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Medidas disruptivas en el mundo rural

Medidas disruptivas en el mundo rural
Carlos Franco afirma que deben articularse específicos sistemas de adecuación de la sociedad de la España vaciada. Foto: RTVE.
18/11/2020 06:39
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Actualizado: 18/11/2020 02:54
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Desde hace tiempo y desde esta columna se viene alertando, informando y también contribuyendo en la medida de las posibilidades, en la defensa del mundo rural.

En las últimas publicaciones hacíamos especial referencia a la eliminación gradual del pago en efectivo con el horizonte de desaparición de la economía sumergida y la brecha que ello producía entre el mundo rural y el urbano.

En la actualidad, el mundo rural vive expectante ante la inminente puesta en valor de las medidas disruptivas como vector de cambio en la sociedad y que, sin lugar a dudas, van a suponer un mayor detrimento en la población de estas características, aumentándose la siempre aludida brecha poblacional. Ahora más que nunca se hacen precisas nuevos proyectos e iniciativas de cara al mundo rural.

Actualmente existe el Proyecto de Ley 121/000003 para la transformación digital del sistema financiero[1] en el que se impulsa un proceso de trazabilidad y actividad creativa como entorno de pruebas controladas para implementar proyectos de base tecnológica ahora ya regulados de cara a testar con clientes reales sobre proyectos innovadores y beneficiosos para los consumidores o el propio mercado.[2]

Ante ello, debemos establecer un referente de focalización en el mundo rural respecto de la población envejecida y desfavorecida desde las distintas vertientes: sociales, sanitarias, dependencia, falta de apoyos familiares y materiales, relaciones con la Administración, con entidades privadas, manejo de tecnologías, etc.

Urge una defensa a ultranza respecto de esta población vulnerable, donde lo jurídico y lo tecnológico tengan una perfecta relación simbiótica.

Analizamos brevemente los paradigmas de lo tecnológico en perfecta ligazón simbiótica respecto del campo jurídico, sintetizado a través del «Compliance», «Big Data», «Blockchain», «Inteligencia Artificial» y «Biotecnología».

Estos nuevos sistemas que se han introducido en la sociedad impregnan hoy día las grandes controversias sociales y, especialmente, contribuyen a los acuerdos sociales desde las redes sociales y las de la información.

La primera cuestión que se plantea en la controversia es si la humanidad en general, y el mundo rural en especial, están preparados para afrontar el cambio necesario que exigen las nuevas tecnologías y si es capaz de seguir el ritmo de innovación que propone la revolución del conocimiento y la información que implican.

No se trata de asumir unas tecnologías nuevas sino también nuevas costumbres, nuevas relaciones y nuevos valores.

Valores como la privacidad o la transparencia se han erigido en nodulares en la nueva sociedad superando la aparente contradicción que hay entre los dos conceptos, aun cuando los dos son considerados derechos fundamentales, uno en cuanto al derecho de protección de lo privado y el segundo respecto al derecho de conocer que tiene la sociedad sobre aquellas acciones y decisiones de sus gobernantes, es decir de cualquier funcionario que deba, por razón de su cargo, responder a un Código Ético de la función pública[3].

La sociedad exige Administraciones Públicas transparentes, eficaces, buenas administradoras de los presupuestos, emprendedoras, innovadoras y dinámicas en las soluciones de los problemas sociales. Cierto que es mucho exigir, pero igual que las nuevas tecnologías han traído una nueva forma de informarse y comunicarse, también han potenciado una ética ciudadana que exige nuevos posicionamientos y nuevos retos.

La ética ciudadana se erige como el fiel de la balanza de las relaciones entre los ciudadanos y la gobernanza.

Los nuevos retos que en lo económico se centran en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que las grandes corporaciones han propuesto, como el caso de la ONU o la Unión Europea, y que tratan de organizar una defensa contra el cambio climático, los gases de tipo invernadero o las migraciones de los países subdesarrollados a los más desarrollados, intentan alcanzar un futuro sin tantas desigualdades.

La democratización del poder, es decir la posibilidad de control de las actividades de la entidad pública de que se trate, es una nueva forma de gobierno, especialmente en las entidades cercanas como el Ayuntamiento en las que es muy factible una cooperación efectiva entre el gobierno de la entidad y los administrados por medio de nuevas vías de comunicación como internet y las redes[4].

