Vicente Magro publica “Entre las llamas” una novela que es un manual para salir de la violencia de género
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12/8/2024 00:15
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Actualizado: 16/8/2024 11:24
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Hace 6 años y medio, en diciembre de 2017, se convirtió en magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Si hubiera que definir a Vicente Magro con una palabra sin duda sería la de innovador, en muchas materias. Una de ellas es la violencia de género.
Magro es uno de los grandes especialistas en este campo. Sus conocimientos y su sensibilidad en esta materia han marcado, sin duda, la jurisprudencia del Supremo sobre esta materia. Es uno de los grandes referentes nacionales.
Magro acaba de publicar una nueva novela, la sexta, «Entre las llamas. Ante el drama de la violencia de género». Con un objetivo muy claro: Ayudar a las mujeres maltratadas a salir de esa situación.
Porque cree firmemente que, desde los poderes públicos, se está fracasando en el frente informativo. No está llegando a las mujeres maltratadas. Ha quedado constatado que el “efecto mágico” del Boletín Oficial del Estado, en el que muchos ilusoriamente creen, no existe.
A pesar de que han pasado 20 años desde la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, las cifras de muertes no disminuyen.
Esta novela, cuenta, es su contribución, su grano de arena, por llegar a las mujeres que habitan en su peor pesadilla y a la que no encuentran salida alguna.
Lo explica en esta entrevista.
Si mal no recuerdo, su tesis doctoral versó sobre violencia de género.
Exacto. Fue una de las primeras –si no la primera– de las que se han presentado en España sobre esta temática. Es de 2005.
Se titulaba “Soluciones de la Sociedad Española ante la violencia que se ejerce sobre las mujeres”. Mi director de tesis fue Vicente Gimeno Sendra. Y la hice a través de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
¿De dónde le viene esta sensibilidad personal sobre la violencia de género?
Tiene una fecha: 1999. Fue cuando se empezó a detectar el fenómeno de la violencia de género. Dos años antes de que yo ocupara la Presidencia de la Audiencia Provincial de Alicante.
Desde la Audiencia, al tener una competencia gubernativa, monté una oficina de coordinación de atención a las víctimas de violencia de género.
Y comencé a hacer los cursos de reeducación a maltratadores. Recibíamos a víctimas de violencia de género para que fueran asistidas por un psicólogo.
Después, presenté ante el Congreso de los Diputados este proyecto durante el tiempo en el que estaban elaborando la Ley Integral de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Me agradó mucho que incluyeran la obligatoriedad de hacer los cursos de reeducación cuando a un maltratador se le suspenda la pena.
«No existe el “efecto mágico” del Boletín Oficial del Estado. Las leyes no se cumplen solo porque se publiquen en el BOE»
Usted fue pionero en este campo….
La primera experiencia en España de reeducación de maltratadores que no ingresaban en prisión debido a penas inferiores a dos años fue implementada por la Audiencia Provincial de Alicante, que yo presidía, sí. Yo la impulsé.
Este programa de reeducación duraba seis meses. Debido a la cobertura mediática, la Subcomisión de Violencia de Género del Congreso, que elaboraba la Ley 1/2004, me convocó para que explicara nuestra experiencia y los resultados obtenidos.
Fue de los primeros que empezó a diferenciar la violencia doméstica de la violencia de género y de los delitos de lesiones, en general, si mal no recuerdo.
Observé cómo empezaba a diferenciarse la violencia de género de la violencia doméstica y de los delitos de lesiones en general.
Comencé a percibir la necesidad de separar y tratar la violencia de género como un concepto individualizado.
Me llamó la atención que, a pesar de aparecer en las noticias, la sociedad guardara silencio al respecto. Pensé que esto no podía seguir así. Que había que abordarlo de forma individualizada.
Me llamó la atención, especialmente, este fenómeno que existía en silencio, que crecía cada vez más. Me interesó trabajar sobre ello porque siempre me ha atraído lo novedoso.
Y elegí este tema porque me parecía tremendamente injusto que una mujer fuera maltratada en su propio hogar por su pareja, con quien se casó y con quien tenía hijos.
Cuando leyó su tesis, en 2005, usted ya llevaba 5 años trabajando, con programas innovadores, sobre este tipo de violencia.
Así es. Empecé a trabajar sobre mi tesis en 2002 y la leí en 2005. Sin duda, los programas que pusimos en marcha en Alicante contribuyeron a que fuera muy novedosa.
En el interín, a finales de 2004 se aprobó la Ley Integral.
Ha escrito 87 libros jurídicos y seis novelas. Esta, “Entre las llamas”, es la última. ¿Por qué abordar la violencia de género a través de una novela?
A través de los libros jurídicos llego a los profesionales, a los juristas. Pero hay que llegar a las víctimas.
Siempre las he tenido muy presentes en todas las propuestas que he hecho. Hay que mejorar la información para que las víctimas sepan lo que la sociedad está haciendo para protegerlas.
