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El Campo gnoseológico de Gustavo Bueno: un gran remedio contra la epidemia de camelos

El Campo gnoseológico de Gustavo Bueno: un gran remedio contra la epidemia de camelos
El filósofo Gustavo Bueno, de quien aquí habla el profesor Valbuena, falleció en agosto de 2016 a los 91 años.
18/12/2017 06:10
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Actualizado: 19/12/2017 09:09
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La interminable subida al Monte Camelo

 Creo que uno de los quehaceres más necesarios y gratos que podemos realizar en estos momentos es revisar dos o tres veces los escritos de una muestra de Catedráticos y profesores que colaboran con Agencias de Calificación españolas y caer en la cuenta de que constituyen no un manantial de saber sino de risión.

Rafael Van Grieken, el que fue presidente de la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) durante cuatro años, siempre quería hacer constar los artículos de impacto que había publicado.

Pues bien, después de dejar la ANECA en un estado lamentable, no volvió para ser catedrático de Química e impulsar investigaciones que aumentasen el prestigio de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid.

No, él optó por ser consejero de Educación en la Autonomía de Madrid. Para hacer ¿qué?, ¿que no pueda hacer mejor un gestor inteligente  y que sepa hacer planes y programas?. Así envió el mensaje real de que es mejor dedicarse a la política, donde se gana más que en la Química.

Y lo mismo puedo decir de Rectores de Universidad que lo mejor que podrían hacer es dedicarse a cultivar su disciplina. Hay en el mercado, nacional e internacional, gestores competentes que lo podrían hacer mucho mejor que los Rectores.

Solo hay que ver que, al frente de las Universidades norteamericanos y de las Universidades de otras naciones, no están profesores. Ya sabemos que no todas las Universidad norteamericanas son excelentes, pero solo necesitamos los ejemplos de algunas para saber qué es la gestión eficiente y lo que es una organización burocrática puesta al servicio de intereses de grupo.

Y siento no poder recomendar las Agencias de Calificación norteamericanas, porque algunas han servido de malos ejemplos para las españolas.

El gran filósofo alemán Max Scheler escribió Esencia y formas de la simpatía en 1923. Pues bien, a pesar de los casi cien años transcurridos, este libro sigue vivo. Cada día que transcurre, voy cayendo más en la cuenta de que necesitamos una sección o libro que podamos titular como el libro de Scheler, pero cambiando sólo una palabra.

En lugar de “simpatía”, poner “camelo”: “Esencia y formas del camelo”.

A la hora de definir qué es el “camelo”, he acudido al Diccionario Uso del Español, de María Moliner. Del nombre “camelo” dice que es “informal” e “impropio del lenguaje esmerado”. Sin embargo, la que fue muchos años bibliotecaria de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid nos ofrece definiciones esmeradas: “Cosa que aparenta ser algo bueno que no es en la realidad o que se hace pasar por algo bueno que no es”. “Engañifa”.

Y “dar (el) camelo” es engañar o estafar haciendo creer que una cosa es buena o mejor de lo que es.

¿Por qué añadir más palabras a las definiciones de M. Moliner? Podríamos decir que en ellas está encerrada la esencia del camelo.

Importancia de las tecnologías o de un arte muy desarrollado en el estadio precientífico

Para saber qué es el conocimiento real y cuál es un camelo, Gustavo Bueno ofreció una Teoría de la Ciencia que llamó Gnoseología.

Ésta consta de una red de conceptos con la que es muy fácil pescar engañifas. Incluso, como los camelos se han convertido en una auténtica epidemia, esa red es el remedio contra los saberes falsos.

Según Bueno, el campo de cualquier Ciencia recibe una ordenación precientífica mediante la práctica de determinados oficios artesanos, mediante diversas tecnologías y/o ha habido anteriormente “un arte muy desarrollado”. Como ejemplos, aduce que la Geometría surgió de una elaboración científica del trabajo de los agrimensores; la cocina y la metalurgia hicieron posible la reflexión científica de la Química. La Lógica se desarrolló a partir de la tecnología gramatical (el arte de los escribas traductores, por ejemplo).

