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España, un sistema político de bipartidismo de bloques ideológicos, disfrazado

España, un sistema político de bipartidismo de bloques ideológicos, disfrazado
Francisco Segrelles analiza la realidad política y llega a la conclusión de que hemos pasado de un sistema bipartidista a un sistema de bipartidismo de bloques ideológicos, disfrazado, en el que los líderes de los principales partidos, Pedro Sánchez, por el PSOE, y Alberto Núñez Feijóo, son las principales referencias.
16/1/2023 06:49
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Actualizado: 16/1/2023 00:03
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Hasta las últimas elecciones generales, los dos partidos con posibilidades de encabezar un gobierno en España, concurrían a los comicios en igualdad de condiciones respecto a las dificultades para ganar, pero eso no va a ser así en la próxima convocatoria.

Y parece que el pueblo no le está dando la importancia que tiene.

Hasta ahora, para conseguir la Presidencia del Gobierno, en la práctica, cualquiera de los dos partidos tenía que superar el número de escaños de su oponente.

Sin embargo, desde que Pedro Sánchez ha sido capaz de gobernar con dos coaliciones simultáneamente, una “pública” con Unidas Podemos (33 diputados) y otra “privada” con Esquerra Republicana de Cataluña, PNV, Bildu… (fácil 24 escaños).

Sin haberse convocado todavía las elecciones, ya tiene en su haber, como si fueran suyos, aproximadamente 57 escaños (conocidos de ETA, más separatistas) sin contar los propios del PSOE, actualmente 120, que suman 177, por encima de la mayoría absoluta de 175, por lo que, superado ese obstáculo por el partido Socialista, ya no necesita, para continuar cuatro años más presidiendo el Gobierno, que sus diputados sean más que los del PP.

Su competidor, el Partido Popular, necesitará conseguir (y no es fácil), primero, que la suma de los escaños de VOX (en las últimas generales 52), más los que queden de Ciudadanos (ahora 9) y los del propio PP (hoy 88, en total 149), sea mayor que los del PSOE, más sus dos formaciones políticas coaligadas y alguno más que probablemente se suba al carro ganador. 

En definitiva, todos los que tienen sobradamente probada la gratitud, cumplidas por el gobierno las correspondientes muestras de generosidad.

En segundo lugar, el PP necesitará que tanto Ciudadanos como sobre todo VOX le quieran como candidato propio para presidir el Gobierno para que, en consecuencia, le apoyen.

UNA DIFERENCIA DE PARTIDA DE 57 DIPUTADOS

Existe, por tanto, una importante diferencia de partida, de aproximadamente 57 escaños a favor de la izquierda, capitaneada por el Partido Socialista o, para ser más precisos, al mando de Pedro Sánchez, porque él personalmente ha sido el autor del milagro, de unir a tan agradecidas, dispares y decisivas coaliciones, éxito que, hasta ahora, nadie había conseguido en España. 

Todo hay que decirlo, a muchos jamás se les hubiera ocurrido ni intentarlo, por no permitírselo su código personal de conducta política.  Se puede decir que las encuestas están siendo favorables al PP, pero habrán de tener presentes las anteriores consideraciones para que las lecturas que se hagan sean realistas.

Alguien se preguntará y ¿por qué Alberto Núñez Feijóo no hace lo mismo que Pedro Sánchez?

Habría que preguntárselo a ellos, pero algo es evidente y puede ser clarificador, Pedro Sánchez dispone de muchas dádivas para repartir y Feijóo, mientras esté en la oposición no dispone de esas posibilidades. 

En segundo lugar, el presidente actual ya ha demostrado sobradamente su disposición a ese reparto, Feijóo si lo ha mencionado ha sido para criticarlo duramente.

Y la diferencia que creo más determinante, al titular del poder no parece que le preocupen las críticas que tenga que soportar por haber asegurado, poco tiempo atrás, lo contrario de lo que después ha hecho, ni por el precio que habría que pagar, mientras que el competidor ha dejado muy claro lo que no está dispuesto a dar, si lo llegara a tener en su mano, ni aunque creyese que con eso pudiera ganar la contienda, teniendo que incluir el apoyo de algunos escaños de conocida genealogía.

NUEVA ETAPA

Estamos ante una nueva etapa en el análisis de la política nacional hemos pasado del enfrentamiento de las ideas, sacrificando lo que hiciera falta para defender cada uno las suyas, llegando a prescindir del apoyo de diputados por tener que ser fieles al ideario defendido por el partido líder. 

En esta etapa, que ahora transitamos, en la que prima la exclusiva confrontación del número de escaños, tengan sus ocupantes las ideas que quieran tener, incluso muy dispares de las propias, y esta es una realidad que puede influir mucho en el resultado de las elecciones por venir.

Pero, simultáneamente, también se ha producido otro cambio aún más trascendente.

Ya no van a ser tan claras las diferencias dentro de los similares, porque las votaciones se van a concentrar más en dos grandes bloques: la derecha moderada no va a poder gobernar si no la apoyan los escaños más a su derecha y lo mismo ocurre en el socialismo tradicional que, imprescindiblemente, necesita el apoyo claro de los situados más a su izquierda, sea en coalición o de otra forma. 

En España, donde no hay tradición de grandes coaliciones y perdura demasiada radicalización y excesiva memoria, no queda otro camino que, sencillamente, elegir entre la derecha o la izquierda.

En definitiva un bipartidismo de bloques, más o menos disfrazado.

                                                                   

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