Reflexiones sobre las elecciones al ICAM: esto no es el final
Miguel Durán hace una reflexión sobre el resultado de las elecciones a la Junta de Gobierno, que tuvieron lugar el pasado martes, 20 de diciembre, en las que su candidatura quedó tercera. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Reflexiones sobre las elecciones al ICAM: esto no es el final

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22/12/2022 06:48
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Actualizado: 22/12/2022 00:28
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Desde la derrota, si se quiere (y yo sí que quiero), se pueden y deben reconocerse muchas cosas; pero todo menos hacer lo que suelen hacer los partidos políticos -que siempre ganan aunque pierdan- porque nosotros hemos perdido y algo habremos tenido que ver en o con nuestra derrota.

Tuve ocasión el martes por la noche, sobre las 23:00 horas, de felicitar a Eugenio Ribón, y también de hacerle algunas consideraciones a Juango Ospina: A Eugenio, además de ponerme a su entera disposición, le indiqué que esta campaña nos ha enseñado a todos la poca sensibilidad político-institucional que existe entre nuestros compañeros y que muchas cosas que hay que mejorar en el funcionamiento de nuestro Colegio Profesional: la primera y muy principal, que deben adoptarse todas las medidas necesarias para que el siguiente Decano a Eugenio (o él mismo si quiere repetir) y su Junta de Gobierno accedan a esa alta responsabilidad con mucha más representatividad que la precaria que otorga una participación tan baja como la que hemos tenido.

Eugenio Ribón en una foto tomada la noche de las elecciones al ICAM, durante el recuento. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Durante los debates hemos desgranado cómo se puede lograr eso (voto telemático, buen número de sedes por todo Madrid y sus pueblos, ensanchamiento y mejora del voto por correo, entre otras).

También le indiqué que el modelo corporativo electoral que seguimos es un modelo que, aunque muy extendido en la práctica totalidad de las profesiones denominadas liberales, quizá no es el más democrático, en el sentido de que está planteado sobre la base de que quien gana se lo lleva todo y quienes pierden pasan a la marginalidad o al ostracismo institucional; y también hay remedios para eso si se quiere.

Pero ¡bueno, va!: Eugenio y su Junta tienen grandes retos por delante y, sobre todo, son un grupo de personas con una gran valía personal y profesional.

¡Felicidades, nuevamente!. Ha sido, de verdad, un honor contender contra ti, Eugenio; y yo he asumido más aún que debo seguir peleando por nuestra profesión.

JUAN GONZALO OSPINA

.En cuanto a Juango Ospina, ¿qué decir de un hombre sobrado de juventud y de buenos deseos?, salvo que quizá, a mi modo de ver, ha concentrado excesivamente sus muchos y notables esfuerzos de campaña en la Abogacía Joven y ha descuidado a quienes ya peinamos canas.

Es un hombre que, a pesar de su juventud para concurrir a estas elecciones, ni es un frívolo -como algunos sostienen-, ni es persona que no pueda darle mucho a nuestra Institución; pero tendrá que hacer profundos análisis sobre errores de campaña y de otra clase.

Sea como fuere, conviene mucho conocer a Juango Ospina antes de criticarlo y más si son críticas basadas en prejuicios.

Dadas sus cualidades humanas y profesionales (¡y políticas!), estoy seguro de que seguiremos oyendo hablar mucho de él.

RAÚL OCHOA SE HA CASTIGADO ÉL SOLO REHUYENDO LOS DEBATES

Por lo que hace a Raúl Ochoa, sinceramente, desde mi discrepancia con él (pública y notoria, por otra parte) en cuanto a la gestión del voto por correo, creo de verdad que se ha castigado él solo rehuyendo los debates.

Me recuerda mucho a Javier Arenas, presidente del PP en Andalucía, cuando en 2011 no quiso afrontar un debate electoral con su contrincante socialista en Canal sur; y sí, ganó las elecciones, pero necesitaba 55 diputados y se quedó en 50, con lo que no pudo gobernar.

