Enrique Barón, expresidente del Parlamento europeo: «Los líderes del PP no critican a su partido y a eso se llama cobardía»
Enrique Barón fue una de las piezas políticas más importantes en la transición y en la política europea de España; en la foto posando en el estudio de su esposa, la pintora Sofía Gandarias, junto al lienzo "Iris Magno". Confilegal

Enrique Barón, expresidente del Parlamento europeo: «Los líderes del PP no critican a su partido y a eso se llama cobardía»

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11/4/2016 05:59
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Actualizado: 31/3/2022 13:41
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Enrique Barón ha sido diputado constituyente, ministro de Transportes en el primer Gobierno de Felipe González y presidente del Parlamento europeo -habla siete idiomas-, entre 1989 y 1992, un periodo crucial en el que sucedió la caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y la unificación alemana. Tiempos muy convulsos para la vieja Europa. En ese periodo recibió en Bruselas a un joven socialista, entonces desconocido, llamado Pedro Sánchez, que venía de Wall Street, Estados Unidos.

Durante un año lo asignó, como asesor de la eurodiputada socialista, Bárbara Dührkop, en el Comité de Presupuestos del Parlamento Europeo, donde trabajó a fondo sobre este asunto. «Me sorprendió muy gratamente. Tiene una mente aguda y una gran capacidad de trabajo. No me ha sorprendido su trayectoria posterior», afirma con seguridad.

Barón, en la actualidad, preside la Fundación Europea para la Sociedad de la Información, desde la que trata de dar un servicio a la ciudadanía que no tiene acceso a Internet, pero sigue siendo uno de los españoles con más conexiones personales entre las élites políticas y económicas de todo el planeta. Sus opiniones se tienen muy en cuenta.

Le preocupa la corrupción y la falta de cintura política del Partido Popular y de sus miembros. Y recuerda hechos que aquí se han olvidado, pero que deberían ser un referente.

¿Sigue militando en el PSOE?

Así es. Sigo participando de forma directa. Pertenezco a la Agrupación de Chamberí.

¿Lo está haciendo bien Pedro Sánchez?

Pedro Sánchez trabajó conmigo. Le conozco. Por eso le avalé y le voté. Y cuando me llama le digo lo que pienso.

Desde el punto de vista constitucional, del PSOE y desde el mío propio, Pedro Sánchez está actuando correctamente.

Lo que me llama mucho la atención es la actitud escandalosa del actual presidente del Gobierno. Debería haber dimitido por responsabilidad política con el Gürtel español.

¿Es que ha habido otro Gürtel?

Claro, el Gürtel tiene un precedente, del que no se habla aquí. Gürtel, en alemán, quiere decir cinturón.

Y correa. Correa por el apellido de Francisco Correa, el supuesto cerebro de la trama. 

El Gürtel alemán se planteó, en el año 2000, cuando la señora Angela Merkel, la ministra joven que venía de la Alemania del Este, les dijo al canciller Helmut Kohl y a Wolfgang Schäuble, entonces presidente de la CDU –el partido conservador de Alemania, su partido-, a través de un artículo en prensa, que debían dimitir los dos por responsabilidad política.

La CDU estaba envuelta en un escándalo de financiación ilegal, con dinero de Suiza. Eso no se ha contado en España. Ocurrió en el mismo partido y en el mismo gobierno.

Los dos, Kohl y Schäuble, el político que va en silla de ruedas porque un perturbado le pegó un tiro –al que Merkel luego recuperó para su gobierno-, presentaron su renuncia. Se marcharon.

Era un tema de responsabilidad política clara.

A mí me parece escandaloso que el líder de un partido, como Mariano Rajoy, pueda afirmar que desconoce lo que hace el tesorero, que es el número 2. Todos los tesoreros han sido procesados y no se ha enterado.

El problema es que no ha habido nadie como la señora Angela Merkel en el Partido Popular. Y debería haberlo.

Los líderes del PP no critican a su partido y a eso se llama cobardía. En la vida hay que tener dignidad y estas cosas se deben decir a la cara.

Yo no sé si habrá algún Bruto que se cargue a César, puede ser.

Eso lo viví con la señora Margaret Thatcher en directo. En Europa he vivido muchas cosas como esta.

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Según el expresidente del Parlamento europeo, el problema para el PP es que no tienen una persona como Angela Merkel, que diga las cosas que tienen que decirse. Confilegal.

A mí me parece escandaloso que el líder de un partido, como Mariano Rajoy, pueda afirmar que desconoce lo que hace el tesorero, que es el número 2

¿No cree que hay demasiados desencuentros personales, por ejemplo, entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, Albert Rivera con Rajoy y con Pablo Iglesias…?

