Pepe Álvarez, secretario general de UGT: «España necesita un proyecto de futuro»
En esta entrevista Pepe Álvarez habla de los retos que España debe afrontar de cara al futuro de nuestro país. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Pepe Álvarez, secretario general de UGT: «España necesita un proyecto de futuro»

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10/11/2020 12:00
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Actualizado: 10/11/2020 14:32
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Como el comer. Como el vivir. Bien podría añadirse a la declaración del secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Pepe Álvarez, de 64 años, asturiano de nacimiento y catalán de adopción, quien abre esta entrevista realizada en su despacho del edificio de la Avenida de América, en Madrid.

La suya es una visión de Estado, sin duda alguna. Y te hace pensar. Porque no barre para su campo, como sería lo lógico. Ni su discurso es el de «ellos», los buenos, contra «los otros», los malos.

Si lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad, es eso precisamente lo que hace aquí Álvarez. Explicarlo con toda claridad en el ojo de este huracán económico provocado por la pandemia del COVID-19.

Comienza, además, como se suele decir, de frente.

«España necesita un proyecto de futuro. Un proyecto que se materialice en un gran acuerdo de Estado en el que se impliquen todas las fuerzas políticas, sociales, económicas, académicas…», afirma.

«Un proyecto que nos permita definir cuáles son las grandes líneas a abordar desde el punto de vista industrial –digitalización, I+D+i– y de los servicios. Y que sea una hoja de ruta que no acabe con un Gobierno sino que se pueda mantener en el tiempo con los gobiernos que le sucedan».

Lo que usted plantea con su idea de proyecto de futuro para España es un plan de reconstrucción de nuestro país. 

Es que si fuéramos un país que pensara en los ciudadanos y las ciudadanas eso tendría que llevarnos a hacer un gran pacto de reconstrucción, que pusiera negro sobre blanco todas estas cuestiones.

Deberíamos ser capaces de hacer un alto en la batalla política y sumarnos a generar estas grandes líneas estratégicas. Nosotros lo hemos intentado. Lo estamos intentando. La COVID nos ha dejado tantas desgracias…

¿Cuál es el obstáculo para que unos y otros no puedan ponerse de acuerdo en una cosa tan sumamente clara?

Tiene mucho que ver con las necesidades inminentes que cada uno tiene. No quiero pensar mal y decirle a nadie que es peor y que otro es mejor. Es como una desgracia que arrastra España. Solo una vez en la historia moderna nos hemos puesto todos de acuerdo y fue con los Pactos de La Moncloa.

Aquella primera salida no solo fue política y social sino que también fue económica. ¿Y por qué no se hace? Porque la sociedad no empuja.

Defina “sociedad”.

Organizaciones sindicales, organizaciones empresariales, medios de comunicación –de una manera muy especial–, los colegios profesionales, las universidades… Todo ese conglomerado, más o menos organizado, diverso, que es el que pone los temas en la agenda.

Y este es un tema que no está en la agenda.

Estuvo en la agenda unos días. Porque cuando se constituyó en el Congreso de los Diputados la Comisión de Reconstrucción. Porque aunque haya ido en audiencia mucha gente, una audiencia en una hora. Y, además, con poco interés para los diputados y las diputadas, porque no hay hilo político para atacar al contrario.

Yo creo que aquí no debe de haber hilo político para atacar a nadie. Lo que hay que hacer es poner encima de la mesa propuestas e ideas.

Para Álvarez, la falta de acuerdo es como una desgracia que arrastra España y recuerda que «solo una vez en la historia moderna nos hemos puesto todos de acuerdo y fue con los Pactos de La Moncloa». Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Hoy hay un mantra que se está repitiendo. Se habla de la transición hacia una economía más verde y sostenible. ¿Qué se quiere decir cuando se habla de eso?

Ese es el tema de fondo. Desde hace una semana estamos pendientes del Gobierno para que se constituya la Comisión que habíamos aprobado el 3 de julio pasado. Porque queremos ponerle a este mantra proyectos, datos y ver qué camino hay que seguir.

Yo tengo la sensación de que cuando hablamos de economía verde sabemos qué queremos cerrar pero no sabemos con que queremos abrir.

