¿Tienen los jueces sentido del humor?
Imagen de la sección de consultorio humorístico de la revista de FJI.

¿Tienen los jueces sentido del humor?

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27/3/2017 05:59
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Actualizado: 31/3/2022 14:38
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Rotundamente: sí. Una buena prueba de ello es la sección de Humor «El rincón de Marco Antonio, consultorio profesional y sentimental para la carrera judicial» de la revista de Foro Judicial Independiente (FJI), una de las cuatro asociaciones de jueces existentes.

Emulando al famoso consultorio sentimental de la «señora Francis», Marco Antonio de  la Concha, un inventado magistrado por designación autonómica, español, pero terapeuta de origen argentino, responde a las cartas que sus compañeros le envían por cuestiones de «amor», «desamor» o «despecho» en su relación con la Justicia, como si fuera algo pasional.

El apellido De la Concha tiene su guasa porque en Argentina «la concha» es el aparato genital femenino.

Son cuatro cartas muy divertidas, llenas de ironía y de socarronería, con sus respectivas respuestas, del magistrado-terapeuta De la Concha.

La primera «la envía» un magistrado de lo Social desde hace 5 años, Anselmo, pero con una antigüedad en la carrera de 15 años, que ha descubierto, de repente, «su pasión» por lo contencioso-administrativo.

Bajo el título «Estoy confundido», le dice a De la Concha: «No sé si soy de lo Social, Contencioso o, incluso, bijurisdiccional. Por un lado, me siento poseído por una atracción contranatural era, por otro, no soy capaz de controlarme. Espero tu consejo», le escribe.

El nuevo «señor Francis» le responde, después de una perorata analizadora de su formación: «¡Déjate lleva! Experimenta nuevas sensaciones y ¡quién sabe!, a lo mejor estamos ante un futuro presidente de Sala de lo Contencioso».

La segunda misiva se titula «Mi primer desengaño». La remitente es una juez, Amalia, a la que le han revocado por primera vez una sentencia la Audiencia Provincial. Lo que le produce una gran tristeza por ese primer «desengaño».

«A los cinco meses, la Audiencia Provincial estimo íntegramente el recurso de apelación y revocó la sentencia… Ni siquiera una frase de consuelo, ni una estimación parcial… Sólo un frío «Es criterio de la Audiencia…», «escribe».

«¿Es que no valoran que he estado casi dos años en expectativa de destino? ¿Qué somos para ellos? ¡Por favor, ayúdame!», le dice.

De la Concha le contesta «Querida Amalia, todos nos hemos sentido así alguna vez. Hemos padecido el dolor que produce el primer desengaño, máxime en tu casa, cuando era la primera experiencia como titular. La vida sigue». Y le avanza que conocerá a otro, perdón, que «tarde o temprano te llegara la primera resolución confirmada y a ella seguirán muchas más. Estoy seguro, suerte.

Superar la rutina

La tercera carta al «señor Francis» lleva por titular  «La magia ha desaparecido». El remitente es Luis María, un juez unipersonal que pasa a formar parte de un tribunal colegiado. Cuenta que los compañeros le ayudaron mucho. «Gracias a ellos todo resultó muy gratificante, me invitaron a relajarme, respetaron mis tiempos, yo me dejé llevar y, poco, a poco, la deliberación dejó paso a una decisión mutuamente satisfactoria y unánime. El problema es que, con el tiempo, la magia ha desaparecido».

A lo que De la Concha le responde que «la rutina es el enemigo principal para esa relación». Y le aconseja que todos lo que conforman la Sección pidan un  «curso del Consejo, o mejor todavía, una estancia en la Policía Científica, en la Bolsa, o en cualquier ámbito no judicial. En definitiva. Cambiar de aires. Seguro que recuperáis la intensidad de vuestras deliberaciones».

«Soy incapaz de perdonar», es la última carta que un «presidente de Audiencia Provincial» –Antonio José– dirige a De la Concha. Este le cuenta la especial relación que venía manteniendo con el titular de un Juzgado de la provincia. Sus resoluciones eran «impecables, tanto en forma como en su fundamentación jurídica».

Un día, sin embargo, descubrió que le había sido infiel. Lo supo cuando leyó un recurso en el que había citado jurisprudencia de otra Audiencia Provincial diferente a la suya.

Habló del tema con el juez en cuestión. «Me pidió perdón y me prometió que no volvería a suceder. El problema es que ya no puedo verle de la misma manera. Cada vez que veo una resolución suya me acorde de su traición. Es más, he empezado a revocarle alguna resolución. No sé qué hacer».

El «magistrado-terapeuta» le aconseja que le perdone. «Si su arrepentimiento es sincero, no dejes que el rencor frustre esa bonita relación. A lo mejor puedes, aprovechando un recurso de queja, expresarle tus sentimientos y decirle que te gusta perdona, pero que lo intentas. Seguro que aprecia tu sinceridad».

Lo dicho, claro que tienen sentido del humor.

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