No estamos hablando con un salón de bailes con cambios de parejas. Cada uno tiene que asumir su responsabilidad.

Para mí hay un señor como Pedro Sánchez que ha asumido esa responsabilidad y ha ido a fajarse al Parlamento. También ha forjado un acuerdo con otro señor que es Albert Rivera, en el que los equipos de negociación han estado trabajando durante dos meses. Es un texto importante. Lo he estudiado y entre el 75 o el 80 por ciento de las cosas que necesita España están recogidas ahí.

No es que haya desencuentros. Lo que no puede ser es que el presidente del Gobierno, -que dice que ha ganado las elecciones-, todavía no ha hecho una propuesta. Lo único que dice es “déjenme”.

Además cuenta su milagro económico y ya le han dicho desde Bruselas que “se ha pasado usted un punto en el endeudamiento”. Esto ha sido así porque ha hecho “un regalito a los españoles” en su campaña electoral después de lo que no hizo al principio. Lo que tiene que haber es gente que se siente y que plantee un programa.

¿Por qué en España ahora no es posible una coalición amplia como ocurre en otros países de nuestro entorno?

Porque no hay necesidad, ni voluntad. Con UCD, por ejemplo, los socialistas hicimos los “pactos de la Moncloa” o la Constitución. Las reformas en la vida se hacen cuando no hay más remedio.

¿Nos dice que ahora no son necesarias?

Sí son necesarias, lo que ocurre es que no hay voluntad. Me parece sangrante que el presidente, que no ha querido aceptar la responsabilidad de formar gobierno, diga ahora que la única posibilidad es formar un tripartito con él a la cabeza.

Como tengo problemas ustedes vienen a apuntalarme.

Un miembro del PP nos comentó que hacía mucha falta mucha generosidad para arreglar la situación política, algo que en su partido no iban a encontrar. Incluso planteaba ofrecer la presidencia a Pedro Sánchez, aunque estaba convencido de que el PP no lo haría. ¿Qué opina usted?

El Gürtel alemán debería ser una referencia para el PP. Es el mismo partido el que le dice a su candidato que tiene que dejar paso a Merkel. Los partidos tienen que renovarse. Tiene que tener democracia interna, incluso el PRI Mexicano hace primarias internas, algo que no hace el PP.

Pienso que al PP lo que más le conviene es la abstención, lo que les permitiría hacer una labor de renovación y saneamiento en su formación. También les permitiría incidir en los temas más importantes.

La introspección no se lleva en política…

Sí se lleva.

¿Qué piensa usted de que nuevas formaciones, como Podemos, planteen en su propaganda política que la transición no existió?

Reconozco el derecho a la crítica. Pero, primero dijeron una cosa que era una estupidez. Hablaron del ‘candado del 78’. Hombre, ¡cuando uno ha tenido el candado del franquismo! Que dar la libertad al pueblo español se considere un candado… Hay que afinar un poco. Hoy ya ni hablan de eso.

Y Pablo Iglesias, cuando llega al Congreso, está tan encantado que sale, se abraza a todo el mundo y se pone a llorar.

¡Pues muy bien!

Estoy seguro de que si hubiera conseguido el puesto ese al que ha renunciado sin que nadie se lo haya ofrecido seguro que se hubiera puesto la corbata y se habría cortado la coleta.

Lo más interesante del ejercicio de Podemos es la prisa. Han pasado de la al régimen del 78 a estar encantados de estar en el Congreso de los diputados, y, por ello, la historia ha cambiado.

Ahora les toca no sólo criticar sino construir, que es lo más importante.

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A Enrique Barón le llama la atención la conducta de Pablo Iglesias, echándose a llorar; el cuadro junto al que posa se titula «Avarizia: Bertone», del que es autora Sofía Gandarias. Confilegal.

En Italia, en Francia y en Bélgica tuve que explicar que Podemos no había ganado las elecciones, que era el tercer grupo político de la cámara 

¿Querría recordarles algo en especial?

Yo creo que hay que echar una cuenta muy elemental: Desde la Constitución de Cádiz, que es la primera Constitución democrática que hacemos en España, los españoles hemos hecho siete constituciones, algunas anticonstituciones, hemos echado a dos reyes, hemos importado uno, hemos tenido dos repúblicas, hemos tenido tres guerras carlistas y una guerra civil, hemos sufrido varias dictaduras… Eso conviene recordarlo.

