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Los magistrados del TSJ de Andalucía son un frontón que rechaza los buenos planes de Sanidad de la Junta

Los magistrados del TSJ de Andalucía son un frontón que rechaza los buenos planes de Sanidad de la Junta
Felicísimo Valbuena es catedrático emérito, periodista y consultor internacional. En su columna En su columna el último auto de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que rechaza la implementación del certificado COVID-19.
20/8/2021 06:48
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Actualizado: 20/8/2021 06:48
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Después de haberme ocupado de los autos de los Tribunales Superiores de Justicia (TSJ) de Canarias y de Galicia, estudio ahora el de Andalucía.

¿Y qué decir?

Mucho. Y poco.

Mucho, porque estamos asistiendo a autos de magistrados de varios TSJ autonómicos que, según pasan los días, van confirmando lo que Gustavo Bueno sintetizó hace 20 años que les ocurría a los legistas.

Poco, porque todavía no contamos con una buena comedia que presente el proceder de estos magistrados.

¿QUÉ ES UN «DELIRIO REDUCCIONISTA O GREMIAL»?

En su libro «Televisión: Apariencia y Verdad», Gustavo Bueno emplea el sintagma «Delirio reduccionista o delirio gremial» y lo aplica a los médicos, a los legistas y a los químicos.

Ese delirio reduce la «omnitudo rerum» (un todo absoluto ilimitado) a las categorías del propio gremio.

El delirio gremial médico fue descrito por Jules Romain en su obra de teatro «Knock o el triunfo de la medicina» (1923).

El doctor Knock, en efecto, pretendió «elevar a la existencia médica» a «todo el mundo», comenzando por el mundo constituido por los vecinos de su villa.

La obra de Jules Romain fue llevada al cine dos veces.

La primera, titulada «Dr. Knock», es de 1951. Una película genial, que fue interpretada por el que muchos consideran el más culto actor francés que ha habido y uno de los mejores intérpretes: Louis Jouvet.

En 2017, casi 70 años después, la nueva versión volvió a triunfar con el título «El médico de la felicidad».

«EL DELIRIO GREMIAL DE LOS LEGISTAS»

Bueno escribió unas líneas que retratan a la perfección la situación actual de los magistrados y su posición ante el Certificado del Covid-19:

«Síntomas alarmantes de ‘delirio gremial’ por parte de los legistas (sobre todo cuando adquieren la condición de jueces) los encontramos en algunos teóricos o prácticos del ‘Estado de derecho’; porque ahora los legistas parecen proponerse como objetivo supremo la transformación de toda la vida social y humana en ‘vida jurídica’, la judicialización de la totalidad de las relaciones humanas, tanto las relaciones ‘ad intra’ (familiares, empresariales, políticas) como las relaciones ‘ad extra’ (‘derechos de los animales’, ‘derechos del medio ambiente’)». (Televisión, Apariencia y Verdad, 2000, página. 138)».

Pues eso es lo que están haciendo los magistrados.

Cada Tribunal emplea diferentes caminos pero cada uno también incluye uno o varios disparates. Y todo, porque ignoran los fundamentos básicos de la Filosofía.

Por eso, cada auto manifiesta la ignorancia y la total disposición a impedir que los políticos realicen sus planes y programas en Sanidad.

Una conclusión razonable es que la salud es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de los magistrados.

DIVERSOS PROCEDERES FAVORITOS DEL PONENTE DON FEDERICO LÁZARO GUIL

No he tenido acceso a los escritos de los políticos, pero los pocos fragmentos que los magistrados reproducen demuestran que los políticos tienen los puntos más claros y escriben mejor que los magistrados.

Es un hecho que, con la llegada del ordenador, la extensión de las sentencias ha aumentado en un 40%. La que podría ser una buena redacción se convierte en una prosa de corta y pega innecesarios y otros procedimientos que vuelven más y más oscuros los escritos.

Por ejemplo, el ponente del auto del TSJ de Andalucía repite una y otra vez un asunto. O dicho de otra forma: Le agrada marear la perdiz.

“… y si respeta los parámetros de justificación, idoneidad y proporcionalidad exigidos por la jurisprudencia en estamateria” (página 3).

“Más  concretamente, será preciso someter a enjuiciamiento su adecuación, necesidad y proporcionalidad”. (página 4).

“…y si la limitación pretendida es efectivamente idónea, necesaria y proporcionada” (pagina 4).

“A los efectos que aquí importan,  basta con recordar que, para comprobar si una medida restrictiva de un derecho fundamental supera el juicio de proporcionalidad, es necesario constatar si cumple los tres requisitos o condiciones siguientes:  si tal medida es susceptible de conseguir el objetivo propuesto (juicio  de idoneidad);  si, además, es necesaria, en el sentido de que no exista otra medida más moderada para la consecución de tal propósito con igual eficacia  (juicio de necesidad);  y, finalmente, si la misma es ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto (juicio de proporcionalidad en sentido estricto)” (páginas 7-8).

Otro proceder favorito es ocuparse, durante una página, del “toque de queda”.

¿Para qué? Eso quisiéramos saber. Aquí se trata del Certificado Covid-19, no del toque de queda.

El tercero es invocar la normativa europea cuando le conviene e ignorarla cuando puede ir en contra de la posición que tiene ya tomada. Y la tiene ya tomada, porque el fiscal ya ha emitido un informe negativo: “… en cuanto que implica la necesidad de mostrar datos relacionados con la salud, considerados, de acuerdo con la normativa europea, como de carácter sensible, estando sometido por tanto a unas mayores exigencias” (página 2).

