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Alienación parental y Estado de Derecho

Alienación parental y Estado de Derecho
El abogado José Luis Sariego Morillo, autor de esta columna.
02/2/2020 06:30
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Actualizado: 06/10/2020 14:37
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Cuando hablo de alienación parental, siempre me da temor hablar de ello ante la avalancha de críticas que sufriré de aquellos que niegan la evidencia científica de la existencia de esta forma de maltrato infantil.

Los que suelen negar la existencia de alienación parental, precisamente son aquellas personas que usan o han usado alguna vez este tipo de maltrato hacia los demás, o hacia sus hijos.

Pero, ¿quién no ha sufrido alienación parental en su infancia?

Creo que ningún adulto que tenga suficiente madurez, puede negar que haya sufrido alienación parental en su infancia.

Lo que ocurre, es que mucha gente lo han vivido como una experiencia más que ha estado presente en su crecimiento personal, y han aprendido a gestionar este tipo de situaciones y saben diferenciar lo que era correcto de lo que no lo era.

Otras, sin embargo, no han terminado de superar que fueron víctimas de este tipo de maltrato, y suelen “reproducir” el modelo como algo natural y aceptable.

Es curioso que, desde la perspectiva de género y el discurso feminista radical, se niegue la alienación parental como una de las formas más crueles de maltrato a los hijos, cuando lo cierto es que el concepto de violencia de género no se puede explicar sin hacer alusión a la alienación que sufren muchas mujeres en sus relaciones de pareja.

Esto es, que negar la alienación parental es tanto como negar la existencia misma de la violencia de género y de su concepto.

Ya Lenore Walker (1) nos explicaba la alienación que sufren las mujeres en su tesis sobre el círculo de la violencia en la pareja en 1978.

O M. Seligman en 1975 (2) también nos explicaba cómo se sufre alienación en la pareja cuando elabora su tesis sobre la indefensión aprendida que sufren mujeres maltratadas.

Ambos autores hacen referencia a la alienación cuando hablan de manipulación psicológica por parte de un miembro de la pareja al otro, como método de control para ejercer un poder absoluto, anulando la voluntad de la otra parte.

Hay nuevas líneas de trabajos de investigación que explican que, por ejemplo, la alienación o manipulación se usa por parte de las sectas para “controlar” a los adeptos.

Así, autores como Miguel Perlado (3) nos dicen “que lo que define a una secta no es el mensaje, sino el control que ejerce mediante la manipulación psicológica, y que se puede notar si una persona entra a una de ellas, si presenta cambios en su manera de hablar, sus actividades, su vestuario e incluso su alimentación”.

Recientemente este autor comparaba esta forma de actuar de las sectas con la causa independentista en Cataluña o en partidos radicales españoles como los del País Vasco, e incluso llega a insinuar que hay un cierto sesgo sectario en los movimientos feministas españoles y occidentales.

Explica muy bien este autor, aquello de “estás conmigo, o estás contra mí” como característica sectaria muy llamativa del movimiento feminista.

Por eso no es extraño que este tipo de movimientos que usan técnicas y herramientas de las sectas, nieguen la existencia de la alienación parental, por cuanto ellos no pueden reconocer que manipulan a sus adeptos o a sus “afiliados”.

En Alemania, hace muchos años, cierto partido que ni siquiera voy a mencionar, usó aquello de “los judíos nos roban” para justificar la “Endlösung der Judenfrage” o “Solución Final”.

Ya sabemos las consecuencias de aquel Holocausto y el Holodomor.

Hemos encontrado cierta similitud de aquellas personas fácilmente manipulables con personas que sufrieron alienación parental en su infancia y que fueron “educadas en el odio al otro”.

Así estudios del «Children and Family Court Advisory and Support Service» (CAFCASS) –Servicio de asesoramiento y apoyo del Tribunal de Menores y Familia– de Gran Bretaña nos indican que la mayoría de jóvenes que cometen delitos o que se integran en grupos radicales, tanto políticos como sociales y antisistema, han crecido en un ambiente familiar post-divorcio, donde se ha inoculado el odio a la figura paterna.

Los más preocupante es que estos jóvenes justifican el uso de la violencia como método de resolución de conflictos, siendo muy curioso en que cada vez más mujeres, son los sujetos activos de delitos violentos.

Incluso en otro informe se nos recuerda que la mayoría de chicos (y chicas) que sufren abusos en sus relaciones de pareja adultas, han crecido en una familia o bien sin figura paterna, o bien educados en el odio al padre (4).

EL NEGACIONISMO DE LA ALIENACIÓN PARENTAL

Regresando a la línea de este artículo, muchos olvidamos que un día creímos en los Reyes Magos o en Papá Noël, sólo porque nuestros padres nos hicieron creer que existían.

Manipulación o alienación parental positiva sin duda.

Quienes niegan la existencia de la alienación parental no quieren que recordemos cosas tales como:

1.- Que son seguidores de un determinado equipo de futbol o de una determinada ideología religiosa o política, porque alguien les inculcó todo ello en su psique. Alienación parental sin duda.

2.- Que les gusta un determinado tipo de música o lectura, porque nos cuesta recordar que alguien nos enseñó a ver la belleza en aquella música o, lo fácil que es soñar y viajar a través de las páginas de un libro.

3.- Que de niños, les corregían la conducta inadecuada, nos educaban para vivir en sociedad, y nos enseñaban a respetar a los demás y, sobre todo, a nuestros mayores.

Estos son casos de alienación positiva que reciben los niños.

