Menos impuestos y más lucha contra la morosidad, soluciones para frenar la tasa de mortalidad de las empresas españolas
El 9,2% de las empresas españolas cierra a lo largo del año, por encima del 8% de la media europea. Foto: EP.

Menos impuestos y más lucha contra la morosidad, soluciones para frenar la tasa de mortalidad de las empresas españolas

La tasa de mortalidad empresarial, que mide el porcentaje de tejido empresarial que desaparece de forma anual, es mayor en España que en Italia, Alemania o Portugal
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09/11/2021 06:48
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Actualizado: 15/1/2022 19:08
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La tasa de mortalidad empresarial, que mide el porcentaje de tejido empresarial que desaparece de forma anual, es mayor en España que en Italia, Alemania o Portugal. El 9,2% de las empresas españolas cierra a lo largo del año, por encima del 8% de la media europea.

Estos datos se desprenden del informe sobre ‘Crecimiento Empresarial’ que ha elaborado la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), teniendo en cuenta los datos de las empresas con al menos un asalariado.

En Italia, un país con un tamaño comparable al de España, la tasa de mortalidad de las compañías es del 8,3%; en Alemania, la locomotora de Europa, se sitúa en del 7,5%, y en Portugal alcanza el 7,2%. En cambio, países como Francia o Reino Unido sí presentan una mortalidad empresarial mayor que la española.

Esta tendencia se agudiza en España en las empresas de nueva creación, que muestran una mayor vulnerabilidad que en otros países europeos. De hecho, solo la mitad de las empresas sobreviven tres años después de su creación, una proporción inferior a la de Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Portugal, entre otros países europeos.

Visto desde otro ángulo, se puede concluir que las empresas con empleados en España tienen una esperanza de vida media cercana a los 11 años, que es casi la mitad de lo que sobreviven de media las empresas en el conjunto de la Unión Europea (19,6 años). En Portugal la esperanza de vida empresarial asciende a 13,8 años, en Alemania a 13,3 años y en Italia a 12 años.

La mayor mortalidad de las empresas españolas se explica por su menor tamaño medio, ya que cuanto mayor es la dimensión de las compañías mayor es su capacidad para superar las crisis.

 Es la conclusión de este informe que se puede extraer si se observan, por ejemplo, los datos de la crisis económica previa a la de la pandemia.

Entre el cuarto trimestre de 2007 y el mismo periodo de 2013, el número de empresas de 10 a 49 trabajadores se redujo un 33%, mientras que el número de empresas con 500 empleados o más solo lo hizo un 23%, 10 puntos porcentuales menos.

Combatir la morosidad salva empresas

Desde la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad (PMcM), su presidente Antoni Cañete explica Confilegal que “hemos argumentado en numerosas ocasiones que combatir la morosidad salva empresas. En la actualidad, medio millón de empresas están en riesgo de quiebra principalmente por el retraso en los pagos”.

Atendiendo a nuestro último estudio, el ‘Informe sobre Morosidad: Estudio Plazos de Pago en España 2020’, elaborado a finales de 2020 a partir de cerca de 800 encuestas realizadas a sus organizaciones asociadas y ajenas, el 16% de los encuestados vieron claramente que los plazos en los que estaban cobrando no permitían la viabilidad de sus negocios, y el 48% creía que sus plazos de cobro continuarían empeorando durante 2021.

Según declaran los encuestados, si cobraran todas sus facturas a tiempo, el 11% reducirían su necesidad de financiación en más de un 40, y el 24% de los encuestados la rebajarían entre un 20% y un 40%.

“El no salir de este bucle de impagos a proveedores de forma inminente podría llevarnos a una situación sin precedentes y con graves consecuencias para el tejido empresarial, con la consecuente desaparición de empresas”, destaca.

Cañete señala  que, según las estimaciones realizadas por la PMcM sobre los datos de la CNMV referidos a 2020, las compañías cotizadas liquidaron sus facturas en un periodo medio de 200 días, triplicando el plazo legal permitido (60 días) y aumentando 14 días respecto a 2019. Además, tenían en cartera 81.786 millones de euros sobrepasando los 60 días legales.

Antoni Cañete, presidente de la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad.

La solución, a su juicio, pasa inexorablemente por implantar ya un régimen sancionador que multe a las empresas morosas, «pero ha pasado más de un año desde que el Congreso aprobara por unanimidad sacar adelante el régimen sancionador».

Este experto no entiende tanta demora, «lo único que ha ocurrido han sido las numerosas ampliaciones del plazo de enmiendas, hasta 34, una tras otra, y como colofón, el anuncio del Gobierno sobre que en materia de morosidad no se abordará un régimen sancionador, sino las medidas que plantean en el anteproyecto de la Ley Crea y Crece que no resuelve el problema».

A su juicio, «la morosidad es uno de los mayores problemas que afectan a la supervivencia de las pymes. Hay que erradicarlo ya y el único camino es un régimen sancionador».

Muerte súbita de las empresas

Para Marco Bolognini, socio responsable del área mercantil de Maio Legal, los datos estadísticos son incontrovertibles, mucho más que sus causas.

En particular, llama la atención la mortalidad de empresas en los primeros tres años de vida, una especie de “muerte súbita” que afecta con especial crueldad a las iniciativas empresariales de estos lares.

Para este jurista hay varis razones, “en primer lugar, el tamaño de las pymes españolas de nueva creación suele mantenerse estable a lo largo de los primeros años de vida, con tímidas – y costosas- incursiones en el mercado laboral para aumentar plantilla», comenta.