Y aquí es donde empezamos a encontrar a camelistas que confunden las ciencias con las tecnologías. D. Santiago Ramón y Cajal, contando con pocos medios, consiguió un reconocimiento mundial. Recomiendo a cualquier profesor e investigador que quiera encontrar el sentido de su quehacer, incluso sin cuantiosos fondos, que lea Los tónicos de la voluntad, de Don Santiago. Reconozco que, en las llamadas “ciencias duras”, los investigadores necesitan tecnologías caras o muy caras, pero ¿y en las “ciencias blandas”?

Las Categorías, esferas arquitectónicas de la realidad. Sin ellas, no hay Ciencia, y sí camelos

Ofrezco un grabado con esa red conceptual, que ha servido ya como marco para Tesis doctorales y libros de distintos saberes. Por eso, me gusta repetir que Gustavo Bueno sigue irradiando.

La ordenación gnoseológica de un campo científico se produce cuando determinados pensadores desarrollan “relaciones ideales” de una complicación cada vez mayor y observan y experimentan sobre las operaciones de quienes desempeñan diversos oficios.

Los científicos van ejecutando un proceso cada vez más ordenado mediante las “categorías”. Bueno parte de la tabla categorial de Aristóteles, pero de una manera muy original. Según él, las categorías se nos manifiestan en un proceso de interrogación:

“Nos hace sospechar (guiados por la etimología: kategorein significa acusar y luego, adjetivar y predicar) que la tabla aristotélica ha estado presidida por un modelo o paradigma en el que precisamente se vieran anulados tales extremos este paradigma fuera el derecho procesal griego, en su trámite de identificación de un individuo humano, de un ciudadano, en tanto necesita ser sometido para no ser «identificado» como reo, o como testigo) a una lista de preguntas; de este tipo: ¿Quién eres? (sustancia). «¿De quién eres hijo?» (relación). ¿Dónde te encontrabas cuando se produjeron los hechos?» (dónde). «¿Cómo ibas vestido?» (hábito)”.

Cada ciencia tiene unas categorías, que  muestran una naturaleza arquitectónica y tienen una naturaleza real o material. De manera que nos damos cuenta de que hay no pocos autores que se ocupan muy poco de las categorías de la disciplina a la que se dedican.

El lío está asegurado.

Una Ciencia es un conjunto de Teorías que desarrollan el contenido de las diversas categorías en que se divide su campo. Las Teorías especiales se componen, a su vez, de teoremas, que son “sistemas mínimos”, “células gnoseológicas”. Bueno presenta varias imágenes para hacer ver a qué se asemejan las múltiples teorías que pueden estar incluidas en una ciencia:

No hay que concebirlas como si fueran una cadena de deducciones en cascada; ni como un conglomerado como los anillos de un gusano. Esta sería la forma de pensar de quienes sostienen que la Ciencia sólo es un sistema hipotético-deductivo.

Una ciencia se asemeja a una confluencia de remolinos -teorías- que se interfieren, pero mantienen su relativa autonomía formal; se entrelazan unas a las otras como las células de una colonia de vorticelas (microorganismos unicelulares  de agua dulce que viven en solitario o en grupos, y se fijan al sustrato con un pedúnculo contráctil). Ahora bien, al igual que las células biológicas no son simples sino complejas y no están amontonadas ni yuxtapuestas sin más, las diversas teorías especiales que componen una ciencia están entrelazadas constructivamente según unos ejes y figuras.

El eje sintáctico de una Ciencia comprende tres figuras: términos, relaciones y operaciones

Términos

Si un Sujeto gnoseológico, un investigador de una ciencia, quiere efectuar un trabajo de “Anatomía científica”, ha de “despiezar” los términos de las diversas teorías. Pero ya sabemos que toda división tiene un límite y que dividir no es pulverizar. No podemos contentarnos con conceptos tan generales que dejen mucho terreno por explorar. Los términos son los límites de un proceso crítico, recortados a una escala dada. Hay que considerarlos como aislables dentro de un marco, sabiendo que sólo se dan conjuntamente. Hay que determinar la escala de los términos y el nivel en que debe despiezarse cada teoría.

