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Es necesario evolucionar, la lección principal que nos deja esta pandemia

Es necesario evolucionar, la lección principal que nos deja esta pandemia
La institución educativa de La Salle ha puesto en marcha en todos sus centros su protocolo de aprendizaje a distancia. Esta es una de las "evoluciones" sobre las que apunta Damián Fuentes, director general de Safe Creative, experto en nuevas tecnologías, en esta columna.
14/4/2020 06:40
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Actualizado: 13/4/2020 23:49
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La evolución se define como “Cambio o transformación gradual de algo, como un estado, una circunstancia, una situación, unas ideas, etc.”. 

La situación que estamos viviendo con la pandemia, cuyas consecuencias estamos sufriendo a nivel mundial en las últimas fechas, nos llevan a reflexionar sobre la necesidad de experimentar una evolución sobre las estructuras y convencionalismos en los que se basaba nuestra sociedad, experimentando así un salto darwiniano en el que será vital la adaptación al medio circunstancial que nos toca vivir. 

Debido a estas estructuras convencionales en las que nos movíamos, y sobre todo, a que pese estar en una época digital nos seguíamos rigiendo por un funcionamiento de la Administración, entidades, empresas y corporaciones excesivamente “tradicionalizado”, y poco permeable a la evolución real de sus metodologías operacionales en las que han prevalecido las mentalidades analógicas, la realidad era que los ciudadanos sentíamos la necesidad de asistencia presencial para celebrar cualquier tipo de actuación, firma de contrato, realización de una gestión administrativa o registral, pese a existir tecnología y herramientas digitales que pueden objetivar y facilitar evidencias de que un hecho, convenio, contrato, envío de información o traslado de datos se ha producido o llevado a cabo a través de entorno digital en la red global de comunicaciones. 

UN APRENDIZAJE RÁPIDO 

El aprendizaje rápido que nos está aportando esta catástrofe que estamos viviendo es que nuestra realidad no será, a corto o medio plazo, la misma que vivíamos hace tan sólo unas cuantas semanas. 

Los conceptos tradicionales de los modos en los que nuestros hijos, en edad escolar, acudían a sus colegios, institutos y universidades, a cualquier centro educativo de nuestra geografía, en que parte de su educación, además de la puramente curricular, venía dada por un grado de “sociabilización” e interacción cercana, han pasado a un estado 2.0, ya que si algo nos han trasladado las autoridades son pautas para evitar contagios, que siempre pasan por adoptar una “distancia social” y evitar las aglomeraciones, que precisamente se producían en esos Centros Educativos. 

A raíz de la “explosión” de la pandemia en nuestro país y la adopción de medidas restrictivas por parte de las Autoridades competentes, se produjo el cierre de estos Centros educativos y la adopción de “soluciones de urgencia” por parte de sus gestores, haciendo llegar tareas para que los alumnos pudiesen llevar a cabo actividades escolares en sus domicilios que les permitan continuar avanzando en sus ciclos formativos, pero esta vez a distancia y sin la presencia inmediata de sus formadores. 

Esa teleformación se ha pretendido complementar con conexiones en remoto por dichos formadores con sus alumnos, haciendo uso de herramientas y plataformas abiertas, no específicamente creadas con fines formativos, y mucho menos que supedite su uso únicamente a ciertos Centros Educativos con esta finalidad, suponiendo actos de buena voluntad necesarios para “parchear” una situación que ninguno preveía que nos iba a “arrollar”. 

En ese afán de adaptación y evolución es necesario que se produzca una urgente migración de estructuras, de procedimientos, creación de unidades con contenidos audiovisuales e interactivos para aprender y educar y a los que nuestros escolares puedan acceder en cualquier momento (a través de un canal seguro) para ser empleados como tutoriales permanentes de acceso (a los autorizados por el formador y el centro educativo), estableciendo nuevas pautas que se adopten como propias y que sean parte de ese “crecimiento” obligado por la situación que nos toca vivir, y es el momento de realizar previsiones que permitan dotarnos del uso de entornos “digitales” seguros para poder continuar con la vida académica de aquellos que se encuentran en periodos formativos. 

CAMBIOS QUE SE DEBEN PRODUCIR 

Cambios de métodos, adaptación de contenidos curriculares, de criterios de evaluación, de formas de sentir , crecer, vivir, serán imprescindibles para seguir madurando y hacer que nuestra sociedad se acomode a esta nueva realidad. 

El teletrabajo se implantará progresivamente, y cada vez con más fuerza en nuestro tejido empresarial, al menos en lo referido a funciones de gestión administrativa, debiendo de dejarse de sentir como parte del cordón umbilical de determinadas empresas la imperiosa presencia de operarios que como autómatas tienen que cumplir un horario frente a una pantalla (primando el tiempo presencial a la productividad real). 

Será necesario establecer nuevos criterios productivos en los que prime la calidad a la cantidad, y que el rendimiento se evalúe por objetivos marcados y conseguidos, es decir por procesos productivos reales y objetivables, y no por tiempos marcados por dispositivos de “fichado” que avalen horas de presencia en centros productivos. 

Metodología operativa y productiva es lo que se deberá de implantar con la mayor premura posible, sometida a procedimientos que avalen un correcto funcionamiento de la actividad desarrollada en un “nuevo medio” no exento de amenazas, por lo que será fundamental establecer canales seguros sometidos a políticas de empresa marcadas y restrictivas en muchos aspectos, para lo que es siempre conveniente establecer métodos en los que se incluya la obtención de evidencias digitales objetivadas y certificadas para acreditar hechos. 

Se necesita, por tanto, una evolución en tiempo récord, que nos haga prepararnos para las nuevas situaciones que deberemos de abordar en lo sucesivo, y que requieren la confección y el establecimiento e implantación de estos planes metodológicos en los que las estructuras, normas, canales y herramientas a emplear queden completamente definidas y sean respetadas para así poder garantizar que será factible superar este tipo de crisis, y poder realizar las actividades que resultaban cotidianas en nuestras vidas, si no como siempre, sí con una perspectiva digital pero efectiva y segura. 

Para todo ello se deberá de contar con un despliegue adecuado de redes e infraestructuras que posibiliten el objetivo perseguido, que a día de hoy son claramente deficientes e insuficientes, debiendo de preverse la dotación de determinados medios que posibiliten el fin perseguido a aquellos que carezcan de los mismos. 

Sin perseguir pensamientos catastrofistas, es hora de prever y generar nuevas formas de actuar que rijan la dotación de pautas de actuación en el futuro, adelantándonos a las exigencias y retos que deberemos de abordar en breve para paliar los efectos de esta nueva forma de sentir la vida y las circunstancias a las que deberemos de enfrentarnos para seguir evolucionando. 

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