Coches conectados al internet: ventajas para los usuarios y riesgos de protección de datos
Entre las utilidades está la llamada automática a los servicios de emergencias en caso de accidentes, además de proveer la ubicación del vehículo para agilizar el auxilio.

Coches conectados al internet: ventajas para los usuarios y riesgos de protección de datos

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21/3/2023 06:49
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Actualizado: 21/3/2023 12:02
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Después de haber pasado por altavoces, refrigeradores y hasta las entradas de edificios, el ‘internet de las cosas’ se amplía para llegar a los coches conectados, que pueden recabar información como el estado de las piezas, incluyendo su desgaste, los estilos de conducción y hábitos de sus usuarios e incluso los sitios a los que se dirige y las rutas que utiliza mediante geolocalización.

«Estos coches pueden aprender dónde vives y trabajas, a cuál colegio van tus hijos e incluso si vas a misa los domingos», señala Paula Garralón, asociada del departamento comercial de Bird & Bird, que además indica que los coches conectados no son los mismos que los llamados coches autónomos.

Entre las ventajas que menciona está la llamada automática a los servicios de emergencias en caso de accidentes, además de proveer la ubicación del vehículo para agilizar el auxilio, tomar fotos mientras están estacionados de las matrículas de los coches que causen choques y se den a la fuga y dar consejos para una conducción más efectiva, ahorrando gasolina y evitando el desgaste.

Sin embargo, esta recolección también representa un riesgo para la protección de datos de los dueños de estos coches, los conductores y hasta los acompañantes, cuya información puede inferirse mediante la tecnología ‘big data’.

Según Garralón, «uno de los principios de la protección de datos es que siempre debe informarse a la gente cuya información se recaba, y puede ser muy difícil avisar a todas las persanas cuyos datos se tratan». En este sentido, todavía no hay consenso sobre la persona sobre la que recae la responsabilidad de informar sobre estas funciones en los coches conectados, pudiendo ser los fabricantes, los concesionarios o incluso los particulares que los venden de segunda mano en transacciones privadas.

Otro de estos principios es el derecho de los ciudadanos a saber cuáles son los datos que se recolectan y poder solicitar su supresión. «Pero falta información, es complejo para un usuario saber cómo pedir información a los fabricantes de los coches», dice Garralón. «Pueden aportar muchas ventajas, pero la tecnología puede resultar invasiva; lo ideal sería poder implementar la privacidad por diseño, que la recolección de datos solo se active cuando se necesite para minimizar los riesgos».

Paula Garralón, asociada del departamento comercial de Bird & Bird, asegura que «la transparencia debe ser el primer objetivo» al hacer uso de los datos de los coches conectados.

Aplicación práctica de los datos

Las previsiones de protección de datos se extienden a la geolocalización, que no debe llevarse a cabo sin informar al usuario según las guías del Comité Europeo de Protección de Datos. «No sé hasta qué punto se cumple, porque no he visto que los coches avisen, lo cual quiere decir que no geolocalizan o que no avisan de que lo hacen», opina Garralón.

Un ejemplo práctico es el plan de la Dirección General de Tráfico, denominado DGT 3.0, se fundamenta en una plataforma de vehículos conectados para que estos compartan información sobre las carreteras para evitar congestiones, advertir de obras o accidentes o si se están llevando a cabo carreras o manifestaciones, todo para informar sobre lo que pueda perjudicar el tráfico. «El plan no es localizar los coches», aclara Garralón, indicando que la información se transmite de forma anónima.

«En este caso, todavía no tiene riesgo porque no geolocaliza a las personas, pero cualquier intento de localizar los coches desde una entidad estatal sería una medida de vigilancia, y eso no se puede hacer», dice, señalando la posibilidad de que se trate la información de esta manera, con «mil implicaciones».

«Las aseguradoras pueden aumentar las primas o incluso negar contratos de seguros basándose en los datos de conducción», advierte. También se puede usar para generar publicidad dirigida, como si Blabacar me ofreciera una cuenta porque viajo todos los fines de semana al mismo sitio. Incluso se puede inducir a ciertos comportamientos sin que el afectado lo sepa».

En este sentido, «la transparencia debe ser el primer objetivo», en palabras de Garralón, que añade que en Europa ya se está revisando una posible regulación del ‘internet de las cosas’ tras aprobarse en el Europarlamento, siguiendo con la tendencia de ser más estrictos en protección de datos que en China y Estados Unidos.

Garralón explica que entiende que la normativa tienda a «limitar el mercado y dificultar la creatividad» si es muy estricta. «La gente no debe tener miedo a la tecnología, especialmente si puede salvar vidas, pero se debe buscar un equilibrio con el derecho de privacidad para poder preguntar qué o quiénes están detrás».

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