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Segunda carta abierta a los candidatos en las elecciones del ICAM 2022

Segunda carta abierta a los candidatos en las elecciones del ICAM  2022
Manuel Valero, exvicedecano del Colegio de la Abogacía de Madrid, analiza en esta segunda entrega algunas de las propuestas de los candidatos y subraya lo que echa de menos.
07/11/2022 06:48
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Actualizado: 07/11/2022 09:57
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Estimados optantes al gobierno del Colegio:

Habiendo leído con suma atención las noticias de vuestros propósitos programáticos y, una vez proclamadas vuestras candidaturas, vuestro veterano elector se siente felizmente satisfecho a tenor de constatar lo siguiente.

De entrada, resulta manifiesto que todos estáis por el cambio y la recuperación de nuestro colegio, además de que sería injusto decir que en vuestros equipos escasea la excelencia profesional de los candidatos, aunque quizás no se me alcanza a pillar como hay una candidatura que su lema pregona la recuperación del colegio, cuando es público y notorio que están en contra de la existencia de los colegios de abogados.

Por ello, a mi modesto modo de ver, el cambio y la recuperación sería fácil retornando a los orígenes, es decir, a la congregación gremial de su fundación hace ya 425 años.

Hermandad que se instituyó para la protección, apoyo mutuo, asistencia y solidaridad entre sus miembros, hoy mayormente con los abundantes recursos y medios de que dispone, por lo que, dado el aumento cuantitativo y la fortaleza de nuestra comunidad, nuestro cabildo merece ser un patronato potente e influyente en nuestra sociedad y su Estado de Derecho, con proyección nacional e internacional.

VUESTRAS DECLARACIONES PROGRAMÁTICAS COINCIDEN EN ESTO

Creo que todos estáis de acuerdo en esa finalidad, pues todas vuestras declaraciones programáticas coinciden: un colegio de todos y para todos, abierto, útil, con seguridad, confianza y solvencia profesional; colegio más solidario y participativo, en el que los jóvenes y el Turno de Oficio sean su emblema moral, con especial atención también a los senior, entre los que me encomio pertenecer, adoptando medidas trasformadoras y fascinantes que nos hagan recuperar la ilusión, orgullo y honra de pertenecer a él.

Al respecto, he visto propuestas que en mis oídos han hecho instalarse la música de la “Primavera” de Vivaldi, entre ellas la instauración del voto electrónico, la conciliación profesional radical, la bolsa altruista, la total transparencia en el gobierno, hucha y contrataciones, la defensa a ultranza de nuestra dignidad profesional en todos los órdenes y ámbitos, formación cualificada de excelencia y no pocas promesas de similar corte que a vuestro elector le embaucan.

Desde luego, no me ha pasado desadvertida la propuesta del “Plan cuota cero”, que al leerla me pellizqué para comprobar que no estaba soñando, por lo que me dije “seamos realistas; planteemos lo imposible”.

Tampoco la total digitalización de nuestra profesión y en favor del derecho de defensa, con incluso la implantación de una aplicación de rimbombantes siglas anglosajonas, promesa que no es grano de anís, aunque también me dije “espero que no lleguemos al extremo de hacer la competencia a la lograda en la Guerra de las Galaxias, aunque sí me gustaría que se le meta mano curativa a LexNet”.

No menos aquella que propugna la igualdad en los plazos procesales y la abolición de la pena de pasillo, promoviendo “un plante” de la profesión si ambas no se subvierten, de forma que en mis reconcomios pensé “esto se va a poner interesante, sobre todo cuando ya me estaba oxidando durante 5 años sin <plantes>”.

También es cierto que ninguna de las candidaturas ha puesto en olvido el Turno de Oficio y sus servidores. No puedo mentir sobre mis simpatías programáticas relativas a la efectiva y eficiente aplicación del artículo 119 de la Constitución Española, ya que fui, soy y seré letrado de oficio hasta que a los dioses inmortales les apetezca.

Por eso, cuando he leído las 21 propuestas en este ámbito de una de las candidaturas, todas muy concretas, detalladas y tangibles, anegó mis oídos la sinfonía “Heroica” de Beethoven, pues si todas ellas se llevan a efecto ya no diré como Martin Lutero King,“He tenido un sueño”.

LO QUE ECHO DE MENOS

Ahora bien, veamos el reverso antipático de la moneda electoral.

Como veterano colegiado no se me escapa que las promesas electorales se traducen después en semi cumplidas o incumplidas y otra vez dentro de 5 años para cambiar y recuperar nuestra cofradía.

Entonces, no he visto en las declaraciones que habéis hecho, y programas que he examinado, la propuesta de un Observatorio, formado por colegiados, cuya misión sea verificar el cumplimiento de los compromisos electorales.

Sí, es verdad, que una candidatura propone la publicación de los objetivos del equipo de gobierno conjunta y separadamente, y el plazo de consecución.

Sin embargo, tal propuesta me apetece como insuficiente, pues por el principio de transparencia y participación que predica, en mi modesta opinión debe haber un control riguroso y serio sobre este rubro, toda vez que la seguridad, la confianza y la ilusión del colegiado está asentada en que no ejercerá un voto baldío por una candidatura que posteriormente le suponga una frustración, mal enquistado en nuestro cuerpo gremial que produce la enfermedad, ya duradera, de que no se supere el 15 % de participación.

Vuestro seguro servidor, que estará encantado de aceptar gustoso las invitaciones que le hagáis para asistir solícito a la presentación de vuestras candidaturas.

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