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Opinión | El Nuevo Orden Mundial y el Rol de Europa en la Geopolítica Global (IV)
Jorge Carrera, abogado, exmagistrado, exjuez de enlace de España en Estados Unidos, cierra con esta cuarta entrega su análisis sobre los acontecimientos que se han producido tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de cambiar el statu quo que ha prevalecido en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial y que pone en tela de juicio el papel de Europa. Sobre estas líneas un gráfico sobre el Sur Global, sobre lo que trata el autor en este último capítulo.
06/3/2025 05:40
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Actualizado: 05/3/2025 22:44
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En esta última entrega sobre el nuevo orden mundial y el papel de Europa, centramos nuestra atención en el Sur Global, una región cuya creciente influencia está contribuyendo a redefinir los equilibrios geopolíticos y económicos a nivel mundial.
En un contexto donde la multipolaridad se afianza y las alianzas se reconfiguran, Europa enfrenta el desafío de adaptar su estrategia para no perder relevancia en esta transformación global
El fin de la guerra en Ucrania podría ofrecer a Europa una segunda oportunidad para construir relaciones más sólidas con el Sur Global. Para ello, debe abandonar su enfoque tradicional basado en ayuda y diplomacia blanda, y adoptar una estrategia más pragmática, centrada en inversiones económicas, comercio, tecnología y alianzas estratégicas.
La clave será ofrecer acuerdos reales y beneficios tangibles en lugar de discursos abstractos. Si la UE actúa con rapidez e inteligencia, podría fortalecer su influencia en un mundo multipolar, pero si no lo hace, seguirá perdiendo terreno ante China, Rusia y EE.UU.
El término Sur Global agrupa a las naciones en desarrollo de América Latina, África, Oriente Medio y Asia, cuyos vínculos con Europa, Estados Unidos y China han adquirido una importancia estratégica creciente en las últimas décadas.
Históricamente, Occidente (Europa y EE.UU.) dominó las relaciones económicas y políticas con estos países, pero la rápida expansión de China y la diversificación de alianzas han transformado este panorama.
Por ejemplo, según datos del Banco Mundial, el comercio de China se ha reorientado significativamente hacia el Sur Global: en 2001 los países desarrollados representaban el 70% del intercambio comercial chino, mientras que hoy solo son el 50%, y el Sur Global ya supone cerca del 40%.
Reconfiguración de las relaciones internacionales
Las relaciones entre el Sur Global y Europa, Estados Unidos y China atraviesan una fase de reconfiguración histórica marcada por la interdependencia económica, la competencia geopolítica y una creciente afirmación de los países en desarrollo en la escena internacional.
En el ámbito económico-comercial, el Sur Global se ha vuelto un socio codiciado: es mercado, fuente de recursos y destino de inversiones clave para las potencias, lo que ha traído acuerdos comerciales e inversiones sin precedentes pero también nuevos desafíos de desarrollo y endeudamiento.
De hecho, tres de las diez primeras economías del mundo por PIB pertenecen al Sur Global (China, India y Brasil), según el Fondo Monetario Internacional.
En el terreno político y geopolítico, Europa y EE.UU. intentan conservar influencia mediante valores y alianzas, mientras China expande la suya con proyectos de cooperación masivos y un discurso de solidaridad Sur-Sur; a su vez, los países en desarrollo ejercen más agencia a través de bloques regionales y fórmulas de no-alineamiento activo.
Finalmente, en cuanto a conflictos y tensiones, se evidencia una pugna por recursos e influencia que a veces deriva en disputas comerciales, sanciones unilaterales y choques diplomáticos, frente a los cuales el Sur Global clama por respeto, equidad y un orden multipolar donde sus voces cuenten.
Las tendencias recientes –desde la ampliación de BRICS hasta la respuesta desigual a la guerra en Ucrania– indican que el Sur Global no es un simple espectador sino un protagonista que redefine las reglas del juego internacional. Entender estas dinámicas es crucial para anticipar cómo se conformará el equilibrio global en las próximas décadas, donde ninguna potencia podrá avanzar sus intereses sin considerar las aspiraciones y el peso colectivo de las naciones del Sur Global.
