Gonzalo Marco, 1º de la 71ª promoción de jueces: «El preparador no te va a hacer aprobar la oposición, pero sí puede hacer que suspendas»
El Rey Felipe VI junto con el juez Gonzalo Marco, Nº1 de la promoción, al que entregó la condecoración de la orden de San Raimundo de Peñafort como es preceptivo en todos los Nº1. Foto: Casa Real.

Gonzalo Marco, 1º de la 71ª promoción de jueces: «El preparador no te va a hacer aprobar la oposición, pero sí puede hacer que suspendas»

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10/2/2023 06:00
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Actualizado: 10/2/2023 08:57
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Gonzalo Marco es el juez Nº1 de la 71ª promoción de jueces y el pasado 31 recibió en la entrega de despachos la condecoración de la orden de San Raimundo de Peñafort de la mano del Rey Felipe VI, algo habitual en el primero de cada promoción.

En una entrevista a Confilegal, ha explicado cómo ha sido su experiencia durante la oposición y sus vías de escape, la importancia de elegir a un buen preparador o, también, cómo fue su día a día en la Escuela Judicial. Y es que su año aun arrastraba las secuelas de la pandemia y las clases se hacían tanto presenciales como de forma telemática.

¿Por qué decidió ser juez? ¿Tuvo claro desde el principio que quería ser juez y no fiscal?

No he resultado ser un juez vocacional. Ni siquiera tengo claro los motivos que me llevaron a estudiar Derecho. Quizás fue por su relación con la sociedad y el comportamiento humano.

No tengo ningún «antecedente» jurídico en mi familia. Tanto mis padres como mi hermano pertenecen al ámbito de las ciencias de la salud y la investigación biomédica. La única imagen que tenía de un juez era la propia del imaginario popular y la que había podido conocer a través del cine y la literatura. Sí tuve claro que, en caso de aprobar la oposición, me decantaría por la carrera judicial.

Vocacional o no -si es que eso importa- , uno aspira a convertirse en un profesional responsable, sereno y reflexivo.

¿En cuánto tiempo logró sacarse las oposiciones? ¿Cuántas horas estudiaba?

Tardé cuatro años en aprobar la oposición. La media suele ser de cinco años, pero tengo compañeros que son un ejemplo de precocidad.

En mi caso, los primeros meses me sirvieron para adquirir una rutina y una metodología de estudio determinada. La eficiencia es una cualidad diferencial en unas oposiciones de esta magnitud.

Fuera de convocatoria, solía estudiar unas diez horas diarias. Una vez iniciado oficialmente el proceso selectivo, aumentaba tanto las horas diarias como la intensidad en el estudio. Eso sí, la convocatoria se hace muy larga: siempre hay que guardar algo de energía en el depósito, sobre todo para el último mes.

En cualquier caso, lo determinante no son tanto las horas como el rendimiento «neto» de estudio. Una vez cumplía el objetivo diario, daba por terminada la jornada de estudio.

El Rey Felipe VI junto con el juez Gonzalo Marco, Nº1 de la promoción, al que entregó la condecoración de la orden de San Raimundo de Peñafort como es preceptivo en todos los Nº1. Foto: Casa Real.

¿Qué recomendaría a futuros opositores a la hora de escoger un preparador? ¿Dónde pueden encontrar referencias?

Uno de mis preparadores me dijo una vez: «el preparador no te va a hacer aprobar la oposición, pero sí puede hacer que suspendas». Una vez superada la oposición, hago mías esas palabras.

La elección del preparador es quizás la decisión más importante de un opositor. No hay que precipitarse. Lo fundamental, en mi opinión, es encontrar un preparador contrastado y actualizado, que cuide tanto el fondo como la forma en la exposición oral de los temas. Mantener entrevistas personales con varios y decantarse por aquel que mejores sensaciones te transmita. La confianza del opositor en el preparador debe ser plena.

El preparador no es -ni puede ser- amigo del opositor: es una persona que debe infundir respeto, admiración y cierto temor.

Durante todo este tiempo tan duro, ¿cuáles han sido sus vías de escape?

Una vez comienzas a preparar las oposiciones, es muy complicado despojarse del personaje de opositor. El sentimiento de culpa y los reproches a uno mismo suelen ser constantes.