En el 77 hicimos la Transición, que no fue una revolución más. Fue un acuerdo político de convivencia entre gente que pensábamos de manera muy diferente y que veníamos de horizontes muy distintos. Eso ha funcionado. Y lo ha hecho tan bien que, ahora, podemos hablar de su reforma.

Esto debería formar parte de la memoria colectiva.

¿Cómo se ve esto de Podemos en Europa?

En Italia, en Francia y en Bélgica tuve que explicar que Podemos no había ganado las elecciones, que era el tercer grupo político de la cámara.

Hay que ser muy respetuoso con lo que está pasando. Ha habido mucha gente que se ha concienciado y ha entrado en la vida política. Hay que ver si son capaces de dar respuestas mejores la situación anterior.

¿Las líneas rojas que plantean en su partido, son mantenibles?

El bote de las líneas rojas se ha acabado. Ya no hablan de ellas. Ahora están con lo de dejarse la piel.

Sistemáticamente se parte de la línea roja y sin que llueva, se borran. Me parece que es un tipo de órdago a la grande que se corresponde muy poco con lo que es la política parlamentaria.

Yo sí creo que hay algunas cuestiones que sí son líneas rojas.

¿Por ejemplo?

Todo lo que se refiere respeto a los derechos humanos y a las bases del funcionamiento democrático. Los alemanes tienen un principio en la ley fundamental que son las llamadas cláusulas de eternidad. Dicen que el respeto a la persona y lo que se deduce de ella no es negociable.

Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos…

Pues esas son las cláusulas de eternidad. Y son las que valen la pena. Esa es una línea roja para mí.

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Los alemanes, dice Barón, tienen un principio en la ley fundamental que son las llamadas cláusulas de eternidad; dicen que el respeto a la persona y lo que se deduce de ella no es negociable. Confilegal.

Nunca estuve de acuerdo con la idea de que la Constitución estaba escrita sobre mármol y fuera intocable. Sí, hay que hacerlo

¿Es usted partidario de reformar la Constitución?

Nunca estuve de acuerdo con la idea de que la Constitución estaba escrita sobre mármol y fuera intocable. Sí, hay que hacerlo.

Hay algunos puntos que están bien tratados en el informe del Consejo de Estado de 2007. Uno de ellos es poner las Comunidades Autónomas en la Constitución, como han hecho los alemanes.

A mí me parece perfecto que se diga que España es un país compuesto de nacionalidades y regiones, pero creo que habría que introducir a Europa en la Constitución.

Porque Europa es un elemento muy importante y es parte de nuestro destino y forma parte de nuestro sistema político.

Y luego está el tema de la igualdad de género en la sucesión en la Corona.

Quizá uno de los puntos más importantes sería resolver el papel de las Comunidades Autónomas y su financiación, ¿no le parece, usted que es, de formación, economista?

Sin duda. Como diputado constituyente, y miembro de la Comisión Constitucional, tengo que decir que no pudimos rematar algunos temas y que quedaron a medias.

Hay que estructurar un sistema político como el autonómico, que es un sistema federativo, con un Senado autonómico y un reparto de competencias más claro.

Nosotros, como Grupo Socialista, defendíamos un sistema de competencias como el de la Segunda República. Al final salió el que tenemos, un sistema bastante mezclado, que es uno de los mayores problemas que se han ido generado.

Hay que desarrollar de manera muy seria todo lo que es la constitución económica y financiera.

Tenemos que arreglar entre todos el tema de la financiación de las diecisiete Comunidades Autónomas. No puede ser que todas estén de acuerdo en que están mal financiadas. No existe un cuerno de la abundancia, esto hay que tenerlo muy presente.

Por eso, es conveniente poner al día y actualizar una Constitución que nos ha funcionado y que cuenta con una adhesión muy importante entre la ciudadanía.

¿Qué opina sobre el llamado derecho a decidir en Cataluña?

En una democracia todo es derecho a decidir. Por eso hay que recordar que los españoles, y los catalanes entre ellos, ya han ejercido el derecho a decidir en temas constitucionales. En primer lugar, votando la Constitución, y, en segundo lugar –y a partir del nivel municipal- aprobando un Estatuto de Autonomía, que fue redactado por los parlamentarios catalanes. El Estatuto de Sau, que después ratificaron las Cortes.

Todo eso es derecho a decidir, dentro del marco constitucional, en el que la soberanía descansa en toda la nación. En todos los españoles.

¡Parece que aquí se estuviera negando la democracia!

Ya, pero lo que ellos plantean…

Ellos, no. Los nacionalistas.

Correcto.

