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«La guerra civil española: Revolución y contrarrevolución», de Burnett Bolloten, un libro que hay que leer

«La guerra civil española: Revolución y contrarrevolución», de Burnett Bolloten, un libro que hay que leer
El británico Burnett Bolloten escribió una obra magna sobre la Guerra Civil española que es esencial para comprender lo que condujo a su estallido y lo sucedido durante los casi tres años que duró. En la imagen una foto de una miliciana tomada en aquella época.
15/5/2022 06:51
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Actualizado: 16/8/2022 08:09
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Reconozco que hasta 2005 tenía una visión de la Guerra Civil española de una persona de izquierdas, o progresista, como se dice ahora. Mis lecturas se habían nutrido de autores como Paul Preston, Gabriel Jackson, Hugh Thomas..., y tantos otros.

Mi padre, Francisco, había formado parte de la llamada «quinta del chupete»; los jóvenes que habían sido llamados a filas por la República recién cumplidos los 18 años. Había combatido en la contienda. Había sido capturado en una batalla en Extremadura. Había pasado la mayor parte de la guerra en un campo de concentración.

Y, luego, al final de la contienda, tuvo que volver a hacer la mili otros cuatro años, como todos los soldados que habían combatido en el Ejército republicano. Fue «depurado». El término que utilizó.

Como todas las familias, la mía se partió en los dos bandos, si bien los parientes más cercanos al núcleo familiar estaban del lado republicano.

Un hermano de mi madre, Alfonso, murió en el frente sur, en los combates que se desarrollaron en noviembre de 1936 en los alrededores del Cerro de los Ángeles, el centro geográfico de España, cuando los nacionales trataron infructuosamente de tomar la capital.

Su cadáver jamás fue recuperado. Era el hijo mayor de mis abuelos, Ricardo y Felipa. Un hijo muy querido.

Su desaparición supuso un golpe fatal para la familia. Mi abuelo materno, un constructor originario de Valdeverdeja, pueblo de la provincia de Toledo, colindante con la de Cáceres, era lo que hoy definimos como un emprendedor. Un hombre hecho a sí mismo.

Aprendió el oficio de peón de albañil desde abajo, luego se convirtió en encargado y después montó su empresa. Se trasladó a Madrid con su familia. Compraba solares, construía edificios y los vendía. Con lo que sacaba, volvía invertir y a repetir la operación.

La guerra civil, la desaparición de mi tío Alfonso, el desastre bélico, impidió que mi abuelo Ricardo volviera a levantar cabeza. Todas sus ilusiones de futuro quedaron hechas trizas.

Cuando terminó la contienda siguió trabajando en la construcción, pero de mero peón de albañil. La gente del sector, conociendo su seriedad y su profesionalidad, le ofrecieron crédito para volver a levantar edificios. Los rechazó.

Tampoco le convencieron los intentos de mi tío Juan, hermano de mi tío Alfonso, y de mi padre, Francisco.

Con esta historia quiero centrar de donde vengo. Es una de las muchas historias familiares de aquella época que mis padres me transmitieron cuando estaba a punto de llegar a lo que hoy llamamos mayoría de edad.

Les pregunté que por qué no me lo habían contado antes. La respuesta fue de un razonamiento apabullante: «no queríamos envenenarte. Había que mirar hacia el futuro. Sufrimos mucho con la guerra civil y con la posguerra. No puede volver a repetirse un infierno como ese. Vosotros, merecéis un futuro mejor», me dijo mi madre, Domi.

Ni que decir tiene que mi visión, desde mi juventud, fue la de los escritores de la izquierda. La República, el régimen democrático nacido de las urnas, había sido aplastado por el fascismo.

En ese año de 2005 decidí escribir una novela histórica enmarcada en las últimas semanas de la guerra civil, entre enero y el 1 de abril de 1939, cuando finalmente el coronel Segismundo Casado se rindió y entregó la capital a las tropas del general Franco. El «caudillo», como le llamaban los suyos recuperando un término que había quedado históricamente obsoleto.

A la novela le puse, originalmente, el título de «Querido camarada». Eran las dos primeras palabras de una carta que un juez republicano le dirige al protagonista, un joven comisario de la policía republicana, amigo suyo, para que le ayudara a recuperar a su hija secuestrada, de la que el agente había estado enamorada.

Un comisario al que sus jefes le habían conferido la desactivación del complot socialista-anarquista y militar republicano que derivó en un golpe de Estado, el 5 de marzo de 1939, contra el Gobierno republicano y la instauración de un Consejo Nacional de Defensa.