Pero el principal problema que plantean las Administraciones Públicas en general y, de manera más concreta las Administraciones Públicas Locales, es su capacidad de asimilar las modernas tecnologías.

Marcet Gisbert entiende que la Administración Pública española en general es innovadora en lo que él llama islas, es decir sectores determinados de la Administración, pero a la vez «en pantanos muy burocratizados«.

El autor le da mucha importancia a la consistencia, entendida como el cumplimiento de las obligaciones de la Administración Pública y la implementación de los servicios, pero también la exploración de futuro: «Lo consistente es estar atento a los cambios radicales del mundo y a la vez atender las necesidades de los ciudadanos hoy».[5]

«Blockchain», desde su propia perspectiva, es una de las herramientas que pueden incidir en la Administración Pública Local que puede reestructurarse sobre la base de una red que integre a todos los habitantes del municipio lo cual implica superar muchos tópicos entre ellos, por ejemplo, la formación de los funcionarios y su capacitación para los nuevos tiempos y los nuevos modos.

La doctrina se inclina por considerar que ante estas nuevas herramientas de que dispone la Administración Pública, los nuevos sistemas de trabajo que se implementan en las empresas, que también han introducido primero las mentadas herramientas y los nuevos modos que la sociedad ha querido para su día a día, la Administración Pública está obligada a cambiar y adaptarse.

La Administración Pública necesita cambios e innovaciones.

Prácticamente toda la doctrina está de acuerdo, pero con muchas matizaciones. Hay quien opina que, si bien la Administración Pública necesita cambios, estos deben estar dentro de un plan que requiere cambios, pero escalonados y muy pensados.

Otros consideran que las innovaciones deben ser rápidas y profundas.

La Administración Pública, pues, tiene retos difíciles de implementar. Debe seguir el modelo de la empresa privada en todo aquello que sea burocrático, no en su función política.

En definitiva, estamos ante un proceso de transformación tecnológica que cada vez se hace más evidente y ante ello, deben articularse específicos sistemas de adecuación de la sociedad de la España vaciada.

Seguir liderando este proceso de transformación comporta la aplicación empírica de sistemas de armonización entre los distintos operadores sociales, con presencia viva de la Administración municipal interesada, entidades, colectivos sociales, técnicos y defensores cualificados del mundo rural.

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[1] http://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/A/BOCG-14-A-3-1.PDF

[2] Más información en: https://www.mineco.gob.es/portal/site/mineco/menuitem.ac30f9268750bd56a0b0240e026041a0/?vgnextoid=6efddc14e2850710VgnVCM1000001d04140aRCRD&vgnextchannel=2f0e154527515310VgnVCM1000001d04140aRCRD

[3] TAPSCOTT se pregunta: ¿Cómo podemos acelerar la transformación humana para seguir el ritmo de la innovación y la revolución tecnológicas? ¿Cómo podemos evitar un trastorno social masivo o algo peor? Para que no se nos acuse de ser deterministas tecnológicos o utopistas, decimos que es hora de suscribir un nuevo contrato social para la era digital. Gobiernos, sector privado, sociedad civil e individuos debemos colaborar para forjar una nueva conciencia. Ahora que entramos en esta segunda generación de internet, es hora de lanzar un manifiesto de la era digital. Llamémoslo «Declaración de interdependencia». Los ciudadanos de la era digital tenemos derechos: acceso a las infraestructuras digitales, alfabetización, alfabetización digital, aprendizaje vitalicio y renovada libertad de expresión en línea sin miedo a la vigilancia. TAPSCOTT, D. y TAPSCOTT, A., La Revolución Blockchain, Bilbao, 2017.

[4] CASTELLS, M., Internet y la Sociedad Red, 1999, p. 1.: Internet es ya y será aún más el medio de comunicación y de relación esencial sobre el que se basa una nueva forma de sociedad que ya vivimos, que es lo que yo llamo la sociedad red.

[5] MARCET GISBERT, X., Los retos de las administraciones públicas como garantes de igualdad y de servicio público ante los retos de las innovaciones disruptivas que vienen, IVAP, p. 96.

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