¿Quién sabe si no los habría obtenido en caso de haber afrontado aquel debate; pero me parece excesivo el castigo electoral recibido por Raúl y pienso que debe seguir en la brecha a poco que pueda y quiera.

TRES CANDIDATAS

De las tres mujeres que nos han competido a los cuatro hombres, decir que he aprendido mucho de ellas (por supuesto que también de Ángeles Chinarro, quien me ha prestado notable atención en los debates, que yo agradezco.

Sé que Ángeles seguirá en el combate por sus ideas, y que Beatriz Saura y Begoña Trigo no se retirarán a sus brillantes trayectorias profesionales porque hay mucho que hacer aún por la igualdad, aunque no sólo de las mujeres respecto de los hombres, sino por la igualdad real entre todos; y muchas propuestas de las tres siempre han estado cargadas de sentido común y razón).

Ha sido muy instructivo debatir con las tres, porque me ha enseñado muchas cosas que yo no sabía o que, si las conocía, era de forma muy superficial.

AUTOCRÍTICA

Y, en fin: ¡falto yo (faltamos nosotros)!, que no quiero que nadie piense que rehúyo la autocrítica. Nacimos muy tarde, con más sueños que recursos materiales; pero con mucha ilusión.

Me acuso de haber tenido que aprender muchas cosas del funcionamiento del ICAM muy aprisa, pero quiero destacar que los profesionales del ICAM a quienes he apelado para que me instruyeran (no muchos, que no había demasiado tiempo) ¡se han portado de diez conmigo!

Qué grandes profesionales tenemos trabajando en el ICAM, y cuánto me arrepiento de no haber hecho por conocerlos antes.

Y aquí otra autocrítica: durante muchos años me he olvidado de la importancia que tiene un Colegio de Abogados, bien es cierto que algo de perdón tiene mi culpa sobre la base de que el Colegio nos ha sido muy lejano a casi todos.

Hemos hecho un programa muy sentido en nuestros corazones y muy ilusionante, pero no sé si yo lo he sabido defender adecuadamente en los debates.

Era difícil competir con quienes ya venían de muy atrás haciendo o preparando la campaña electoral, pero yo no les acuso de ello, pues estaban en su derecho y, además, nosotros lo sabíamos.

Sí que lamento, no por mí sino por ellos, no haber podido llevar a mis compañeros (y amigos) de candidatura hasta lo más alto del pódium, y también lo siento en el alma por los casi mil miembros del ICAM que nos han votado, porque seguro que lo han hecho con la ilusión de que aplicáramos muchas cosas de las que hemos prometido.

Todas las personas de mi Candidatura han dado lo mejor de sí, lo que creían que era mejor para ganar, con nuestros errores; si bien ahí está la confianza que hemos merecido de un número tan importante de miembros del ICAM. pero la vida es así, y es la hora de hacer de la necesidad virtud.

Quisiera pensar que nuestra participación, además y al margen de la competición electoral, haya aportado cosas que el nuevo Decano y su Junta crean razonable incorporar, porque si así lo hacen, en nosotros encontrarán la máxima receptividad y lealtad institucional.

Y sí, estimado Eugenio, tienes por delante una tarea ingente que, como parte esencial, debiera consistir, a mi juicio, en devolverle a los miembros del ICAM la ilusión de que el Colegio es realmente suyo, porque si lo logras, esa carencia de representatividad que algunos puedan achacarte por la bajísima o escasa participación, quizá la puedas revertir haciéndote acompañar verdaderamente de y por todos.

Ah, ¡y qué bien que hayan quedado en el olvido los escándalos y la mala imagen de la noche electoral de 2017!

Se ha demostrado que los miembros del ICAM saben (sabemos) ganar y perder.

Y aquí estoy, para decir que he llegado tarde, pero que continuaré luchando por la defensa de la abogacía con lealtad hacia mi Colegio, pero alzando una voz crítica cuando sea necesaria porque para mí, con esta derrota, empieza un camino que debí haber emprendido mucho tiempo atrás: la lucha por la defensa de la abogacía.

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