La novela fue publicada en 2009 por Temas de Hoy con el título «El psicópata. Un policía a la búsqueda de un asesino en serie en el Madrid de la Guerra Civil». Ymelda Navajo, la directora de la Editorial, me convenció de que el título elegido era «más comercial».

En aquel tiempo, cuando comencé a idear la idea de la novela, prestaba mis servicios en el Consejo General del Poder Judicial, como asesor de Imagen de la Justicia.

Había hecho buenas migas con Adolfo Prego, uno de los 20 vocales del órgano de gobierno de los jueces.

El británico, Burnett Bolloten, autor de una obra imprescindible si se quiere conocer a fondo lo sucedido en la Guerra Civil española.

UNA VISIÓN SESGADA DE LA GUERRA CIVIL

En mis conversaciones con Prego, en ocasiones emergía el tema de la Guerra Civil. Su padre había estado en el otro bando, en el Nacional. En el frente de Madrid.

Un día le conté que estaba pensando en escribir una novela enmarcada en los últimos meses de la contienda. Me contestó que tenía «sesgada» la visión de la contienda. No me dijo ni que era un ignorante ni que no tenía idea. Solo subrayó este sesgo histórico.

Nada más.

Al día siguiente, Prego se presentó en la oficina con ocho libros. «Necesitas leer otros puntos de vista. Necesitas dejar que funcione tu inteligencia, tu razón y tu espíritu crítico. A veces las cosas no son lo que parecen. Y este es el caso», me dijo.

Tenía toda la razón. Durante los siguientes meses me los leí todos. El último fue precisamente este: «La guerra civil española: Revolución y contrarrevolución», de Burnett Bolloten.

Jamás había oído hablar de este escritor.

Bolloten había sido un periodista británico al que le pilló el levantamiento en Barcelona. Se enroló con la agencia de noticias United Press para cubrir la contienda como corresponsal de guerra. Contaba 23 años.

Ni que decir tiene que sus ideas políticas estaban próximas al marxismo y al comunismo. Sus simpatías eran claramente republicanas.

En cierto modo me recordó al británico Eric Blair, conocido por su seudónimo de George Orwell, autor de «1984» o «Rebelión en la granja», entre otras obras, en las que denunció después el totalitarismo comunista-stalinista.

Es cierto que Orwell no operó como periodista sino que se desplazó a España para combatir contra el fascismo.

Lo hizo como miliciano del Partido Obrero Unificado Marxista (POUM), partido comunista no stalinista. Lo que le permitió vivir en primera persona la aniquilación de sus hermanos de armas y contra los milicianos anarquistas, a partir de mayo de 1937, a manos del Partido Comunista de España (PCE), convertido en una marioneta del Partido Comunista de Unión Soviética, el PCUS.

Como periodista, Bolloten conoció a todos los dirigentes relevantes del momento, como el entonces presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero, su sucesor, el doctor Juan Negrín, el ministro de la Guerra, Indalecio Prieto, o los dirigentes comunistas Palmiro Togliatti o Alexander Orlov. Y muchos más.

Fue testigo directo de los principales acontecimientos y eso hizo que su punto de vista inicial se transformara en desencanto, como le ocurrió al afamado periodista Manuel Chaves Nogales y a muchos otros intelectuales.

Cuando finalizó la Guerra Civil se marchó, primero, a México, donde vivió hasta 1949. Allí entrevistó a personalidades relevantes de la desaparecida República exiliadas, acumulando miles de documentos. Después se fue a vivir a Estados Unidos.

Bolloten dejó el periodismo. Para ganarse la vida se dedicó a los negocios privados en California, pero concentró todos sus esfuerzos en el estudio de nuestra contienda. Convertido en el eje de su pasión intelectual e investigadora.

En total, el autor escribió tres libros: «The Grand Camouflage: The Communist conspiracy in the Spanish Civil War» (El Gran Engaño: las izquierdas y su lucha por el poder en la zona republicana), que vio la luz en 1961; «The Spanish Revolution» (La Revolución española), publicado en 1979; y este que es el origen mi columna: «La guerra civil española: Revolución y contrarrevolución», nacido a luz en España en 1989.

Me llevó su tiempo leer, metabolizar, deglutir e interiorizar este último libro de Bolloten, que comprendía los otros dos citados.

Adolfo Prego tuvo razón.

Su lectura cambió para siempre mi visión de la Guerra Civil española.

Porque Bolloten es, por encima, un autor honrado y un hombre crítico. Imparcial. Su contenido no está sesgado hacia un lado u otro. Los hechos son los hechos.

Y es lo que cuenta.

