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La brecha digital de género

La brecha digital de género
Javier Puyol es socio director de Puyol Abogados & Partners. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
13/11/2019 06:30
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Actualizado: 10/4/2023 17:50
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La brecha digital de género se define como la diferencia del porcentaje de hombres y el porcentaje de mujeres en el uso de indicadores TIC’s (uso de Internet en los últimos tres meses, uso frecuente de Internet, compras por Internet) expresada en puntos porcentuales.

Son capacidades para adquirir destrezas prácticas en TIC’s necesarias para el trabajo y la vida cotidiana[i].

El acceso de la mujer a las TIC no es solo una cuestión de igualdad de género, sino una necesidad urgente en la agenda de desarrollo para 2030.

Las TIC’s empoderan a las mujeres y las niñas en su acceso a la salud, los servicios bancarios y la educación, y facilitan su participación como ciudadanas, y, además, debe tenerse presente que un acceso igualitario a la tecnología e Internet también facilita la participación de mujeres en sociedades cada vez más digitales y en la comunidad global.

Reducir la brecha digital de género también tiene efectos positivos en el potencial desarrollo y crecimiento económico de los países.

La brecha digital está relacionada con la brecha del conocimiento y, más específicamente, con las “habilidades digitales” ​ necesarias para vivir y trabajar en sociedades caracterizadas por la importancia creciente de la información y el conocimiento, y constituye una de las variables más relevantes relacionadas con el retraso de las mujeres en la incorporación al mundo de las nuevas tecnologías y al uso de Internet.

Es cierto que las diferencias de acceso entre hombres y mujeres se dan en todas las sociedades actuales, tanto en contextos de economías avanzadas como de economías en desarrollo, pero en el ámbito digital deben desplegarse los mejores esfuerzos para que dichas diferencias queden erradicadas por completo. ​

Consecuentemente con ello, hoy en día la preocupación por las diferencias de género en el uso de ordenadores e Internet, y en el acceso a los medios tecnológicos en general es creciente.

Siendo completamente necesario a tal efecto la implementación y el impulso de las correspondientes medidas legislativas adecuadas, y las políticas públicas, constituye un hecho contrastable que las TIC’s cada día abarcan todas las esferas de la vida, pero debe tenerse presente que,  al mismo tiempo, el uso y acceso a las mismas, tal como ha quedado indicado anteriormente, está produciendo “una brecha digital de género” que se traduce no sólo en el menor número de mujeres usuarias de las TIC, sino también en la persistencia de desigualdades estructurales específicas de género que constituyen barreras para su acceso y su uso, de ahí la necesidad de aquellas medidas que incentiven en toda su extensión el acceso de las mujeres a las TIC’s en condiciones de igualdad con los hombres.

Buena muestra de la necesidad de estas medidas legislativas lo constituye lo dispuesto en el nuevo artículo 81 de la Ley Orgánica de la Ley 3/2018, de 5 de diciembre de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, se regula el derecho de acceso universal a Internet, donde se afirma que “todos tienen derecho a acceder a Internet independientemente de su condición personal, social, económica o geográfica”, así como que “el acceso a Internet de hombres y mujeres procurará la superación de la brecha de género tanto en el ámbito personal como laboral”, lo que supone el primer reconocimiento formal en nuestro ordenamiento jurídico de la existencia de la indicada brecha digital de género.

Al inicio de la aparición de las TIC, se partía de la idea de que no existía la brecha digital de género, sino que el retraso de algunos sectores, colectivos y países era un estadio que se superaría con el tiempo y con el crecimiento económico y por ello, bastaría con el hecho de poner ordenadores para que la gente los utilizase.

DIVERSAS MODALIDADES DE BRECHA DIGITAL

Hoy se constata, sin embargo, que, esta no es solo la solución, sino que, además, existen diversas modalidades de este tipo de brecha digital y que ésta persiste y adquiere nuevas formas.

Al mismo tiempo que existe una brecha de acceso, hay una brecha de uso, una brecha de contenidos y una brecha de habilidades tecnológicas, que es necesario combatir y eliminar de manera definitiva y eficaz.

No obstante, ello, debe considerarse, que la brecha digital de género ha disminuido en el año 2018 en los principales indicadores analizados (uso de Internet en los últimos tres meses, uso frecuente de Internet y compras por Internet).

Al hilo de ello, las causas que han determinado a nivel global de la existencia de esta brecha digital están sometidas a diversos y diferentes condicionamientos[ii], que no han hecho sino discriminar a la mujer, creando la brecha digital de género que se trata de eliminar, y que son los que se indican a continuación:

a). LA CULTURA Y EL MACHISMO 

Siempre se ha considerado que las mujeres deberían dedicarse a ciertas actividades y que hay ciertos tipos de trabajo, estudios o distracciones que son propias de un género y restrictivas a su contraparte.

