Ángela de Miguel, candidata a la Presidencia de CEPYME: “La organización quiere un cambio”
Las elecciones a la Presidencia de CEPYME tendrán lugar el próximo 20 de mayo. Ángela de Miguel es la oponente de Gerardo Cuerva, presidente saliente, quien se presenta a la reelección. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Ángela de Miguel, candidata a la Presidencia de CEPYME: “La organización quiere un cambio”

Es socia directora de la firma Negotia Abogados, que tiene su sede en Valladolid
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16/4/2025 05:40
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Actualizado: 17/4/2025 00:32
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Ángela de Miguel es abogada de formación, empresaria por vocación y una firme defensora del tejido productivo español. Fundadora de la firma Negotia Abogados en 2007, desde su experiencia como emprendedora en Valladolid ha construido una trayectoria marcada por el esfuerzo, la innovación y el compromiso con las pequeñas y medianas empresas.

Actualmente preside la CEOE de Valladolid y forma parte del comité ejecutivo de CEOE, desde donde ha impulsado iniciativas vinculadas al emprendimiento, la formación y las políticas públicas.

Ahora da un paso adelante como candidata a la presidencia de CEPYME, con el objetivo de liderar un cambio de modelo en la organización. Su propuesta, en este proceso electoral que culminará el 20 de mayo próximo, se basa en dar voz a la pyme real —especialmente a la más pequeña, la que sufre en silencio— y situar sus necesidades en el centro del debate económico.

Defiende una CEPYME más participativa, con mayor peso en la negociación de políticas públicas, más presente en Europa y centrada en proyectos y resultados, no en personas. Su rival es Gerardo Cuerva, presidente saliente.

Con un máster en Democracia y Buen Gobierno por la Universidad de Salamanca y una clara vocación de servicio, De Miguel reivindica su candidatura como una consecuencia natural de su historia personal y profesional: “Me presento porque yo soy pyme”, afirma con convicción.

Su prioridad: devolver la ilusión a un colectivo clave que representa el 99,8 % del tejido empresarial español y que, en su opinión, ha estado demasiado tiempo olvidado. Lo tiene claro: “La organización quiere un cambio”.

¿Cuál es su diagnóstico sobre el estado de las pymes españolas?

Las pymes, en un momento tan complicado como el actual, se sienten un poco abandonadas. Creo que es necesario un cambio en la organización para ganar fuerza, tener más presencia y ser más proactivos en el ámbito de las políticas públicas.

Mi formación es principalmente mercantil. Tengo una sólida base en políticas públicas. Cursé un máster en Democracia y Buen Gobierno en la Universidad de Salamanca, donde desarrollé mi trabajo de fin de máster sobre el proyecto de ley del emprendedor, que en ese momento aún no se había aprobado.

Estoy muy vinculada al ámbito normativo empresarial y al impacto que la legislación tiene sobre las empresas, especialmente sobre las pymes. Por eso, creo que debemos reforzar nuestra acción tanto en España como en Bruselas, porque muchas de las decisiones que afectan directamente a nuestras pymes se toman en el ámbito europeo.

«Para alguien que ha sido pyme toda su vida, que ha vivido como pyme y ha asesorado a otras pymes, presentar esta candidatura es el mayor regalo que se me puede dar».

¿Por qué ha decidido plantear su candidatura a la presidencia de la CEPYME?

Me presento porque yo soy pyme. Empecé desde abajo, montando un pequeño despacho de abogados en Valladolid, en una capital de provincia. Quienes estamos en esta profesión sabemos lo difícil que es arrancar desde cero en una carrera ya de por sí complicada.

Hablo del año 1995, cuando apenas se podía hacer nada: a los abogados no se nos permitía publicitarnos. Hasta el tamaño de la placa del despacho estaba regulado.

Cuando no vienes del sector ni tienes contactos, abrirse camino es muy difícil. Una de las decisiones que tomé —casi de forma intuitiva— fue empezar, ya en el año 2000, a aplicar herramientas que otras empresas usaban para ganar competitividad, llegar al cliente y mejorar.

Así fue como entré en la organización de jóvenes empresarios. Allí empecé a absorber muchas de las prácticas que las pequeñas empresas estaban utilizando para crecer y ganar tamaño.

Lo apliqué en mi despacho, que empecé a gestionar como una empresa, y eso me permitió crecer y ofrecer un mejor servicio. Porque cuando tienes mayor dimensión, puedes especializarte más y gestionar de otra manera.

Para alguien que ha sido pyme toda su vida, que ha vivido como pyme y ha asesorado a otras pymes, presentar esta candidatura es el mayor regalo que se me puede dar.

Según Ángela de Miguel, «antes vivíamos en un entorno de mayor estabilidad normativa, incluso con gobiernos más afines a las pymes. Ahora, en cambio, nos enfrentamos a una normativa que directamente impide su crecimiento». Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Teniendo en cuenta que el 97,8 % de las empresas en España son pymes…

El dato no es correcto. Es el 99,8 % de las empresas son pymes. Y generan el 70 % del empleo. Tenemos un tejido empresarial de tamaño muy pequeño: la media está en 4,8 trabajadores por empresa.