Bolognini destaca que «además no hay una cultura muy arraigada de unión de fuerzas entre (pequeños) competidores vía fusiones o ‘joint ventures’, y menos al principio de la andadura empresarial».

«Luego, es sencillo detectar las dificultades que las pymes, (especialmente las más jóvenes y menos dotadas de personal ad hoc) encuentran en el tejido burocrático administrativo de obligada observancia, que cada día va complicándose más a medida que van desarrollándose nuevas obligaciones de cumplimiento normativo aplicables ‘urbi et orbi’, sin discernimiento lógico», indica.

Marco Bolognini, socio responsable del área mercantil de Maio Legal.

Como ideas de mejora, este experto en derecho mercantil habla de que «el ecosistema – entendido como paisaje dentro del cual se desarrolla una actividad económica – debería ser amable para quienes se atrevan a montar (o seguir con) una empresa».

También plantea medidas que van desde «un nivel impositivo ajustado, sensato y que no ahogue (que no sea un castigo para el que tenga una pizca de éxito…), un mercado laboral flexible para crear más puestos de trabajo y que no funja de soga al cuello cuando las cosas empeoran, una burocracia liviana, mínima, con unos funcionarios dedicados al ciudadano y al empresario contribuyente (y no al revés), serían necesarias«.

Al mismo tiempo considera necesario “unas pocas normas claras y posiblemente homogéneas, una formación específica y de nivel para emprendedores y también para los oficios del presente y del futuro, la estimulación cultural y fáctica, por ejemplo, a través de bonificaciones fiscales y de la seguridad social, de fusiones y ‘joint ventures’ entre competidores sectoriales”.

Al final, de lo que se trata es de «crear y fortalecer el ecosistema (algo que en algunas comunidades autónomas ya se está haciendo con los pocos medios a disposición) es fundamental para garantizar confianza y supervivencia empresarial».

Reducir la burocracia, esencial

Por su parte, Olga Forner, socia de Marimón Abogados y responsable de su área concursal, señala que “la existencia de tanta microempresa en el tejido empresarial español es consecuencia de la limitada representación de grandes corporaciones que son las que pueden tirar de los sectores productivos, facilitando el crecimiento de empresas auxiliares”.

A su juicio, “para evitar tan alta mortalidad empresarial durante los primeros años de vida se deberían reducir las trabas burocráticas. Es importante que se creen mayores y más eficientes estímulos fiscales e incentivos de seguridad social para la contratación de empleados”.

Desde su punto de vista, “cuando el capital humano de los emprendedores es mayor, las actividades desarrolladas son más productivas y los proyectos sobreviven en mayor proporción”.

Para esta jurista, «otros puntos claves serían la necesidad de una mayor inversión en I+D+i, la introducción de ayudas a la internacionalización y una mayor seguridad jurídica de tal forma que las empresas puedan afrontar con garantías sus obligaciones profesionales».

Olga Forner, socia de Marimón Abogados y responsable de su área concursal.

Forner considera que «no podemos olvidar la educación y formación del capital humano. El incremento de la productividad requiere mejoras en la preparación de los emprendedores mediante la ampliación de la oferta de actividades de formación continua y la promoción del emprendimiento entre titulados superiores”.

En su opinión, “para evitar tan alta mortalidad empresarial resulta necesario facilitar el acceso a la financiación de los nuevos proyectos”.

“Actualmente, resulta muy difícil obtener una financiación externa ya que las entidades financieras y de crédito no han llegado a tener departamentos de rating suficientemente grandes y ágiles (como en el caso de la concesión de los préstamos con garantía hipotecaria) dirigidos a proporcionar crédito a las microempresas de reciente creación”.

Mas flexibilidad y menos impuestos

Por su parte, Carlos Guerrero, socio director de Attolon, cree que “las medidas para reducir la mortalidad pasan por reducir drásticamente la fiscalidad y las cotizaciones de las micro-empresas, así como mucha más flexibilidad en la contratación, con el objetivo de ayudarles a crecer y que alcancen un tamaño adecuado para promover las fusiones entre pymes».

Desde su punto de vista, “es una medida de difícil cumplimiento en España, porque el legislador no está por la labor. Las empresas españolas han demostrado en los últimos años una enorme capacidad de internacionalización que conlleva un crecimiento más sostenible.

Este jurista recuerda que «tenemos muchas micro-empresas y muy pocas pymes. Ahí radica el verdadero problema, el tamaño de las compañías españolas. Por otro lado, el ecosistema ‘startup’, por ejemplo, ha crecido muchísimo estos últimos siete años en España”.

Carlos Guerrero, socio director de Attolon.

Sobre dicho ecosistema recuerda que “son compañías que buscan crecer muy rápido con la financiación del capital riesgo y abriendo el capital a inversores. Esa financiación les permite crecer rápido y si no consiguen traccionar, antes de los 5 años, cierran. No es malo cerrar, ya que esto provoca que las empresas zombies no contagien al resto de operadores en el mercado”.

“Pero si consiguen crecer, en poco tiempo se han convertido en ‘scale-ups’ con capacidad de acceder incluso a los mercados de valores. Ahí alcanzan el tamaño suficiente para ser sostenibles y mejorar esos porcentajes de mortalidad tan elevados”, destaca.

Este jurista reconoce que le ha sorprendido el porcentaje de mortalidad de las empresas españolas, «ya que pensaba que era superior y que su duración era de menos año».

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