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La Comisión de Quejas de la Asociación de la Prensa: ¿una broma?

La Comisión de Quejas de la Asociación de la Prensa: ¿una broma?
Felicísimo Valbuena, consultor y periodista
11/12/2016 05:57
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Actualizado: 11/12/2016 11:32
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He escrito, en español e inglés varios artículos sobre esta Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología. Antes dependía de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE). Ahora, de una Fundación que, a su vez, depende de un Patronato. En el reglamento hablan de que buscan la independencia y la autonomía.

Cuando se juntan tantos polisílabos, es probable que, como decía el profesor Peter Sturtevant, los interesados empleen las palabras para ocultar, no para comunicar.

Cualquier periodista que pertenezca a una Asociación puede comprobar que esta Comisión no arbitra y que alguno/a de sus ponentes no muestra una actuación deontológica en alguno de los casos en que ha intervenido.

Los dictámenes de esta Comisión sirven para que la parte beneficiada vaya a los tribunales y perjudique todavía más a la otra parte. Por tanto, y tal como están las cosas, hay personas que utilizan la Comisión como un instrumento a favor de sus intereses.

Actualmente, los Tribunales no dan siempre la razón, ni mucho menos, a quienes se presentan con los dictámenes de esta Comisión a su favor. Y desde luego, cuando los periodistas ganan sus casos en los Tribunales, es decir, cuando derrotan moralmente a la Comisión, ésta no difunde las victorias judiciales de los periodistas.

En consecuencia, la Comisión dispone de todos los medios para difundir un dictamen. Sin embargo, no hace el más mínimo esfuerzo para hacer público el fallo judicial que va en contra de ese dictamen. O sea, una relación enteramente asimétrica.

En realidad, una de las funciones que cumple esa Comisión es la de atacar el buen nombre y prestigio de los periodistas afectados por sus dictámenes. O sea, que los propios periodistas pagan sus cuotas para que les proporcionen un medio que va en contra de sus intereses. O sea, que pagan la soga con la que les pueden ahorcar.

Fernando González Urbaneja, el autor del invento

En 2015, Fernando González Urbaneja recibió el premio de Honor de la Asociación de la Prensa de Madrid “por su larga trayectoria profesional desarrollada en todo tipo de medios, en los que ha dejado una reconocida huella profesional».

A mí me parece que la historia de Urbaneja es la de alguien que ha fracasado una y otra vez en esos medios, sin llegar a destacar en ninguno.

Sus libros están hechos a mayor gloria de constructores y banqueros.

Los libros de cualquier periodista de investigación son mucho mejores que los de Urbaneja. Figura que lleva dando clases en Universidad desde hace años. No ha querido o podido realizar su Tesis Doctoral. Grandes periodistas de investigación, sí.

En lo único que ha triunfado ha sido en la APM cuando la Comunidad de Madrid la subvencionaba con 8,5 millones de euros.

Y ¿para qué le ha servido la Presidencia de la APM? Pues para ir viajando de aquí para allá y soltar “urbanejadas”.

¿En que consiste una “urbanejada”? Consta de varios elementos, de los que hoy destaco dos: a) una fanfarronada o fantasmada; y b) que oculta lo más importante de la realidad.

Ejemplo:

La “urbanejada” es una fanfarronada que normalmente asociamos al Pachi bilbaíno de los chistes, pero no con la boina de voladizo sino, más bien, con la de quien se la baja hasta tapar las orejas; por ejemplo, Urbajena decreta que había que echar de España a Paolo Vasile, el todopoderoso directivo de Mediaset de España;

Y aquí viene la finura de Urbaneja: la decisión de Telecinco de ocupar la frecuencia de la extinta CNN+ por el canal Gran Hermano 24 Horas es «como que te saquen los ojos y te meen en los agujeros», y constituye «la metáfora» del modelo televisivo que propugna el empresario italiano.

“Que el personaje este, el Vasile este, sea el que lleve esto, es porque algunos pecados habremos cometido».

Urbaneja oculta que él ha tomado parte en un dictamen de la Comisión de Quejas, totalmente favorable a Maurizio Carlotti, entonces el mandamás de Antena 3, y principal competidor de Vasile. Urbaneja había trabajado en Antena 3 y, además, es contertulio de Onda Cero, que depende de Atresmedia.

Por cierto, ¿fue o no fue Urbaneja el ponente del dictamen favorable a Carlotti? Ah, eso no lo sabemos porque en el reglamento figura la siguiente línea: “En ningún caso se hará constar si (una decisión) fue adoptada por mayoría o unanimidad ni el nombre del ponente”.

Tampoco tiene inconveniente en decir que los redactores de una resolución del Supremo no saben lo que han firmado. Así es Urbaneja, el que habla de Código Deontológico. Él quiso estar, en la superficie, a la altura de las otras Comisiones de Quejas de Europa. Lo que ocultó y sigue queriendo ocultar es que dejó a los periodistas españoles sin el derecho al Recurso. Es decir, que Urbaneja situó a esa Comisión a la cola de Europa.