En comparación, la media en la Unión Europea está por encima de 5 empleados, y en Alemania, por ejemplo, la media es de 11.

¿Qué le diferencia a usted de su rival, Gerardo Cuervas?

Lo que sí marca la diferencia, especialmente en un momento tan convulso como el actual, es la formación y la trayectoria profesional. En mi caso, mi formación jurídica me ha dado una visión muy clara del impacto que tiene la normativa en la empresa. Y eso, hoy, está siendo decisivo.

Antes vivíamos en un entorno de mayor estabilidad normativa, incluso con gobiernos más afines a las pymes. Ahora, en cambio, nos enfrentamos a una normativa que directamente impide su crecimiento.

El otro día leí un dato: en los últimos seis años, las pymes han contratado un 38 % menos. No porque nuestros emprendedores no tengan ilusión, capacidad o preparación —porque la tienen—, sino porque las normas actuales no les permiten avanzar. Y también está disminuyendo el número total de PYMES, lo cual es gravísimo.

Por eso, creo que la formación es clave también en el ámbito de la negociación, que es una de las funciones esenciales de nuestra organización, tanto a nivel nacional como europeo. He estado varias veces en Bruselas con entidades como CEOE Castilla y León o AMMDE, negociando sobre temas clave para nuestras empresas, con distintos resultados.

«En cuestión de impuestos, ahora mismo, a nivel empresarial, la media europea está en un 25 %. En España, si sumamos todas las cargas —que llamamos de diferentes maneras, pero que al final forman parte del mismo cómputo global de lo que tienes que pagar—, estamos en un 37 %. Doce puntos de diferencia. Es una barbaridad».

¿Cree que en España también existe un problema estructural relacionado con la baja esperanza de vida de las empresas, teniendo en cuenta que muchas no logran sobrevivir a medio o largo plazo?

Muchas empresas no superan los tres primeros años de vida porque las barreras de entrada son demasiado elevadas. Iniciar una actividad empresarial en España es complejo, mientras que en otros países el acceso está mucho más facilitado gracias a un ecosistema emprendedor y condiciones favorables que permiten a los proyectos arrancar y consolidarse.

Detrás de cada empresa que fracasa hay algo más que números: hay ahorros, ilusión, pasión y, muchas veces, el patrimonio personal de quienes lo han dado todo. Ese es el drama individual del emprendedor. Pero también hay un drama colectivo: cada pequeña empresa que desaparece hoy podría haber sido la gran empresa del mañana.

Si no sembramos ahora, no recogeremos en el futuro. Las grandes compañías que existen hoy lo son porque en su día hubo un entorno que permitió su crecimiento. En otros países esto se entiende bien: cuentan con una normativa y una cultura emprendedora que impulsa a sus empresas. En España, lamentablemente, eso no está ocurriendo ahora.

Porque hay una hiper regulación.

Es una evidencia. Cada año se publican un millón de páginas al año en boletines oficiales. Es imposible seguir ese ritmo, ni siquiera para una gran empresa. Tendríamos que dedicar a un montón de personas solo a leer ese millón de páginas de los distintos boletines oficiales que se publican cada año.

Es verdad que ya existe esa recomendación —que escuchamos con frecuencia y que muchas veces trasladamos a nuestros legisladores— de que, para aprobar una norma nueva, habría que eliminar otra. Lo oímos mucho y nos lo prometen constantemente. Pero en la práctica, vemos que eso no ocurre. No pasa.

En cuanto a la parte fiscal, quiero decir, en cuestión de impuestos, ahora mismo, a nivel empresarial, la media europea está en un 25 %. En España, si sumamos todas las cargas —que llamamos de diferentes maneras, pero que al final forman parte del mismo cómputo global de lo que tienes que pagar—, estamos en un 37 %. Doce puntos de diferencia. Es una barbaridad.

«Debemos estar presentes en todas las mesas de negociación, siendo proactivos, proponiendo medidas y cambios concretos que realmente mejoren la vida de las pymes. No basta con denunciar: hay que aportar soluciones», declara la candidata. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta su candidatura?

Mi principal reto es que la pyme española recupere la ilusión. Ese es, para mí, el objetivo más importante: volver a poner en valor el trabajo extraordinario que realizan nuestras pequeñas y medianas empresas.

Un estudio reciente señalaba que los emprendedores y empresarios son conscientes de que nos enfrentamos a una década crítica, con años muy duros por delante. Y, aun así, mantienen el optimismo. En España somos trabajadores, apasionados y grandes profesionales. Esa actitud merece ser acompañada.

Por eso, quiero que las pymes sientan que no están solas. Quiero visibilizar la situación tan dura que atraviesan y trabajar en líneas de apoyo reales y concretas.

Eso pasa por impulsar áreas clave como la cultura emprendedora, la financiación, la internacionalización, la formación, la digitalización y la innovación. Herramientas fundamentales para que las pymes ganen competitividad, crezcan en tamaño y, sobre todo, logren superar esos tres primeros años, que son los más difíciles.

¿Su afinidad con Garamendi es un plus?