También hablamos de digitalización, que es el otro gran mantra. Tenemos una red de digitalización en España que es de las mejores de Europa. Yo he oído a algunos presidentes de grandes compañías, no españoles, que dicen que es de lo mejor de los países de la Unión Europea.

¿De qué estamos hablando? De I+D+i. Estamos hablando de una red que ponga nuestros productos, vía redes, en cualquier lugar del mundo en un tiempo récord. Estamos hablando de las cadenas distribuidoras, todo lo que es almacenaje y distribución esté plenamente conectado.

Creo que tenemos un déficit de saber cómo implementar todo eso.

José Luis Rodríguez Zapatero puso en marcha el plan más ambicioso de investigación jamás realizado en la historia de España, pero vino la crisis y lo primero que se recortó fue ese plan.

¿Podemos empezar por desgranar algunos sectores fundamentales?

Sí, ¿hablamos de automoción?, por ejemplo. Desde mi punto de vista, España ha estado viviendo, durante las últimas cuatro décadas, casi de la suerte. Porque todo lo que ha sucedido en el sector de la producción de automóviles nos ha beneficiado.

Las multinacionales encontraron en España, cuando entramos en la Unión Europea, una puerta para penetrar en el mercado europeo. Éramos un país con una mano de obra bastante cualificada, con una política industrial que no tenían ni Grecia ni Portugal.

Desde ahí fuimos estirando hasta la última crisis, que parecía que se nos caía, pero las puertas que se cerraron en los países árabes nos beneficiaron.

Ahora creo que ya no hay más oxígeno.

«Me parece una barbaridad que una de las noticias más importantes de los Presupuestos Generales del Estado sea la subida del diésel. No, porque no crea que no tenga que subir el diésel sino porque nosotros fabricamos, esencialmente, coches diésel»

¿Entonces?

Ahora vamos a tener que abordar la transformación del coche. Ya sea el coche eléctrico o de otro combustible. Puede ser de hidrógeno, también. La idea de que es eléctrico o no es, no es así. No hay nada escrito. Hay que ver si hay compaginación de los dos coches y cuál es el que se impone.

¿Partiendo de qué? De que tenemos una industria auxiliar autóctona potente y que las multinacionales que están en España para trabajar con ella. Justo para que en ese proceso de cambio de coche podamos mantener, y si es posible ampliar un poco más, lo que tenemos.

¿Cuál es la política que se está haciendo? La contraria. Me parece una barbaridad que una de las noticias más importantes de los Presupuestos Generales del Estado sea la subida del diésel.

No, porque no crea que no tenga que subir el diésel sino porque nosotros fabricamos, esencialmente, coches diésel. A día de hoy solo hay una factoría que fabrica un coche eléctrico integrado.

Desde el Estado hay que hacer compatible la  transición con la transformación de nuestro sector. Creo que premia más el nuevo proyecto medioambiental que la necesidad de ir haciendo esa transición sin dejar a nadie en el camino.

Pero hay otros sectores en los que hay que remangarse y trabajar a fondo.

O sea, en este caso usted coincide con la idea de que han ido como pollos sin cabeza a cargarse el diésel. 

Yo creo que eso es así. Ya lo hemos dicho antes de la pandemia. Se está haciendo un proceso desde una sola perspectiva, y eso no puede ser. Tiene que haber más perspectivas. Hay que hacer un proceso integral, que en el tiempo nos vaya dando resultados.

Otra asignatura pendiente es el de la energía. Tenemos que darnos tiempo y construir alternativas, como están haciendo franceses y alemanes. Tenemos que hacer un plan integral, con un acuerdo estratégico sobre la energía que nos sitúe en buenas condiciones para que su precio sea compatible con seguir produciendo acero, aluminio u otras actividades.

¿Por qué en Alemania el precio de la energía para los grandes consumidores está un 25 por ciento por debajo que en España? Eso es lo que hay que analizar. En eso tenemos que ponernos de acuerdo.

Otra asignatura pendiente, según Álvarez. España tiene que construir alternativas, como están haciendo franceses y alemanes, a través de un plan integral. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Los empresarios que dicen de esto? Porque en España rige el libre mercado. Y tiene que ser beneficioso para todos. Para ellos, porque su objetivo es ganar dinero, para los trabajadores, porque su objetivo es tener trabajos estables y bien pagados, para la sociedad, porque se beneficia de sus productos, y para España, porque eso significa prosperidad.

