Eduardo Torres-Dulce, XXII Premio Pelayo, conquista a la comunidad jurídica con un discurso plagado de guiños a la Constitución
Eduardo Torres-Dulce, el premiado, junto a Carlos Lesmes en el momento de la entrega del Galardón. Pelayo.

Eduardo Torres-Dulce, XXII Premio Pelayo, conquista a la comunidad jurídica con un discurso plagado de guiños a la Constitución

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18/11/2016 05:59
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Actualizado: 24/6/2020 11:41
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Llegó noviembre y con él, la cita más esperada del mundo jurídico: la celebración del Premio Pelayo para juristas de reconocido prestigio. Como en años anteriores el Casino de Madrid se quedó pequeño ante la convocatoria de este galardón que en esta ocasión premió la trayectoria profesional de Eduardo Torres-Dulce, exfiscal general del Estado, profesional que supo compaginar su actividad como fiscal con la enseñanza del derecho.

En esta ocasión el evento coincidió con la apertura de la XII Legislatura de nuestra democracia, lo que hizo que tanto al inicio de este acto, como en su parte final, cóctel abierto para todos los asistentes, éste fuera un tema de comentario entre todos los ilustres participantes. Preocupa el futuro de nuestra democracia, y más en un momento en el que el consenso será la moneda de cambio entre los partidos políticos.

Sobre el acto, todo un ejemplo de sobriedad, Carlos Lesmes, presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, como maestro de ceremonias en la mesa presidencial, fue dando la palabra a los intervinieres, como Landelino Lavilla, presidente del Jurado y a Fernando Ledesma, exministro de Justicia socialista y anterior premio Pelayo del año pasado, ambos consejeros de Estado.

La puesta en escena, muy tradicional. Dos salones habilitados para escuchar a los asistentes. Uno principal con los «vips» y los medios de comunicación, que se llena casi de inmediato.

En el otro lado de esta segunda planta del Casino se habilita otro salón desde el que el resto de los asistentes siguen el acto en pantalla de plasma.

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Plano general de los asistentes a la entrega del 22 Premio Pelayo. Confilegal.

Todos quieren escuchar a Eduardo Torres-Dulce, un intelectual de la palabra.

Luego llegaría su discurso de agradecimiento. Habló de su padre que fue juez en vida, de sus compañeros de carrera fiscal durante cuarenta años y de la necesidad de respetar la Constitución y los derechos fundamentales sobre todo de los más débiles.

En esa brillante exposición «justicia, igualdad, libertad y leyes», fueron citados por este jurista como cuatro pilares fundamentales de nuestra sociedad.

Su madre, presente

El interviniente estuvo acompañado de parte de su familia, de su nonagenaria madre, de su fiel esposa Lourdes, a la que dedicó unos versos en esta intervención y de su hermano.

Un discurso trabajado donde las citas de pensadores como Cicerone o Alexis de Toqueville, le dieron un toque de brillantez hasta en treinta ocasiones.

Entre los asistentes un rejuvenecido José Luis Garci, compañero de fatigas del premiado y unido por la pasión sobre el cine, seguramente le daba vueltas a esta imagen para alguna futura película que fuera a dirigir.

En el auditorium, silencio respetuoso ante las intervenciones. Caras de satisfacción en el despacho Garrigues donde ahora Torres-Dulce desde hace casi un año forma parte como «of counsel» en su área penal.

Fernando Vives, socio director, Ricardo Gómez, socio senior, Gabriel Castro, socio responsable del área procesal y Helena Cebrián exfiscal, arroparon a Eduardo en su trabajada intervención, ante la mirada atenta de una mesa plagada de autoridades: José Manuel Romay Beccaría, presidente del Consejo de Estado, Soledad Becerril, defensora del Pueblo, Rafael Catalá, ministro de Justicia, Ramón Álvarez de Miranda, presidente del Tribunal de Cuentas, Concepción Dancausa, delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, y José Boada Bravo, presidente de Pelayo.