Estudiar las “urbanejadas” es un ejercicio cómico. Lo opuesto a lo divertido no es lo serio sino lo no-divertido. Urbaneja no es gracioso, pero puede dar mucho motivo para la risa. Y hay no pocas “urbanejadas” que ofrecen material para un tratamiento cómico. Lo que ocurre es que, como decía hace tiempo un cubano muy gracioso: “¿Por qué comernos la vaca de un golpe si la podemos comer libra a libra?”.

La Comisión de Quejas no garantiza una resolución justa en todos los casos

Precisamente por la gran diferencia de formación entre unos y otros miembros. Al no ser transparente, esta Comisión no hace público el nombre de quién se va a ocupar del caso. Los tribunales, sí. Y así, la parte acusada depende del azar de si la ponencia está a cargo de un miembro competente o de otro con mucha menos competencia.

Ejemplo: En dos casos muy parecidos, encontramos un dictamen que está muy bien fundamentado y que defiende la libertad de expresión. En el otro, el ponente no defiende esa libertad sino que se comporta como un censor. Entonces, ¿cómo es posible que, al final, todo dependa del ponente?

Porque, como escribió San Juan, un secretario de esta Comisión: “Las resoluciones de esta Comisión son adoptadas por la totalidad de los miembros que componen el Pleno de la misma, que asumen colectivamente el contenido de todas y cada una de las resoluciones, por lo que no cabe individualizar en ningún miembro de la Comisión la disconformidad con el contenido, redacción del mismo o cualquier otra cuestión de las resoluciones que, por otra parte, no son objeto de Recurso de Reposición”.

Cosas como éstas son Urbaneja clavado. Por eso, toda esta prosa se presta mucho a un tratamiento humorístico.

A Urbaneja puede aplicársele el célebre epigrama de Juan de Iriarte:

El señor don Juan de Robres,

con caridad sin igual,

hizo este santo hospital…

y también hizo los pobres.

El proceder de esta Comisión es idéntico al que siguió durante muchos, muchos años, el Politburó de los soviéticos. Billy Wilder se supo reír, como guionista de cosas así en “Ninotchka” y en “Un, dos, tres”.

Ahora bien, todo hay que decirlo: los soviéticos, a partir de Nikita Kruschev, decidieron rehabilitar a muchos rusos. Esta Comisión no se plantea, ni por lo más remoto, hacer lo que se le ocurrió a Kruschev.

Esta Comisión ocupa uno de los últimos lugares de Europa en cuanto a garantizar la libertad de expresión de los periodistas

Los periodistas de las diferentes Asociaciones pueden pensar en qué les beneficia esta manera que la Comisión tiene de funcionar en grupo. Lo que sí está claro es que esta Comisión queda en los últimos lugares de Europa, o en el último, en cuanto a garantizar la defensa de los periodistas.

Veamos cómo tratan este asunto tan importante organizaciones similares en otros países europeos.

IPSO (Independent Press Standards Organisation, antes Press Complaints Commission (PCC), Reino Unido).  Tiene lo que denominan el Revisor Independiente: Si al final del proceso, el periodista tiene reservas sobre la manera en que su caso ha sido tratado por la Comisión y sus miembros, debe escribir- en el plazo de un mes de haberle comunicado el resultado de su caso- al Revisor Independiente (Independent Reviewer). Él investigará su recurso e informará de cualquier hallazgo y transmitirá recomendaciones a la Comisión.

Deutscher Presserat (Alemania). Existe la opción de reabrir el caso (Wiederaufnahme del caso) si surgen nuevas pruebas que podrían afectar a la decisión.

Österreichische Presserat (Austria). La misma opción que en Alemania.

Schweizer Presserat (Suiza). En un plazo de 10 días, a partir de la fecha de la resolución, el periodista puede pedir la opinión deontológica del Pleno del Consejo si lo piden, al menos, dos miembros del Consejo de Prensa.

Общественной коллегии по жалобам на прессу (Rusia). En el caso de Rusia, la decisión que emite la comisión ad hoc puede ser revisada (reposición) por el Consejo (Коллегия).

La Comisión de Quejas parece desconocer cómo funcionan estas Comisiones en Europa; no se ha movido de sus posiciones. Enuncia que más de treinta empresas de medios se han adherido a esa Comisión. Lo cual puede ser una operación de relaciones públicas, pero no de defensa de la libertad de expresión. ¿Qué añade a la defensa de un periodista que esas empresas puedan utilizar un dictamen de la Comisión para que el periodista se vaya al paro, aunque luego un Tribunal falle a su favor?

El fulanismo, tibetización y misoneísmo

Esta Comisión es una muestra del fulanismo y de la tibetización de España que practica Urbaneja y, como dicen los mejicanos, quienes forman mancuernas con él.

El fulanismo es una palabra que surgió en la primera Restauración y que consisten en: a) confiar en un personaje al que se le considera capaz de conseguir cualquier cosa; b) prescindir de las normas, porque el fulano dirigente se encarga de interpretarlas y c) despreocuparse del contenido de las leyes, debido a lo señalado en a).

