El Tribunal Supremo y el Boletín Oficial del Estado coeditan un libro omitiendo a su principal autora
María Luisa Román con el libro que escribió ella, a la izquierda, y el que han publicado Antonio de Ceballos-Escalera y Gila y Félix Martínez Llorente, a la derecha. Foto: Carlos Berbell.

El Tribunal Supremo y el Boletín Oficial del Estado coeditan un libro omitiendo a su principal autora

|
08/1/2021 01:00
|
Actualizado: 18/1/2022 10:30
|

El análisis de ambos volúmenes no deja ninguna duda. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, vizconde de Ayala, marqués de la Floresta y duque de Ostuni, del desaparecido Reino de las Dos Sicilias, en Italia, y Félix Martínez Llorente, catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad de Valladolid, han reproducido ocho capítulos del libro «El Tribunal Supremo del Reino de España», publicado en 2008, del que ninguno de los dos son autores.

Su autora es María Luisa Román Vázquez, licenciada en Historia Moderna y Contemporánea, diplomada en Derecho, poseedora del Máster de Documentación Jurídica y funcionaria de la Administración del Estado durante 28 años.

Los 18 últimos, hasta su jubilación, hace dos años, desarrolló su trabajo en la Biblioteca del Alto Tribunal, donde fue la gran experta en los archivos históricos del Supremo.

Esos ocho capítulos –del 2 al 9– han sido literalmente reproducidos en el libro «El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional», copublicado en 2017 por el Boletín Oficial del Estado y por el Tribunal Supremo.

Lo mismo que el que escribió María Luisa Román en 2008, el cual fue presentado en público por el entonces presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial Francisco Hernando Santiago, en el Salón de Pasos Perdidos de la antigua Audiencia Territorial, en pleno corazón del Palacio de Justicia donde tiene su sede el Alto Tribunal.

INDIGNACIÓN

María Luisa Román descubrió que sus ocho capítulos habían sido reproducidos cuando fue a comprar un ejemplar de su libro, el de 2008, a la librería de BOE para regalárselo a su hijo.

«Me indigné mucho. ¿Cómo era posible que el BOE y el Supremo hubieran permitido un plagio como este? Porque para esta nueva edición los falsos autores tuvieron acceso a todos los textos y el material gráfico que, desde el Supremo, entregamos a la imprenta del BOE en su momento», explica Román.

«Lo lógico es que, ya fuera desde el BOE o desde el Supremo –y yo todavía estaba trabajando cuando se publicó– me hubieran avisado de que iban a hacer una reimpresión, porque es lo que es este nuevo libro, y me hubieran pedido permiso para hacer uso de mis textos y para no citarme, que es lo que ha pasado. Esto, además de altamente irregular es ilegal», señala.

Su enfado es monumental mientras va explicando, en la sala de juntas de este diario, donde se presentó con los «cuerpos del delito» –los dos libros y los textos originales que ella escribió en su momento, debidamente impresos–, para probar la existencia de la reproducción no autorizada.

La autora dice reservarse las acciones legales correspondientes. 

EL NUEVO LIBRO ES UNA REIMPRESIÓN SIN LOS AUTORES ORIGINALES

Las portadas de ambos volúmenes son muy parecidos. Ambas son en negro con el escudo del Tribunal Supremo que aparece en las escaleras del Alto Tribunal, si bien el segundo, el del Ceballos-Escalera y Gila y Martínez Llorente, aparece más pequeño, con el súbtítulo «Estudio jurídico e institucional» y el nombre de ambos «coautores» en portada.

Tanto los títulos de los ocho capítulos mencionados, como los ladillos como el texto original del primer libro se corresponden milimétricamente con los del segundo.

En este sentido, Confilegal cuenta con un «perito» de excepción: Nuestro director, Carlos Berbell, que fue el editor de la obra original cuando era asesor de Imagen de la Justicia del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo.

Berbell reconoce con toda claridad que los textos son los mismos en los dos libros en los ocho capítulos.

«El nuevo libro es una reimpresión del primero levemente actualizada, con diferente familia de letra y algunas fotos nuevas, en las que se incluye al actual presidente en funciones del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. Trata de pasar por una obra original y novedosa pero no lo es», cuenta Berbell.

El director de Confilegal explica porqué Ceballos-Escalera y Gila y Martínez Llorente aparecen en el libro de 2008, el original, como director técnico y como coautor, respectivamente.

«La colaboración de Ceballos se limitó a escribir una introducción y un apéndice sobre la orden de San Raimundo de Peñafort. Nada más. Durante los quince días que tardé en editar y maquetar la obra jamás hablé con él. Allí no hubo ninguna dirección técnica ni nada que se pareciera ni por asomo. Fue un producto del Supremo. En lo que se refiere a la colaboración de Martínez Llorente –y hablo de memoria– su aportación pudo ser el primer capítulo, ‘La Alta Justicia en España. Desde el ocaso de Roma a las Cortes de Cádiz’. Por lo que a todos los efectos, fue coautor», explica Berbell.

