Condenado a cinco años de prisión un independentista que agredió a un ‘mosso’ en una protesta contra una manifestación de Jusapol
Por desórdenes públicos, atentado a agente de la autoridad, y un delito leve de lesiones
La Audiencia Provincial de Barcelona ha condenado a cinco años de cárcel a un independentista militante de La Forja y la CUP, Marcel Vivet, que agredió a un antidisturbios de los ‘Mossos d’Esquadra’ durante una protesta contra una manifestación del sindicato policial Jusapol en septiembre de 2018, en Barcelona.
Le ha impuesto por desórdenes públicos dos años de prisión, por atentado a agente de la autoridad tres años y un día; por un delito leve de lesiones una multa de 600 euros.
Además, tendrá que indemnizar al agente con 1.511,92 euros.
El juicio se celebró el pasado 26 de febrero.
Se trata del procedimiento abreviado número 104/2020, remitido por el Juzgado de Instrucción número 31 de Barcelona.
La sentencia, fechada a 11 de junio, la firman los magistrados José Villodre López (presidente y ponente), Luis Belestá Segura y Miguel Ángel Ogando Delgado.
La acusación particular ha estado ejercitada por la Generalitat, representada por el abogado Luis Colesa.
Tras conocer la sentencia, el condenado ha asegurado que le han condenado por haberse «manifestado contra el fascismo y por la independencia».
«Nunca me pararán. Nunca bajaré la cabeza frente a la represión», ha publicado en Twitter.
LANZARON A LOS AGENTES POLVOS DE COLORES Y PINTURA ACRÍLICA, BOTES, BOTELLAS Y OTROS OBJETOS CONTUNDENTES
Los hechos se remontan al 29 de noviembre de 2018, cuando el condenado -que formaba parte de Guanyem Badalona en Comú, la lista de la candidata de la CUP el 14F, Dolors Sabater– acudió a una contramanifestación convocada por varias organizaciones independentistas en protesta por una manifestación del sindicato policial Jusapol que se celebraba paralelamente para reivindicar la equiparación salarial de los cuerpos policiales y rendir homenaje a los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil que participaron el 1-O en la ‘Operación Copérnico’ contra el referéndum ilegal.
La marcha de Jusapol tenía como punto de partida la Via Laitena de Barcelona, a la altura de la prefectura del Cuerpo Nacional de Policía.
Al mismo tiempo, entidades separatistas organizaron una contramanifestación, lo que llevó a la Brigada Móvil de
los ‘Mossos d’Esquadra’ a establecer un dispositivo de seguridad cuyo objeto fundamental era evitar la confluencia de ambas marchas.
Con dicha finalidad, en la plaza Sant Jaume se dispuso un cordón policial que impedía el acceso de los centenares de contramanifestantes.
Según los hechos probados, en la primera línea de la contramanifestación se situó Marcel Vivet, que «acudió ondeando una bandera la organización política a la que pertenecía sujeta con un palo de unos dos metros de largo y unos centímetros de grosor».
El tribunal señala que sobre las 12.00 del mediodía, los integrantes de este grupo «comenzaron a lanzarles polvos de color y pintura acrílica con el fin de dificultar la visión de los agentes».
Asimismo, «con la intención de menoscabar su integridad física, también les arrojaron botes, botellas y otros objetos contundentes a pesar de que se les advertía por megafonía que depusieran su actitud».
En ese momento, Vivet se valió de «la cobertura y sensación de impunidad que le ofrecía el resto del grupo» para para golpear con el palo de la bandera en el brazo a un agente, en su antebrazo derecho.
Como consecuencia de dello, el ‘mosso’ padeció una contusión con tumefacción dorso radial del tercio distal del antebrazo y muñeca derecha, por lo que tuvo que portar una férula mafra y estuvo de baja laboral durante 24 días
Los magistrados señalan que Vivet declaró en el juicio, «con ausencia de dato alguno que soportara sus palabras»,
que en la manifestación que se estaba llevando a cabo a unos metros de distancia, organizada por Jusapol, «se defendía y justificaba la violencia policial empleada en el dispositivo del 1 de octubre de 2017» y, por tanto, «se lanzaban proclamas en ese sentido envueltos en un ambiente oscuro de violencia, fanatismo y absoluta crispación que contrastaba con el que se respiraba en la contramanifestación en la que participó».
Dijo que «estaba presidida por un talante absolutamente pacífico, donde los colores, los bailes y cantos eran los protagonistas». De hecho, hizo un expreso y claro paralelismo con el Holi, el festival popular hindú de primavera.
El tribunal afirma que este escenario «no se compadece ni de lejos con la situación real que se infiere de la prueba practicada», y destaca que la actuación de Vivet y de buena parte de las personas que le acompañaron «rompió las costuras de los derechos fundamentales de reunión y manifestación, que de ninguna forma amparan la comisión de hechos como los descritos en el relato fáctico».
Los magistrados explican que «no se aprecia circunstancia alguna que menoscabara o comprometiera la credibilidad subjetiva de los agentes interrogados». Afirma que «sus manifestaciones fueron persistentes con el tenor del atestado, así como lógicas y coherentes sin que se aprecien contradicciones o lagunas relevantes» y que sus palabras estuvieron, además, avaladas por las imágenes y el vídeo que constan unidos a la causa.
En relación con el agente herido, el tribunal señala que su versión contó también con el soporte del parte suscrito en el servicio de emergencias, y que no solo coincide en el marco temporal pues está fechado a las 13.00 horas del día de los hechos, «también las heridas que consigna son compatibles con la mecánica de la agresión».
Afirma que todos los agentes que depusieron y que situados en primera línea participaron directa y personalmente en el dispositivo coincidieron en que la manifestación –que había sido convocada como reacción o protesta por la de Jusapol- «estuvo marcada por la violencia verbal y material», se profirieron «insultos y amenazas a las que, especialmente tras la detonación de varios petardos, siguieron en lanzamiento de objetos contundentes que impactaron en algunos agentes que tuvieron que abandonar la vanguardia e incluso ser atendidos por los servicios sanitarios».
Los magistrados subrayan que «la proyección de pintura acrílica y polvos de colores no fue casual, sino más propia de las técnicas de guerrilla urbana».
Y precisan que «al caer sobre los cascos y concretamente las viseras traslúcidas de los agentes conseguían triple finalidad: pérdida o dificultad de la visión, dificultades respiratorias, y como lógico corolario, la retirada de la visera quedando el rostro al descubierto incrementando geométricamente el riesgo para su integridad física».
El tribunal explica que el agente reconoció sin género de dudas al condenado. «A pesar de la agresión, razones del servicio le impedían abandonar su puesto inmediatamente, por lo que tuvo oportunidad de memorizar con detalle la fisonomía y vestimenta de su agresor», expone el tribunal.
Añade que en noviembre lo localizó en una red social, circunstancia que con asistencia del Grupo Operativo de Apoyo y Prevención (GOAP) le llevó a examinar las fotografías y vídeo captado e identificarlo.
Tampoco vaciló cuando aseveró que la agresión fue con el palo, extremo que se compadece con las imágenes en las que aparece el condenado «blandiéndolo de forma intimidatoria y ya desprovisto de la bandera», apuntan los magistrados
Noticias Relacionadas:
Lo último en Tribunales