Un “tibetano” cultural es, siguiendo al Ortega, quien piensa que hay que aislar a España de las influencias externas; Menéndez Pidal llamó “misoneísmo” al rechazo de las novedades que practicaban no pocos españoles.

Preguntas sobre la Deontología de la Comisión

Para juzgar la deontología de los periodistas, quienes componen esa Comisión deberían mantener siempre un comportamiento deontológico en sus dictámenes.  Entonces, conviene  plantear algunas preguntas: ¿Es deontológico emitir un informe que, en algunos casos, demuestra que el ponente carece de conocimientos culturales elementales y que no domina la argumentación más básica? ¿Es deontológico que un ponente anónimo del dictamen no haga caso alguno de la argumentación que presenta el periodista acusado?

El ponente puede querer pasar por imparcial en el plano manifiesto, pero en el plano oculto, se limita a recoger información que sólo favorece al acusador. ¿Es deontológico que todos los miembros de esa Comisión apoyen un dictamen argumentalmente muy pobre?

El riesgo que está corriendo esta Comisión es que también se convierta en blanco para el humor. Desde Homero, pasando por Aristófanes, Molière y otros grandes autores, fuentes de la risa son lo inconsecuente y lo incongruente.

La opción siempre abierta de prescindir de la Comisión y acudir a los Tribunales

La Retórica Clásica distinguía cuatro “status”: 1) «conjetura», para buscar información sobre si un sujeto ha realizado una acción en el pasado; 2) «definición», o sea, en qué consiste esa acción; 3) «cualidad», que plantea si esa acción se ha ajustado a Derecho; 4) «transposición», cuando hay que impugnar todo el procedimiento.

Tal como están las cosas, el periodista no tiene garantías de salir bien recorriendo los pasos 1, 2 y 3 en la senda que lleva trazada la Comisión. Depende del ponente que prepare el dictamen.

Los periodistas sí pueden recorrer, y muy bien, los tres primeros pasos si acuden a los Tribunales. Además, pueden recurrir en varias instancias. Y los Tribunales, en no pocos casos, defienden la libertad de expresión mucho mejor que los componentes de esta Comisión.

Asuntos que a los periodistas les conviene debatir

Si los periodistas no quieren experimentar qué significa tener una Comisión que no cumple lo que pone en su título, que se muestra tan perjudicial para el prestigio de los periodistas, que está en los últimos lugares de las Comisiones de Europa, que se muestra monolítica en su negativa al cambio, conviene que se plateen debatir sobre algunos puntos:

1) si renovar profundamente la composición y funcionamiento de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología, b) o prescindir de ella, por resultar perjudicial para los asociados, y confiar directamente en los tribunales, porque protegen mejor la libertad de expresión.

Los periodistas que pagan las cuotas tienen, también, derecho a que la Comisión de Quejas les puedan facilitar, en un solo archivo, de fácil consulta, todos los dictámenes de esta Comisión. Y con todas las alegaciones que presentaron los periodistas acusados. Es muy probable que haya estudiantes de Comunicación o de Derecho que quieran hacer sus Trabajos de Fin de Grado o de Fin de Master o, incluso, de Tesis Doctorales, sobre esos dictámenes.

Ya veremos cuál es el sentido de la historia que esta Comisión deja en esos estudiosos.

Nemesio Rodríguez López , un fulano tibetano, que parece salido de un libro sobre el dogmatismo 

Los edificios apuntalados no son precisamente los más seguros. Todo lo contrario. Pues bien, al vicepresidente de la APM, Nemesio Rodríguez López, le gusta apuntalar a la Comisión. Es un fulano tibetano del que también conviene trazar una semblanza más amplia de lo que voy a hacer aquí.

Aquí sólo indicaré algunas notas. Parece salido del célebre libro «The open and closed mind» (La mente abierta y cerrada), de Milton Rokeach. Sobre todo, la aceptación dogmática y el rechazo dogmático de las opiniones de los demás. ¿Debatir? ¿Qué es eso para Nemesio? Además, no apoya su discurso en pruebas, en evidencias sino en juicios de gusto y disgusto. “A mí me gusta esa Comisión. Por tanto, no hay que cambiarla”.

Y lo que más se presta a un tratamiento cómico: Acompaña sus palabras con un timbre y entonación que recuerda las órdenes militares, como la conocida “¡Fiiiiiirmes! ¡Ya!”, y en su lenguaje corporal activa los músculos de la ira y del desprecio. Bien se ocupa él de que la retransmisiones de la APM sirvan para presentar un libro, por ejemplo, pero no para que los periodistas vean a Urbaneja y a Nemesio.

Por eso, para que retransmita a todos los asociados todas las Asamblea de la APM, habrá que cantarle parte de la célebre canción del Maestro José Padilla:

Y en La Bombilla señores
me dio a mí la chaladura
por conquistar a un fotógrafo
de esos de cámara oscura
y en el baile me decía
en medio del balanceo:
ay, Nemesio, ay, Nemesio
hazme un retrato al magnesio
ay, Nemesio, por favor
házmelo y házmelo y házmelo.

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