Y añade: «La obra en sí fue escrita por María Luisa Román y por Matilde Chamorro, compañera de la primera, que se encargó de los apéndices. En la obra aparecen seis coautores. Verdaderos, solo fueron tres. Por cierto, la nueva portada es una mala versión de la que diseñé yo«.

Sobre estas líneas, los dos volúmenes A la izquierda, el original «El Tribunal Supremo del Reino de España», publicado en 2008; a la derecha, el replicado, «El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio histórico e institucional», que firman Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, vizconde de Ayala, marqués de la Floresta y duque de Ostuni, del desaparecido Reino de las Dos Sicilias, en Italia, quien aparece con sus condecoraciones, y Félix Martínez Llorente, catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad de Valladolid.

TRES AÑOS DE INVESTIGACIÓN

María Luisa Román y Matilde Chamorro recibieron el encargo de escribir el libro en 2005 de Fernando Román, entonces jefe del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo y actualmente magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Supremo.

«Fernando Román nos dijo que quería publicar el libro definitivo sobre la historia del Tribunal Supremo para 2008. Nos pusimos a ello. Fueron muchas horas de investigación. Fue un trabajo muy arduo. Muy trabajoso. Pero lo cumplimos y le entregamos el material en tiempo y forma», cuenta María Luisa Román.

«Avanzado 2008, una mañana vino Fernando Román a vernos acompañado del marqués de la Floresta para decirnos a Matilde y a mí que su equipo y él se iban a encargar de darle forma al libro. El marqués elogió nuestro trabajo. Nos dijo que era perfecto, que estaba muy bien escrito», precisa la historiadora y ex funcionaria.

«Sin embargo, al día siguiente vino a verme solo y me dijo lo contrario. Que lo que Matilde Chamorro y yo habíamos hecho no servía para nada y que ellos, en un mes, se iban a encargar de investigarlo y de publicar un buen libro», revela.

Pero ni investigaron ni publicaron ningún libro.

Ceballos y «su gente» literalmente desaparecieron.

«Fue entonces cuando Fernando Román, con el que, desde el CGPJ, colaborábamos muy estrechamente, me pidió el favor personal de retomar la edición del libro. De asumir una maquetación primitiva y de sacarlo adelante. Fueron quince días en los que las jornadas de trabajo se eternizaron hasta bien entradas muchas madrugadas», rememora Berbell.

«Recuerdo que, fuera de las cuestiones gramaticales y ortográficas –y fueron muy pocas porque tanto María Luisa Román como Matilde Chamorro escriben muy bien–, no toqué los textos de las dos», recuerda el entonces asesor de Imagen de la Justicia.

Tanto María Luisa Román como Matilde Chamorro renunciaron formalmente a cobrar por su trabajo en la elaboración del libro.

Pero jamás renunciaron a la autoría del mismo.

En el centro de la imagen el libro del Tribunal Supremo editado en 2008; flanqueándolo, los textos originales escritos por María Luisa Román, que denuncia través de Confilegal este hecho, y de Matilde Chamorro.

¿Por qué ni el BOE ni el Tribunal Supremo velaron por el respeto a los derechos de verdaderos autores del libro y permitieron una reimpresión de la forma que se ha hecho, omitiéndolos? 

Ese es un misterio que está por resolver todavía.

La realidad es que Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, vizconde de Ayala, marqués de la Floresta y duque de Ostuni, del desaparecido Reino de las Dos Sicilias, en Italia, y Félix Martínez Llorente, catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad de Valladolid han firmado y publicado un libro que en un 90 por ciento no han escrito.

Y eso tiene un nombre.

ALGUNAS PRUEBAS DE LOS TEXTOS ORIGINALES Y LOS REPRODUCIDOS

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

«El Tribunal Supremo del Reino de España». 2008.

«El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio jurídico e institucional». 2017.

RECTIFICACIÓN DEL DR. CEBALLOS-ESCALERA

Primero. No es cierto que se haya producido delito de plagio alguno en la edición en 2016 de la obra “El Tribunal Supremo del Reino de España. Estudio histórico e institucional”, como han publicado el pasado 8, puesto que soy el autor principal de dicha obra, junto al profesor Martínez Llorente. Y también fueron coautores los señores Román García, Escudero de Burón González, y Sánchez de León Cotoner. Conservo en mi poder las notas de investigación, los borradores, y los correos electrónicos que lo prueban. Que fui tal autor principal consta en la presentación de la propia obra; en las notas de prensa aparecidas al tiempo de su presentación al público –redactadas precisamente por Vd., señor Berbell-, y también en el hecho de que la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo quisiera premiar esos servicios proponiéndome para una condecoración estatal, precisamente como autor principal de esa obra. Por lo tanto, ni yo ni el profesor Martínez Llorente hemos “plagiado” ningún texto de dicho libro, ni somos sus “falsos autores”, ni nos hemos “apropiado” de la obra de las señoras Román y Chamorro, ni hemos “firmado y publicado un libro que en un 90 por ciento no han escrito» como afirman –pero le agradezco ese 10% que me reconoce Vd.-. Todo cuanto digo se acreditará en sede judicial, cuando llegue el momento.

