El magistrado Pascual Ortuño aporta en «Hijos ingratos» soluciones a los conflictos entre padres e hijos adultos, guiados por el egoísmo
Pascual Ortuño es uno de los magistrados españoles con más experiencia acumulada en este campo. Su libro se titula "Hijos ingratos. Claves para entender los conflictos entre padres e hijos adultos".

El magistrado Pascual Ortuño aporta en «Hijos ingratos» soluciones a los conflictos entre padres e hijos adultos, guiados por el egoísmo

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27/12/2020 01:00
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Actualizado: 26/12/2020 20:46
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Pascual Ortuño Muñoz es una de las mentes más innovadoras, inquietas y productivas con las que cuenta la carrera judicial. Magistrado de la Sección 12 de la Audiencia Provincial de Barcelona, especializada en derecho de la persona y de la familia, ha sido vicepresidente del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación y director de la Escuela Judicial del Consejo General del Poder Judicial.

Recientemente ha publicado, en colaboración con el trabajador social Dominic A. D’Abate, la psicóloga Connie Capdevila Brophy, y el pedagogo social, Francesc Reina Peral, este pequeño «diamante» titulado «Hijos Ingratos. Claves para entender los conflictos entre padres e hijos adultos».

Su hilo conductor es el sufrimiento y la desorientación de muchos padres y madres que en la etapa de sus vidas en la que, en principio, esperaban cosechar los frutos de muchos años de trabajo y esfuerzos, se ven sorprendidos por contrariedades que nunca habían imaginado y que no saben como afrontar.

A través de once casos reales, de los que el propio magistrado fue protagonista como juez de familia, que analiza desde los cuatro puntos de vista, aporta soluciones y consejos y explica la cobertura –la mayor parte de las veces, su falta– legal que da la Justicia.

«No es un libro de autoayuda», afirma Ortuño en su libro. Pero ayuda bastante que arroja luz a un aspecto de nuestra existencia humana que, confieso, me enfada bastante, desde mi punto de vista personal. ¿Cómo hemos podido llegar a esta punto y tratar así a nuestros mayores, a los que les debemos todo? Con esta sensación de acritud en la boca comenzó esta entrevista con el autor.

Su libro parece hacer bueno el viejo dicho “por la compasión entra la peste” o eso otro que dice “cría cuervos que te sacarán los ojos”.

Hombre, no es para tanto, pero confieso que mi intención al escribirlo era la de remover un poco las conciencias. Los casos que relato son reales y frecuentes en nuestra sociedad, aun cuando muchas veces se silencian.

«Las entregas incondicionales a los hijos, por parte de los padres, pueden generar abusos difíciles de gestionar» 

¿La raíz de los conflictos que expone en su libro parte del convencimiento, por parte de los padres, de que por los hijos hay que hacer todo?

Muchos problemas con los hijos vienen por ese sentimiento equivocado. Las entregas incondicionales a ellos pueden generar abusos difíciles de gestionar.

Su libro se titula “Hijos ingratos” y relata once casos que son más comunes de lo que pudiéramos pensar. Perdone la pregunta, ¿cómo es posible que pueda existir tanta ingratitud de los hijos hacia los padres?

Afortunadamente estos casos no representan la normalidad estadística. Pero el índice de las ingratitudes hacia los padres es más elevado de lo que se piensa. A los juzgados llegan algunos problemas, pero otros muchos se quedan dentro de las casas, de las familias.

Y se subtitula “Claves para entender los conflictos entre padres e hijos adultos”. Es un libro colectivo, con la colaboración de un trabajador social, una psicóloga y un pedagogo social. ¿Lo han concebido como un manual multidisciplinar para padres en estas circunstancias? ¿Cuál es su objetivo? 

Las relaciones interfamiliares son complejas y no pueden entenderse si no se analizan en todas las dimensiones que inciden en ellas. Las previsiones legales son importantes. Son las que llegan a los jueces y a los abogados. Pero si se quieren prevenir determinadas conductas o abordar soluciones, se debe trabajar desde una perspectiva sistémica. Por eso he pedido ayuda a diversos especialistas en estas materias.

El autor de la obra, Pascual Ortuño, con la portada de una obra dura pero que aporta soluciones.

Uno de los casos que relatan es el del regreso a casa de una hija divorciada y una nieta, a las que acogen, que se convierte en una rémora, que vive de ellos y que llega a pedirles la herencia en vida. La pregunta es obvia, ¿tienen los padres obligación de acoger a sus hijos divorciados y a sus nietos? ¿Qué consejos son los adecuados a seguir?

Desde el punto de vista legal tal obligación no existe. Únicamente podríamos hablar de una obligación alimenticia en determinados casos, pero la opción por acogerlos en el propio domicilio o pasarles lo necesario para la manutención pertenece a los padres.

Y siempre que se justifique la situación de necesidad por causa que no sea imputable al alimentista.

No obstante es razonable desde una perspectiva ética que se preste a los hijos la ayuda que necesitan, pero siempre en base a unos parámetros de racionalidad, evitando perder el control sobre la propia vida y un trato desigual a los otros hijos.

Otro de los casos es el de una hija que es víctima de la violencia de género. Su marido le pega. Ella no hace nada. ¿Qué es lo aconsejable que se debe de hacer?

Desde el punto de vista legal se debe denunciar, por supuesto, pero aquí nos encontramos con uno de los obstáculos que se derivan de un tratamiento exclusivamente punitivo de esta lacra social.

Hay muchas mujeres que están secuestradas emocionalmente por el maltratador y ocultan la desgracia en la que se encuentran a su propia familia.

Por eso es imprescindible que el mensaje de la tolerancia cero se inculque en las familias, en las escuelas, en toda la sociedad.

