Cada día se suicidan en España 10 personas, 3.650 al año
En España, cada dos horas y media, una persona se está suicidando.

Cada día se suicidan en España 10 personas, 3.650 al año

En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, los expertos alertan de que más de 3.600 personas se quitan la vida cada año
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07/9/2019 07:50
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Actualizado: 07/9/2019 14:16
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Cada año, entre 3.600 y 3.700 personas se suicidan en España: esto supone que se producen 10 muertes al día. O lo que es lo mismo, un suicidio cada dos horas y media.

Todo ello sin contar los intentos fallidos, que según los expertos pueden llegar a duplicar estas cifras.

Es decir, entre 7.200 y 7.400 personas lo intentan, pero no lo consiguen.

Así lo cuantifica el Instituto Nacional de Estadística refiriéndose a datos de 2017.

El 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y los expertos piden acabar con el tabú y hablar abiertamente del tema, exigiendo al mismo tiempo un plan estatal de prevención transversal que llegue a la sociedad.

Se trata de abordar una forma de morir que ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad.

Por mucho que se quiera ocultar, no es un tema menor: la Organización Mundial de Salud, cifró en 2014 en más de 800.000 las personas que mueren cada año por suicidio en el mundo.

En España, hombres, policías y jóvenes son los tres grupos de población entre los que se registra una mayor tasa de suicidios anuales, con una cifras que superan ampliamente las muertes por accidentes de tráfico o violencia machista, y que, sin embargo, no consiguen llamar suficientemente la atención de administraciones y Gobierno como para plantear acciones serias  para encarar el  problema.

Aunque varias Comunidades Autónomas cuentan con planes de prevención, no hay medida alguna a nivel estatal.

DE LOS 10 SUICIDAS, SIETE SON HOMBRES Y TRES MUJERES

El suicidio es la primera causa de muerte por causas no naturales en la población general y la segunda entre la población de entre 15 y 29 años.

De los diez suicidas diarios, siete son hombres y tres mujeres. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado presentan tasas de suicidio que duplican las cifras de la población general.

El objetivo que señalan los expertos sería reducir un 20 % las muertes por suicidio en una década, lo que implicaría 700 muertes menos cada año.

Por Comunidades Autónomas: Galicia y Asturias poseen las mayores tasas de suicidio por 100.000 habitantes, mientras que la menor la registra la Comunidad de Madrid.

Para el presidente de la Sociedad Española de Suicidología, el psicólogo Andoni Anseán, todos estos datos “son pavorosos, ignorados y ocultos».

«No somos conscientes del grave problema que supone, por eso denunciamos el hecho de que la prevención del suicidio no esté en la agenda de políticos o administraciones”.

UN PROBLEMA SOCIAL

Para el psicólogo “el suicidio no es un suceso, sino un problema social que necesita recursos y estrategias para su solución».

«También es un tema complicado de abordar, pues mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda informar sobre el mismo, los medios deben hacerlo con cuidado y sensibilidad, sin caer en el morbo y en el amarillismo, sin detalles escabrosos, sin explicaciones reduccionistas cuando ocurre el suicidio de un famoso”, manifestó Anseán a Confilegal.

A pesar de que no existe un plan nacional de prevención, en algunas autonomías sí hay establecido protocolos para el suicidio o el intento de suicidio.

En Madrid, por ejemplo, cuando se sospecha de intenciones suicidas de una persona, se le deriva de inmediato a una unidad de psiquiatría, “pero en general hace falta que el sistema de salud esté más preparado y lo ideal sería un plan nacional de prevención, pero a día de hoy no parece que vayamos a tener nada en este sentido”.

Aunque comparativamente España está en mejor situación que otros países de su entorno, como Francia, “tenemos mucho camino que recorrer respecto a estas personas que sufren tanto que no quieren seguir viviendo, no importa que sea dolor físico o dolor psicológico».

«Hay que ayudar a abordar este sufrimiento, impulsar la promoción de la vida, afrontar las dificultades, comenzando por la enseñanza de la gestión emocional desde la escuela, porque parece que hemos perdido un poco la perspectiva del valor de nuestra vida”, afirma Andoni Anseán.

El presidente de la Sociedad Española de Suicidología, el psicólogo Andoni Anseán.

EN EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Hace casi dos años, profesionales, expertos y familias acudieron al Congreso de los Diputados para exigir un plan nacional integral de prevención del suicidio.

Uno de ellos era el entonces diputado de UPN Íñigo Alli, que defiende la necesidad de proporcionar a la sociedad herramientas de prevención “para poder tener resortes sanitarios y sociales de intervención, de prevención y de tratamiento posterior para los intentos de suicidio”.

Para ello, dice “hay que exigir al Estado un plan transversal, porque aunque hay Comunidades Autónomas, como Valencia, Navarra o Andalucía, con algunas normas, se trata básicamente de protocolos de intervención”.