Lo que comparto con el presidente es un proyecto común, una visión compartida de lo que creemos que debe ser la organización, y dentro de ella, el papel que deben desempeñar las distintas entidades que la integran. Porque, en realidad, esto es un proyecto colectivo.

No estamos hablando de personas ni de trayectorias individuales; de lo que hablamos es de un proyecto que se construye entre todos. De qué queremos para las pymes, de qué queremos para CEOE, para CEPYME, para ATA. De hacia dónde queremos ir.

Y eso no lo compartimos solo Antonio Garamendi y yo, sino muchísima más gente. Una gran mayoría dentro de la organización tiene esa misma visión, esa misma idea de futuro, por decirlo de alguna manera: hacia dónde queremos llegar y qué camino queremos seguir.

«CEPYME puede hacerlo mucho mejor de lo que se está haciendo».

¿Qué es lo que está usted percibiendo en este proceso electoral?

Percibo que la organización quiere un cambio. Quiere un cambio de modelo. Y también creo que la gente quiere que transmitamos una sensación de unidad, porque a veces en los medios se reflejan cosas que no se corresponden con la realidad.

La mayoría de los que formamos parte de CEPYME queremos una campaña centrada en las pymes, con un proyecto enfocado en ellas. Un proyecto donde las personas no sean lo más importante, sino que lo realmente relevante sea el modelo organizativo: una organización que funcione de abajo hacia arriba, donde se escuche la voz de la pyme, especialmente la más pequeña, que es precisamente la que más necesita ser escuchada.

Se trata de entender sus sensibilidades, tenerlas en cuenta, y que ese sentir vaya filtrando hacia arriba dentro de la organización, hasta llegar a la Presidencia. Pero no al revés. Ese es el cambio que creemos necesario.

Por lo que estoy viendo y escuchando, tras hablar con muchísimas organizaciones y con muchísimas pymes, la sensación que tengo —y lo que me están transmitiendo— es que hay mucha ilusión por contar con una organización más participativa, más cercana a la pyme, menos centrada en las personas y mucho más en los proyectos y en la propia pyme.

“Este es el tiempo del cambio”, que cantaba Miguel Ríos en 1982. La historia se repite. ¿Y cómo va a ser ese cambio si gana las elecciones?

Mi primer viaje como candidata, nada más presentar la candidatura, fui a visitar a las pymes de la Dana. Me sorprendió saber que CEPYME no había estado allí antes. Me parecía increíble, porque es una zona que ha sufrido muchísimo y sigue sufriendo meses después.

Quise estar allí porque era importante que sintieran que son importantes. A veces, simplemente sentirte acompañado ya marca una diferencia. Hacer lo que esté en tu mano, con los medios que tengas, también cuenta.

Y si salgo elegida presidenta, una de mis prioridades será visitar los territorios más afectados por la despoblación: Teruel, Cuenca y Soria. Son zonas que llevan años negociando en Bruselas compensaciones fiscales para poder competir, porque parten de una situación muy desfavorable.

La Unión Europea ha aprobado ayudas de hasta un 20 %, algo muy excepcional, pero el Gobierno de España solo ha aplicado un 1,5 %, que no tiene ningún impacto real.

Es clave visibilizar esta situación y exigir que se apliquen esas ayudas. Si no se usan, Europa puede retirarlas. Sería muy triste que la UE apoye a estas provincias y que el Gobierno español no lo aproveche. Estas medidas existen para que territorios en desventaja puedan tener una oportunidad de competir. No podemos dejar que se pierda.

CEPYME puede hacerlo mucho mejor de lo que se está haciendo.

«Hay que desarrollar programas directos para las pymes, que les ayuden a mejorar sus condiciones actuales. No podemos olvidarnos de ellas. Necesitan apoyo, necesitan proyectos concretos que les permitan ser más competitivas, ganar tamaño, crecer… y, sobre todo, sobrevivir», afirma De Miguel. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Cuáles serían las tres primeras medidas que implementaría si saliera presidenta?

Las tres medidas fundamentales con las que abriría mi mandato son claras.

Primero, hay que tener un discurso firme y sostenido, con datos, sobre la dramática situación que vive la microempresa en España, especialmente las de menos de 10 trabajadores. Cada vez hay menos, contratan menos y muchas están en vías de desaparición. Eso hay que contarlo sin descanso, los 365 días del año, por todo el territorio, allí donde nos quieran escuchar. Para mí, esa es la prioridad.

La segunda medida tiene que ver con las políticas públicas. Debemos estar presentes en todas las mesas de negociación, siendo proactivos, proponiendo medidas y cambios concretos que realmente mejoren la vida de las pymes. No basta con denunciar: hay que aportar soluciones.

Y, en tercer lugar, hay que desarrollar programas directos para las pymes, que les ayuden a mejorar sus condiciones actuales. No podemos olvidarnos de ellas. Necesitan apoyo, necesitan proyectos concretos que les permitan ser más competitivas, ganar tamaño, crecer… y, sobre todo, sobrevivir.

En definitiva, si no ayudamos hoy a que las pequeñas empresas crezcan, estaremos perdiendo a las grandes empresas del mañana. Y eso sería un error estratégico enorme.

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