Entonces, cuando alguien escribe sobre algo y no muestra los términos últimos a los que reduce su teoría, probablemente nos encontramos ante un cuentista. Y sobre todo, desconfiemos de quienes emplean la expresión “Seamos serios”. Quien está seguro de lo que habla, no necesita esa muleta. Reconozco que entre las personas más inconsistentes que he encontrado en mi vida están los que hacen llamamientos frecuentes a la seriedad. Suelen ser muy poco serios.

Relaciones

Los términos están envueltos en relaciones que los engloban y, a su vez, las relaciones establecidas en un determinado campo científico se manifiestan mediante las operaciones

Las proposiciones científicas, como figuras gnoseológicas, serán aquellas partes formales de las ciencias en las que aparezca dada (construida, o por cualquier otro procedimiento) una relación entre términos.

Podemos definir las ciencias como «conjuntos de proposiciones gnoseológicas”

Operaciones

Las operaciones extraen términos partiendo de operaciones de otros términos.

Las operaciones son aquellas partes formales de una ciencia que conducen a la construcción de nuevos términos pertenecientes a esa misma ciencia -volviendo explícitas las relaciones que median entre dichos términos… Por ello, las operaciones únicamente tienen sentido con relación al todo de la ciencia. Es decir, la idea de operación está necesariamente relacionada con un sistema en cuyo ámbito se mueve la construcción de nuevas partes.

Así, las operaciones gnoseológicas son inseparables de la construcción efectiva del campo material de cada categoría, a diferencia de las operaciones entendidas en sentido meramente psicológico (como acciones, por ejemplo), metodológico (como procedimientos), algebraico (como «aplicaciones» o puestas en correspondencia de ciertos símbolos gráficos con otros), etc.

Pongamos un ejemplo. En estos momentos, la Criminología cuenta con libros y series de muchos episodios en televisión. No están hablando de camelos cuando nos dicen lo siguiente:Con un programa informático, es posible facilitar el Perfil geográfico de un asesino.

Hay que prescindir de mucha información criminal y centrarse en el asesino, que quiere matar, pero es perezoso. No quiere que le detengan pero, a la vez, quiere asesinar con el menos esfuerzo.

El programa dice dónde se produce el equilibrio. El deseo de actuar en una zona se equilibra con el deseo de permanecer anónimo. El programa cruza datos y entrega un mapa en tres dimensiones. En rojo aparece el domicilio”.

Podemos considerar sólido el proceso de elaborar este Perfil geográfico de un asesino porque sus autores ofrecen términos, relaciones y operaciones. Ya nos gustaría que hablasen con más fundamento quienes se apoyan en términos nuevos que vienen a asar lo que está cocido desde hace mucho tiempo. El papanatismo es muy fácil de detectar, con tal de leer varias veces los textos.

El eje semántico abarca tres figuras: referentes fisicalistas, fenómenos y esencias o estructuras

Referentes fisicalistas.

Los referentes fiscalistas son aquellas partes formales de las ciencias cuya característica fundamental es que remiten a “situaciones concretas asociadas a un cuerpo físico, individual o bien susceptible de ser determinado o reproducido como cuerpo individualizado”… Ciertamente, no son las cosas corpóreas en abstracto, sino las cosas corpóreas en la medida en que pertenecen al contexto de la racionalidad científica”.

La importancia del momento fisicalista necesita poca demostración. Piénsese en la consistencia que adquiere una determinada teoría cuando ha contado con un gran número de referentes y la blandura de la que se basa en unos pocos casos.

Fenómenos.

“… Y al introducir la subjetividad múltiple, las cosas se desdoblan, no aparecen del mismo modo ante unos sujetos y ante otros. Por ello, entendemos el concepto de fenómeno…. como aquello que se aparece a una conciencia en un contexto diferencial con otra. El fenómeno es así algo objetivo, pero en tanto está referido diferencialmente a las conciencias subjetivas, refractado en ellas. El objeto «Luna» se presenta como un fenómeno ante el observatorio (sujeto) Sl y ante el observatorio (sujeto) S2 con respecto a una referencia, como puedan serlo las estrellas fijas”.