Yo creo que con las organizaciones empresariales tendríamos un porcentaje altísimo de acuerdo. Pero también es verdad que las organizaciones empresariales tienden, desde una doctrina, estrictamente liberal, a saber dónde y de qué manera hago dinero.

No se trata de ir contra el libre mercado, pero en todo caso se trata de que el libre mercado pueda elegir, y tenga unas condiciones que sean más favorables.

No se trata de limitar a nadie. Sino que si usted va a montar una actividad, sepa que va a tener las infraestructuras digitales a su alcance y el suelo en condiciones igual allí que si lo va a poner en el cinturón de Madrid o Barcelona.

Yo creo que hay una gran oportunidad. Porque los 74.000 millones de euros a fondo perdido de la UE entran dentro plenamente de este paquete de posibilidades. Y se puede hacer.

Por lo que se refiere al turismo, hay que ir a un proyecto de turismo sostenible.

¿No le gusta el modelo de turismo que hay ahora?

Este modelo de turismo masivo no es sostenible. No se puede mantener. Tenemos que ir hacia un turismo de más calidad. De valorar más el año turístico por el consumo de los turistas que vienen a nuestro país que por el número.

Es el 12 % PIB de nuestro país, a día de hoy. 

Sí, pero si seguimos en ese camino, el coste que va a tener, para mantenerlo, va a ser difícil. Ya hay zonas de costa masificadas. Tiene que haber un acuerdo estratégico.

Donde nosotros nos jugamos los salarios y las condiciones de trabajo es más en el modelo económico que en las negociaciones con el Gobierno. Para un modelo productivo, de baja calidad, no necesitamos gente muy formada.

Para el modelo del que le hablo, por el contrario, necesitamos gente formada, bien pagada. Y como lo que producimos es producto con valor añadido, el salario no será problema.

También podemos entrar a hablar de cosas de las que llevamos mucho tiempo hablando en España. Hay mucha gente que en España habla sin conocimiento o para engañar.

«El turismo masivo no es sostenible. Ahora, en este proceso, tenemos que ir hacia un turismo de más calidad. De valorar más el año turístico por el consumo de los turistas que vienen a nuestro país que por el número»

¿A qué se refiere? 

Por ejemplo, cuando en España se habla de la mochila austriaca, ¿sabe usted por qué se ha puesto en marcha la mochila austriaca? Pues, fundamentalmente, porque en Austria no había movimiento de los trabajadores entre las diferentes empresas. ¿Y por qué? Porque el nivel de formación que tienen los trabajadores es tan alto que las empresas hacen todo lo posible para retenerlos.

Los derechos de antigüedad que se generan eran lo que impedían que hubiera movimiento de una empresa a otra. Entonces, ¿qué inventaron? Mire, sus derechos se los vamos a poner en una mochila. Y si usted decide irse, se lleva sus derechos. Yo estoy trabajando en una empresa desde hace diez años, eso lo tengo en una mochila, y cuando me vaya de esa empresa me lo llevo a la siguiente.

Yo me preocupé de ir a hablar con mis colegas austriacos para saber en qué consistía la mochila austriaca. ¿Alguien se cree que un camarero que se va a hacer la temporada a las Baleares, cuando vuelva a la península, a consumir el miserable desempleo que se paga en España, va a poder mantener la mochila austriaca?

Con un cambio de modelo productivo garantizamos este salto hacia delante. Y eso tiene que ir acompañado con una cuestión esencial para España, que es la formación.

Somos un país que tiene un nivel de titulaciones universitarios altísimo. Por abajo estamos bien. Nuestro problema es la formación profesional, que se estrecha la pirámide.

Venimos hablando de la formación profesional desde hace 40 años…

Esta legislatura empezó con muchas perspectivas. No había visto a ningún presidente del Gobierno que llamara a los sindicatos y patronal y dijera, esta es nuestra apuesta.

Si nosotros tenemos un colectivo de trabajadores bien formados las empresas cambiarán y muchas vendrán a nuestro país para instalarse.

Porque el mercado que quiere montar una empresa con valor añadido se plantea, ¿dónde tengo profesionales que puedan hacer esto?

