Importa un coche de Alemania para venderlo, se lo roban, y acaba juzgado por simulación de delito de robo de su propio coche
Alfonso compró en Alemania el BMW-X6, un vehículo de alta gama, por 24.000 euros con el objetivo de venderlo en España por 30.000, pero se quedó sin coche, en una operación que tiene todos los visos de estafa. A cambio, fue acusado de simulación de delito y juzgado.

Importa un coche de Alemania para venderlo, se lo roban, y acaba juzgado por simulación de delito de robo de su propio coche

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16/5/2021 01:00
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Actualizado: 16/5/2021 08:56
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Esta historia podría titularse como el «timo del BMW».

Comienza con un sevillano de 32 años, residente en Madrid, Alfonso, de profesión informático, en apariencia listo, quien se había decidido a hacer un negocio «seguro»: En julio de 2015 compró en Alemania un BMW X6, un vehículo de alta gama, por 24.000 euros y se lo trajo a la capital con la intención de venderlo para sacarse un beneficio de entre 5.000 y 6.000 euros.

Una vez en la capital puso un anuncio en el portal www.milanuncios.com a través del que fue contactado por varios interesados.

Uno de ellos, un intermediario, que dijo llamarse Andrés, pero que en realidad se llamaba José Maya, le dice que tiene un comprador y que, si verifica que el vehículo está en perfectas condiciones, se queda con él.

Pero quiere una comisión. Está de acuerdo.

La tarde del 15 de septiembre, martes, finalmente quedan con el comprador en el concesionario que tiene la BMW de Las Tablas, al norte de Madrid, junto a la carretera de Burgos, adonde Alfonso lo había llevado para arreglar algunos desperfectos pequeños.

La conversación es afable. Se caen bien. Cierran el trato, 30.000 euros.

El intermediario le pide a Alfonso que le muestre los documentos de propiedad del vehículo al comprador para comprobar que todo esta en regla.

Quedan citados por la tarde de ese día en una gestoría de la confianza del intermediario con el fin de cerrar el trato y hacer el cambio de titularidad.

Éste le pide a Alfredo que lleve la fotocopia de su DNI.

Sin embargo, cuando llegan la gestoría está cerrada.

El intermediario les cita para la mañana siguiente, quedándose con los documentos del vehículo y el DNI de Alfonso «para ir avanzando» para cuando ellos llegarán. Alfonso se los deja, sin sospechar nada. 

Pero el miércoles 16 José Maya no aparece.

Alfonso le telefonea para que le devuelva los papeles del vehículo. Este le contesta que había habido un contratiempo con el comprador pero que tenía otro nuevo, que no se preocupara.

Queda con que su hijo, Jesús, se reuniría con él, la tarde del día siguente, jueves, 17 de septiembre, en la calle Costa Rica.

El joven le conduciría al lugar en el que se encontraba con el nuevo propietario, donde cerrarían el nuevo trato.

EL INTERMEDIARIO HABÍA CAMBIADO LA TITULARIDAD DEL VEHÍCULO

Lo que no sospechaba Alfonso es que, gracias a su candidez, el intermediario, el día anterior, el miércoles 16, ya había cambiado la titularidad del BMW en una gestoría, falsificando su firma, y poniéndolo a su nombre.

A esas alturas lo único que necesitaba era tomar la posesión de la propiedad de «su coche».

Mientras conducía en dirección al VIPs de La Garena, en Alcalá de Henares, el hijo del intermediario, al que acompañaba un ayudante del padre, Óscar, se dirigió a él en un tono amenazante: «Cuando venga mi padre al VIPs, donde hemos quedado, facilítanos las llaves del coche y no hagas ningún movimiento raro. Si no lo haces, entre los tres te vamos a dar una paliza».

La sorpresa de Alfonso fue completa.

Una vez dentro del VIPs, al filo de las 20.30, con Alfonso flanquedo por los dos hombres, llegó José Maya y le pidió secamente los dos juegos de llaves del BMW. Se las entregó y por donde habían llegado, se marcharon.

Alfonso esperó unos minutos y luego salió a la calle.

Su BMW ya no estaba.

Según la denuncia que interpuso en la Comisaría de Policía de Alcalá de Henares la madrugada del 19 de septiembre, jueves, en principio le pareció que todo «había sido una broma».

DE LA SENSACIÓN DE BROMA A LA PESADILLA

La denuncia por robo con fuerza no produjo los efectos que esperaba Alfonso. Porque en la judicialización del caso las cosas se complicaron.