David Hackett Fisher es un autor que ha estudiado muchos libros de Historia y ha sintetizado las falacias de los historiadores que, en lenguaje de Bueno, refuerzan sólo unos fenómenos y se olvidan de otros. Además, Fisher lo ha hecho con gran sentido del humor. Quien desee pasárselo muy bien descubriendo camelos, debería familiarizarse con la obra de este autor.

Conceptos esenciales, esencias o estructuras“El sector ontológico contiene, sobre todo, las esencias, que son estructuras ideales orientadas a establecer la conexión entre los momentos fisicalistas y fenomenológicos.

Prosiguiendo con el ejemplo presentado al tratar de los fenómenos, el momento ontológico lo alcanzamos cuando pensamos el concepto “luna real”, aunque no lo percibamos, mediante el concepto de “paralaje”.

Los “colores” o “sonidos” son fenómenos que nos conducen al hallazgo de las cualidades primarias u objetos materiales, fisicalistas. La consideración científica de estos momentos fenomenológcos y fisicalistas lleva a alcanzar la sección ontológica mediante el concepto esencial de “longitud de onda”.

Bueno denomina también significados objetivos y factores a los conceptos esenciales y sostiene que la idealidad de estos conceptos constituye el rasgo más característico de las ciencias.

El eje pragmático incluye autologismos, dialogismos y normas gnoseológicas

 Autologismos

Las actividades psicológicas ligadas al ingenio, a la memoria, a la imaginación, a la tenacidad, a la penosa laboriosidad del trabajo diario del científico, suelen olvidarse y marginarse cuando se exponen los resultados escuetos de la ciencia.

Es más: estos acontecimientos de la vida privada de la ciencia deben necesariamente omitirse y silenciarse porque así lo exige la presentación objetiva de las verdades en las que toda huella de subjetividad ha de quedar eliminada.

Pero la Gnoseología, que reconstruye cada una de las «partes formales» de las ciencias, ha de incorporar y reconocer estos elementos como componentes reales del quehacer científico”.

Ha habido, hay y habrá problemas sobre si los recuentos que efectúa un determinado codificador son correctos o no. Podrán plantearse problemas de validez. Habrá que introducir factores correctores para que las observaciones sean lo más precisas posibles. En cualquier caso, y en el ejercicio de la investigación, es imposible dejar al margen las actividades subjetivas.

Las peripecias de los investigadores suelen aparecer en las entrevistas que ofrecen. Dicen cosas muy interesantes y, por eso, atraen la atención de quienes desean dedicarse a investigar de verdad.

Dialogismos

Llamamos dialogismos a todas las partes formales de una ciencia en las cuales aparece el «yo pienso» en contexto con otros Egos, no como elementos de una clase distributiva, sino más bien, en los contextos asimétricos o no simétricos que, sin embargo, son constitutivos de la unidad de cada ciencia.

El sujeto aparece aquí como una entidad particular, si bien realiza su actividad en un contexto social donde otros sujetos, también particulares, son solidarios de su acción de un modo u otro… Cada individuo ha de ser pensado como irreductible a los demás, aunque vinculado necesariamente con ellos (Bueno, 1976, P. 525).

Los vínculos dialógicos entre los diferentes sujetos pueden ser de diferentes tipos:

La enseñanza, “entendida no como un acto posterior a la ciencia preexistente, sino como un momento formal de su propio desarrollo”.

La enseñanza, como concepto gnoseológico, no puede entenderse como una función que comienza una vez que la ciencia ha sido ya ultimada, como una función de propagar o difundir  ciencias previas, porque esta función, sin perjuicio de su importancia social o tecnológica, no es intrínsecamente científica. La enseñanza tiene una participación interna en el proceso de construir la ciencia misma. La ciencia necesita de la enseñanza para realizar la misma multiplicidad del sujeto operatorio.