Recuerdo una conversación que mantuve con un empresario catalán que se llevó su empresa a Málaga, al Parque Tecnológico de Andalucía.

Hay que hacer una apuesta por la formación profesional, nuestra gran asignatura pendiente, según el secretario general de UGT. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

La Barcelona andaluza.

Me dijo, me he ido a Málaga porque lo tengo todo. Y además con unas posibilidades, desde el punto de vista económico y de implantación, que no tengo en Barcelona. Yo creo que esa es la competencia sana, de la que hablo yo.

Tampoco hay mucho que inventar. Alemania, Austria, Holanda, los países nórdicos, están en el top de la formación profesional. Francia tiene otro sistema que no está mal. En España el País Vasco está en el top. En Cataluña se intentó y no fraguó.

España no tiene que esperar a cambiar el modelo. Nosotros tenemos unos polígonos industriales que no tienen ningún tipo de servicios. ¿Por qué cuando se crea un polígono industrial no se hace una transformación y se lleva la formación dual a ellos?

En Alemania este sistema montado sobre una base muy sólida que son las grandes empresas.

Sobre la pequeña y mediana empresa en el polígono lo puedes hacer. En Alemania también se hace eso con la cogestión. Sin ningún miedo.En la pequeña y mediana empresa tienen que estar los sindicatos. Con tutorias. Esa es la base de la formación dual.

Este es otro de los ejes fundamentales. Y convendría que el acuerdo social se convierta en acuerdo político.

En España hay dos partidos que parece que, solos o acompañados por otros, van a estar en el Gobierno. Son el PSOE y el PP. Interesa que, de alguna manera, forme parte de su programa político un acuerdo estratégico de esas características.

«No nos podemos permitir, como país, que en la aplicación y puesta en marcha del salario mínimo vital haya 800.000 personas que no cobren nada»

¿Las medidas económicas que se han tomado contra la pandemia han sido correctas? Los ERTE se han alargado hasta enero…

Las que se han tomado son correctas. Pero faltan. A mí me parece que todo ha ido muy rápido. Hay una cierta falta de integridad de las medidas.

La Administración no está colapsada sino lo siguiente. Porque aquí nadie se ha dado cuenta que, desde el año 1992, la ley de reposición ha ido impidiendo que los funcionarios que se jubilaban fueran sustituidos.

El ministro Escrivá, el otro día con mucha razón, se escandalizaba al decir que la media de edad de los trabajadores de la Seguridad Social es de 58 años.

El ministro Escrivá pensaba –y estoy convencido de que así lo creía– que el mínimo vital podría ponerse en marcha. Incluso el presidente del Gobierno. Y era evidente que no era posible porque la estructura que tenemos en la Seguridad Social hace imposible que se pueda hacer.

Aunque tuviéramos una estructura con una media de edad de 40 años y con unas plantillas suficientes sería imposible que pudieran asumir un millón de solicitudes del salario mínimo vital.

Con esa debilidad, y teniendo en cuenta que somos un país garantista, y eso es positivo –no lo critico–, no te puedes permitir que en la aplicación, en la puesta en marcha, haya 800.000 personas que no cobran nada.

Y de esas 800.000, seguro que hay 600.000 que tienen todas las condiciones para poder acceder al mínimo vital.

De las cartas que he recibido, he seguido un caso. Hay un señor que me envió cartas durante la pandemia y después de la pandemia. Es imposible seguir muchos más. Pero este lo asumimos. Fuimos hasta el Ministerio. Cursamos, en su nombre, la reclamación del mínimo vital.

¿Qué problema había finalmente?

Pues que la Hacienda Pública, la Agencia Tributaria, tiene una base de datos sin actualizar. Sobre este señor salía la información sobre una empresa que había dado de baja en 2008. Y daba como si estuviera en activo.

Once años después.

Claro. Después tuve una conversación con el ministro. Le presentamos otras 12.000 reclamaciones, a costa nuestra. De afiliados a la UGT. Hemos montado una infraestructura  para remitir estas reclamaciones al Ministerio.

Porque te vas a la página web y está colapsada. Ahora está colapsada hasta para pedir una pensión.

Lo digo, sobre todo, porque la Administración española necesita una reforma en profundidad y una actualización urgente.

Ahora se prevé una avalancha de cierres a partir de enero. ¿Las medidas del gobierno son las apropiadas?

