Lucía Sánchez-Ocaña: “Las auditorías financieras encaran un cambio de paradigma en su forma de operar”
Directora del departamento “Global Risk Compliance and Sustainabilty” de Qualitas Energy y vicepresidenta de ASCOM, Lucía Sánchez-Ocaña es una de las grandes expertas españolas en el campo de la sostenibilidad. En esta entrevista explica los grandes cambios que se avecinan y que tendrán que implementarse. Cambios que afectarán de forma directa al sector de las auditorías financieras. Foto: Confilegal.

Lucía Sánchez-Ocaña: “Las auditorías financieras encaran un cambio de paradigma en su forma de operar”

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05/11/2024 00:45
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Actualizado: 05/11/2024 09:42
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En un mundo donde la sostenibilidad y la transparencia están transformando los negocios, Lucía Sánchez-Ocaña, directora del departamento de “Global Risk Compliance and Sustainabilty” de Qualitas Energy y vicepresidenta de ASCOM, ofrece en esta entrevista una visión clara del cambio que se avecina.

Las auditorías financieras tradicionales pronto deberán incorporar aspectos ambientales, sociales y de gobernanza, en lo que se conoce como “doble materialidad”.

Este cambio trae consigo la creación de toda una industria alrededor de la sostenibilidad, pero también plantea desafíos: desde la adaptación de los auditores hasta el papel clave de los “Compliance Officers”, quienes aseguran el cumplimiento de estas exigencias.

Con la inminente llegada de normativas como la Directiva CSRD y la futura CS3D, las empresas, grandes y pequeñas, tendrán que repensar su forma de operar, valorando el impacto de sus acciones en el medio ambiente y la sociedad.

Este nuevo enfoque, explica Sánchez-Ocaña, no solo redefine la rentabilidad, sino que también marca un retorno a lo esencial: cuidar el planeta y las personas. Es lo que viene. Mejor dicho, lo que ya está aquí.

¿Cómo evolucionarán las auditorías financieras en este mundo en el que el marco de la auditoría ESG parece ser el elemento que va a imperar? Porque todo parece indicar que viene a transformar el mundo tal como lo veníamos conociendo hasta ahora.

Correcto. De hecho, a lo que hasta ahora conocemos como auditoría financiera, se va a incorporar la información en materia de sostenibilidad. Yo ya no utilizo el término ESG porque tiene una connotación tremendamente política.

En Estados Unidos ESG se asocia directamente con un concepto político.

¿La llamada corriente “woke”?

Así es. Por eso, en un corto espacio de tiempo se ha transicionado de la terminología ESG a utilizar sostenibilidad. Dentro de las cuentas financieras, veremos la incorporación de información sobre sostenibilidad en aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza.

Eso, junto con las cuentas financieras, será la información que las organizaciones deberán presentar. Las auditorías financieras encaran un cambio de paradigma en su forma de operar. Este enfoque ha generado la emergencia de una nueva industria entera en torno a la sostenibilidad.

En el caso de los auditores van a tener que incorporar y formar perfiles internos para poder analizar para analizar los indicadores y la información que las organizaciones van a incorporar a sus cuentas anuales.

También va a haber un cambio de paradigma para las empresas, que va a estar determinado por un enfoque de doble materialidad. Las empresas deberán evaluar tanto el impacto de sus operaciones sobre el medio ambiente, como el impacto de los factores ambientales en sus propias finanzas.

Lo que les obligará a recopilar y reportar nuevos datos, integrándolos en sus cuentas anuales, sometiéndolos a auditoría.

Este ejercicio exhaustivo fomenta una visión a largo plazo, alejándose del cortoplacismo y promoviendo la adaptación a las normativas de sostenibilidad.

«Dentro de las cuentas financieras, veremos la incorporación de información sobre sostenibilidad en aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza», explica Laura Sánchez-Ocaña, que es también profesora universitaria. Foto: Confilegal.

Entiendo que los auditores, tanto las grandes firmas como las pequeñas empresas o los auditores independientes, tendrán que adaptarse, transformar su operativa para comprender esos cuatro aspectos de auditoría: lo financiero, lo medioambiental, lo social y la gobernanza

Absolutamente. Además, ellos tienen un papel muy importante, ya que deben verificar que la información que la compañía está incorporando es veraz, correcta y cumple con la normativa.

