Los interinos de larga duración en Justicia los ha propiciado la propia Administración
El autor de esta columna es Moisés de las Heras Fernández, auxilio judicial interino desde 1999, que explica el por qué de su existencia y la de miles de compañeros.

Los interinos de larga duración en Justicia los ha propiciado la propia Administración

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08/6/2021 06:47
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Actualizado: 10/3/2022 14:37
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A raíz del anuncio de la Comunidad Europea, que obliga a solucionar el problema de los interinos de larga duración, nos preguntamos: ¿en justicia se hará?

La avanzada edad de muchos de ellos, la falta de tiempo para estudiar compaginando trabajo y familia, el desaliento tras muchos años intentándolo, la escasez de plazas y el alto nivel convierten la oposición de justicia en una tortura. ¿Y eso qué importa?

¡Que estudien!, dirán ustedes.

En efecto, si lo vemos desde el clásico punto de vista moral, nos limitaremos a argumentar: ¡que estudien!, pero ¿toda la culpa es del interino?

¿Hay culpa en la Administración?

Por su propia conveniencia, porque así se logra una amplia movilidad de titulares, las bolsas de Justicia siempre han planteado interinidades largas.

Si durasen menos, no se promovería la experiencia.

Nadie se apuntaría a esas bolsas, además. Por eso las diseñaron así.

Tal es el caso que a veces tardan años, incluso diez o quince en echarte, y allí estás, acomodado. Porque, en un país de trabajo precario, ¿quién renuncia a ese puesto donde te contratan durante lustros?

¿Quién se da de baje de esa bolsa donde tienes una buena posición y una oportunidad laboral tan jugosa?

Esa ha sido la situación provocada por la Administración de Justicia, lo cual ha dado lugar a la existencia hoy de interinos que llevan desde los años noventa u ochenta trabajando aquí y allá y ahora, con cincuenta o sesenta tacos, se les amenaza con el despido.

¿Después de haberle servido bien al Ministerio?

¿Acaso tienen ellos la culpa exclusiva de no haber aprobado unos exámenes de oposición ordinaria de pocas plazas y miles de candidatos más jóvenes, con más fuerza, con tiempo y sin obligaciones?

¿Sí?

¿A la calle ahora? ¿Está bien cambiar de música a mitad de baile? ¿Facilitar interinidades largas y despedirles de un plumazo?

Pero es que, aunque ese interino viejo estudie, con un siete se queda sin plaza porque los cortes son altos. ¿Sacar un siete es hacer el vago?

¿Hay que echarles por eso?

Un bulo se ha hecho correr: se convocarán concursos oposición que consolidarán interinos.

No es cierto.

Consolidan “plazas de interinos”, no interinos. Esa plaza la puede ocupar un opositor libre.

Además, con mayores posibilidades, porque los puntos del concurso no alcanzan al interino para sumarlos al corte final. No, no alcanzan.

Si no, compruébenlo: la mayoría de los aprobados con plaza del presente concurso de gestión, tramitación y auxilio no serán interinos, y si no, que saquen la estadística.

Pero esa es la mejor opción que se le ofrece al interino, un concurso tan abierto y tan difícil como una oposición libre ordinaria. Seguimos en las mismas.

¿Acaso piensa Justicia solucionar el problema a golpe de concursos precarios?

¿Es que acaso no considera ese problema “suyo”?

¿Aplicará el Ministerio la opción del trabajador indefinido, si se plantea?

¿Antes o después de despedir a una gran cantidad de ellos dándoles “facilidades” en esos concursos “tan ventajosos”?

¿Veremos interinos añejos en otras administraciones convertirse en indefinidos sin más, mientras en Justicia los largan al paro?

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