Dichos estereotipos serían totalmente inofensivos, de no ser porque subyacen de forma profunda en la construcción que las mujeres hacen de sí mismas y de lo que los demás esperan que ellas hagan, condicionando de manera completamente injusta su vida personal, social y profesional.

b). LA FALSA INCLUSIÓN 

Constituye un discurso persistente entre quienes se dedican al desarrollo de tecnología consistente en que no hay una discriminación femenina puesto que, si ellas quisieran, la puerta de las oportunidades está abierta para todos.

Además, se insiste, lo que vale son las habilidades y no el género.

El problema es que dichas generalizaciones tienden a caer en la falsedad, ya que, si bien es cierto que la cultura del mérito, el esfuerzo y el know how es el predominante en las comunidades de desarrolladores, también lo es el hecho de que culturalmente hay un sesgo, y que el sólo hecho de notarlo, ya requiere de cierto esfuerzo intelectual.

c). LAS REPRESENTACIONES MEDIÁTICAS 

En una buena medida, la forma en la que nos desarrollamos como personas, tiene que ver con lo que observamos en los medios de comunicación, y ahora, en las plataformas digitales. Y constituye una situación plenamente constatable, que muchas de las representaciones mediáticas simplifican la figura femenina a un objeto sexual u ornamental o a caracteres análogos, cuestión que necesariamente debe ser objeto de reflexión, y de puesta en común de manera colectiva para eliminar dicho estereotipo.

d). LA AUSENCIA DE PROGRAMAS ESTRUCTURALES DE CARÁCTER PÚBLICOS Y PRIVADOS

Si bien existen esfuerzos que luchan por la inclusión digital de género, en la mayoría de las ocasiones se trata de asociaciones o instituciones que trabajan con recursos propios y con un alcance relativamente limitado, siendo más que evidente la necesidad de contar con políticas que evidentemente colaboren de forma activa en este tipo de desarrollo social; por tanto, para que una mujer pueda integrarse, necesita en primer lugar, conocer la situación en la que se encuentra y segundo, contar con las políticas o ayudas públicas o privadas necesarias para eliminar esta brecha, y conseguir la plena inserción en el ámbito del acceso y el uso de la tecnología.

e). LA FALTA DE VISIÓN INTEGRAL 

Los programas de inclusión digital de género tienen el déficit consistente en que sólo están dirigidos a mujeres.

Si se quiere crear un cambio profundo y estructural, es necesario que se incluyan a todos los actores de la educación que necesitan capacitarse en ese sentido.

Por tanto, deberían incluirse a niños, niñas, padres y profesores, y a cuantos otros colectivos puedan incidir de manera activa en la consecución de la plena igualdad de géneros en el ámbito que nos ocupa.

La inclusión digital de género es una labor que corresponde a todos por igual, ya que no sólo se trata de un programa políticamente correcto, sino del futuro de la mitad de la población y del desarrollo integral de los países.

No obstante, tal como señala Martínez Cantos[iii], la respuesta no puede ser un simple “sí” o un “no”, por varias razones, entre las cuales, de manera muy sucinta, se encuentran las que se citan a continuación:

a). En primer lugar, la brecha o desigualdad digital no se limita a un asunto de usar o no usar los ordenadores e Internet, sino que también hay que fijarse en cómo se usan y qué resultados se obtienen.

Hay otras dimensiones donde dirigir la atención si se quiere comprender mejor el fenómeno de la desigualdad en el aprovechamiento de las nuevas TIC’s, por ejemplo, la calidad de acceso a Internet, las e-habilidades o los patrones de usos.

Esta multidimensionalidad y la distinta intensidad en unas u otras áreas dan lugar, asimismo, a una variedad de perfiles de personas usuarias de Internet.

b). En segundo lugar, hablar de Internet no es hablar de una tecnología estática, sino que se trata de una realidad en continuo cambio.

Al igual que otras tecnologías, la difusión de Internet ha pasado por una serie de fases que han sido analizadas en relación con las brechas digitales surgidas en cada momento: entre usuarios y no usuarios y, posteriormente, entre los propios usuarios.

Estos temas han sido centrales en la evolución de los estudios al respecto de la brecha digital y han llevado a considerarla, indefectiblemente, un fenómeno dinámico complejo.

c). La existencia de la vinculación del género con otras variables (como la edad o la situación laboral).

Para ello, es ineludible para entender correctamente los fenómenos de la brecha digital y evitar generalizaciones confusas e imprecisas.

Además, debe tenerse en cuenta que cuando consideramos las relaciones de género entran en juego otros elementos importantes como son las etapas en el ciclo vital, los efectos de las responsabilidades domésticas o el uso del tiempo.

Atender a estas cuestiones e introducirlas en las investigaciones (logrando comparar a hombres y mujeres en igualdad de condiciones formativas, laborales, económicas, etc.) implica generizar (del inglés, gendering) la brecha digital.

d). Por último, es conveniente destacar que los datos citados se refieren aisladamente al caso de España, pero, si queremos llegar a conclusiones de mayor relevancia, es preciso contextualizarlos mediante comparaciones con las situaciones de otros países.