La sostenibilidad ha impulsado también a compañías que se dedican a implementar recursos y tecnologías en las organizaciones que permitan esa captura y obtención de datos. Son profesionales específicos que estén formados en un tema que, además, es novedoso. Es una industria que ha llegado para quedarse.

Deduzco que esto afecta también a los actores internos de las empresas. Me estoy refiriendo a los “Compliance Officers”.

El papel del “Compliance Officer” es clave, ya sea de forma directa o indirecta, según como esté establecida la unidad de sostenibilidad en la organización y la estructura de cada empresa.

Hay una regulación en materia de sostenibilidad con la que hay que cumplir, por lo que hay una obligación de establecer un marco apropiado que garantice que la organización cumpla con ello.

Por otra parte, hay que verificar que esa información de reportar la información en materia de sostenibilidad está correctamente capturada e incorporada a las cuentas anuales. Ahí tenemos un papel de coordinación con los auditores externos.

«La inteligencia artificial tiene que ir vinculada con la parte de gobernanza dentro de las organizaciones Su uso debe estar regulado y auditado internamente. Tiene que determinarse si la organización tiene apetito para su utilización y para qué fines».

Todas estas obligaciones deben convertirse en una ventaja estratégica. Porque son muchas. Son de distinta índole. En este sentido, el “Compliance Officer” sirve de enlace a la parte estratégica y a la de cumplimiento.

Este rol es fundamental. Algunas organizaciones lo tienen incorporado como responsable también de sostenibilidad. En otras es una unidad completamente separada. Fruto de la juventud de esta materia todavía no está armonizado en qué sitio de la organización se va a asentar.

Por eso, es esencial que el «Compliance Officer» apoye a la organización en la implementación de la sostenibilidad.

En los últimos dos años Confilegal ha organizado sendos foros sobre el sector auditor. Una de las quejas que se oyeron era que los “Compliance Officers” tenían vedado el acceso a la información financiera de la empresa. ¿Con el futuro proyecto de ley, ahora en marcha, esto se va a romper?

Inevitablemente. Sin acceso a la información, no pueden desempeñar su trabajo. Es fundamental que la función de “Compliance Officer” tenga independencia, autonomía y suficiencia de recursos técnicos y humanos.

Ese “techo” tiene que desaparecer, porque si no se puede verificar la información no se podrá cumplir con las obligaciones.

Tendrá que ser así. Porque no son obligaciones voluntarias. Es una regulación externa con la que hay que cumplir. Es muy exigente. No está unificada. Por lo que nos encontramos con normas que hablan de cosas distintas pero que tenemos que consolidar, para poder dar esa información.

¿Y cuál será el papel de la inteligencia artificial en todo esto?

La inteligencia artificial tiene que ir vinculada con la parte de gobernanza dentro de las organizaciones Su uso debe estar regulado y auditado internamente. Tiene que determinarse si la organización tiene apetito para su utilización y para qué fines.

Cada organización debe evaluar sus necesidades y riesgos en cuanto al uso de IA, lo que no está exento de riesgos. Esto requiere reflexión. Una utilización descontrolada de la IA puede suponer un riesgo innecesario en las organizaciones. Bien gestionada es una herramienta fundamental, pero tiene que tener una gobernanza sólida.

Lucía Sánchez-Ocaña es directora del departamento de “Global Risk Compliance and Sustainabilty” de Qualitas Energy, una gestora de fondos líder en la inversión, gestión y desarrollo de energías renovables, transición energética e infraestructura sostenible. Foto: Confilegal.

¿La creciente demanda de transparencia podría frenar el avance de la IA o limitar el uso de la información en un entorno empresarial tradicionalmente poco enfocado en la transparencia financiera?

Podría ser. Uno de los objetivos centrales de toda la regulación reciente, tanto de IA como de sostenibilidad, es buscar transparencia absoluta. La idea es que se puedan tomar decisiones basadas en información que, teóricamente, es veraz y no en datos ocultos.

Si no eres transparente en la comunicación y no proporcionas la información requerida, no cumplirás con la norma, y eso generaría un problema. Se busca la transparencia.

Por eso vino una directiva de “greenwashing”. Es una de muchas que establecen el modo de que las organizaciones sean transparentes y divulguen la información.

Bueno, tenemos dos grandes multinacionales energéticas españolas enfrentándose en los juzgados precisamente por eso, por el “greenwashing”.