El BMW ya no era de José Maya. Había sido vendido a un tercero de buena fe, Dan Jiménez, el miércoles 16 de septiembre. El mismo día que Maya lo había puesto a su nombre y el mismo día que habían quedado ante la gestoría con el primer comprador.

El día que no apareció Maya para cerrar la compra.

La Policía Nacional comprueba que, efectivamente, la firma de Alfonso que aparecía en los documentos de transmisión no parecía haber sido hecha por él.

Así se hace constar a la instructora del caso, la del Juzgado de Instrucción 5 de Aclalá de Henares.

A pesar de todo, la historia es tan increíble que la magistrada, después de escuchar al intermediario, que asegura habér comprado el vehículo por 20.000 euros, y al tercero de buena fe, que dice haber desembolsado 18.500 euros –1.500 euros menos de lo que dijo haber pagado, perdiendo dinero en la operación–, sin indagar más, termina por archivar la denuncia de robo con fuerza de Alfonso, dando por buena la venta.

E imputando, de paso, a Alfonso por simulación de delito, del artículo 457 de Código Penal.

«Hubiera sido más oportuno que Alfonso hubiera denunciado haber sido víctima de una estafa, que a lo sumo es lo que podría haberse producido, pero no víctima de un delito de robo con intimidación, que es lo que se considera, de forma indiciaria que nunca se produjo, razón por lo que se ha señalado en los antecedentes de hecho que denunció el robo ‘a sabiendas de su falsedad'», escribió la magistrada.

El fiscal pidió, en su escrito de acusación, que le impusiera una multa de 3.240 euros.

«Esto sucede más veces de lo que pudiéramos pensar», explica el abogado de Alfonso, Juango Ospina, quien asumió su defensa después de que el propietario del vehículo prescindiera de su primer abogado. «La justicia está lejos de ser perfecta», añade.

LA PROPIA JUSTICIA PONE LAS COSAS EN SU SITIO

Alfonso se sentó en el banquillo de los acusados en un juicio que duró dos días, el 6 el 22 de abril pasados donde la magistrada titular del Juzgado de lo Penal 6 de Alcalá de Henares número 6, Rosalía Antequera González, puso las cosas en su sitio en la sentencia 148/2021, de 26 de abril.

En su fallo incide en el hecho de que la Policía constató que en los papeles de transferencia de la propiedad del BMW las firmas no parecían corresponderse con las del acusado.

«Sorprendentemente dichas sospechas policiales no fueron investigadas durante la instrucción de la causa», subraya la magistrada.

En el fallo también pone en tela de juicio los testimonios de los testigos aportados por el intermediario Maya y, sobre todo, la incongruencia de su testimonio.

«El señor Maya aludió a diferentes encuentros variando fechas y lugares, varió reiteradamente los importes de compra y venta, admitió no haber emitido factura en ninguna de tales transmisiones, señaló que [‘el vendedor’] le acompaño a la gestoría para hacer el cambio de la titularidad, se contradijo acerca de si lo firmado por el [‘el vendedor’]  fue un contrato de compraventa con él o, por el contrario lo firmado fue un contrato abierto a falta de determinar el comprador final dada su condición de intermediario, incurrió igualmente en contradicciones acerca de porqué tenía aun el vehículo [Alfonso] a fecha de 18 de septiembre de 2015 cuando supuestamente se lo había transmitido a él el día 16 de ese mismo mes, con cambio de titularidad incluida ante la Dirección General de Tráfico, y no supo dar explicación lógica de porqué, si adquirió el coche por 20.000 euros –que manifestó haberle pagado en efectivo– lo vendió posteriormente al señor Jiménez por 18.500 euros», dice la magistrada Antequera en su sentencia.

Y añade: «Es por todo lo expuesto por lo que no puede considerarse acreditado que los hechos denunciados por [Alfonso] no tuvieran lugar, surgiendo serias dudas a esta juzgadora acerca de cómo llegó el vehículo a manos del señor Maya para ser vendido y entregado al señor Jiménez, en especial ante la ausencia de una instrucción completa que permitiera descartar conductas típicas tales como la estafa y la falsedad documental, debiendo procederse al dictado de un fallo absolutorio».

Alfonso quedó libre, es cierto, pero todavía sigue pagando el préstamo con el que compró el BMW, que sigue siendo propiedad del «tercero de buena fe», a día de hoy.

Según Ospina, «desenlaces como estos, en los que las cosas se ponen en su sitio, te reconcilian con la justicia, por una parte. Pero también te hacen preguntarte por qué tienen que suceder, por otra. Este caso tendría que haber tenido otro resultado y no este. El coche tendría que haber sido devuelto a su verdadero dueño. Eso hubiera sido lo justo».

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