El sistema de oposiciones fue inventado por los chinos
Pintura de la época de la dinastía Song (960-1279) que representa un examen imperial.

El sistema de oposiciones fue inventado por los chinos

El modelo de examen de acceso a la función pública vigente en España, la oposición, nació en China antes de Cristo

Funcionarios, oposiciones, no son producto occidental: nacieron con el imperio chino. Así de simple y así de claro. 

Año 221 a.C.: el rey Chin logró someter a la totalidad de China. Tras años de conquista, unificó un territorio anteriormente dividido en seis estados.

Creó un gobierno dividido territorialmente en 36 «comandancias». Centralizó el poder en su figura. Construyó un imperio valiéndose de imposiciones como un solo sistema de escritura para todo el territorio…

Pero el pilar fundamental para la eficacia en su unificación fue la Administración del Imperio.

Con ésta dinastía aparecieron por primera vez los funcionarios, que asistían al emperador en el control y gobierno del Imperio.

15 años después, en 206 a.C., los Chin fueron derrocados por la dinastía Han.

Pero su huella no quedó solo en el nombre de «China», ni en la consolidación de un nuevo imperio.

Su legado, que ha llegado hasta nuestros días, fue la creación de un cuerpo de funcionarios profesionales.

Un siglo después, Han Wendi, sucesor en el cargo de Chin, fijó un sistema de oposiciones para el que se crearon incluso escuelas de preparación. 

El fundamento principal de este sistema, residía en la objetividad para la selección. La nobleza, se veía como una amenaza para la Administración del imperio, y la forma de prevenir una «usurpación» del poder era seleccionar a los cargos públicos por sus aptitudes.

Con el sistema de examen imperial se consolidaba una burocracia fiel para el imperio chino.

Durante la Edad Antigua, el imperio de Chin se difuminó en el mapa.

Fue en el 581 cuando se reconstruyó el imperio.

El emperador Wendi proclamó la dinastía Sui, reestructuró el gobierno, y entre sus medidas para la unificación, retomó la que ya había adoptado la dinastía Chin 700 años atrás: la del examen imperial para acceso al cargo de funcionario.

El sistema de examen imperial chino se fue configurando a lo largo de los siglos, y estuvo vigente hasta hace 1905.

Museo del Examen Imperial de China, en Nanjing, capital de la provincia de Jiangsu, en el este de China. El museo, con el tema de sistema de examen imperial de la antigua China, cubre un área de 22,000 metros cuadrados con más de 700 obras expuestas.

EN QUÉ CONSISTÍA EL SISTEMA DE EXAMEN IMPERIAL CHINO

Durante los primeros pasos del sistema, aún aparecían rasgos meritocráticos: existía una prueba de actitud, en la que se consideraban aspectos aristocráticos como la apariencia o la forma de hablar.

Este modelo de examen fue abolido por la dinastía Song (920-1279). Con ésta, se estableció un examen de «palacio», en el que únicamente se examinasen los conocimientos.

Conocimientos que se recogían en un inacabable temario.

Por primera vez, los candidatos fueron seleccionados objetivamente sobre sus aptitudes: así se consolidó finalmente el sistema de examen imperial chino como tal.

Pero seguía teniendo sus limitaciones: comerciantes, artesanos y los monjes taoístas y budistas no tenían la posibilidad de acceder a la prueba, pero más allá de ello, su dificultad limitaba sobre todo para que el campesinado pudiera preparar semejante contenido.

Sólo un 10% de las personas que se presentaban aprobaban el examen, que se hacía bajo anonimato para evitar favoritismos.

Todo ello, configuró un sistema que después muchos de los países europeos «copiaron».

IMPORTADO POR LOS FRANCESES A EUROPA

Los primeros seguidores de este sistema de acceso a la función pública fueron los vecinos del Imperio chino: Corea, Japón y Vietnam.

Aunque en Corea, desapareció cuando Japón se anexionó el territorio, ya que Japón optó finalmente por un sistema hereditario.

Pero el modelo llegó más lejos: los jesuitas llevaron de China a Francia este sistema y lo adoptaron en sus escuelas. El emperador Napoleón después lo generalizó.

Y es que el concurso-oposición acabó con la élite del Antiguo Régimen, para construir una nueva élite. Los mejores.

Eso es lo que buscaba precisamente Napoleón.

De esta forma, no sólo consolidó la educación en Francia y acabó con la vieja nobleza: creó en Europa por primera vez, una burocracia pública en función del mérito y la capacidad.

«Yo deseo —dijo ante el Consejo de Estado, tras la implantación de un nuevo modelo de docencia— constituir en Francia el orden civil. Hasta el momento no existen en el mundo más que dos poderes: el militar y el eclesiástico. El incentivo de un gran poder y de una gran consideración eliminará esta antipatía filosófica que, en ciertos países, aleja a los más acomodados de los puestos y entrega el gobierno a los imbéciles y a los intrigantes… Es necesario imitar en el cuerpo de profesores la clasificación de los grados militares… Yo quiero sobre todo una Corporación porque una Corporación no muere nunca… Una Corporación que no tenga otra ambición que ser útil y otro interés que el interés público. Es necesario que este cuerpo tenga privilegios y que no sea demasiado dependiente de los ministros ni del emperador».

Y es que con Napoleón comenzó el modelo francés de burocracia pública que adoptaría España después.

Y DE FRANCIA A ESPAÑA, QUE YA TENÍA ANTECEDENTES

El modelo de funcionario francés se adoptó en España en el siglo XIX.

No obstante, ya desde 1588 existían en España pruebas de mérito y conocimientos.

Felipe II, durante su reinado, achacó los grandes problemas sociales a la ignorancia, y la ignorancia, a la educación.

Por ello, ideó un sistema de exámenes para elegir al mejor profesorado.

En este sentido, aunque Felipe II no se anticipó a los orientales, si que se adelantó a Napoleón.

Pero fue éste último el que empujó a España en el siglo XIX a adoptar el sistema de función pública que también Francia había adoptado.

Bajo el gobierno del entonces presidente del Consejo de Ministros (hoy denominado presidente del Gobierno), Juan Bravo Murillo, en 1852, se promulgó el Real Decreto de 18 de junio por el que se regulaban los exámenes de acceso a la Función Pública, en su artículo 13 y siguientes.

Éste Real Decreto fue el primer estatuto general de funcionarios públicos.

Al de Bravo Murillo, siguieron el Real Decreto del Estatuto de O`Donnell, de 1866, que hacía hincapié en el principio de «mérito» para el acceso a la Función Pública, y la Ley de Bases de los Funcionarios del Estado de 22 de julio de 1918, o «Estatuto Maura», que dio más estabilidad al empleo público.

Y volviendo al concepto de mérito, es con la Constitución de 1978 cuando se ratifica esta práctica en España: igualdad, mérito y capacidad son las tres notas a acreditar para acceder a la Función Pública a día de hoy, gracias a siglos de historia, viajando, éstas palabras, por distintos continentes, dinastías y administraciones.

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