Primero de todo, avalancha, no. Pero quizá apuntar que hay empresas que están devolviendo el dinero para poder proceder al despido total, parcial o cierre. Sabíamos que este era un problema que se podía producir si se prolongaba en el tiempo.

Creo que ahora tendríamos que generar expectativas que nos permitan ir hasta el control de la pandemia.

Hay que plantear que los créditos que se han dado a las empresas del ICO no se van a poder devolver con los “timings” que se habían anunciado y, por lo tanto, eso tiene que ser una decisión general.

No podemos dejar a cada autónomo que vaya a discutir con su entidad financiera porque sería un desastre. Además se iniciaría un proceso de reclamación que llevará al cierre de la empresa.

A su espalda un mural alegórico que, explicó, acababan de pintar en su despacho, a las espaldas de su mesa. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Qué solución hay entonces?

Que todo eso hay que revisarlo y ponerle más tiempo. Y hay que revisar otras cosas. Por ejemplo los IBI. ¿Cuántos ayuntamientos han revisado los IBI para la hostelería? Si tú cobras una actividad en función del resultado, si no hay resultado no se puede cobrar.

Tiene narices que esto tenga que decirlo un dirigente sindical.

Así como no estoy de acuerdo con que no se puedan cerrar los establecimientos de hostelería, porque eso no tiene que ser así, de la misma manera hay que revisar todas las condiciones e hibernar los impuestos, las cargas que tengan y todos el tema de los créditos.  Los que nos los han tenido que los puedan tener y que los que tengan que renegociarlo, sea un proceso automático.

Yo soy un amante del sistema alemán y le hablaré de la última cosa del sistema alemán. Nosotros, el 80 por ciento de los días estamos de acuerdo con los empresarios en todo. ¿Cuándo tenemos dificultades? Cuando hay que ver las condiciones de trabajo y los horarios. Ahí tenemos que encontrar el punto de equilibrio.

Que permita que el que pone el capital, el propietario tenga su remuneración y que los trabajadores tengan la suya y que sea justa.

Me duele que la hostelería esté abusando de gente. Se les está obligando ir a trabajar cuando hay un ERTE. Se esté dejando en casa que tiene el contrato indefinido y se contrata a uno temporal que gana menos. Eso me duele mucho.

«¿Cuántos ayuntamientos han revisado los IBI para la hostelería? Si tú cobras una actividad en función del resultado, si no hay resultado no se puede cobrar. Tiene narices que esto tenga que decirlo un dirigente sindical»

¿Se le ocurren otras ideas? 

Nosotros gobernando Rajoy planteamos a la ministra de trabajo, Fátima Báñez, la creación de un fondo para la reconversión de las grandes empresas, no pensábamos en una pandemia sino en situaciones de cambio tecnológico, de mercado…

En Alemania tienen un fondo que ha llegado a tener, durante la crisis de 2008, hasta más de 4 millones de personas. Básicamente funciona de la siguiente manera: el Estado pone dinero, las empresas ponen dinero, en algunos casos los trabajadores, hay un proceso de formación y de espera a la actividad.

Eso en España hay que ponerlo en marcha. Esa es la alternativa al despido.

Estoy escandalizado porque en estos momentos, en el sector aeronáutico se está llevando a cabo un proceso de reducción de plantillas. Dejando en la calle a miles de trabajadores formadísimos, que nos ha costado una pasta al país el formarlos, que seguramente se irán a otro país a trabajar, o que van a quedar descolgados, cuando lo del sector aeronáutico es un problema temporal.

¿Qué hubiera sido razonable? ¿Tenemos que reducir la jornada de toda la plantilla durante el tiempo de esta crisis? ¿Quién lo paga? ¿Los trabajadores tienen que pagar una parte? Sí. ¿La empresa tiene que pagar una parte? Sí ¿El Estado? Sí. Pero vamos a salvar ese capital de conocimiento, que es lo más importante.

Y como este sector, hay otros que no son tan claros. No es el invento de la pólvora. Está en el primer documento que enviamos al gobierno de Mariano Rajoy las organizaciones sindicales y empresariales para llegar a un acuerdo.

Se trata, en este contexto, poner salidas para visualizar un país tecnológicamente avanzado. Ese debería ser nuestro horizonte.

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