, para bien y para mal, en el refranero popular español.

Con sus luces y sus sombras, ya saben: “Justicia, cosa muy buena; pero no en mi casa, en la ajena”.

La definición que ofrece el diccionario de la RAE de lo que es un refrán es la de “Dicho agudo y sentencioso de uso común”.

Refrán procede del francés refrain –estribillo- y forma parte de lo que se denominan paremias, enunciados breves, sentenciosos e ingeniosos que transmiten un mensaje instructivo, incitando unas veces a la reflexión intelectual y moral y otras a directamente a lo políticamente incorrecto.  

Los adagios, aforismos, axiomas y proverbios en general forman parte también de las paremias, que pueden tener un contenido moral, de orientación meteorológica o agrícola, supersticioso, por zonas geográficas o lingüísticas y declaradamente malicioso.

Todas estas formas de paremias tienen en común la transmisión de una moraleja o un consejo.

Miguel de Cervantes, en su novela Don Quijote de la Mancha, lo definía como: “sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios”, populares, habría que añadir.

COMPENDIO DE LA SABIDURÍA DEL PUEBLO 

El refranero popular es el compendio de la sabiduría del pueblo.

Uno de los refraneros más antiguos que se conserva es Refranes que dicen las viejas tras el fuego (1541), del Marqués de Santillana.

Obras del Siglo de oro también incoporan muchos refranes, como por ejemplo en El libro del Buen Amor o El lazarillo de Tormes y, por supuesto, El Quijote: ”Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todo son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas…”

El refrán no deja títere con cabeza, por lo que tampoco se libra ni la Justicia con mayúsculas, ni los abogados o jueces, con especial mención a reos y ladrones de diverso pelaje.

En todos estos refranes se observa cierta desconfianza, por decirlo suavemente, hacia toda la justicia en general y hacia sus ejecutores en particular, aunque también se puede encontrar algunas loas.

«Don Quijote de la Mancha», de Miguel de Cervantes, contiene uno de los acervos más completos de sabiduría popular del momento.

En general, es la justicia de Dios la que sale mejor parada….

Y vamos con algunos ejemplos.

“Pleitos tengas y los ganes”, es un retorcido refrán relacionado con otro que dice: “Más vale un mal acuerdo que un buen juicio”.

Ambos cristalizan en otros dos muy  contundentes: “Juicios pasen, más no por mi casa” y “Justicia, cosa muy buena; pero no en mi casa, en la ajena”.

Hay algunos refranes muy antiguos: “A la Justicia y a la Inquisición, chitón”, aunque algunos siguen de plena actualidad, como “la justicia tarda, pero llega”

“La justicia y la razón, las más recias armas son” tiene su contrapunto en “La justicia tolerante es cómplice del maleante” y “Buena es la justicia, si no la doblara la malicia”

“La mejor defensa es un buen ataque” es la primera lección que se aprende  en el mundo de la abogacía, porque todo el mundo sabe que “La justicia de enero es muy rigurosa, mas llegando febrero ya es otra cosa” y hay que huir de “La justicia de Don Benito, que ahorcaba al hombre y después investigaba el delito”.

En general Dios sale mejor parado en los refranes que la justicia o los jueces, como se comprueba en citas tales como “Justicia humana claudica, pero mi Dios sí la aplica”, “Justicia, Dios la conserve; pero de ella nos preserve”.

“La Justicia es muy cretina, si no mata al que asesina” es una visión radical y trasnochada  que se suaviza en este otro refrán: “La Justicia tolerante, es cómplice del maleante” y es que  “Justicia es agravio, cuando no la aplica el sabio” y “La ley justa, no es rigurosa”, aunque “Donde haya legisladores, no faltarán infractores.”

REYES Y LEYES, ABOGADOS Y LETRADOS

En este caso la rima ayuda mucho a los refranes referentes a la monarquía, como “El Rey, está bajo la ley”, “Nuevo rey, nueva ley” , “Malos reyes, muchas leyes”, “Cual es el Rey, tal es la ley.”

Pero son los abogados los que salen peor parados  en el refranero popular, que piensa que “Suegraabogado y doctor, cuanto más lejos mejor”, insiste en que  “Cuando toma cuerpo el diablo, se viste de fraile o de abogado” y remata con  “Un abogado listo, te hará creer lo que nunca has visto”.

Aunque no todo iba a ser negativo, los letrados también tienen aliados en el refranero, como por ejemplo “El letrado ha de tener dos partes de experiencia, y una de ciencia”, o bien “Ni ruin hidalgo, ni ruin galgo, ni ruin letrado” y además “El letrado y la paciencia, ganan la sentencia”.

Claro que “En pleito claro, no es menester letrado”, pero en cualquier caso, “Tu médico sea cristiano, y tu abogado pagano”.

«JUEZ COHECHADO, DEBERÍA SER AHORCADO» 

Los jueces no iban a ser menos y también tienen su apartado, a veces con refranes tan drásticos como  “Juez cohechado, debiera ser ahorcado”, “Juez que prevarica, pasarlo por las picas”, para terminar advirtiendo que “Hasta para el juez, hay horca” porque en todo caso, “Juez sin conciencia, mala sentencia”.

Otros refranes son más una advertencia que otra cosa: “Juez derecho, como la viga del techo”,  “El juez que toma, presto es tomado” o “Juez infiel, impide que la balanza esté en su fiel”.

Hay refranes para jueces blandos y para jueces duros, que nunca llueve a gusto de todos:  «Juez que dudando condena, merece pena”,  “Juez mal informado, fallo desacertado”, “Juez muy riguroso, a todos se hace odioso” y “De juez de poca conciencia, no esperes justa sentencia”.

El oidor –como se llamaba antiguamente a los actuales jueces y magistrados que forman parte de órganos colegiados– Antonio Hermenegildo de Querejazu y Mollinedo, que sirvió en la Audiencia de Lima, Perú, en el siglo XVIII.

«JUEZ LIMPIO DE MANOS, NO ACEPTA REGALOS»

Además los hay para jueces justos y templados, sobre todo en comparación con otros juristas: “Más vale palmo de juez, que brazada de abogado”, “Juez limpio de manos, no acepta regalos”, y “Juez imparcial, da lo suyo a cada cual”.

Existen refranes tan antiguos que hoy en día resultan algo crípticos, como por ejemplo “Juez cadañero, derecho como sendero” y “Sebo de burjaca, la ira del juez aplaca”, que uno no puede por menos que buscarlo en el diccionario.

Y así lo he hecho: cadañero, que pare cada año; burjaca, bolsa grande de cuero que llevan los peregrinos.

El primero sigue siendo algo enigmático y el segundo algo se clarifica por lo de untar la bolsa.

Por último, no un refrán, sino otro consejo de Miguel de Cervantes, porque no sólo es importante conocer los refranes y su significado, sino saber cuándo aplicarlos en la conversación:

“–Mira, Sancho –respondió don Quijote–: yo traigo los refranes a propósito, y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tráeslos tan por los cabellos, que los arrastras, y no los guías;(…) y el refrán que no viene a propósito, antes es disparate que sentencia”.

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