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Opinión | La serie de “The diplomatic”, todo un manual sobre cómo operar bajo «falsa bandera» en el ámbito geopolítico

Opinión | La serie de “The diplomatic”, todo un manual sobre cómo operar bajo «falsa bandera» en el ámbito geopolítico
La vicepresidenta Grace Peen, dando todo una lección de estrategia a la diplomática Kate Wyle. Sobre un mapa del mundo le muestra la situación exacta de los submarinos nucleares rusos y la importancia de que Escocia no se independice para mantener la base de Creagan. Foto: Netflix.
09/3/2025 05:50
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Actualizado: 09/3/2025 08:34
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Operar bajo «falsa bandera» es una táctica que se ha utilizado históricamente en operaciones militares o de inteligencia, aunque también ha encontrado su lugar en el ámbito político moderno.

Esta estrategia consiste en ocultar la identidad real del autor de una acción, haciendo parecer que ha sido ejecutada por otro agente o nación.

Originalmente, esta práctica se refería a la táctica naval de izar banderas de otros países para engañar a los enemigos antes de lanzar un ataque.

Con el paso del tiempo, el concepto de «operación bajo falsa bandera» ha evolucionado para abarcar una variedad de actividades encubiertas. Gobiernos, grupos o organizaciones pueden ejecutar actos terroristas, ataques cibernéticos o campañas de desinformación, atribuyendo estas acciones a otros para desviar la responsabilidad y confundir sobre sus verdaderos objetivos o alianzas.

Este tipo de operaciones de «falsa bandera» puede tener como objetivo justificar intervenciones militares, influir en la opinión pública o incluso desestabilizar gobiernos y sociedades.

La serie «The Diplomat», es un thriller político, ambientado en el complejo mundo de la diplomacia internacional, ilustra magistralmente la aplicación de estas estrategias de poder en un contexto moderno y globalizado y desvela las complejidades de la geopolítica. Y eso, antes de que Donald Trump volviera a la Casa Blanca, tensionando todo el panorama geopolítico actual.

La ficción desentraña las capas de la diplomacia, mostrando que a menudo lo que se presenta como realidad puede ser un engaño elaborado, donde la verdad resulta ser más extraña y compleja que la ficción.

Keri Russell, intrepretendo a la diplomática Kate Wyler. Foto: Netflix.

En «The Diplomat», seguimos a Kate Wyler, una embajadora de Estados Unidos recién asignada a Gran Bretaña, interpretada por Keri Russell. Su mandato comienza con un incidente crítico: un ataque a un portaaviones británico en el Golfo Pérsico, que provoca la muerte de 43 personas y provoca una cadena de eventos políticos y diplomáticos.

A medida que Kate se adentra en las aguas turbulentas de la política interna británica y las intrincadas relaciones internacionales, descubre que el ataque no fue lo que parecía.

La trama se intensifica al revelarse que el ataque fue una operación de “falsa bandera”, orquestada por Margaret Roylin, una figura política de derechas, quien usó un agente ruso para fomentar la unidad nacional en el Reino Unido y evitar la secesión de Escocia.

Sin embargo, la trama toma un giro aún más sorprendente cuando se descubre que la verdadera arquitecta del ataque no es Roylin sino la propia vicepresidenta de los Estados Unidos, Grace Penn, interpretada por Allison Janney.

Los motivos de la vicepresidenta Grace son estratégicos, como bien le indica a la embajadora: mantener el control sobre las armas nucleares del Reino Unido impidiendo la secesión escocesa.

Y para ello, le da toda una lección -sobre el mapa del mundo o “su tablero de juego”, como ella lo denomina- sobre las decisiones difíciles y a menudo moralmente ambiguas que deben tomar aquellos en el poder, mostrando la profundidad y el alcance de la influencia que pueden tener las operaciones bajo “falsa bandera” en la política global.

La vicepresidenta Grace Peen, le muestra a la diplomática Kate Wyle, sobre un mapa del mundo por qué ha tomado la decisión de aliarse con una ultraderechista para provocar un atentado en un portaviones británico. Foto: Netflix.

Grace Penn: La forma más rápida que tiene Rusia de sortear nuestras defensas navales es navegando desde el Ártico hasta el Atlántico Norte. Esta es nuestra presencia militar en el Ártico. Estas eran las posiciones rusas en el Ártico en 1995.

En la actualidad, infantería, barcos, radares, equipos de rescate, defensa aérea… el mayor despliegue desde la caída de la Unión Soviética.

Aquí es donde perdimos a los submarinos más sofisticados de Rusia en el Atlántico Norte durante tres semanas. Aquí encontramos su submarino “Losharik”, del que solo nos percatamos porque sufrió un incendio. No tenemos ni idea de cuántos más hay, pero creemos que están por aquí, aquí y aquí.

Esto es Creagan. ¿Sabe que es Creagan?

Kate Wyler: Una base de submarinos en Escocia.

Grace Penn: Todo el armamento nuclear del Reino Unido se encuentra en Creagan. Es lo que les convierte en una de las nueve potencias nucleares. Además, es la única base en Europa donde permiten atracar nuestros submarinos nucleares.

Es el último lugar donde detectar cualquier submarino ruso antes de que en el vasto océano Atlántico rumbo a Nueva York.

Creagan es el principal objetivo en el escenario bélico europeo. Los escoceses detestan las armas y odian como se extralimitan los ingleses, pero lo que de verdad odian es tener una diana sobre sus cabezas. Si Escocia se hubiera independizado…

Kate Wyler: Habrían cerrado la base.

Grace Penn: En el acto. Cuando retiramos las nuestras de Islandia, la actividad de los submarinos se disparó, igual que las incursiones aéreas.

Cuando sacamos nuestros batallones de combate de Europa… ¿Qué pasó?

Kate Wyler: Rusia se anexionó Crimea.

Grace Penn: ¿Existe algún escenario en el que podamos permitirnos perder la base de Escocia?

Kate Wyler: No. Pero usted acudió a Margaret Roylin.

Grace Penn: Y usted también.

Kate Wyler: Yo no le pedí que volara un barco.

Grace Penn: Ni yo tampoco. En teoría, tenía que provocar….

Kate Wyler: Provocar daños materiales sin víctimas. ¿Eso la exonera?

Grace Penn: Toda la culpa es mía. ¿Cree que estoy dando a entender que no tengo la culpa? La asumo. Y cargare con ella, pero no dejaré que esto acabe con el presidente.

Kate Wyler: Me parece muy oportuno. Suena una razón para enterrarlo.

Grace Penn: Me importa un bledo lo que le parezca. Puedo nombrar a los 43 fallecidos en este desastre. Pero no podría si fueran 40.000 o 40 millones de personas desaparecidas en un conflicto nuclear.

Este es mi tablero de juego [señalando todo el mapamundi]. Todo este puñetero mapa. Este es el suyo [señalando Creagan]. No pierda la perspectiva.

La justificación geopolítica de la vicepresidenta Grace Penn, en la que defiende la muerte de 43 personas inocentes en un sabotaje a un portaaviones británico en el Golfo Pérsico, nos hace reflexionar sobre los sacrificios necesarios por el «bien mayor».

Refleja una visión del mundo donde la estabilidad global se sostiene a través de actos individualmente condenables, un enfoque utilitarista donde fin justifica los medios.

En última instancia, nos obliga a reflexionar y preguntarnos: en un mundo lleno de grises, ¿cuáles son los límites éticos de lo aceptable en nombre de la seguridad y la estabilidad?

No todo debería valer…

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