Educarlos en la aceptación de los demás, el respeto, el saber escuchar, el vivir en sociedad, aceptar la libertad de ideas y del pluralismo político y en usar el diálogo como método de resolución de conflictos, etc.

Creo que muchos de los que niegan la existencia de la alienación parental no han vivido este lado mágico de la infancia, donde todo está por descubrir con la mirada de un niño, ávido de saber, conocer, aprender, etc., y se han quedado anclados en ese lado oscuro de sus infancias, la de alienación parental destructiva y que genera un odio irracional en los corazones y en las mentes de los niños, que más tarde serán adultos odiadores.

Muchos de ellos, ni tan siquiera sabrán el por qué.

Si educar a un niño es un acto de amor y de humanidad inconmensurable, deberíamos pararnos a pensar, tan sólo un instante, sobre aquel momento en que uno de nuestros padres o ambos, decidieron un día educarnos sobre la base del odio, del enfado, de la venganza, o de cualquier otro motivo rechazable.

EDUCAR EN EL MIEDO 

Y aquí entra la alienación parental en su lado más tenebroso, oscuro y dañino y que se intenta ocultar.

Esa forma de educar en el miedo hacia los demás, hacia lo que es diferente, a lo que es desconocido, en una palabra, criar a un niño en el rechazo hacia alguna persona o grupo.

Así el Doctor E. Kruk (5) nos recuerda que “El odio no es una emoción natural para un niño; es algo que tiene que ser enseñado desde la infancia. Un padre que educa a su hijo en el odio o el miedo al otro padre representa un peligro grave y persistente para la salud mental y emocional de ese niño. Por tanto, el niño educado en el odio suele alienarse con su verdugo (como las mujeres verdaderamente maltratadas), para evitar el dolor y mantener una relación con ellos para sentirse a salvo (similar al síndrome de Estocolmo), siendo esto una de las formas más crueles de maltrato”.

Quién no recuerda situaciones en su infancia, como el haber escuchado en alguna ocasión a sus padres o en su entorno social o escolar decir cosas tales como: “no me gusta fulanito ni que te juntes con el”; “la culpa de eso la tiene papá o mamá”; “es que eres un desastre, como tu madre” ; “los padres de fulanito no me gustan”; “es que tu padre es como tu abuelo que era un borracho” ; “ése, es un fresco”.

Más duro es recordar que hemos llegado a oír cosas como “esos son gitanos”, “Ése/a es un maricón o una boyera”, “Fulatina es comunista”, “Menganito es un facha”; “a esos les iba a dar yo de palos”

O frases más recientes tales como: “Los políticos son todos unos ladrones”; “Eres un facha”, “España nos roba”; “muerte al machote” o la de “el machismo mata”, que no deja de ser un símil muy parecido a aquello de “Los judíos nos están matando de hambre” (6).

Todo este tipo de consignas sectarias, no hacen más que usar la manipulación o alienación social de los individuos (e individuas) para obtener más seguidores o adeptos a una causa basada en el rechazo a quien es o piensa diferente a ellos y ellas.

SOBRE LA PROPUESTA DE BILDU ACERCA DE LA ALIENACIÓN PARENTAL

Este es un artículo de reflexión que surge a raíz de la noticia que el partido EH Bildu ha propiciado una propuesta en el País Vasco, para que las instituciones rechacen ayudar a los niños que sufren alienación parental en los conflictos de las familias, tanto en los tribunales vascos como en los servicios sociales vascos.

Hay que indicar que esto ha sido apoyado por el PP, PNV y el PSE y afines a Podemos.

Y para que el lector piense por un momento, el por qué estos partidos necesitan que el Estado, las Comunidades Autónomas y sus instituciones rechacen la existencia de la alienación parental, creo que es justo ahora cuando el voto que necesitan captar se nutre de prácticas y herramientas sectarias alienantes.

Creo que los partidos, sindicatos, colegios profesionales, universidades, etc. que quieren que se rechace la idea del maltrato que sufren los niños por alienación parental, tiene una base más de ingeniería social que otra cosa.

En realidad, no quieren que los niños sufran alienación parental positiva.

Esto es, que sean educados por sus familias en valores tales como el respeto a la libertad de ideas o a la libertad de expresión.

Necesitan niños alienados (manipulados) desde el colegio y que se sometan a “charlas educativas” en los colegios para así lograr que, en un futuro, tengan un pensamiento único aceptable para quienes deciden las líneas políticas a seguir.

Matan así, la necesidad del pluralismo ideológico tan necesario en un estado democrático de derecho, y logran con ello, que desaparezcan las voces disidentes.

Y ya sabemos dónde nos conduce todo esto.

Y, para terminar, quiero apuntar que el primer mandatario moderno occidental que comenzó a usar aquello de, “ellas y ellos” o, el “diputados y diputadas”, fue Adolf Hitler en todos sus discursos.

Basta, por ejemplo, leer el principio de algunos de los discursos en el magnífico blog de David Pérez Pol (7).

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Citas:

1.- Lenore E.A. Walker: The Battered Woman Syndrome

2.- Seligman, M. E. P. (1975). Helplessness: On Depression, Development, and Death. San Francisco: W. H. Freeman. ISBN 0-7167-2328-X.

3.- CAFCASS Report 2017.

4.- CAFCASS Report 2017.

5.- Kruk, E. (2011). Divorced Fathers: Children’s Needs and Parental Responsibilities, Halifax: Fernwood Publishing

6.- «El Judío, el enemigo de los pueblos» discurso de Hitler pronunciado el 13 de Abril de 1923 

7.- Blog de David Pérez Pol.

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