En Cataluña hay una mayoría de la población que está en contra o no sostiene eso. Yo comprendo que un nacionalista se crea que no representa a una fuerza política sino que representa a un país, cosa con la que no estoy de acuerdo.

No me parece que eso sea positivo, y lo digo con conocimiento de causa, después de haber vivido en Europa muchos nacionalismos. El nacionalismo tiene los peligros del romanticismo.

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Enrique Barón explica que recientemente ha estado en Suiza hablando de España y que no entienden lo del derecho a decidir de Cataluña porque allí ni se lo plantean. Confilegal.

No tiene sentido es que, porque haya una parte de la ciudadanía que no es mayoritaria, se decida ‘desconectar’ y emprender una aventura de ese tipo en nombre de la mayoría

También dicen sentirse engañados…

Sí, algunos dicen que les hemos engañado sistemáticamente. No entiendo por qué.

Convengencia i Unió ha participado de forma muy directa en la gobernanza democrática de España desde el comienzo de la transición. Sólo le ha faltado una cosa: entrar en el gobierno.

Que haya una cierta frustración con la reforma del Estatuto y la sentencia del Tribunal Constitucional… Eso pasa en los sistemas democráticos. Y tiene solución. Porque después de esa sentencia ya ha habido otras. Una, precisamente, de una ponente de CiU del Tribunal Constitucional, que ha sido mucho más positiva.

Yo he vivido la implosión de la antigua Yugoslavia y no estoy de acuerdo con el planteamiento de la generalización de consultas como esa, sobre la que no quiere entrar en sus consecuencias.

Los nacionalistas denominan “desconexión” a la secesión. Pero es que no estamos hablando de electrodomésticos. Hay que tener un cierto rigor a la hora de plantear las cosas.

En una comunidad política todos los procesos que han llevado a la secesión son procesos que suponen un conflicto civil muy concreto y una guerra en esa comunidad. Y eso pasó en la creación de los Estados Unidos, que tuvieron una guerra de secesión de seis años y desde entonces está explícitamente prohibido.

Y en las constituciones escritas en Europa.

¿Qué solución puede haber?

Entiendo que se sientan maltratados, desde el punto de vista económico, después de haber puesto sobre la mesa 23 temas que se consideran importantes, pero es que la consulta no es la solución. Esos problemas tienen que plantearse en el Parlamento, que es lo normal.

Lo que no tiene sentido es que, porque haya una parte de la ciudadanía que no es mayoritaria –y eso lo ha reconocido el actual presidente de la Generalitat-, se decida desconectar y emprender una aventura de ese tipo en nombre de la mayoría.

Acabo de regresar de Suiza, donde he tenido la oportunidad de debatir este tema en el país de más democracia directa de Europa, y me he encontrado con que no lo entienden. Estas cosas no las plantean ni los suizos.

Yo sí creo que hay que actualizar la Constitución.

La actualización de la Constitución sería un callejón sin salida para los independentistas catalanes y del resto de las autonomías, porque les obligaría a aceptar el cierre del modelo de Estado y el final de su aspiración, de convertirse en una nación independiente. Asumir que son España y que forman parte de Europa. ¿No lo ve así?

No podemos actuar en función de lo que plantea una minoría porque grite más. No he visto que haya un planteamiento independentista mayoritario.

¿Qué hay gente que defiende eso? Pues que vaya a las urnas, y mientras lo haga de acuerdo con los procedimientos constitucionales, y trate de hacer su planteamiento, pues muy bien.

Lo que yo pongo en tela de juicio es que exista una representación que pueda arrogarse el derecho a representar a todo un colectivo.

Ese es uno de los problemas que tenemos en España, que hace que el Congreso de los Diputados tenga una representación que se asemeja a FITUR.

En el Congreso está la representación ciudadana. Y en el Senado debería estar más claramente la representación de las Comunidades Autónomas.

Yo he estado 23 años en el Parlamento Europeo. Allí no hay ningún grupo que se estructure bajo una referencia nacional. No hay ningún grupo alemán, ni francés, ni español.

El reglamento del Parlamento Europeo dice una cosa muy simple, y es que los grupos políticos del parlamento se formen de acuerdo con las líneas ideológicas de pensamiento.

A mí me llena de escándalo que en las Cortes sale gente –muy respetable- que no habla en nombre de lo que piensa sino que habla en nombre de su Comunidad Autónoma. Y por eso digo lo de FITUR.

Esa es una de las anomalías que estamos padeciendo.