Las cifras nos dicen que hay 600.000 mujeres maltratadas en España, pero solo 140.000 denuncian.
Las cifras del Observatorio contra la violencia doméstica y de género, de cuyo grupo de expertos formo parte, dicen que la media anual de mujeres muertas por esta causa es de 55.
Esto no puede ser. Creo, sinceramente, que la mujer no está bien informada. Y como no está bien informada, no denuncia.
Pensé, por mi parte, que la mejor manera de llegar a las víctimas era a través de una novela, donde pudiera introducir a una mujer que enfrentara esos problemas, para que se vieran reflejadas y entendieran que hay una salida.
¿Y ha tenido ya algún retorno?
Sí, claro. Al leer la novela, algunas mujeres maltratadas me lo han agradecido. Por ofrecerles una puerta para ser valientes y salir de su situación.
En la novela, trato temas como el control en la relación y la decisión de poner fin a una historia tóxica.
Los diálogos son muy realistas….
Mucha gente me ha preguntado que de dónde he sacado las conversaciones que mantienen él y ella. La respuesta es muy simple: de mi cabeza.
A lo largo de 15 años he hablado con muchas mujeres maltratadas. A más de 300. Escuché lo que les hacían sus maridos.
He sido muy sensible a temas como la posesión de la mujer y la subyugación sexual, que son realidades inevitables en estas situaciones.
«El objetivo de este libro es que la mujer maltratada lea esta historia, se identifique con ella –la mayoría lo van a hacer, estoy seguro–, cojan fuerzas y se digan: «Yo soy Sofía, y puedo salir de esto, como lo hizo ella”»
Su novela trata de una mujer que se da cuenta, de pronto, que su marido la quiere controlar, que la pega. Ella decide poner fin a la relación. Hace usted referencia a un concepto, el de la rueda del noviazgo, para explicar el porqué del comienzo de muchos matrimonios.
A menudo, la gente no sabe por qué se casa y además elige mal. Lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad, que es lo que estamos haciendo aquí. Y lo que hago en mi relato.
Es común que, durante el noviazgo, no se muestren señales claras de maltrato. Después del matrimonio el maltratador cree que ha tomado posesión de la mujer y le quita su libertad. Esto sucede con frecuencia.
Recuerdo a una mujer que me contó cómo su marido, ante los demás, parecía maravilloso, pero en casa se comportaba como su amo.
“Me decía, cuando estaba en casa, que él era mi amo y que tenía que obedecerle”, me relató.
No le dio la gana y se divorció de él. Pero no fue fácil. Le costó horrores y unos disgustos tremendos. Ahí comienzan los problemas cuando la mujer toma la decisión de liberarse y de divorciarse.
Y el hombre no solo no lo quiere, sino que, además, no lo permite.
Me está contando el argumento de su novela.
Es un hecho. El maltratador nunca quiere que la mujer maltratada quede libre. Y en la novela se refleja eso. En cuanto la mujer le dice quiero ser libre, quiero independizarme, él le contesta, pues no lo vas a hacer.
¿Por qué? Por el sentimiento de propiedad, de posesión de algunos hombres. En mi novela explico que hay solución. Muchas víctimas creen que se encuentran en un callejón sin salida, creen que no pueden conseguir su libertad, porque no saben dónde acudir.
Y sí hay salida. Mi objetivo es que las mujeres maltratadas se sientan reflejadas en la protagonista, Sofía.
Quiero que vean que, al igual que Sofía pudo liberarse del maltrato, ellas también pueden hacerlo. En la novela explico claramente los pasos que deben seguir: primero intentar resolverlo por las buenas.
Pero si eso no funciona, es necesario tomar medidas más firmes y llegar a un juez de violencia sobre la mujer.
Lo que busca es la identificación de la lectora con la protagonista.
El objetivo de este libro es que la mujer maltratada lea esta historia, se identifique con ella –la mayoría lo van a hacer, estoy seguro–, cojan fuerzas y se digan: «Yo soy Sofía, y puedo salir de esto, como lo hizo ella”.
Si no lo hace, sigue sufriendo el maltrato y cae en la resiliencia, un concepto que he mencionado en alguna ponencia en el Tribunal Supremo.
La resiliencia es la capacidad brutal de la mujer maltratada para seguir soportando el sufrimiento porque no sabe cómo escapar.
¿Este tipo de casos, como el que usted relata, pueden desembocar en secuestros?
Yo presidí un juicio en el que el acusado era un hombre que había secuestrado a su mujer a la que violaba todos los días.
La única forma que encontró para salir de esa tortura fue convencerle -engañándolo, claro- de que se había vuelto a enamorar de él.
El hombre finalmente se confió, creyó que ella había vuelto al redil, y se fue a trabajar. Lo que aprovechó la mujer para escapar y denunciarlo ante la Policía.
¿Diría que muchas de estas mujeres están sufriendo una suerte de síndrome de Estocolmo?