La heterogeneidad del Sur Global
Ahora bien, no hay que perder de vista que el Sur Global no es un actor monolítico, sino un conjunto diverso de países con diferencias significativas en intereses, desarrollo económico, estructuras políticas y prioridades estratégicas. Aunque a menudo se presenta como una entidad cohesionada frente a las potencias hegemónicas, en la práctica existen contradicciones y fragmentaciones internas que limitan su capacidad de actuar como un bloque unificado.
En efecto, las agendas de desarrollo de los diversos agentes del Sur Global son muy distintas. Las economías emergentes (BRICS, México, Indonesia, Turquía, etc.) buscan mejorar su posición en la gobernanza global, ganar más voz en el FMI/Banco Mundial y reducir la dependencia del dólar, pero sin romper con el sistema financiero occidental.
Los países de ingresos bajos y medianos (muchos africanos y centroamericanos) necesitan alivio de deuda, financiamiento externo y cooperación internacional, por lo que a menudo siguen dependiendo de Occidente, pese a la narrativa de autonomía del Sur Global.
Algunos estados altamente endeudados, como Pakistán o Argentina, enfrentan crisis recurrentes que los hacen vulnerables a las condiciones impuestas por el FMI/Banco Mundial, lo que limita su margen de maniobra para desafiar el sistema internacional.
Además, en términos políticos y diplomáticos, aunque el Sur Global comparte una narrativa de resistencia a la hegemonía occidental, las posturas individuales varían enormemente.
Posición del Sur Global sobre la guerra de Ucrania
En la guerra de Ucrania, la mayoría de países del Sur Global rechazaron las sanciones contra Rusia, pero no todos con la misma intensidad. India e Indonesia han buscado equilibrar relaciones con Occidente y Rusia, mientras que Brasil ha mantenido un discurso neutral, pero con inclinaciones diplomáticas hacia la paz.
En contraste, algunos países africanos y del Caribe han votado en la ONU condenando la invasión rusa, alineándose más con Europa.
En las instituciones multilaterales, los países del Sur Global han demandado más representación en el Consejo de Seguridad de la ONU y en organismos financieros internacionales, pero no hay consenso sobre cómo lograrlo.
Brasil e India buscan asientos permanentes en el Consejo de Seguridad, mientras que la Unión Africana quiere una representación colectiva. La falta de un plan común ha ralentizado los avances en la reforma de la gobernanza global.
En temas de cambio climático y deuda, los países insulares del Pacífico o los estados africanos demandan con urgencia financiamiento y medidas contra el calentamiento global, mientras que potencias emergentes como India y Arabia Saudita han sido más reticentes a aceptar regulaciones internacionales estrictas sobre emisiones.
A diferencia de la Unión Europea, que tiene instituciones formales, tratados y mecanismos de decisión comunes, el Sur Global carece de una estructura de gobernanza que lo articule como una entidad coherente.
Es cierto que existen foros como BRICS, G77, Unión Africana y ASEAN. Pero la falta de una institucionalidad fuerte y vinculante significa que, en la práctica, el Sur Global opera más como una coalición de intereses ocasionales que como una entidad capaz de articular una estrategia común frente a las grandes potencias.
Lo que sí une al Sur Global es su postura crítica ante la hegemonía de Occidente y su reclamación por un orden mundial más equilibrado.
Escenarios post-Ucrania para el Sur Global
Todo ello nos lleva a concluir que ante un posible fin de la guerra en Ucrania se abren diferentes escenarios para el Sur Global.
En un escenario optimista, la paz en Ucrania sería duradera y vendría acompañada de acuerdos que integren gradualmente a Rusia en la comunidad internacional. Ello aliviaría sanciones y liberaría recursos para desafíos compartidos (clima, salud, desarrollo), marcando el inicio de una era de cooperación renovada donde el Sur Global tenga más voz.
Los precios de materias primas se estabilizarían a niveles manejables, y con un esfuerzo concertado podría abordarse la crisis de deuda que afecta a muchos países pobres. El mundo marcharía hacia un orden multipolar más equilibrado y pacífico.
A mi modo de ver este escenario no se dará, por lo menos a corto plazo, como consecuencia de las tensiones que se están fraguando entre Estados Unidos, Europa y China.
En un escenario más incierto, podría lograrse sólo un alto el fuego frágil (un «conflicto congelado»). Persistirían ciertas sanciones y desconfianzas, manteniendo a Rusia relativamente aislada.
En tal caso, muchos de los beneficios económicos serían parciales: por ejemplo, Ucrania seguiría limitada en su producción agrícola o Rusia en sus intercambios comerciales plenos, por lo que los precios podrían seguir volátiles.