En mi caso, el deporte fue esencial para poder mantener el ritmo e intensidad en el estudio y lograr cierto equilibrio emocional. El ejercicio físico se convirtió en una parte más de mi planning de estudio. Suena a tópico, pero mens sana in corpore sano.

El cine también me acompañó siempre como opositor. Quizás era el único momento durante el cual olvidaba mi condición.

¿Cuál fue el momento más duro? ¿Y el mejor? ¿En algún momento pensó en abandonar?

Los momentos más duros fueron las semanas previas a los ejercicios orales. Son días de dedicación exclusiva, que exigen mucha calma y temple. La existencia se reduce al estudio. Fuera de esos momentos puntuales, aprender a convivir con la incertidumbre también puede ser un proceso complicado para un opositor novel.

El mejor momento fue cuando superé el primer ejercicio oral en la segunda convocatoria, que fue la de mi aprobado.

Nunca pensé en abandonar. Quizás sea la determinación -cabezonería- aragonesa.

¿Qué tal el paso por la Escuela Judicial? Su promoción tuvo que adaptarse a la pandemia ¿Cómo fue eso?

Uno afronta la Escuela Judicial con ilusión. Es una etapa para dejar atrás el periodo de oposición, resocializar y volver a conectar con la realidad.

La pandemia de la COVID-19 tuvo cierta incidencia durante nuestra etapa en Barcelona. Desde la Escuela Judicial se alternaron las clases presenciales y telemáticas, se redujeron los grupos de trabajo y, si «saltaba» algún positivo entre el alumnado, se trataba de identificar rápidamente a los contactos para que permanecieran en sus domicilios y pudieran recibir la formación on-line. Aun con todo, algunas actividades programadas no se pudieron realizar.

¿Cómo es el día a día en la Escuela Judicial?

La etapa en la Escuela Judicial dura prácticamente un año natural. El edificio se localiza en Vallvidriera (Barcelona), sobre las faldas del Tibidabo y con una preciosa panorámica de la Ciudad Condal y del Mar Mediterráneo. El solo hecho de llegar en transporte público ya entraña cierta aventura.

La formación en la Escuela Judicial es teórico-práctica. Normalmente se combinan clases magistrales, ponencias y seminarios con actividades de carácter más práctico, como simulaciones de juicios, redacción de resoluciones o estancias con otros profesionales que colaboran con la Administración de Justicia (Ministerio Fiscal, Abogados, Notarios, Médicos Forenses, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, entre muchos otros).

También se ofrece la posibilidad de participar en programas de intercambio con otras escuelas judiciales europeas, así como la posibilidad de visitar las principales instituciones de la Unión Europea.

En cuanto al horario, las clases son por la mañana, salvo alguna asignatura, actividad o seminario extraordinario que tiene lugar a primera hora de la tarde. Por ello, la Escuela Judicial cuenta con su propio servicio de restaurante y cafetería, con un menú diario harto variado.

De izquierda a derecha: Álvaro García, fiscal general del Estado, Rafael Mozo, presidente en funciones del CGPJ, el Rey Felipe VI, Raquel Sánchez Jiménez, ministra de Transportes y, en el centro, el juez Gonzalo Marco.

¿Cómo afronta su primer destino?

Con ilusión y confianza en la formación recibida. Venimos de un periodo de sustitución y/o refuerzo durante el cual ya hemos ejercido la función jurisdiccional de manera autónoma e independiente, sin la supervisión de un tutor. La diferencia es que ahora tomamos posesión como titulares: ya somos miembros de «pleno» derecho de la carrera judicial, con la responsabilidad que ello comporta.

Por último, ¿qué sintió cuándo se enteró que había sido el número 1 de su promoción?

Uno, como opositor, solo quiere aprobar y cerrar esa etapa cargada de incertidumbres. Lógicamente, el hecho de ser el número uno me produjo una gran satisfacción, especialmente por mis preparadores y todas aquellas personas que me acompañaron durante esos años. Al final, ese camino de renuncias que es la oposición se vio doblemente recompensado. Recibir el despacho de manos de Su Majestad el Rey delante de mis familiares y compañeros será un momento difícil de olvidar.

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