Claro, porque al final establece unas obligaciones a la hora de considerar que tienes un producto sostenible. Pero como donde está la ley está la trampa, en el pasado se ha abusado de un “etiquetado” de sostenibilidad cuando no se cumplían los criterios legales, de hecho, como suele ocurrir, derivado de graves incumplimientos han surgido nuevas directivas, como la directiva “greenwashing” o la directiva de debida diligencia en sostenibilidad.

Al final, otra de las cuestiones que buscan esa transparencia es que seas diligente no solo en el análisis y selección de tu socio de negocio sino también de toda tu cadena de valor. Otro término que ha cambiado. Antes era cadena de suministro, ahora es cadena de valor.

Hay una evolución tan rápida y tan constante en materia de sostenibilidad que el reto es mantenerte actualizado. Pero el objetivo es siempre es el mismo: que las organizaciones den una información transparente y auditable para que haya una toma de decisión por parte de las personas no condicionada a elementos que no sean cien por cien veraces. Y tiene sentido.

«La sobrerregulación no armonizada provoca una desventaja competitiva para la UE, si el resto no hace lo mismo».

Pero eso genera dudas porque estamos en un mundo globalizado. Europa va en una dirección con sus regulaciones y normativas, pero competimos con Estados Unidos, China, India o Brasil, que juegan con otros parámetros. ¿Cree que esto podría ser un freno para la competitividad de nuestras empresas?

Pienso que sí. Un ejemplo claro fue la crisis con la importación de tomates de Marruecos este verano. En Europa, tenemos obligaciones de sostenibilidad que prohíben ciertos productos químicos, mientras que en otros países no, lo que genera productos más baratos fuera de la UE, esto afecta a la competitividad y perjudica a quien está sometido a estas leyes.

Esto me hizo reflexionar. La sobrerregulación no armonizada provoca una desventaja competitiva para la UE, si el resto no hace lo mismo.

Es verdad que la directiva de diligencia debida intenta extender estas obligaciones a toda la cadena de valor, pero si Europa no se alinea con las regulaciones mundiales, va a suponer desventaja competitiva. Esto es innegable.

Esto es algo que debería evaluarse constantemente en la Comisión Europea, porque establecemos limitaciones internas que encarecen los precios y que pueden suponer un problema si no se reconduce esa armonización global.

El Consejo de Ministros aprobó la pasada semana el proyecto de Ley de Información Empresarial sobre sostenibilidad para su remisión a las Cortes. Lo que supone la transposición de la Directiva (UE) 2022/2464 del Parlamento Europeo y del Consejo de 14 de diciembre de 2022 por lo que respecta a la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas. Con ella se modificarán el Código de Comercio, la Ley de Sociedades de Capital y la Ley de Auditoría de Cuentas. Se la conoce como Directiva CSRD. Pero hay otra, la CS3D, que está en camino. ¿Por qué son importantes?

Ambas son las Directivas muy importantes que van a regular sobre la información corporativa en materia de sostenibilidad que las empresas tienen que divulgar. Y van a establecer obligaciones de diligencia en cuanto al análisis de riesgos e impactos como organización.

Antes había una Directiva previa, que era la NFRD [Directiva de Información No Financiera, de 2014], que empezó con la obligación de divulgar cierta información. Es verdad que en ella no se establecieron estándares claros. Lo que ha conducido a la CSRD en la que ya sí que se establece qué tipo de información debe divulgarse en aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza.

Esta normativa de sostenibilidad va a exigir una adaptación práctica compleja, especialmente en el rol del “Compliance Officer”, al operativizar la regulación.

Surgen retos como definir indicadores, presentar información, realizar análisis de doble materialidad y evaluar riesgos e impactos. Históricamente, cada organización aplicaba estos criterios de forma distinta, lo que generaba inconsistencia.

Ahora, nos dirigimos hacia un marco más armonizado, seguramente el año que viene, con criterios claros y unificados en aspectos ambientales, sociales y de gobernanza, cuya información será parte de las cuentas anuales y que los propios auditores tendrán que tener en cuenta.

Las Directivas CSRD y CS3D son muy importantes por que van a regular sobre la información corporativa en materia de sostenibilidad que las empresas tienen que divulgar. Y van a establecer obligaciones de diligencia en cuanto al análisis de riesgos e impactos como organización, explica Sánchez-Ocaña. Foto: Confilegal.