Alli está convencido de que las cifras reales son muy superiores a las oficiales y todo ello sin contar los intentos, que “se calculan en unos 80-90.000 al año”.

La soledad, el dolor, la falta de verbalización de los problemas, pero también el efecto llamada, explica, son detonantes para los suicidas “por eso hay que tener mucho cuidado y ser muy exquisitos, pero no es invisibilizando como se va a conseguir que las cifras al menos disminuyan”.

Para el experto, “hablar del suicidio salva vidas. Estamos en el siglo XXI, el estigma, la vergüenza de las familias en tiempos pasados ya no son una excusa en una sociedad avanzada que lo que tiene que hacer es enfrentar el problema».

«Pero desgraciadamente no está entre las prioridades de los políticos. No veo ni una palabra sobre suicidios entre los puntos del plan de Pedro Sánchez”.

El exdiputado Íñigo Alli, que llama la atención a esta lacra oculta que padece España.

SUICIDIOS FAMOSOS

Perder a un ser querido por suicidio es probablemente una de las experiencias más devastadoras desde el punto de vista emocional para una persona o una familia. Pero cuando se trata de alguien famoso el que comete este acto, el mundo entero queda atónito.

El primer suicidio del que se tiene constancia fehaciente fue el de Periandro de Corinto, uno de los siete sabios griegos junto con Bías de Priene, Cleóbulo de Lindos, Pítaco de Mitilene, Quilón de Esparta, Solón de Atenas y Tales de Mileto.

Murió en el 585 a.C. y su suicidio no fue una muerte cualquiera. Periandro eligió un lugar apartado en el bosque y encargó a dos jóvenes militares que le asesinaran y enterraran allí mismo.

También encargó a otros dos hombres que siguieran a sus asesinos, los asesinaran y sepultaran un poco más lejos y a otros dos más que hicieran lo mismo, y así sucesivamente hasta un número indeterminado de muertos. Una masacre para evitar que sus enemigos descuartizaran su cuerpo tras el deceso.

El filósofo Platón se oponía al suicidio, pero con excepciones importantes: cuando fuese «ordenado legalmente por el Estado», como en el caso de Sócrates; para enfermedades dolorosas e incurables y cuando uno “viérase obligado a ello por la ocurrencia de alguna desgracia insoportable».

Otros dos filósofos griegos, Demócrito y Espeusipo, se suicidaron cuando eran muy ancianos. Así, para los epicúreos, cuando la vida se volvía insoportable, el suicidio estaba justificado. Para los estoicos, el suicidio también era permisible, especialmente si uno tenía una enfermedad incurable.

«La muerte de Sócrates», óleo de Jacques-Louis David, pintado en 1787, que describe los momentos anteriores a que el filósofo ingeriera el veneno.

EN LA ANTIGUEDAD

En la Antigua Roma no existía prohibición de suicidio para los ciudadanos. Sin embargo, sí lo estaba para esclavos y soldados, por razones económicas y patrióticas, respectivamente.

Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto se suicidó bebiendo una mezcla de venenos. Un tóxico elixir que contenía cicuta, acónito y opio y no por la mordedura de un áspid como dice la leyenda.

Nerón quiso dejar este mundo a las afueras de Roma con la ayuda de un sirviente, tras ser condenado a muerte por el Senado. El emperador pidió a Epafrodito, su liberto, que le clavara una daga el 9 de junio de 68 d. C.

El astrónomo y filósofo griego Eratóstenes, famoso por su medición del radio de la Tierra, decidió suicidarse a los 79 años en el 194 a.C. tras quedar ciego. Dejó de comer hasta la muerte.

Demóstenes por su parte se suicidó en el templo de Poseidón de Calauria tomando veneno escondido en una caña tras ser también condenado a muerte por agitador.

El de Sócrates fue otro suicidio, probablemente el más famoso de la historia. El filósofo griego fue condenado a morir bebiendo cicuta por tratar de ‘corromper’ a los jóvenes atenienses y expresar sus ideas en contra de las creencias en los dioses ancestrales.

El filósofo romano Séneca decidió abrirse las venas, mediante  cortes en brazos y piernas tras ser sentenciado a morir.

Al ver que la muerte no llegaba, pidió a su médico Eustacio Anneo que le administrase cicuta. Pero no le hizo efecto. Por último, ordenó que le trasladaran a un baño caliente, donde finalmente murió asfixiado a causa del vapor, ya que era asmático. Ocurrió el 65 d.C.

ILUSTRES SUICIDAS

Desde entonces hasta nuestros días nombres ilustres del arte y la literatura, políticos, o filósofos, han tomado la decisión de acabar con su vida.

Es famoso el llamado “efecto Werther”, provocado por la novela de Goethe “Las penas del joven Werther” que terminaba con el suicidio del protagonista, consistió en una extraña epidemia de muertes voluntarias entre los jóvenes europeos, hasta tal punto que las autoridades de muchas ciudades tuvieron que prohibir la novela.