Segundo. No es cierto que la señora María Luisa Román Vázquez ni la señora Matilde Chamorro Fernández sean las autoras principales de dicha obra, ya que en 2008 su aportación se limitó a formar una lista provisional de los presidentes y de los magistrados del Tribunal Supremo, lista que fue profundamente revisada y enriquecida por nosotros, y que conforman los apéndices III y IV del libro. Nada más. Por lo tanto, ninguno de los nueve capítulos principales del libro son obra suya, ni en ellos tuvieron ninguna participación. Ninguna. Y basta comparar los respectivos elencos de publicaciones de ambos autores, Ceballos y Martínez Llorente, con los de las señoras Román y Chamorro, para comprender que tal fue y tal es la realidad de esa autoría que ahora, inexplicablemente y contra todo derecho, reclaman. También consta así de la presentación de la obra publicada en 2008, debida al magistrado jefe del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo, en la que ni siquiera se menciona a ninguna de las dos. Son, por lo tanto, rigurosamente falsas sus afirmaciones. La presencia de las dos señoras entre los coautores del libro de 2008 se debió solo a mi cortesía y amabilidad, yo insistí en que se las mencionara, a pesar de su corta contribución a la obra y a pesar de las reticencias de sus jefes y de las autoridades del Tribunal Supremo: y, como toda buena acción conlleva su justo castigo, este es el que hoy me dan ambas agraciadas. Pero todo se acreditará en sede judicial cuando llegue el momento.

Tercero. No es cierto que Vd., señor Berbell, haya tenido la participación que dice haber tenido en la publicación de la obra publicada en 2008. Vd. no participó de todo el procedimiento de investigación, de redacción y de maquetación, y se limitó a proporcionar al Gabinete Técnico del Tribunal Supremo las fotografías institucionales que se le solicitaron –media docena en total-. No es cierto cuanto Vd. afirma en la publicación del 8 de enero, porque Vd. no maquetó nada ni editó nada, ni tampoco diseñó la portada -obra mía, por cierto-. La obra fue maquetada por mí, de cabo a rabo si me permite esta expresión, como conocen bien cuantos intervinieron en este proyecto; y por mí fue entregada a la imprenta del Boletín Oficial del Estado. Por eso conservo los ficheros informáticos de las sucesivas pruebas, los originales de las fotografías, y los correos electrónicos atinentes a la edición, intercambiados con el Gabinete Técnico del Tribunal Supremo, y con el Boletín Oficial del Estado. Lo único cierto es que, solo cuando ya todo el libro estaba concluido, maquetado y por mi parte listo para la imprenta, se le permitió a Vd. una participación menor, revisando esa maqueta y sugiriendo algunos cambios en algunas imágenes. Recuerdo que insistió mucho en que se incluyese al menos una fotografía de su autoría, cosa que al final logró –y creo que resultó bien-. Pero todo esto lo conoce Vd. perfectamente, y si lo digo aquí es solo para que también lo conozca el público lector de “Confilegal”. Por eso en modo alguno es Vd. “un perito de excepción”, como publica, sino unas de las partes confrontadas y, como tal, muy parcial e interesada. Todo se acreditará en sede judicial, cuando llegue el momento.

Cuarto. Tampoco es cierto que dicha obra editada en 2016 se haya publicado sin la “autorización” de las señoras Román y Chamorro, ni de Vd., señor Berbell,  ya que tanto Vd. como ellas parece que se han olvidado de que con fecha 14 de marzo de 2008, todos tres -Román, Chamorro y Berbell-, firmaron una solemne “renuncia, tan amplia e incondicionada como fuera jurídicamente posible, a cualquier interés, contraprestación y, en su caso, derecho de contenido intelectual, económico o de otro tipo” que por tal colaboración pudiera corresponderles, a favor del Tribunal Supremo. Basta con esto para que cualquiera de sus pretensiones resulten inadmisibles. Conservo copia de esos documentos, que custodia el Tribunal Supremo. Por eso está fuera de lugar que dichas señoras y Vd. nos llamen “sinvergüenzas”, y otras lindezas, al profesor Martínez Llorente y a mí: porque no son Vds. titulares de ningún derecho sobre la obra publicada en 2008. Ninguno de los tres. Y, por ende, menos aún sobre la obra publicada en 2016. Como se acreditará en sede judicial cuando llegue el momento.

