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Tercera carta abierta a los candidatos en las elecciones al ICAM del 20 de diciembre próximo

Tercera carta abierta a los candidatos en las elecciones al ICAM del 20 de diciembre próximo
Manuel Valero, exvicedecano del Colegio de la Abogacía de Madrid, hace una valoración sobre la recta final de la campaña y las propuestas planteadas por los candidatos. Foto: Confilegal.
16/12/2022 06:48
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Actualizado: 15/12/2022 23:22
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Estimados optantes a la égida del Colegio de Don Felipe II:

Con fervor, disciplina y entusiasmo, vuestro modesto elector ha sido oidor presencial de las presentaciones de vuestras candidaturas, salvo alguna apenada excepción debido a que las tareas de mi humilde despacho me reclamaban sumisión, amén de ser también compareciente en los debates que habéis celebrado, con mi admiración al organizado por Confilegal, sin que en modo alguno pueda suponer minusvalorar a los demás, y, por ende, con mis atentas lecturas de vuestras digitales exposiciones periodísticas.

Al respecto, no puedo dejar de confesar que me lo he pasado realmente bien y divertido con las suertes de los debates en caliente, tan ácidas y espinosas como afables, donde la socarronería del más veterano de los candidatos me hacía recordar a Sancho Panza y, no menos, al leer cierto artículo del indicado, descubriéndonos que el llorado Sthephen Hawking podía haber instaurado un novedoso teorema sobre los agujeros negros en la galaxia de nuestra comuna colegial,  como tampoco poner en olvido su fruición, a modo de piñón fijo, de las instancias contenciosas-administrativas, que mucho me temo serán yermas y cuya única mesmedad potencial se radicaría en colgar espadas de Damocles encima de la testa de ciertos candidatos.

No obstante, sería injusto ocultar que “Tu Toga Televisión” se encumbra como la propuesta más ingeniosa e inesperada de cuantas se han podido oír por los añejos lares de la abogacía matritense e hispana, aun cuando su Vicedecano sea tan objetor televisivo como vuestro autor de estas letras.  

Bromas aparte, de verdad que estoy positivamente emocionado, ya que, por primera vez –en mí ya dilatada vida de colegiado– nunca había oído y leído tan magnificas propuestas de rehabilitación de nuestro falansterio colegial, de modo que en mis reconcomios me he dicho “gane quien gane, no importa, pues esta vez sí que va en serio la reconstrucción de nuestra vetusta hermandad filipina”.

No obstante, no puedo pecar de utópico al ser consciente de que todas vuestras candidaturas, a excepción de una, no son uniformes y homogéneas en la composición sociológica profesional de los competentes equipos que lleváis en vuestras Juntas de Gobierno.

Por mi experiencia de Vicedecano y Tesorero –durante 5 años– soy conocedor de que una cosa son las buenas intenciones programáticas electorales, pero otra bien distinta es gobernar con la confluencia de diferentes sensibilidades, intereses, expectativas, presiones externas e influencias, considerando además que unas pueden ser seguras si se observa el “ora et labora”, otras impredecibles condicionadas a “si la autoridad y el tiempo lo permiten” y otras más propias de pretender “pedir peras al olmo”.

Sin embargo, valorando con aséptica objetividad vuestros programas, desertando de mí las inevitables simpatías, he llegado a la conclusión de que todos vuestros programas proponen, más o menos, lo mismo, aunque lo expreséis con diferentes sintaxis, bien con lealtad al dicho de D. Baltasar Gracián o bien con ciceronianas florituras.

Entonces, me atrevo a sugeriros mi recomendación de que la candidatura que resulte invicta incorpore a su programa triunfador todas aquellas otras propuestas positivas de las otras, que no sean incompatibles con la propia ideología de la triunfal.

De esta forma, habría integración colegial fraternal en aras de conseguir la optimización de un Colegio que sea de y para sus cotizantes, sin los agujeros negros de promesas electorales olvidadas, situándolo en el lugar institucional que le corresponde y en vanguardia de todos los colegios de España.

UN CONSEJO CONSULTIVO

Ya dije en una anterior columna de opinión que ello exige una reforma estatutaria en la que se cree un Consejo Consultivo, con la representación de las candidaturas que ha concurrido, cuya misión será compartir las dificultades e inconvenientes en la ejecución de los puntos programáticos, sus plazos y la incorporación de las novedades que vayan surgiendo en favor de la mejor aplicación de cada uno de ellos.

En otro orden de cosas, resulta evidente que en estas elecciones existe una cierta distorsión respecto al hecho de que tres candidatos –y varios futuros diputados– han formado parte de la actual Junta de Gobierno, no ya por el hecho de si han dimitido o no antes de la convocatoria, sino porque no se han distinguido públicamente como objetores y críticos durante los pasados cinco años, de modo que resulta legítimo que haya electores que se puedan preguntar: “¿Por qué lo que nos proponen ahora no lo hicieron en su Junta de Gobierno?”.

Finalmente, muchos compañeros se han interesado sobre mi posición sobre las candidaturas y a cuál voy a votar. Lo cierto es que en todas ellas tengo amigos y amigas de toda mi vida colegial, por lo que no puedo ocultar mi apego y simpatía con dichos candidatos y candidatas, diputados y diputados.

Ahora bien, yo ya soy un veterano abogado de oficio, lo que es un honor y honra pues estoy en activo, de modo que si los dioses inmortales les apetece moriré con las botas puestas.

Por otra parte, a nadie se le oculta, pues es público y notorio, mi pertenencia desde casi en sus orígenes a una asociación conocida, además que como presidente de esta logramos los tres primeros diputados, abogados de oficio, en una Junta de Gobierno, por lo que no podría hacer desmerecer mi trayectoria profesional.

Por ello, votaré en conciencia por la candidatura que, en mi modesta opinión, mejor recoge en su programa todo lo que he soñado –y sigo soñando– sobre la dignificación del Turno de Oficio y sus abogados/abogadas en nuestra cofradía colegial.

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