Lo que se buscaría es saber si el proceso se da igual en todas partes o cuáles son los factores que participan en cada caso.

En este sentido, resultaría de gran interés conocer qué territorios muestran los resultados más cercanos a los objetivos políticos y sociales que podamos plantearnos, para así profundizar en los análisis de sus elementos determinantes y, tal vez, establecer modelos.

Castaño y Vázquez[iv] han señalado que las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) están produciendo cambios acelerados en el ámbito social, cultural, económico y educativo.

NUNCA TANTAS PERSONAS HABÍAN ACCEDIDO A LAS INNOVACIONES TECNOLÓGICAS EN TAN POCO TIEMPO 

Pero además de oportunidades, esta es una sociedad de barreras: no sólo crea nuevas brechas entre colectivos sociales, sino que mantiene las anteriores, aunque articuladas de forma diferente.

De hecho, para adecuar el capital humano a los requerimientos de la Sociedad de la Información y del Conocimiento, y fomentar una verdadera inclusión digital, es necesario reducir la brecha digital, y esto es especialmente importante en el caso de las mujeres.

Por ello, según dichas autoras, la brecha digital de género es en realidad una enorme brecha social que se sustenta en factores de exclusión como la capacidad económica, la disponibilidad de tiempo, los conocimientos, habilidades y experiencia, el bagaje cultural y lingüístico.

Pero, además, la tecnología está diseñada por y para hombres, y esto resta protagonismo al papel de las mujeres en su desarrollo y uso.

Las mujeres, sin embargo, forman un colectivo heterogéneo y si bien su realidad es distinta a la de los hombres también contiene situaciones muy diferentes en su interior, y por ello afirman que se hace necesario dar respuesta a las crecientes demandas de las personas usuarias atendiendo a su diversidad.

Además, el acceso a las TIC’s es necesario, pero no suficiente, y la clave parece radicar en los problemas de conocimiento y experiencia con estas tecnologías.

Por ello, y, en definitiva, para dichas autoras es necesario abandonar la idea de que el acceso de las mujeres a las nuevas tecnologías se producirá de manera natural, espontánea y automática, y promover, de manera proactiva, la e-inclusión en igualdad.

Consecuentemente con lo indicado, es importante recordar y reiterar en las presentes reflexiones que la eliminación de la brecha digital entre hombres y mujeres reviste sin lugar a duda, un carácter prioritario.

200 MILLONES MENOS DE MUJERES QUE DE HOMBRES CONECTADOS EN LÍNEA 

En este sentido, se hace necesario recordar que, hoy por hoy, lo cierto es que hay al menos 200 millones menos de mujeres que de hombres conectados y en línea, y las disparidades a nivel global, son preocupantes.

Y aunque en España se puedan haber reducido dichas diferencias, de acuerdo con los datos existentes, esta brecha digital no hace más que aumentar a nivel global[v], con lo que ello supone de factor plenamente discriminatorio en contra de la mujer.

Por ello, nos hallamos no solo ante un imperativo moral, ya de por sí suficiente y bastante para considerar este problema, sino también ante una excelente oportunidad para el crecimiento de la presente economía digital.

Esta es, además, la senda principal para avanzar hacia la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas número 5º, a saber, «lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas».

De ahí que lo importante es que todas las partes interesadas trabajen de consuno para que las mujeres puedan acceder en pie de igualdad a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s), y gocen de más posibilidades de emprender una carrera en el sector de las TIC’s, el cual adolece de una profunda y creciente escasez de competencias.

Parte de la respuesta radica en la educación, y en el fomento no discriminatorio de las materias relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

Los gobiernos y las empresas también han de desempeñar un papel esencial, pero principalmente mucho más activo para que las mujeres prosperen y se igualen en el acceso y el uso de la tecnología en este ámbito de actividad.

Se han logrado ciertos avances en estas esferas, no obstante, no cabe sino redoblar esfuerzos para erradicar las diferencias por razón de género en el acceso y en el uso de las TIC’s entre hombres y mujeres.

 

[i] Cfr.: WIKIPEDIA. “Concepto de Brecha digital de género”.

[ii] VAZQUEZ, Rubén. “Las 5 razones de la brecha digital de género”. Forbes México. 27 de abril de 2017.

[iii] MARTINEZ CANTOS, José Luis. “La brecha digital de género en España y Europa”.

[iv] CASTAÑO COLLADO, Cecilia, y VAZQUEZ, Susana. La brecha digital de género: prácticas de e-inclusión y razones de la exclusión de las mujeres”.

[v] ZHAO, Houlin. “Fomentar la participación de las mujeres y las niñas en las TIC”. International Telecomumunications Union (ITU).

 

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