Josep Tarradellas, primer presidente de la restaurada Generalitat de Cataluña en este periodo democrático que vivimos declaró en su momento que era «uno de los libros más importantes, entre los quince o veinte mil publicados [en aquel entonces, ahora muchos más] sobre la Guerra Civil de España».

A través de sus páginas el británico relata, de forma meticulosa, basado en datos, exentos de la propaganda, las revoluciones paralelas que llevaron a cabo los anarquistas, los comunistas del POUM y los socialistas revolucionarios durante los primeros meses de la Guerra Civil en las regiones de Cataluña, Aragón y Levante.

La realidad.

LA REPÚBLICA DESAPARECIÓ EN MAYO DE 1937

Bolloten afirma cómo el régimen democrático de la Segunda República desapareció en mayo de 1937, tras la salida de la Presidencia del Gobierno del líder del PSOE, Francisco Largo Caballero.

El control del poder fue asumido, entonces, por el PCE y, particularmente, por los hombres de Josef Stalín, el líder de la Unión Soviética. Lo que dio pie, después, al título de su primera obra, «El gran engaño», o la gran mascarada.

Porque lo que operó desde entonces en España en el lado republicano fue una dictadura comunista con una máscara de régimen democrático burgués.

Una «Fake News» de libro, visto con nuestros ojos de hoy y con esta nueva denominación.

El general francés Charles De Gaulle, que después asumiría la Presidencia de su país tras la Segunda Guerra Mundial, siempre lo vio así. La razón por la que se opuso a apoyar la restitución republicana en España.

Bolloten documentó paso a paso el crecimiento del poder político y militar de los comunistas. Un pequeño partido que en las elecciones generales de 1936 había obtenido tan solo 17 escaños; un 3,5 % de un hemiciclo formado por 472 escaños.

¿Como se las apañaron el PCE y el PCUS, sus jefes stalinistas, para ocultar al mundo que la República había desaparecido en mayo de 1937 para dar paso a una revolución comunista encubierta en toda regla?

Una revolución que aplastó al movimiento anarquista y a los rivales del POUM, a cuyo líder, Andreu Nin, la NKVD, la policía secreta soviética, detuvo y asesinó en junio de 1937.

La consigna de Moscú era eliminar a todos los oponentes políticos.

Lo que me llevó a uno de mis grandes «descubrimientos»: dentro del lado republicano hubo una guerra civil dentro de la Guerra Civil. Los comunistas contra el resto.

Eso explicó la decisión del coronel Casado de dar el golpe de Estado y desobedecer las órdenes del presidente del Gobierno, del doctor Negrín, manejado por los stalinistas, de continuar la resistencia en Madrid hasta la muerte.

A la espera de que se declarase la Segunda Guerra Mundial, que Negrín pensaba que estaba a la vuelta de la esquina.

Y lo estaba.

El dilema al que se enfrentó Casado y los líderes socialistas y anarquistas en Madrid fue muy claro: resistir para llegar a un futuro que podría derivar en una república socialista soviética, como las que luego se instauraron en los países del Este, o negociar con Franco el fin de la guerra en unas condiciones dignas, que no se cumplieron.

Era muerte o muerte. No susto o muerte.

Bolloten, en su libro, una obra magna, sin duda alguna –son 1.241 páginas–, refuta, además, la versión de los escritores de las derechas de que el golpe de Estado contra la República tuvo su origen en que los comunistas estaban gestando un complot para derrocarla.

Nada más lejos de la realidad.

Más bien, lo que hizo el levantamiento militar de los nacionales fue provocar y dar alas a esa revolución que, de otro modo, no se sabe si habría emergido.

El británico aporta claridad y veracidad y acaba con el ruido tanto del agitprop histórico comunista como nacionalista. Porque aporta lo más valioso que unos y otros restan, ocultan o desconocen: datos.

Burnett Bolloten murió en 1987, con 78 años, dejando una gran colección de materiales primarios y secundarios con la que la Hoover Institution, de la Universidad de Stanford, ha creado la Colección Bolloten.

Comprende 2.500 libros y folletos, muchos de ellos ejemplares raros, 12.000 periódicos encuadernados de la época de la Guerra Civil, 10 álbumes de recortes de prensa, 125.000 microfilmes, más de 67 paquetes de manuscritos y dos cajas grandes de documentos variados.

Hoy por hoy, la Colección Bollotten es una de las dos o tres fuentes más importantes del mundo para el estudio de la Guerra Civil española, según Stanley G. Payne.

Burnett Bolloten cambió mi percepción de la historia de un periodo crucial de mi país, España.

Por eso digo que hay que leer su libro para acercarse a la verdad. Es lo más cerca que se puede llegar. Por eso no puede seguir siendo el desconocido que es hoy. No nos lo podemos permitir.

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