Sin embargo, no cita que cada vez más países europeos, con el apoyo de sus tribunales, exigen el Certificado Covid.

O sea, que, cuando le interesa a su posición ya tomada, se apoyan en Europa.

Y cuando no, Europa no cuenta.

Y cuando nombran a Europa, lo hacen acomplejados, éste y otros tribunales. No les interesan los argumentos racionales. Citan a Europa como argumento de autoridad.

EL JUEGO «¿POR QUÉ NO HACEMOS ESTO? SÍ, PERO…», O COMO REDUCIR AL SILENCIO A LOS POLÍTICOS

Finalmente, lo que hacen el ponente, el citado don Federico Lázaro Gil, el presidente, don José Manuel González Viñas, y don Francisco Manuel Álvarez Domínguez –los tres conforman el tribunal colegiado–es participar en el célebre juego comunicativo «¿Por qué no hacemos esto? Sí, pero…».

Eric Berne el creador del Análisis Transaccional y el gran estudioso de los juegos comunicativos, expuso de manera muy sencilla y, a la vez, muy profunda, en qué consistía este juego.

Pongamos el caso de que el Tribunal es un cónyuge y la Junta de Andalucía, el otro:

– Siempre insistes en hacer todas las reparaciones de la casa, y nunca haces nada bien.

– Qué tal si tomo un curso de carpintería?

– Sí, sólo que no tienes tiempo.

– ¿Por qué no compramos unas herramientas?

– Sí, pero no sabes usarlas.

– ¿Y si llamo a un carpintero?

– Sí, pero nos saldría muy caro.

– Por qué no aceptas que yo siga con las cosas tal como las estoy haciendo?

– Sí, sólo que corremos el riesgo de que todo se derrumbe.

El intercambio acaba en un silencio típico. Es decir, el Tribunal va buscando que la Junta de Andalucía se calle.

Este diálogo de la pareja es, clavado, lo que está ocurriendo con los magistrados y con ese fiscal desconocido.

Conviene explicárselo a los andaluces de la manera más clara. Los magistrados están poniendo todos los obstáculos posibles al buen orden social o “eutaxia” que la Junta quiere lograr.

Cuando el ponente reconoce aspectos positivos de la Junta, es sólo un paso provisional para luego refutarlos.

Y lo hace, también, de forma descarada: “La vacunación protege eficazmente frente  a la enfermedad grave, pero  no garantiza  de forma  absoluta que no se pueda contraer la misma ni ser vehículo transmisor (la negrita es nuestra –del ponente–)”.

Y estos magistrados también utilizan una serie de muletillas para hacer quedar a los demás como tontos.

Veamos cómo lo hacen:

“Dicho esto, hemos de añadir que si bien es cierto que el anterior argumento puede servir para justificar la exigencia de proporcionalidad de la medida que se pretende implantar, no lo es menos que arroja serias dudas sobre el cumplimiento de las otras dos exigencias que se imponen para considerar justificado el trato discriminatorio que se deriva de la citada medida. Nos referimos a la idoneidad y a su necesidad”.

Esta forma de sacudirse las objeciones sin aportar argumentos es más antigua que la tos.

Muchas personas son más inteligentes que quienes utilizan esas muletillas.

“… no se acierta a comprender cómo se evitará el posible contagio de quienes hayan accedido al local amparados en la presentación de un justificante por la realización de una PCR o un test de antígeno,  que sólo acredita que en el momento de su realización no eran portadores del virus  activo, pero no que gocen de inmunización alguna frente a éste”, añaden.

Pues magistrados de no pocos países europeos sí han acertado a comprender y han dictado autos a favor del Covid-19.

No se acierta a comprender cómo” es una expresión que, si alguien se detiene a considerar lo que significa, acaba riéndose, pues quien la enuncia se pone en mal lugar .

Y cuando los magistrados se muestran exigentes, entonces sí que la risa puede llegar a ser inevitable:

«… lo que comporta  que deba acreditarse con rotundidad que el mayor número de contagios de la denominada quinta ola tiene su origen, precisamente, en los locales de ocio nocturno, y en este particular  ni la Orden ni los informes en los que se ampara ofrecen los datos necesarios para ello, siendo claramente insuficiente los meros cálculos probabilísticos».

O sea, que los magistrados se inclinan decididamente por la rotundidad y desprecian los cálculos probabilísticos.

Estos últimos son muy importantes para hacer avanzar la ciencia. La rotundidad llega al final, cuando los cálculos se ven confirmados por la realidad.

Los magistrados deberían estudiar si padecen el síndrome de mentalidad de grupo (Groupthink), que estudió Irving Janis hace nada menos que cincuenta años.

También deberian plantearse cómo van de apertura mental.

Les vendría muy bien leer «The Open and Closed Mind» (La mente abierta y cerrada), que Milton Rokeach estudió muy bien en 1960.

Y como ya he escrito en otros artículos, a ver si los magistrados y fiscales estudian qué es la intimidad. Tienen pocas ideas sobre ella y, encima son muy oscuras.

Es un concepto ramplón de intimidad, que no contempla los conflictos entre intimidad ética, moral y política.

Por cierto, el fiscal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia ha apoyado el recurso de la Xunta. El de Andalucía, no, que yo sepa.

Concluyo: Los magistrados que han redactado este escrito forman un frontón de cemento armado contra el que se estrellan los buenos planes y programas de la Junta.

No permiten que se desarrolle una estrategia eficiente de salud y constituyen una rémora.

Además, si los gobiernos y tribunales europeos generalizan el uso del Certificado Covid, estos tres magistrados, más el ignoto fiscal, acabarán quedando en ridículo.

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