En España, el poeta Ángel Ganivet intentó quitarse la vida  lanzándose al Mar del Norte el 29 de noviembre de 1898. Desgraciadamente para él, fue rescatado por un barco pero, según sus salvadores, volvió a tirarse de nuevo al agua, logrando esta vez su objetivo.

O como la escritora británica Virginia Woolf, que padecía de doble personalidad y que el 28 de marzo de 1941 se llenó los bolsillos de piedras y se ahogó en el río Ouse. También  falleció ahogada la escritora argentina Alfonsina Storni, diagnosticada de cáncer de mama.

Se despidió antes de morir el 25 de octubre de 1938 arrojándose desde un acantilado escribiendo a su hijo estas líneas: «Suéñame, que me hace falta y aunque no la soñemos, sí que le canturreamos. Te vas Alfonsina con tu soledad, ¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?».

ENFERMEDADES INCURABLES

Se cree que la escritora estadounidense Sylvia Plath sufría trastorno bipolar. «Quiero suicidarme, escapar de la responsabilidad, regresar lentamente al útero», escribió en sus diarios.

Finalmente, en la cúspide de la fama, no pudo más e introdujo la cabeza en el horno de gas de su cocina el 11 de febrero de 1963.

Las enfermedades incurables son una razón de peso para muchos suicidas.

Arthur Koestler, escritor húngaro de origen judío y uno de los intelectuales anticomunistas más importantes, no quería someterse al párkinson y al cáncer que padecía y se suicidó el 1 de marzo de 1983. Este fue también el caso de Robin Williams cuando escribió:

“No puedo más. Es hora de marcharse”. Padecía demencia de cuerpos de Lewy una enfermedad cuyos síntomas son similares a los del Alzheimer o el Párkinson. Se ahorcó el 11 de agosto de 2014 dejando conmocionado a todo el planeta.

El actor Robin Williams se quitó la vida, víctima de una depresión.

TRASTORNOS Y DESAMOR

El suicidio a veces se presenta de una manera romántica. Una mañana de julio, Ernest Hemingway se metió el cañón de su escopeta en la boca y apretó el gatillo.

Fue el 2 de julio de 1961 y los psiquiatras que estudiaron el caso piensan que debajo de esa fachada de vividor y de su personalidad arrolladora se escondían trastornos mentales, traumas infantiles, miedos e inclinaciones al suicidio.

Al igual que el novelista y poeta japonés Yukio Mishima, considerado uno de los más grandes escritores de Japón del siglo XX, que tenía una personalidad llena de contradicciones sexuales, sociales y políticas.

Tras planear su muerte durante más de un año, se hizo el harakiri, el método japonés tradicional de suicidio el 25 de noviembre de 1970.

Sin olvidar al periodista romántico Mariano José de Larra, que se pegó un tiro en la sien a los 27 años el 13 de febrero de 1837. La causa, el desamor de su amante, Dolores Armijo.

MÉTODOS VARIADOS

Los métodos de suicidio de personajes famosos son también variopintos, como si con este último acto quieran seguir llamando la atención sobre su persona.

El poeta y dramaturgo revolucionario ruso Vladimir Mayakovsky jugó a la ruleta rusa, ganó dos veces pero perdió el 14 de abril de 1930. La actriz británica Peg Entwistle, de 24 años, subió a la parte superior de la «H» del famoso cartel de Hollywood, en el Monte Lee y saltó al vacío el 16 de septiembre de 1932.

Especialmente público y sangriento fue el suicidio del político R. Budd Dwyer, grabado para la posteridad cuando habiendo sido acusado de sobornos en licitaciones,  el día antes de recibir la sentencia convocó una rueda de prensa en la que, tras insistir en su inocencia,  sacó un revólver y apretó el gatillo delante de las cámaras.

Cesare Pavese, Anne Sexton, Kurt Cobain, Alexander McQueen, David Foster Wallace, Tony Scott, Marilyn Monroe, Anthony Bourdain, Kate Spade, Vincent Van Gogh, Robert Enke, Luis Ocañ Charles Boyer, Emilio Salgari…

La lista es larga e incluye artistas de toda índole, pero también políticos, académicos, deportistas y algunos desconocidos que alcanzaron la fama a raíz de su muerte.

EL SUICIDIO MÁS “HERMOSO”

Ese fue el caso de Evelyn Francis McHale, cuyo suicidio ha pasado a la historia como el más “hermoso” a causa de una fotografía tomada instantes después de que se precipitara desde el mirador del Empire State Building en Nueva York, por causas desconocidas.

La hermosa y distinguida mujer parece serena sobre el techo abollado de una limusina de las Naciones Unidas. Su semblante se ve tranquilo, como si estuviera dormida; tiene los tobillos delicadamente cruzados y su elegante mano enguantada sobre el pecho, agarrando su collar de perlas.

foto ha pasado a la historia como «el suicidio más bello», según la revista «Time». El artista Andy Warhol incluso lo usó como inspiración para su impresión, «Suicide (Fallen Body)».

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