Sí, claro. La resiliencia al final es el síndrome de Estocolmo. Está provocado porque también la sociedad y la Administración no les están ofreciendo salidas.
Y no lo hacen porque no les informa de lo que deben de hacer. He oído decir, “se han aprobado leyes”, como justificando que se ha hecho suficiente.
Las mujeres maltratadas no leen el Boletín Oficial del Estado. Están su círculo de maltrato y desconocen todo. Lo que hay que hacer es facilitarles herramientas, recursos informativos, para que sepan que hay salida a ese túnel oscuro en que se encuentran.
No es suficiente lo que se está haciendo en materia informativa, divulgativa y educativa para atajar este problema. Estamos fracasando estrepitosamente en este terreno.
Y no existe el “efecto mágico” del Boletín Oficial del Estado. Las leyes no se cumplen solo porque se publiquen en el BOE.
Por eso pensó en hacer esta novela.
Una novela puede ser mejor que 40.000 leyes. Lo que necesita la mujer maltratada es saber cómo abrir la puerta y salir. O que se largue él de la casa.
¿Los jueces de violencia de género sobre la mujer pueden divorciar también?
Sí, porque tienen la competencia civil y penal. Esto se introdujo en la Ley Orgánica del Poder Judicial hace ya bastantes años. Los jueces lo reclamamos durante mucho tiempo.
«Por muy extraño que parezca, algunas personas matan a su pareja porque no pueden soportar que quiera separarse. Y prefieren matarla, incluso suicidarse, o ir a la cárcel, antes que permitirle decidir. Este es el concepto de maldad humana que hemos reflejado, y aunque sorprenda a muchos, es una realidad»
¿Qué es lo que pasa por la cabeza de un hombre para matar a la mujer, al ser que más ha amado? ¿Están enfermos o no están enfermos? Este es un debate muy polémico.
He reflejado el concepto de maldad humana en tres ponencias de sentencias de la Sala de lo Penal del Supremo.
Fue en respuesta a alegaciones en casos de crímenes donde la defensa argumentaba que solo una persona con enfermedad mental podría cometer un acto tan brutal.
En el Supremo determinamos que no había pruebas médicas o forenses que indicaran que aquella persona sufriera una enfermedad mental.
Aunque su acto fue desproporcionado, grave y brutal, concluimos que lo que existía era maldad humana, un concepto que hemos introducido y que se acerca a la psicopatía, que tampoco es una enfermedad mental.
Estas personas son capaces de ejercer violencia contra su pareja, contra la madre de sus hijos. Y contra sus propios hijos.
Por muy extraño que parezca, algunas personas matan a su pareja porque no pueden soportar que quiera separarse. Y prefieren matarla, incluso suicidarse, o ir a la cárcel, antes que permitirle decidir. Este es el concepto de maldad humana que hemos reflejado, y aunque sorprenda a muchos, es una realidad.
En muchos de estos casos hay también tontos útiles. Amigos y familiares que contribuyen negativamente a que no se deshaga el nudo gordiano. ¿Es así?
Así es. Lo que necesita la mujer maltratada es que su entorno y el entorno del maltratador le apoyen.
En una de las sentencias que yo puse hablaba del silencio cómplice de la sociedad ante la violencia de género.
Bueno, también hay mucho negacionista.
Mucho negacionista, sí, y mucha gente que mira para el otro lado.
Una de las soluciones que he propuesto para combatir la violencia de género es la creación de protocolos en las comunidades de propietarios, donde los vecinos abran la puerta a las mujeres maltratadas y les ofrezcan ayuda. ¿Quieres que te ayude? ¿Necesitas algo?
Es imposible que en una comunidad los vecinos no sepan lo que ocurre, pero, como le he dicho, muchos prefieren mirar hacia otro lado, convirtiéndose en cómplices pasivos o simplemente en personas que no quieren involucrarse en el problema.
Estos sí que son tontos útiles o personas que no quieren saber nada de este problema.
Detecta usted, por lo tanto, un déficit de solidaridad en la sociedad…
Algunos dicen que son exageraciones de las mujeres, que las mujeres son las malas, que todo es mentira…. Es más cómodo.
A algunas de esas personas les suelo decir que el día que su hija se vea víctima de uno de estos depredadores, que lo sientan en su carne, van a entender de verdad la dimensión del problema al que nos enfrentamos como sociedad.
Las cifras están ahí. Hablan por sí mismas: Son 55 crímenes de media al año, 9 niños asesinados este año por violencia vicaria,
El problema es que, desde la aprobación de la Ley Integral, que va a cumplir 20 años, seguimos igual. El número de víctimas no ha bajado.
Es una cosa que no se entiende. Yo participé, al igual que Ángeles Carmona y otras personas involucradas en la lucha contra la violencia de género, en la gestación del Pacto contra la Violencia de Género, aprobado por el Parlamento en 2017. Como bien recordará, se aprobaron 200 medidas. ¿Dónde están?
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