Otra “anomalía” es que la izquierda se haya convertido en nacionalista, cuando una de los rasgos básicos de identidad de la izquierda es su internacionalismo…

Decir que uno es nacionalista o independentista y afirmar, también que uno es de izquierdas, es una contradicción muy seria. En el PSOE, y yo fui de los que tomó parte en el proceso de unidad socialista de los años 70, no tenemos ese problema.

Porque no responde a un planteamiento progresista.

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En opinión de Enrique Barón, tendría que haber un responsable de economía dentro de la Comisión al que le permitieran gestionar la economía europea. Confilegal.

Lo que sí es cierto es que Europa es una casa a medio construir. Hemos dado el paso de tener una moneda común, pero no tenemos todavía un sistema económico de dirección común

¿Hasta qué punto Bruselas dicta lo que hay que hacer en España? o ¿no es así?

Bruselas no impone nada a España. Nosotros formamos parte voluntariamente de la Unión Europea. El presidente del Gobierno está en los Consejos Europeos. Europa no es un ente distinto de lo que somos nosotros.

Somos una parte importante de Europa. Yo lo puedo decir porque desde el Gobierno y, más tarde, desde el Parlamento, nosotros hemos jugado a Europa no solo para obtener los fondos, sino para conseguir la ciudadanía europea, para la cohesión, para dar dimensión a las relaciones con Iberoamérica… Son muchas cosas que se nos reconocen.

Lo que sí es cierto es que Europa es una casa a medio construir. Hemos dado el paso de tener una moneda común, pero no tenemos todavía un sistema económico de dirección común. Por eso, a veces, surgen algunas distensiones.

El Consejo Económico le tiene que decir a España, y también a Alemania, que deben acompasarse para tener una cierta armonía económica. Desde 2013 tenemos el Fiscal Compact, un tratado de gobernanza europea por el que todos los países de la Unión Europea mandamos el anteproyecto del presupuesto para que nos lo miren.

En esa política económica entra también el combate a los paraísos fiscales.

 

El combate a los paraísos fiscales forma parte también de la política comunitaria. Hay que decir que a los suizos les han hecho hincar la rodilla en esto del fraude fiscal han sido los Estados Unidos, no Europa.

En los países de la OCDE sí que ha habido un gran avance en la lucha contra los paraísos fiscales. Hay que continuar esa lucha. Pero nosotros no tenemos jurisdicción en todo el mundo.

Tendría que haber un responsable de economía en dentro de la Comisión que le permitieran también gestionar la economía europea. Ahora no lo tenemos y es una de las prioridades más urgentes.

Pero volviendo a la reforma constitucional, quiero dejar claro que hay una serie de asuntos en los que el Partido Popular tiene que jugar un papel importante como la reforma Constitucional o la reforma electoral. El PP no puede estar siempre como el perro del hortelano.

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Barón reconoce que en Europa estamos viviendo un periodo en el que se ha roto la confianza entre los miembros de la Unión. Confilegal.

Hay una serie de asuntos en los que el Partido Popular tiene que jugar un papel importante como la reforma Constitucional o la reforma electoral

Usted vivió la época de los grandes estadistas en Europa, la entrada de España en la Unión Europea…. ¿Tenemos ahora grandes personajes como aquellos? o ¿estamos en el tiempo de los pequeños?

Hay que aclarar que a los grandes se les reconoce al final, como ocurre también en el fútbol.

Creo que los que estaban en el poder en el momento de la caída del muro de Berlín, del final de la guerra fría, los que se sentaron en el Tratado de Maastricht, -incluido John Mayor-, supieron estar a la altura de las circunstancias. Eso hay que reconocérselo.

Helmut Kohl ganó en Alemania a la segunda o a la tercera. En su país muchos pensaban que era un político que estaba bien para ir a tomar un vino, pero poco más.

François Mitterrand también tuvo una trayectoria política complejísima, pero en ese momento concreto, todos supieron estar a la altura.

¿Y en estos momentos los líderes políticos europeos están a la altura?

En estos momentos yo no diría lo mismo. En Europa estamos en una situación donde se ha roto la confianza entre nosotros. La paralización de Francia desde el resultado sobre el referéndum de la Constitución ha ocasionado problemas porque Francia es un país muy importante de la Unión.

Recientemente, en la Cumbre de Brexit, dedicada al Reino Unido, el presidente en funciones Mariano Rajoy, en vez de hablar de Gibraltar o del medio millón de españoles que viven en Gran Bretaña, centró sus conversaciones sobre el futuro político de nuestro país y si se iban a celebrar o no nuevas elecciones en España.

Y ya no hablamos de países como Polonia o Hungría que están planteando algunos problemas que chocan mucho con nuestro sistema de valores común.

 

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