El concepto de ciencia como explicación también entraría en este sector. Así adquieren su verdadera dimensión las Filosofías de la Ciencia que consideran a la explicación como el elemento esencial de la ciencia.

Los momentos polémicos y conflictivos. Las ideas que no reciben el acicate de la crítica, acaban por convertirse en ideas blandas. La crítica, la discusión, la polémica y el debate son necesarios para construir y consolidar una ciencia y ocupan una extensa literatura.

Por eso, Bueno ha adquirido un perfil tan inconfundible como filósofo. Él polemizaba con quienes pretendían hacer pasar por ciencia lo que es un mito, una teoría mal fundamentada, charlatanería, etc. Además, durante la época en que aparecía frecuentemente en televisión, polemizaba de una manera directa, no diplomática, y muchas veces con sentido del humor.

El descubrimiento de falacias entra de lleno en este sector. Jeremy Bentham escribió un gran libro sobre las falacias de los políticos. Ya me he referido a David Hackett.

Normas

“…podría decirse que las normas, en el eje pragmático, son lo que los referenciales en el semántico: objetividades «envolventes» que se imponen al sujeto en general”.

Un número muy importante de investigaciones puede definirse como un intento de descubrir las reglas no escritas y las normas por que se conducen, en su vida diaria, los profesionales de una ciencia.

La parte sintética de una ciencia estudia los Principios gnoseológicos y los Modi Sciendi (Modelos, divisiones, definiciones y demostraciones)

Dejo la parte sintética de la Gnoseología de Bueno para otra ocasión. He escrito varios artículos sobre “investigadores” que no saben definir ni clasificar ni demostrar. Seguiré en la misma línea.

Y ahora, ¿qué?

 Eso me pregunto yo. Ahora, quienes mandan en el mundo universitario son los responsables de y los que trabajan en las Agencias de Acreditación: La Aneca y demás.

Cuando muchos hablan de que urge investigar a los lobbies, no pocos afirman que hay que comenzar examinando a fondo la función de estas Agencias.

Estoy convencido de que, si Ortega viviera, diría que el tema de nuestro tiempo académico es escrudiñar hasta los riñones los objetivos, procedimientos y personajes que se mueven en esas Agencias.

Eric Berne también diría que los profesores están dejando de ser creativos para convertirse en Niños Adaptados a un sistema que no garantiza la originalidad. Y hemos tenido que soportar el trabajo incansable, inagotable, de los representantes sindicales para proteger a los veteranos, a los viejos, con sus derechos adquiridos en la enseñanza.

¿Cuándo va a llegar la hora de los jóvenes profesores, tan bien preparados algunos de ellos, y que son superados, en la calificación final, por menos que medianías?

Gustavo Bueno puede ser un ejemplo, precisamente para los jóvenes, de cómo ir contra la corriente dominante y acabar venciendo. Estoy convencido de que Bueno seguirá irradiando cada día más. Entre otras cosas, por el aburrimiento desbordante que está invadiendo los ámbitos universitarios.

Bibliografía de Gustavo Bueno sobre su Teoría de la Ciencia o Gnoseología

 Bueno Martínez, Gustavo (1976) Estatuto Gnoseológico de las Ciencias Humanas.  Madrid, Fundación Juan March

Bueno Martínez, Gustavo (1977); Idea de la Ciencia desde la Teoría del Cierre Categorial. Santander, Universidad Menéndez Pelayo, 1977;

Bueno Martínez, Gustavo (1982); «Gnoseología de las Ciencias Humanas» y «El cierre categorial aplicado a las ciencias físico-químicas», en Actas del I Congreso de Teoría y Metodología de las Ciencias. Oviedo, Pentalfa Ediciones, 1982;

Bueno Martínez, Gustavo (1992-1993); Teoría del Cierre Categorial. Oviedo, Pentalfa, (1) 1992; (2), (3), (4) y (5) 1993

Bueno Martínez, Gustavo (1995) ¿Qué es la ciencia? La respuesta de la teoría del cierre categorial.

Bueno Martínez, Gustavo (1995)¿Qué es filosofía?. Oviedo, Pentalfa, 1995;

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