Geopolíticamente, una paz tibia podría significar que la carrera armamentística simplemente cambie de teatro (de Europa Oriental al Indo-Pacífico, quizás en torno a Taiwán), y el Sur Global seguiría navegando entre potencias en rivalidad. Es este un escenario más probable.
Finalmente, un escenario pesimista –aunque menos probable si hay alto el fuego– sería aquel en que la tregua se rompe y el conflicto se reanuda, perpetuando e incluso agravando todos los impactos negativos analizados (escasez alimentaria, polarización geopolítica, etc.).
La oportunidad europea post-Ucrania
El fin de la guerra en Ucrania marcará un punto de inflexión en las relaciones entre Europa y el Sur Global.
Hasta ahora, la UE ha estado altamente enfocada en el conflicto, destinando recursos a Ucrania y priorizando la contención de Rusia, lo que ha reducido su margen de maniobra en otras regiones.
Con la paz, Europa deberá reevaluar su papel en el mundo y redefinir su relación con el Sur Global, donde su influencia ha sido erosionada por la creciente presencia de China, el pragmatismo de Rusia y el desencanto de muchos países con la actitud eurocéntrica en asuntos globales.
Europa debe adoptar un enfoque pragmático, flexible y adaptado a las necesidades reales del Sur Global. Esto implica cambios en su discurso, su diplomacia y su estrategia económica.
Ejes para una nueva estrategia europea
Esos cambios deberían pasar por los siguientes ejes:
Abandonar el tono paternalista y reformular la narrativa
Uno de los mayores problemas de Europa en su relación con el Sur Global es la percepción de que su enfoque es paternalista y moralizante.
Durante la guerra en Ucrania, muchos países en desarrollo criticaron a la UE por exigir alineamiento con su postura sin ofrecer incentivos y narrativas claras.
Además, la rapidez con la que la UE movilizó recursos para Ucrania contrastó con su lentitud en responder a crisis en África, América Latina o Medio Oriente, alimentando la idea de que hay un doble rasero.
Europa ha apostado tradicionalmente por la diplomacia y la cooperación al desarrollo como sus principales herramientas de influencia en el Sur Global, pero esto ya no es suficiente.
China ha dado en este punto una lección y ha desplazado a la UE en muchas regiones ofreciendo inversiones y comercio sin condicionalidades directas, mientras que Rusia ha consolidado relaciones con muchos países africanos a través de acuerdos militares y energéticos.
Europa debería tratar de reforzar su presencia económica y comercial, invirtiendo en infraestructura, tecnología y sectores estratégicos en el Sur Global.
La iniciativa Global Gateway (que pretende movilizar 300.000 millones de euros en proyectos de desarrollo) es un buen punto de partida, pero necesita ser más ágil y menos burocrática para competir con la Franja y la Ruta China.
Ofrecer acuerdos comerciales más equilibrados, reduciendo barreras proteccionistas en sectores clave para el Sur Global (agricultura, manufacturas) y facilitando un acceso real a los mercados europeos. Una vía en ese sentido es el acuerdo de asociación con Mercosur si finalmente llega a implementarse.
Diversificar las relaciones económicas más allá de las tradicionales ex colonias europeas en África, acercándose a otros actores emergentes como Indonesia, Brasil o India, que tienen economías dinámicas y peso en foros multilaterales.
Construir alianzas estratégicas en materia energética y tecnológica
El Sur Global es clave para la transición energética europea, pues muchas de sus materias primas críticas (litio, cobalto, hidrógeno verde) provienen de países en desarrollo. Si Europa quiere reducir su dependencia de Rusia y China, debe establecer alianzas estratégicas en energía y tecnología con socios del Sur Global.
Europa podría incentivar inversiones en producción de energías renovables en África y América Latina, asegurando que estos países se beneficien de la industrialización derivada y no sean solo proveedores de materias primas.
Desarrollar programas conjuntos de innovación y transferencia tecnológica, evitando la relación extractiva que muchas veces ha caracterizado los lazos entre Europa y el Sur Global.
Reducir la burocracia y los obstáculos financieros para la colaboración tecnológica, permitiendo que más «startups» y empresas emergentes del Sur Global se integren en la economía digital europea.