EGOISMO

Usted ha sido juez de Familia. ¿Y qué ocurre cuando uno de los cónyuges de un matrimonio divorciado consigue abducir al hijo o a la hija y logra cortar todo tipo de relación con la otra parte? ¿Qué solución hay?

Este tema es muy difícil de abordar. Yo he llegado a la conclusión después de más de cuarenta años trabajando en este campo, que los conflictos de lealtades que viven los hijos se deben a rupturas y divorcios que se han gestionado mal por los progenitores, pero también por una abogacía que antepone el objetivo de una victoria judicial a la búsqueda de un consenso razonable para implantar un sistema de coparentalidad responsable.

Cuando los hijos ven a su padre y a su madre inmersos en una batalla no pueden inhibirse, sienten tristeza, abandono, rabia, y aprenden a odiar sin que nadie les enseñe a hacerlo.

Por eso es tan importante que cuando hay hijos menores se generalice la intervención de coordinadores de parentalidad que trabajen con los abogados y los jueces para evitar estas reacciones de los hijos que son tar perjudiciales para el desarrollo de la personalidad de los menores.

«La soledad no querida por las personas mayores, o el paulatino distanciamiento de los hijos, los sobrinos o los nietos, que anteponen otros quehaceres a la obligación moral de atender afectivamente a sus mayores es una de las manifestaciones del egoísmo que se está implantando en nuestra sociedad»

También aborda el caso de los padres abandonados, aparcados en una residencia, después de que los hijos se hayan quedado con su casa. Padres que optan, incluso, por el suicidio en el entendimiento de que es lo mejor para esos hijos ingratos. Usted mismo cita las cifras del Observatorio del Suicidio de 2018 cuando se produjeron 3.500 suicidios. La primera causa de muerte no natural por delante de los accidentes de tráfico de ese mismo año –1.806– o de violencia de género –51 mujeres–. Sinceramente, es escandaloso.

Los dos casos que incluyo sobre este tema los llevo en el corazón desde que ejercí como juez de instrucción.

La soledad no querida por las personas mayores, o el paulatino distanciamiento de los hijos, los sobrinos o los nietos, que anteponen otros quehaceres a la obligación moral de atender afectivamente a sus mayores es una de las manifestaciones del egoísmo que se está implantando en nuestra sociedad.

Tampoco evade los casos de hijos adoptivos con uno concreto que le ha llamado mucho la atención. Un niño peruano adoptado al que sus padres le dan todo, incluyendo una magnífica educación y que cuando llega la edad adulta les echa en cara haberle comprado. Y desaparece de sus vidas, regresando a su país natal. ¿Cómo deberían haber actuado los padres?

Este caso lo he incluido para que las personas que se deciden a adoptar busquen ayuda especializada de psicólogos o educadores. Es importantísimo que estos niños, desde su más tierna infancia, vivan con toda naturalidad todo lo que concierne a su origen, que este tema no sea tabú en su casa, y que los padres adoptivos le ayuden a completar el libro de su propia vida.

La droga también está presente en su obra. ¿Qué pueden hacer los padres ante un hijo drogodependiente que les ha robado, que les ha mentido, que ha convertido sus vidas en una pesadilla?

El consejo elemental es que no se culpabilicen ellos ni intenten culpabilizar a otros. Tienen que trabajar para que el hijo que padece la adicción se responsabilice de su vida.

La solución solo la tiene él. Desde luego, han de buscar ayuda especializada.

¿Qué problemas emergen cuando los padres son los que se divorcian? ¿Qué deben hacer los padres cuando se divorcian a una edad madura?

Ante todo, deben exigir a los hijos que respeten su decisión. Los hijos suelen ser muy egoístas y a veces exigen a sus padres lo que ellos nunca aceptarían que los padres les exigiesen a ellos.

Usted relata en su libro el caso de Berta, una mujer discapacitada a la que su padre anciano, que sufre una enfermedad terminal, mata porque no sabe qué va a ser de ella cuando él muera. Él trata de suicidarse, pero no lo consigue. ¿La sociedad, el sistema, puede hacer algo en estas situaciones?

Las familias que conviven con un hijo o hija que adolece de una plena capacidad siempre tienen la angustia cuando piensan en el futuro, en lo que le deparará el destino cuando ellos falten.

El sistema legal se ha modernizado recientemente y se han introducido instituciones legales que antes no existían. Pero faltan políticas públicas para que se garantice la protección de estas personas por medio de instituciones tutelares bien dotadas y bien gestionadas.

Otro de los casos que más me ha impactado ha sido el de unos padres que, con mucho sufrimiento y trabajo, sacan adelante a sus hijos y que cuando son mayores, uno de ellos, una hija, trata de impedir que su madre, que no tiene estudios, no vaya a la puesta de largo de su nieta porque su clase desmerece en el entorno de su suegro, un empresario inmobiliario. Y se rompe la comunicación, porque el padre se pone de parte de su mujer, como es lógico. Tengo que reconocerle que su lectura me ha enfadado mucho porque es la ingratitud en su sentido más pleno. Porque conlleva cesar la comunicación con los nietos…

Las personas que consiguen escalar en su posición social padecen con frecuencia del síndrome del desclasamiento. Sentir vergüenza de la condición humilde de los padres es del todo punto repugnante.

Y negar a los nietos el derecho de que puedan disfrutar de sus abuelos es todavía peor.

Espero, de verdad, que este libro se convierta en un “best seller”. Porque el conocimiento que entraña evitará a los padres que lo lean mucho dolor. Nadie se merece ser castigado por unos hijos que ha traído a mundo por propia voluntad y por amor.

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