El momento clave de esta gala es siempre cuando acaban las intervenciones y los asistentes, antes de dar buena cuenta del cóctel se dirigen al homenajeado para darle la enhorabuena. Eso hicieron, entre otros, la exfiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, la exministra de la Vivienda, Beatriz Corredor, la exministra de Educación, Esperanza Aguirre, la presidenta del Consejo General de la Abogacía, Victoria Ortega, el presidente del Colegio de Procuradores, Juan Carlos Estévez, o la presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos.

En ese improvisado “besamanos” al nuevo Premio Pelayo también hay que citar a destacados miembros del poder judicial. El presidente emérito del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, y el vicepresidente emérito del tribunal de garantías, Ramón Rodríguez Arribaslos magistrados de ese mismo tribunal Juan Antonio Xiol, Andrés Ollero, Juan José González Rivas, Santiago Martínez-Vares, y Pedro José González-Trevijano, el presidente de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, Francisco Marín Castán, y sus homónimos de la Sala Tercera, Luis María Díez-Picazo, y de la Sala Cuarta, Jesús Gullón, así como los magistrados del alto Tribunal Miguel Colmenero, José Manuel López García de la Serrana, Milagros Calvo, Carlos Granados, Antonio del Moral, Javier Juliani y José Manuel Bandrés.

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De izquierda a derecha, Landelino Lavilla, Soledad Becerril, José Manuel Romay Beccaría, Eduardo Torres Dulce, Carlos Lesmes, Rafael Catalá, Ramón Álvarez de Miranda, Concepcion Dancausa y José Boada.

También asistió el exmagistrado del Supremo Sebastián Sastre Papiol, ahora «of counsel» de Ramón y Cajal Abogados, Miguel Herrero de Miñón, consejero de Estado, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Francisco Vieira, el presidente de la Audiencia Provincial de Madrid, Eduardo de Porres, el todavía director general de la Administración de Justicia, Ricardo Conde, José Luis Bueren, fiscal de Sala Jefe, y Bartolomé Vargas, fiscal de Sala de Seguridad Vial, y el portavoz de Jueces para la Democracia, Ignacio González Vega.

El CGPJ casi al completo

Por el Consejo General del Poder Judicial estuvieron los vocales Mar Cabrejas, Angeles Carmona, Gerardo Martínez Tristán, Rafael Fernández Valverde, Rafael Mozo, Roser Bach, Clara Martínez de Careaga, Carmen Llombart, Wenceslao Olea, Nuria Díaz Abad, Enrique Lucas y Mario Macías. 

En los amplios salones del Casino Madrileño, representantes de todos los operadores jurídicos se dejaban ver con fiscales como Juan Ortíz Urculo o abogados del Estado como Jesús López Medel, Ignacio Monedero o el exabogado general del Estado Joaquín de Fuentes Bardají, charlaban en animadas conversaciones.

También se acercaron a felicitar al homenajeado el expresidente de la Agencia Española de Protección de Datos y director de la cátedra Google-CEU, José Luis Piñar, la defensora del Pueblo Soledad Becerril, el presidente de la Fundación de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Luis María Cazorla, el exsecretario de Estado Juan Carlos Campo, hoy diputado del PSOE, y los expresidentes del CGAE Eugenio Gay y Carlos Carnicer, éste en uno de los contados actos públicos donde se deja ver tras dejar la abogacía institucional a primeros de este año.

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Otro plano del auditorio, abarrotado. Confilegal.

El Premio Pelayo ha vuelto a unir a profesionales del mundo jurídico de diferente procedencia. Una vez más el Casino de Madrid ha sido el lugar de referencia para este homenaje; donde la comunidad jurídica, en esta ocasión, ha rendido pleitesía a nuestro Atticus Finch, particular (protagonista de aquella inolvidable película en blanco y negro de los años cincuenta “Matar a un ruiseñor”) y que se llama Eduardo Torres-Dulce.

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