Convertirse en un socio confiable en seguridad y estabilidad regional
Europa no puede competir con EE.UU. en términos de presencia militar ni con Rusia en asistencia de defensa, pero sí puede jugar un rol clave en estabilización regional y en fortalecer las capacidades de seguridad en el Sur Global.
Es preocupante el hecho de que en todos los cambios que se están operando en Oriente Medio, Europa parece ser un convidado de piedra, con escasa o nula capacidad de ejercer influencia en la región. El conflicto en Gaza, las tensiones entre Israel y Hezbolá, y la inestabilidad regional continúan sin una participación europea significativa.
Por ejemplo, los recientes acontecimientos en Turquía y la región kurda representan cambios potencialmente sísmicos.
La posible pacificación del conflicto kurdo, con informes sobre negociaciones entre el gobierno turco y grupos kurdos para una solución política, podría transformar las relaciones de Turquía con su entorno y, por ende, sus vínculos con Europa.
En el ámbito migratorio, esto podría aliviar presiones y propiciar una colaboración UE-Turquía más fluida y confiable en la gestión de refugiados.
En lo comercial y energético, la paz augura un clima de negocios mejorado, mayor seguridad para inversiones y corredores vitales de energía hacia Europa, y la oportunidad de reactivar pactos económicos estancados.
Se trata también de reforzar su presencia en misiones de mantenimiento de la paz y formación militar, especialmente en regiones como el Sahel o el Cuerno de África.
Ampliar acuerdos de cooperación en lucha contra el crimen organizado, terrorismo y ciberseguridad, áreas donde muchos países del Sur Global buscan apoyo externo.
Adoptar un rol de mediador activo en conflictos regionales, promoviendo soluciones diplomáticas en zonas como Medio Oriente, el sudeste asiático o el continente africano.
Desafíos para Europa
Sin embargo, Europa enfrenta obstáculos importantes en su intento de mejorar sus relaciones con el Sur Global.
Competencia feroz con China y Rusia
China ya ha construido una fuerte red de inversiones en infraestructura y comercio en el Sur Global. Rusia, a su vez, ha aumentado su presencia en sectores estratégicos como el energético y el militar en África y América Latina.
Europa llega tarde a muchas de estas áreas y deberá encontrar maneras de diferenciarse.
El peso del pasado colonial
En África, el legado colonial sigue siendo una barrera en las relaciones con Europa. Francia ha perdido influencia en varios países africanos, y otras potencias europeas aún enfrentan desconfianza histórica.
La UE debe trabajar en una diplomacia más inclusiva y respetuosa con la soberanía de estos países.
Falta de unidad interna en la UE
Dentro de la propia Europa, hay divisiones sobre cómo relacionarse con el Sur Global. Mientras países como España y Portugal abogan por una mayor cooperación con América Latina, otras naciones priorizan los lazos con Asia o África. Sin una estrategia coherente, Europa corre el riesgo de dispersar sus esfuerzos.
Conclusión: El imperativo europeo en un mundo multipolar
El fin de la guerra en Ucrania representa para Europa no solo un desafío, sino una oportunidad histórica para reposicionarse en un mundo cada vez más multipolar.
Las relaciones con el Sur Global serán determinantes para definir si la UE puede mantener su relevancia global o quedará relegada a un papel secundario frente a Estados Unidos, China y una Rusia que, pese a su aislamiento, mantiene capacidad de influencia en varias regiones.
La ventana de oportunidad que se abrirá tras el conflicto ucraniano será breve. Europa deberá moverse con rapidez, determinación y pragmatismo si quiere recuperar terreno en regiones donde su influencia ha decaído.
Esto requerirá no solo un cambio en las políticas y la asignación de recursos, sino una profunda transformación en la mentalidad europea, abandonando definitivamente los vestigios de eurocentrismo y paternalismo que han minado su credibilidad.
El camino no será fácil, pero Europa cuenta con fortalezas significativas: su mercado único, su capacidad tecnológica y su experiencia en construcción institucional. Si logra poner estas fortalezas al servicio de una relación más equilibrada y mutuamente beneficiosa con el Sur Global, podrá asegurar no solo su relevancia, sino también contribuir a un orden internacional más justo, estable y sostenible.
El momento de actuar es ahora. El futuro de Europa como actor global dependerá en gran medida de su capacidad para reinventar sus relaciones con el Sur Global en esta coyuntura crítica de la historia contemporánea.
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