Quinto. Por tanto, el Tribunal Supremo, como titular único, y plenamente legal y legítimo, de todos esos derechos de autor y de propiedad intelectual sobre la obra publicada en 2008, podía y puede disponer de ellos con toda libertad y sin necesidad de ninguna “autorización” de parte. Como así hizo en 2016, con todo derecho, contando para ello con los dos autores principales de la obra de 2008. 

Todo ello, a tenor el artículo 8 de la Ley de Propiedad Intelectual de 1996, que dice así: Obra colectiva. Se considera obra colectiva la creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural o jurídica que la edita y divulga bajo su nombre y está constituida por la reunión de aportaciones de diferentes autores cuya contribución personal se funde en una creación única y autónoma, para la cual haya sido concebida, sin que sea posible atribuir separadamente a cualquiera de ellos un derecho sobre el conjunto de la obra realizada. Salvo pacto en contrario, los derechos sobre la obra colectiva corresponderán a la persona que la edite y divulgue bajo su nombre.

Como se acreditará en sede judicial cuando llegue el momento.

Sexto. También debo protestar por la manera tan tendenciosa y despectiva, creo que muy ajena a las buenas prácticas del periodismo, en que en los textos publicados por Vd. se me presenta al público de “Confilegal”. Solo como un “marqués” y un “vizconde” –que lo soy por méritos de mis pasados, y a mucha honra-, y ocultando aquellas de mis circunstancias vitales y profesionales más atinentes al caso. Porque para poner ese asunto en contexto, creo que también debería haber informado Vd. a sus lectores de que soy uno de los escasos treinta españoles que ha obtenido tres doctorados en tres universidades públicas distintas; que tengo publicados 48 libros y 511 artículos y monografías; que he sido profesor y catedrático de varias universidades; que pertenezco a varias Reales Academias e instituciones culturales públicas; que el Estado me ha premiado y distinguido públicamente en veinte ocasiones, reconociendo literalmente que he prestado servicios extraordinarios y eminentes a la Nación; que desde 1982 soy abogado en ejercicio; y que desde 1991 ostento un cargo público de historiador. Todo ello se acreditará en sede judicial cuando llegue el momento.

Séptimo. A la preocupación manifestada por las señoras Román Vázquez y Chamorro Fernández en cuanto a haber percibido o no cualquier prestación económica por cualquiera de los dos libros, el de 2008 y el de 2016, les aclaro que ni yo ni el profesor Martínez Llorente hemos recibido nunca ningún dinero por nuestra colaboración, generosa y desinteresada, con el Tribunal Supremo. Antes bien, en los trabajos de investigación de 2008, gastamos mucho tiempo, fondos de nuestro propio peculio, y en mi caso hasta perdí clientes impacientes de mi bufete. Como se acreditará en sede judicial cuando llegue el momento.

Octavo. Finalmente, debo decirle, señor Berbell, que, aunque ignoro las razones que le han movido a Vd. a urdir, a fomentar y a difundir todo este falso escándalo, sospecho que obedecen a los manejos políticos –de política judicial, digo- en los que bulle Vd. habitualmente. Pero es un montaje que no se sostiene, por los hechos y por los defectos de su intento: baste decir que, tantos días después de publicar el supuesto delito, esta es la hora en que los dos acusados por Vds. aún no hemos recibido la llamada de “Confilegal” para recabar nuestra opinión y contrastar nuestra versión de los hechos. Esto evidencia una práctica periodística descuidada. En todo caso, valorando solamente sus hechos, resulta que esas afirmaciones falsas y esas descalificaciones verdaderas contra nuestro buen nombre, mío y del profesor Martínez Llorente, nos han causado y nos están causando un perjuicio gravísimo en nuestro honor y en nuestra reputación profesional, y eso está teniendo malas consecuencias y puede tenerlas peores. Todo esto es intolerable, y los causantes habrán de resarcir ese daño. 

Por eso, ahora y por última vez les exijo públicamente a Vd., señor Berbell Bueno, y a las señoras Román Vázquez y Chamorro Fernández, que de inmediato se desdigan de sus infundadas acusaciones y afirmaciones, que se retracten públicamente de todas ellas, y que después –solo después- eliminen todos sus artículos y textos publicados en ese medio “Confilegal”.

Y de no hacerlo así, les exhorto a los tres a que inicien cuanto antes las acciones legales que han anunciado, conducentes a aclarar plenamente este desdichado manejo suyo. Así lo espero. Porque los tribunales de justicia, y no ese “Confilegal”, son el mejor lugar para dirimir la cuestión: no con dimes y diretes, sino con pruebas. Para ello les facilito al pie el domicilio en que recibiré sus notificaciones judiciales.

Noticias Relacionadas:
Lo último en Tribunales