Supongo que, en este contexto, como hablábamos antes, el rol del auditor también va a cambiar. Actualmente, solo revisan las cuentas anuales para verificar que están bien hechas, sin entrar en más… ¿Es probable que la auditoría de sostenibilidad aporte a los auditores información relevante que antes no era perceptible?

Claro. Al analizar y aplicar los requisitos de sostenibilidad en temas sociales, nos encontramos con una gran cantidad de normativas en España.

En los últimos años, se han establecido leyes sobre igualdad de género, control del horario laboral, derecho a la desconexión digital, prevención del acoso sexual, igualdad de derechos y hasta un protocolo LGTBI.

Todo esto crea un marco extenso que regula el ámbito social en el país y guía a las empresas en estas áreas clave.

«Aquí es donde el rol del auditor adquiere importancia: su tarea es tomar toda esta información y unirla con el aspecto financiero, lo cual es clave en el enfoque de ‘doble materialidad’. Este concepto significa que debemos ver cómo impacta la sostenibilidad en las finanzas y, a la vez, cómo influyen los aspectos financieros en la sostenibilidad».

Al recopilar indicadores sociales, muchas personas piensan que solo se trata de contar cuántos hombres y mujeres hay en la empresa, lo cual es el dato más fácil de obtener. Sin embargo, existen muchos otros indicadores a considerar para tener una visión completa.

Aquí es donde el rol del auditor adquiere importancia: su tarea es tomar toda esta información y unirla con el aspecto financiero, lo cual es clave en el enfoque de «doble materialidad». Este concepto significa que debemos ver cómo impacta la sostenibilidad en las finanzas y, a la vez, cómo influyen los aspectos financieros en la sostenibilidad.

Trabajar con esta normativa revela que todo está conectado, aunque al principio no siempre sea evidente. Una vez que los informes incluyan tanto los datos de sostenibilidad como los financieros, será más fácil verificar el impacto real de las prácticas sostenibles en la empresa.

Además, es importante entender que la sostenibilidad, aunque esencial, implica también costos para las empresas, y estos se reflejarán en las cuentas anuales. Este enfoque brinda una visión completa sobre cómo la organización está operando, qué impacto genera, cuánto le cuesta y qué valores promueve, en especial en el aspecto social, que es fundamental para su cultura organizacional.

Esto afecta a grandes empresas, pero el 97 % de las empresas en España son pequeñas y medianas. ¿Cómo les afecta a ellas?

Este año y el próximo no les va a afectar directamente. Ahora solo se aplicará a las cotizadas y algunas pymes.

Pero da igual si eres sujeto obligado. Si no lo eres y tus clientes sí están obligados, te van a exigir el cumplimiento. Con lo cual, de manera directa o indirecta, vas a tener que hacerlo. Y dentro de tu pyme vas a tener que hacer ese análisis de manera proporcional. 

¿Qué diferencia hay entre la CSRD actual y la futura directiva CS3D?

Ambas directivas buscan armonizar criterios en cuanto a divulgación de información y evaluación de impactos y riesgos en materia de sostenibilidad, diría que la directiva de debida diligencia de sostenibilidad amplia el alcance en cuanto al impacto, y por lo tanto afecta a toda la cadena de valor, mientras que la CSRD se refiere a la divulgación de la información y la transparencia siendo datos propios de la organización.

Ahora mismo tenemos estándares internacionales, regulación, normativas locales e índices globales, lo que genera un exceso de información.

Tenemos que ser cautelosos en cómo se presenta esa información, porque hay tantos elementos que es fácil perder de vista lo esencial. La idea es definir bien los datos fundamentales para que el sistema sea más competitivo y seguro.

¿Entonces estamos en una fase de definir esos datos para el futuro?

Exacto, y que sea igual para todos. La igualdad en las obligaciones es fundamental, ya que ayudará enormemente a la competitividad. En el pasado, al no estar definidos los estándares, cada organización presentaba la información a su manera, y eso podía suponer una desventaja. Se busca estandarizar y homogeneizar para que todos hagan las cosas de la misma manera.

Desde mi perspectiva, lo que estamos haciendo es volver a lo básico: cuidar el planeta, proteger a las personas a nuestro alrededor y hacer las cosas bien. Eso se ha perdido un poco.

No se trata de buscar el beneficio a toda costa, sino alinearlo con otros factores, considerando cómo impactamos al medio ambiente y a la sociedad. Hay que establecer planes estratégicos donde esas dos cuestiones sean prioritarias.

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